Hora Santa
Objetivo: Que las comunidades cristianas puedan reunirse en torno a Jesús sacramentado, para orar por las vocaciones de especial consagración.
Quiénes son convocados: Todas las Comunidades Cristianas.
Celebración de la Palabra, en el marco de una Exposición y Bendición del Santísimo Sacramento.
Ambientación
Preparar la capilla adecuadamente, se pueden colocar frases vocacionales y a la entrada una imagen de Jesús; tener en una hoja los cantos y las partes en que intervienen todos en la celebración.
Celebración
I - CANTOS
1. “Nos envías por el mundo”: expresa la respuesta del creyente al llamado de Dios; y esa respuesta nace de la experiencia que se ha tenido con Él, y de la confianza que es él quien obra en el enviado, en el que oyó esas palabras: ¡No temas, contigo estoy!
2. “Dios precisa de ti”. La persona llamada por Dios a una misión es sólo un instrumento en las manos divinas.
II - TEXTOS PARA LA CELEBRACIÓN DE LA PALABRA
* Ex 3, 1-12: La vocación de Moisés.
Se pretende acentuar algunos elementos de esta lectura que hacen ver toda vocación, como un diálogo entre el Dios que llama y el creyente que responde:
a) cuando Dios se manifiesta, se suele manifestar en todo el esplendor de su grandeza, vv 2, 5 y 6: llama de fuego en una zarza; ¡no te acerques!; quita tus sandalias;
b) Dios llama al hombre (generalmente por su nombre), v 4: ¡Moisés, Moisés!
c) el hombre, lleno de temor ante la manifestación de Dios, se acobarda, le entra miedo vv 6 y 11: Moisés se cubrió el rostro ante Dios; ¿quién soy yo para ir al Faraón?
d) Interviene Dios entonces diciéndole: ¡No tengas miedo!, v 12: Yo estaré contigo y ésta será la señal...
e) El creyente acepta la llamada, convencido de que es un instrumento salvador en las manos de Dios y no el sujeto protagonista de la salvación.
Dios, en esta pedagogía de diálogo, lleva al hombre:
a) a ser objeto de una llamada;
b) a comprender que quien realiza la misión salvadora es Dios, no la persona llamada con sus cualidades o potencialidades; y
c) a vivir alegre y confiadamente esa llamada, en la certeza de que no es él quien realiza acciones que los trascienden.
* Podrían igualmente tomarse otros textos de vocaciones bíblicas que contienen, con pequeñas diferencias, los mismos elementos ya indicados:
Vocación de Samuel: 1Sam 3, 1-19:
Vocación de Isaías, Is 6, 1-8;
Vocación de Jeremías, Jer 1, 4-11;
Vocación de María, Lc 1, 26-38;
Vocación de Pablo, Hch 9, 1-19.
Responsorio para facilitar la meditación de la lectura bíblica
V. El Señor dijo a Abrán: Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré y haré famoso tu nombre. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan.
R. Y marchó como se lo había dicho el Señor.
V. Y Moisés le replicó al Señor: ¿Quién soy yo para acudir al Faraón o para sacar a los israelitas de Egipto? Y respondió Dios: Yo estaré contigo; y ésta será la señal que yo te envío: cuando saques al pueblo de Egipto ustedes darán culto a Dios en este lugar.
R. Y marchó como se lo había dicho el Señor.
V. Elí comprendió que era Dios el que llamaba al muchacho y dijo a Samuel: Anda, acuéstate y si te llama alguien, responde: ¡Habla, Señor, que tu siervo escucha!.
R. Y marchó como se lo había dicho el Señor.
V. Isaías escuchó la voz del Señor que decía ¿a quién mandaré?; ¿quién irá por mí? Y él contestó al Señor: ¡Aquí estoy, mándame!.
R. Y marchó como se lo había dicho el Señor.
V. Jeremías le dijo al Señor: ¡Ay, Señor mío! mira que no sé hablar, que soy un muchacho. Y el Señor le contestó: No digas soy un muchacho, que adonde yo te envíe irás y lo que yo te mande dirás. ¡No tengas miedo, que yo estoy contigo!, oráculo del Señor.
R. Y marchó como se lo había dicho el Señor.
V. Por eso nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo les exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo les pedimos: ¡Reconcíliense con Dios!
R. Y marchó como se lo había dicho el Señor.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Y marchó como se lo había dicho el Señor.
Momento de silencio y meditación personal
III ORACIONES LETÁNICAS
Presidente: Jesús vino a este mundo a traernos la salvación. Él quería que todos los hombres la tuviesen en abundancia. Oremos con confianza al Padre Dios, Dueño de la mies, para que multiplique en su Iglesia el número de los llamados a colaborar en esa salvación y oremos igualmente por los que han respondido a esa llamada, para que se consolide su fe y aumente su amor pastoral por los hermanos que sirven.
Recemos al Padre Dios y digámosle: ¡Escucha Padre, nuestra oración!
Lector: Por la Iglesia y por todos los que la componemos, para que respondamos al ansia de espiritualidad que vemos en nuestro mundo de hoy, y con el mensaje salvador del Evangelio respondamos a las inquietudes de tantos hombres y mujeres que buscan. Oremos.
* Por los que han sido llamados a participar de la misión de Cristo en el sacerdocio ministerial: para que con entusiasmo y alegría acojan en sí mismos la salvación que anuncian y celebran. Oremos.
* Por los consagrados a Dios en la vida religiosa: para que vivan comprometidamente el Evangelio de Cristo y hagan de su propia vida un anuncio alegre y creíble de ese mismo Evangelio salvador. Oremos.
* Por los jóvenes de nuestras comunidades cristianas que sienten la llamada de Dios: para que respondan con generosidad y se comprometan con constancia en la salvación de los demás. Oremos.
* Por todos los creyentes de nuestra Iglesia: para que el Espíritu Santo suscite en nuestro corazón el deseo misionero que nos lleve a compartir con los demás los dones de la salvación que hemos recibido. Oremos.
* Por todo el pueblo cristiano: para que viva y profundice su experiencia del Señor y, a partir de esta experiencia, no puedan callar la salvación que han experimentado y anuncien la salvación a todos sus hombres con su palabra y con su vida. Oremos.
* Por los que estamos reunidos ahora en oración: para que el Señor nos fortalezca con su gracia y nos haga los apóstoles que necesita la Iglesia y el mundo. Oremos.
Presidente: Con la confianza que tenemos por sabernos hijos del Padre Dios, pidámosle que establezcan su Reino en nuestro mundo y recémosle con fe: Padre nuestro...
Padre Dios, que has querido asociar a los hombres a la salvación de tu Hijo Jesucristo envíanos ministros que, con solicitud y constancia, nos anuncien su Palabra y, con los Sacramentos que celebran, construyan la Iglesia. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Viernes Santo
Color de Ornamentos: Rojo
Monición de Entrada
Hoy es Viernes Santo, el día en que Jesús, el Señor, muere en la cruz. Por eso nuestra celebración es diferente. No celebramos la Eucaristía, sino que hacemos una celebración de la Pasión. Escucharemos las lecturas, que nos introducirán en el misterio que hoy recordamos. Sobre todo la pasión según San Juan, que nos ayudará a acompañar a Jesús en sus últimos momentos antes de morir. Después, adoraremos su cruz, como expresión de nuestra fe, admiración y agradecimiento, porque sabemos que de esta cruz brota nuestra salvación. Y finalmente comulgaremos, para que el Cuerpo de Cristo nos alimente en este camino de la cruz que también nosotros queremos recorrer con él.
Toda la celebración de hoy es de contemplación, de silencio y de oración. Acompañamos a Jesús en su pasión y en su muerte, signo de su gran amor hacia nosotros. Pero con esperanza, porque de esa entrega en la cruz nacerá la vida nueva de los hijos e hijas de Dios. Comencemos, pues, en silencio, con un momento de oración profunda desde el fondo de nuestro corazón. (Pausa un poco larga). Pongámonos en pie.
Entrada del Sacerdote en silencio y Postración
Oración Colecta
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; santifica a tus hijos y protégelos siempre, pues Jesucristo, tu Hijo, a favor nuestro instituyó por medio de su sangre el misterio pascual. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Monición a las Lecturas
Dispongámonos a escuchar las lecturas de hoy. La profecía de Isaías, el salmo, el texto de la carta a los Hebreos y sobre todo la Pasión, según San Juan, nos ayudarán a introducirnos en el misterio que hoy celebramos. Escuchemos, más todavía, contemplemos con atención y con el corazón bien abierto, la Palabra de Dios.
Lecturas
Aclamación al Evangelio
Evangelio (Tres Lectores. Tener en cuenta que se intercalan cantos que irán marcados en el lugar correspondiente)
Homilía
Oración Universal
Hoy nuestra oración toma un tono más solemne, y sobre todo quiere ser una oración que alcance a todos. Para que a todos llegue la salvación que nace de la vida entregada por Jesús en la cruz. Por eso a cada intención todos rezaremos un momento de en silencio, y después de la oración del celebrante todos responderemos con nuestro Amén. Pongámonos en pie.
Por la Santa Iglesia
Oremos por la Iglesia santa de Dios, para que el Señor le dé la paz, la mantenga en la unidad, la proteja en toda la tierra, y a todos nos conceda una vida confiada y serena, para gloria de Dios, Padre todopoderoso.
Sacerdote: Dios todopoderoso y eterno, que en Cristo manifiestas tu gloria a todas las naciones, vela solícito por la obra de tu amor, para que la Iglesia, extendida por todo el mundo, persevere con fe inquebrantable en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Por el Papa
Oremos por nuestro Santo padre el Papa Benedicto XVI, para que Dios, que lo llamó al orden episcopal, lo asista y proteja para bien de la Iglesia, como guía del pueblo santo de Dios.
Sacerdote: Dios todopoderoso y eterno, cuya sabiduría gobierna todas las cosas, atiende bondadoso nuestras súplicas y protege al Papa, para que el pueblo cristiano, gobernado por ti bajo el cayado del Sumo Pontífice, progrese siempre en la fe. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Por todos los ministros y por los fieles
Oremos también por nuestro obispo Bernardo, por todos los obispos, presbíteros y diáconos, y por todos los miembros del pueblo santo de Dios.
Sacerdote: Dios todopoderoso y eterno, cuyo espíritu santifica y gobierna todo el cuerpo de la Iglesia, escucha las súplicas que te dirigimos por todos sus ministros, para que, con la ayuda de tu gracia, cada uno te sirva fielmente en la vocación a que le has llamado. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Por los catecúmenos
Oremos por los catecúmenos, para que Dios nuestro Señor les ilumine interiormente, les abra con amor las puertas de la Iglesia, y así encuentren en el bautismo el perdón de sus pecados y la incorporación plena a Cristo, nuestro Señor.
Sacerdote: Dios todopoderoso y eterno, que haces fecunda a tu Iglesia dándole constantemente nuevos hijos, acrecienta la fe y la sabiduría de los catecúmenos, para que, al renacer en la fuente bautismal, sean contados entre los hijos de adopción. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Por la unidad de los cristianos
Oremos también por todos aquellos hermanos nuestros que creen en Cristo, para que Dios nuestro Señor asista y congregue en una sola Iglesia a cuantos viven de acuerdo con la verdad que han conocido.
Sacerdote: Dios todopoderoso y eterno, que vas reuniendo a tus hijos dispersos y velas por la unidad ya lograda, mira con amor a toda la grey que sigue a Cristo, para que la integridad de la fe y el vínculo de la caridad congregue en una sola Iglesia a los que consagró un solo bautismo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
Por los judíos
Oremos por el pueblo judío, el primero a quien Dios habló desde antiguo por los profetas. Para que el Señor acreciente en ellos el amor de su nombre y la fidelidad a la alianza que selló con sus padres; y de este modo sean, en todo lugar, portadores de paz y de espíritu de concordia.
Sacerdote: Dios todopoderoso y eterno, que confiaste tus promesas a Abrahán y su descendencia, escucha con piedad las súplicas de tu Iglesia, para que el pueblo de la primera alianza llegue a conseguir en plenitud la redención. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Por los que no creen en Cristo
Oremos por los que no creen en Cristo: los musulmanes, los budistas, los hinduistas, los hombres y mujeres de todas la religiones. Para que, iluminados por el Espíritu Santo, encuentren también ellos el camino de la salvación.
Sacerdote: Dios todopoderoso y eterno, concede a quienes no creen en Cristo que, viviendo con sinceridad ante ti, lleguen al conocimiento pleno de la verdad, y a nosotros concédenos también que, progresando en la caridad fraterna y en el deseo de conocerte más, seamos ante el mundo testigos más convincentes de tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Por los que no creen en Dios
Oremos por los que no creen en Dios: por los que no lo conocen, y por los que, conociéndolo, no se sienten atraídos a la fe. Para que por la rectitud y sinceridad de s vida alcancen el premio de llegar a él.
Sacerdote: Dios todopoderoso y eterno, que creaste a todos los hombres para que te busquen y, cuando te encuentren, descansen en ti, concédeles que, en medio de sus dificultades, los signos de tu amor y el testimonio de los creyentes les lleven al gozo de reconocerte como Dios y Padre de todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Por los gobernantes
Oremos por los gobernantes de todas las naciones. Para que Dios nuestro Señor, según sus designios, los guíe en sus pensamientos y decisiones hacia la paz y la libertad de todos los seres humanos; que trabajen decididamente al servicio de una vida más digna para toda persona, y se esfuercen por lograr que los países más pobres puedan salir de la situación injusta en que se encuentran.
Sacerdote: Dios todopoderoso y eterno, que tienes en tus manos el destino de todos los hombres y los derechos de todos los pueblos, asiste a los que gobiernan, para que, por tu gracia, se logre en todas las naciones la paz, el desarrollo y la libertad religiosa de todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Por los atribulados
Oremos a Dios Padre todopoderoso, para que libre al mundo de toda falsedad, del hambre y la miseria. Oremos por los que sufren los horrores de la guerra, de las dictaduras crueles, de la tortura, del terrorismo y de toda violencia. Oremos también por los perseguidos y encarcelados, y por los que son tratados injustamente por los hombres. Oremos por las familias que están en situaciones difíciles, por los que no tienen trabajo, por los pobres. Y oremos por los que son víctimas del racismo, por los emigrantes y desterrados, por los que se encuentran solos, por los enfermos, los moribundos y todos los que sufren.
Sacerdote: Dios todopoderoso y eterno, consuelo de los que lloran y fuerza de los que sufren, lleguen hasta ti las súplicas de quienes te invocan en su tribulación, para que sientan en sus adversidades la ayuda de tu misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Monición a la Presentación de la Cruz
Dispongámonos a recibir la santa cruz. Poniéndola en el centro de nuestra celebración, y pasando después a venerarla cada uno, expresamos nuestro agradecimiento por ese amor tan grande de Jesús por nosotros que se ha manifestado en su entrega hasta la muerte. Por tres veces aclamaremos ahora a nuestro salvador.
Presentación de la Cruz (Se destapa paulatinamente de tres veces diciendo: “MIRAD EL ÁRBOL DE LA CRUZ”. Y contestando: “VENID A ADORARLO”)
Adoración de la cruz/Colecta
(Mientras la gente se acerca a adorar la cruz se puede cantar: Victoria, tu reinarás / Pueblo mío)
Después de la adoración de la Cruz
Monición a la Comunión
Como hemos dicho ya, hoy no celebramos la Eucaristía. Pero sí que comulgamos con el pan consagrado en la misa de ayer. La comunión con el Cuerpo de Jesús entregado por nosotros nos ayuda a estar más unidos a él en espera de la gran Eucaristía de la noche de Pascua.
Canto de Comunión:
(Después de terminar la monición dos personas se acercan y ponen el mantel)
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos:
Padrenuestro
Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
(En secreto) Señor Jesucristo,
la comunión de tu Cuerpo
no sea para mí motivo de juicio y condenación,
sino que, por tu piedad,
me aprovecha para defensa del alma y del cuerpo
y como remedio saludable.
(Genuflexión, toma la partícula)
Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Comunión
Oración después de la Comunión
Dios todopoderoso, rico en misericordia, que nos has renovado con la gloriosa muerte y resurrección de Jesucristo; no dejes de tu mano la obra que has comenzado en nosotros, para que nuestra vida, por la comunión en este misterio, se entregue de verdad a tu servicio. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
(Una vez se haya dado la Comunión, dos personas retiran el mantel y otros retiran el altar, al lugar previamente establecido)
Antes de la despedida
Acabamos nuestra celebración. Mantengamos hoy y mañana este clima de contemplación, de silencio y de oración. Mientras esperamos celebrar mañana por la noche , en la Vigilia Pascual, la resurrección del Señor.
Oración sobre el Pueblo
Que tu bendición, Señor, descienda con abundancia sobre este pueblo, que ha celebrado la muerte de tu Hijo con la esperanza de su santa resurrección; venga sobre él tu perdón, concédele tu consuelo, acrecienta su fe, y consolida en él la redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
V Domingo de Cuaresma B
El padre Cantalamessa comenta el Evangelio del próximo domingo:
(Pubica ZENIT)
"Si el grano de trigo no muere"
“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto” . No se trata de la única enseñanza que Jesús saca de la vida de los campesinos. El Evangelio está lleno de parábolas, imágenes e ideas que proceden de la agricultura, que era en su tiempo (y aún lo es para distintos pueblos) la profesión que ocupa a un mayor número de personas. Él habla del sembrador, del trabajo de los campos, de la siega, de trigo, vino, aceite, de la higuera, de la viña, de la vendimia...
Pero Jesús no se detenía naturalmente en el plano agrícola. La imagen del grano de trigo le sirve para transmitirnos una enseñanza sublime que arroja luz, antes que nada, en su caso personal, y después también en el de sus discípulos.
El grano de trigo es, ante todo, Jesús mismo. Como un grano de trigo, Él cayó en tierra en su pasión y muerte, ha reaparecido y ha dado fruto con su resurrección. El “mucho fruto” que Él ha dado es la Iglesia que ha nacido de su muerte, su cuerpo místico.
Potencialmente, el “fruto” es toda la humanidad --no sólo nosotros, los bautizados--, porque Él murió por todos, todos han sido redimidos por Él, también quien aún no lo sabe. El pasaje evangélico concluye con estas significativas palabras de Jesús: “Yo, cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”.
Pero la historia del pequeño grano de trigo ayuda también, en otro versículo, a entendernos a nosotros mismos y el sentido de nuestra existencia. Después de haber hablado de trigo, Jesús añade: “El que ama su vida la pierde; y el que odia (otro evangelista dice pierde) su vida en este mundo la guardará para una vida eterna” (Mt 16, 25). Caer en tierra y morir no es, por lo tanto, sólo el camino para dar fruto, sino también para “salvar la propia vida”, esto es, ¡para seguir viviendo! ¿Qué ocurre con el grano de trigo que rechaza caer en tierra? O viene algún pájaro y lo picotea, o se seca o enmohece en un rincón húmedo, o bien es molido en harina, comido y ahí termina todo. En cualquier caso, el grano, como tal, no ha continuado. Si en cambio es sembrado, reaparecerá y conocerá una nueva vida, como en esta estación vemos que ha sucedido con los granos de trigo sembrados en otoño.
En el plano humano y espiritual ello significa que si el hombre no pasa a través de la transformación que viene por la fe y el bautismo, si no acepta la cruz, sino que se queda agarrado a su natural modo de ser y a su egoísmo, todo acabará con él, su vida se encamina a un agotamiento. Juventud, vejez, muerte. Si en cambio cree y acepta la cruz en unión con Cristo, entonces se le abre el horizonte de eternidad.
Hay situaciones, ya en esta vida, sobre las cuales la parábola del grano de trigo arroja una luz tranquilizadora. Tienes un proyecto que te importa muchísimo; por él has trabajado, se había convertido en el principal objetivo en la vida, y he aquí que en poco tiempo lo ves como caído en tierra y muerto. Ha fracasado; o tal vez se te ha privado de él y se ha confiado a otro que recoge sus frutos. Acuérdate del grano de trigo y espera. Nuestros mejores proyectos y afectos (a veces el propio matrimonio de los esposos) deben pasar por esta fase de aparente oscuridad y de gélido invierno para renacer purificados y llenos de frutos. Si resisten a la prueba, son como el acero después de que ha sido sumergido en agua helada y ha salido “templado”. Como siempre, constatamos que el Evangelio no está lejos, sino muy cerca de nuestra vida. También cuando nos habla con la historia de un pequeño grano de trigo.
Al final, estos granos de trigo que caen en tierra y mueren seremos nosotros mismos, nuestros cuerpos confiados a la tierra. Pero la palabra de Jesús nos asegura que también para nosotros habrá una nueva primavera. Resurgiremos de la muerte, y esta vez para no morir más.