Comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., al Evangelio dominical,publicado por
ZENIT 28 abril
III Domingo de Pascua - B
(Hechos 3, 13-15. 17-19; I Juan 2, 1-5a; Lucas 24, 35-48)
?En verdad ha resucitado! El Evangelio nos permite asistir a una de las muchas apariciones del Resucitado. Los disc?pulos de Ema?s acaban de llegar jadeantes a Jerusal?n y est?n relatando lo que les ha ocurrido en el camino, cuando Jes?s en persona se aparece en medio de ellos diciendo: ?La paz con vosotros?. En un primer momento, miedo, como si vieran a un fantasma; despu?s, estupor, incredulidad; finalmente, alegr?a. Es m?s, incredulidad y alegr?a a la vez: ?A causa de la alegr?a, no acababan de creerlo, asombrados?.
La suya es una incredulidad del todo especial. Es la actitud de quien ya cree (si no, no habr?a alegr?a), pero no sabe darse cuenta. Como quien dice: ?demasiado bello para ser cierto! La podemos llamar, parad?jicamente, una fe incr?dula. Para convencerles, Jes?s les pide algo de comer, porque no hay nada como comer algo juntos que conforte y cree comuni?n.
Todo esto nos dice algo importante sobre la resurrecci?n. ?sta no es s?lo un gran milagro, un argumento o una prueba a favor de la verdad de Cristo. Es m?s. Es un mundo nuevo en el que se entra con la fe acompa?ada de estupor y alegr?a. La resurrecci?n de Cristo es la ?nueva creaci?n?. No se trata s?lo de creer que Jes?s ha resucitado; se trata de conocer y experimentar ?el poder de la resurrecci?n? (Filipenses 3, 10).
Esta dimensi?n m?s profunda de la Pascua es particularmente sentida por nuestros hermanos ortodoxos. Para ellos la resurrecci?n de Cristo es todo. En el tiempo pascual, cuando se encuentran a alguien le saludan diciendo: ??Cristo ha resucitado!?, y el otro responde: ??En verdad ha resucitado!?. Esta costumbre est? tan enraizada en el pueblo que se cuenta esta an?cdota ocurrida a comienzos de la revoluci?n bolchevique. Se hab?a organizado un debate p?blico sobre la resurrecci?n de Cristo. Primero hab?a hablado el ateo, demoliendo para siempre, en su opini?n, la fe de los cristianos en la resurrecci?n. Al bajar, subi? al estrado el sacerdote ortodoxo, quien deb?a hablar en defensa. El humilde pope mir? a la multitud y dijo sencillamente: ??Cristo ha resucitado!?. Todos respondieron a coro, antes a?n de pensar: ??En verdad ha resucitado!?. Y el sacerdote descendi? en silencio del estrado.
Conocemos bien c?mo es representada la resurrecci?n en la tradici?n occidental, por ejemplo en Piero della Francesca. Jes?s que sale del sepulcro izando la cruz como un estandarte de victoria. El rostro inspira una extraordinaria confianza y seguridad. Pero su victoria es sobre sus enemigos exteriores, terrenos. Las autoridades hab?an puesto sellos en su sepulcro y guardias para vigilar, y he aqu? que los sellos se rompen y los guardias duermen. Los hombres est?n presentes s?lo como testigos inertes y pasivos; no toman parte verdaderamente en la resurrecci?n.
En la imagen oriental la escena es del todo diferente. No se desarrolla a cielo abierto, sino bajo tierra. Jes?s, en la resurrecci?n, no sale, sino que desciende. Con extraordinaria energ?a toma de la mano a Ad?n y Eva, que esperan en el reino de los muertos, y les arrastra consigo hacia la vida y la resurrecci?n. Detr?s de los dos padres, una multitud incontable de hombres y mujeres que esperan la redenci?n. Jes?s pisotea las puertas de los infiernos que acaba de desencajar y quebrar ?l mismo. La victoria de Cristo no es tanto sobre los enemigos visibles, sino sobre los invisibles, que son los m?s tremendos: la muerte, las tinieblas, la angustia, el demonio.
Nosotros estamos involucrados en esta representaci?n. La resurrecci?n de Cristo es tambi?n nuestra resurrecci?n. Cada hombre que mira es invitado a identificarse con Ad?n, cada mujer con Eva, y a tender su mano para dejarse aferrar y arrastrar por Cristo fuera del sepulcro. Es ?ste el nuevo y universal ?xodo pascual. Dios ha venido ?con brazo poderoso y mano tendida? a liberar a su pueblo de una esclavitud mucho m?s dura y universal que la de Egipto.