Mi?rcoles, 10 de mayo de 2006
El obispo diocesano Don Bernardo ?lvarez recomend? a sus sacerdotes la oraci?n de Pablo VI al Esp?ritu Santo en el encuentro diocesano sacerdotal por San Juan de ?vila, manifestando el bien le hab?a hecho en su vida sacerdotal.

Oraci?n de los Sacerdotes al Esp?ritu Santo

Ven, ioh Esp?ritu Santo!, y danos,
como ministros dispensadores de los misterios de Dios que somos, un coraz?n nuevo que reavive toda la educaci?n,
toda la preparaci?n y todos los dones que hemos recibido;
que nos haga ver -como una revelaci?n sorprendente- el sacramento recibido, y que respondamos siempre con lozan?a nueva,
a los deberes incesantes de nuestro ministerio
hacia el Cuerpo Eucar?stico y hacia el Cuerpo M?stico de Cristo:
Un coraz?n nuevo, siempre joven y alegre.

Ven, oh Esp?ritu Santo,
danos, como disc?pulos y ap?stoles de Cristo Se?or, un coraz?n puro,
preparado para amar al que es Dios contigo y con el Padre, con la plenitud, con la alegr?a, con la profundidad, que solamente El sabe infundir,
cuando es el Supremo,
el objeto total del amor de un hombre que vive de tu gracia; danos un coraz?n puro que no conoce el mal,
sino para diagnosticarlo, para combatirlo y para huirlo, un coraz?n puro como el de un ni?o
capaz de entusiasmarse y de emocionarse.

Ven, ioh Esp?ritu Santo!,
y a nosotros, ministros del pueblo de Dios,
danos un coraz?n grande,
abierto a tu silenciosa y potente palabra inspiradora
y cerrado a toda ambici?n mezquina,
a toda miserable apetencia humana
e invadido totalmente por el sentido de la Santa Iglesia;
danos un coraz?n grande,
deseoso ?nicamente de igualarse al del Se?or Jes?s,
y capaz de contener dentro de si las proporciones de la Iglesia y
las dimensiones del mundo;
grande y fuerte para superar cualquier tentaci?n,
un coraz?n grande y fuerte para amar a todos, para servir a todos,
para sufrir por todos, dificultad, hast?o, cansancio, desilusi?n, ofensa;
un coraz?n grande, fuerte, constante,
si es necesario hasta el sacrificio,
feliz solamente de palpitar con el coraz?n de Cristo
y de cumplir con humildad, fidelidad, y valent?a la voluntad divina. Am?n.
Pablo VI
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