Art?culo publicado en Revista Semanal de EL D?A, el s?bado 10 de Febrero de 2007
Aunque en Canarias su popularidad es indiscutible, lo cierto es que a nivel nacional son escasas las referencias a Sor Mar?a de Jes?s en los tratados que expl?citamente o a?n de forma superficial abordan el abanico de anomal?as y portentos que rodean a los santos y religiosos. La siervita, como es llamada de forma cari?osa tanto por los creyentes en sus virtudes e intercesi?n que la contemplan como por los como centro de un fen?meno cuando menos curioso, naci? en el municipio tinerfe?o de El Sauzal el 23 de marzo de 1643, falleciendo un 15 de febrero de 1731 cuando contaba con 87 a?os de edad. Desde entonces su cuerpo permanece incorrupto y conservado de una forma que aparentemente raya lo prodigioso, por muy incr?dulos que seamos, en especial si tenemos en cuenta las peculiares condiciones ambientales que rodearon al cuerpo durante los primeros a?os despu?s de la defunci?n, en nada favorables a su preservaci?n. Su espectacular estado, junto a otros fen?menos extra?os igualmente interesantes ligados a ella, hacen de esta monja tinerfe?a un caso de indiscutible inter?s dentro del campo de la fenomenolog?a m?stica y la religiosidad popular.
Misticismo y devoci?n
Al contrario que otros cuerpos incorruptos venerados en un contexto religioso, el de Mar?a de Le?n Bello y Delgado, nombre de nacimiento de nuestra protagonista, no puede ser visitado por los fieles y p?blico en general en cualquier momento del a?o. Con ella ocurre todo lo contrario, de tal manera que si alguien desea ver de cerca este ins?lito fen?meno constituido por su incorruptibilidad debe madrugar y hacer cola un 15 de febrero, fe-cha en la que se conmemora su muerte, y las monjas de clausura del convento de Santa Catalina de La Laguna, enclave en el que se conserva desde hace siglos, exponen su cuerpo. Miles de personas pasan durante toda esa jornada ante el lujoso sarc?fago con cubierta de cristal regalado por Amaro Pargo, amigo de la monja y benefactor del convento que se sinti? bajo la protecci?n de la religiosa, guardando escrupulosamente su turno en las largas colas que circundan el edificio. Esta peregrinaci?n permite que cada a?o se sumen a la causa de su beatificaci?n centenares de nuevas gracias concedidas aparentemente por mediaci?n de la religiosa, incrementando as? la fama milagrera que se inici? cuando a?n viv?a y que ha llevado a situar su devoci?n entre las tres primeras de la isla, tras la que recibe la Virgen de Candelaria y el Hermano Pedro de Betancourt.
Aunque el cuerpo se encuentra situado a una decena de metros del lugar por el que discurren los peregrinos y la iluminaci?n no es demasiado buena, es posible con-templar con cierto detalle el aparente buen estado de conservaci?n de la religiosa a trav?s de las facciones de la monja, que vestida con los h?bitos dominicos parece tan s?lo dormir.
La vida de Sor Mar?a de Jes?s est? llena, como es de esperar, de todo tipo de relatos que ponen de relieve las gracias celestiales con las que al parecer fue bendecida, relatos tradicionales que l?gicamente resultan muy dif?ciles de verificar y que estimulan la devoci?n popular. Se cuenta por ejemplo que de peque?a sent?a una gran devoci?n por una imagen de un Ni?o Jes?s que se encontraba en la Iglesia de San Pedro, en El Sauzal, imagen que supuestamente le habr?a las puertas del templo para recibir su visita, o c?mo un laurel detuvo su crecimiento para poder seguir recibiendo directamente los cuidados de nuestra protagonista. Portentos que m?s bien parecen pertenecer al terreno de las habituales historias piadosas que surgen con el fin de tejer una biograf?a que ponga de manifiesto la presencia de la divinidad desde su infancia.
Fue en febrero de 1668 cuando entr? en el convento, para un a?o despu?s tomar el h?bito y vivir desde entonces fiel a sus votos y en una constante penitencia, en la que no faltaron las flagelaciones, el ayuno o el cargar con una pesada cruz de madera por los jardines. Actitudes de dolorosa entrega dif?cilmente comprensi?bles hoy en d?a, pero moneda com?n en otros tiempos en los que la religiosidad se viv?a de formas muy diferentes. El periodista de esta casa EL D?A y amigo, Domingo Garc?a Barbuzano, escribi? hace varios a?os una completa y devota biografia de la monja, en la que da cuenta de singulares fen?menos y acontecimientos de naturaleza "extra?a". Destaca por ejemplo un episodio de lo que en parapsicolog?a se conoce como telequinesis, en el que una medalla de acero con la imagen de la Soledad, propiedad de la monja, se recompuso espont?neamente tras haberse roto en varias piezas d?as antes, o incluso un episodio de posible levitaci?n descrito por otras monjas. Al igual que ocurre con otros m?sticos, Sor Mar?a de Jes?s entraba en ocasiones en ?xtasis, describi?ndose la emanaci?n de cierta luminosidad de su rostro, as? como una elevaci?n destacable de la temperatura corporal "Cuando comulgaba, describe Barbuzano, su cuerpo era abrazado por un calor divino que le afloraba en el rostro. Era tan grande que, en una ocasi?n, manifest?: aparta de mi Se?or que no puedo sufrir tanta llama. Disimulaba dicho calor diciendo que era por la capa y el velo del h?bito". Hablar?amos en ambos casos de fen?menos parabiol?gicos de singular inter?s.
Incorruptibilidad
La vida de la religiosa cuenta tambi?n con diversos episodios premonitorios, junto a un curioso sue?o tras el cual desarroll? un estigma en el costado y una m?s que posible bilocaci?n atestiguada por el famoso corsario Amaro Pargo, adem?s de algunos escritos m?sticos estudiados por sus bi?grafos y custodiados por las monjas. A pesar de haberse dado episodios de apariencia sobrenatural por s? solos significativos, estos posiblemente no habr?an trascendido de no ser por confluir con el de la incorruptibilidad de su cuerpo, descubierto a los tres a?os de haber sido sepultada. Cuentan los textos que poco antes de morir cay? en ?xtasis, conservando el pulso y las pupilas claras m?s de 24 horas, manando sangre fluida al hacer alg?n corte, y un l?quido transparente que mantuvo su fragancia a jazm?n hasta varios a?os de?pu?s. En enero del a?o 1734, cuando se proced?a al traslado de los restos, se descubri? que permanec?a intacto, con las ropas empapadas, flexible, con su color natural, d?ndose la circunstancia incluso de que un trozo de carne que le quit? una religiosa conservado en un relicario parec?a haber crecido de forma inexplicable. Y as? desde entonces, a pesar de haber transcurrido la friolera de m?s 273 a?os.
Aunque existe una larga tradici?n milagrera, la Iglesia se muestra tan exigente que al menos en estos casos llega a hacer de "abogado del diablo", con tal de certificar fuera de toda duda la naturaleza sobrenatural de los hechos presentados como milagrosos. Y aunque la incorruptibilidad no es un signo de santidad, es evidente que tambi?n en este caso genera una importante devoci?n popular. No obstante, en el expediente de la causa de beatificaci?n de La Siervita existen varios episodios de curaciones que se barajan como candidatos a prodigios, aunque, a fecha de hoy y en un mundo tan expuesto a lo impensable, ninguno de ellos resulta concluyente. Tal vez este a?o nos den a los curiosos y a los que se declaran devotos el milagro esperado.
El sorprendente caso de Sor Mar?a de Jes?s
Este 15 de febrero se repetir? nuevamente el ritual. Miles de personas, en su inmensa mayor?a fieles creyentes, desfilan a escasos metros de distancia del vistoso sarc?fago en el que se conserva el cuerpo incorrupto de la monja Sor Mar?a de Jes?s. Una cubierta de cristal permite contemplar el cuerpo de la religiosa revestida de sus h?bitos, dejando al descubierto las manos y un rostro por el que no parece haber pasado el tiempo. 276 a?os la contemplan.