Domingo, 21 de mayo de 2006
El Se?or nos sale al encuentro

Lecturas.- Rm 6, 3 ? 4. 8 - 9 Evangelio.- Lc. 24, 13 ? 35

Estamos aqu? reunidos para celebrar la muerte de este hermana nuestra. A veces, sobre todo para aquellos que no tienen fe, se cree que la muerte es el mayor fracaso. Sin embargo, para los creyentes, es distinto. Sabemos que en medio del dolor que sentimos (la muerte de un ser querido siempre produce una herida, una tristeza, un dolor; es normal esto), queremos encontrar un sentido a este misterio de la muerte. Y ese sentido lo recibimos de la Palabra de Dios.

Para nuestra hermana pedimos a Dios que le haga participar de esa Vida Eterna de que gust? desde sus comienzos.

Las personas tenemos nuestras flaquezas, tenemos nuestras miserias, pero tenemos sobre todo la certeza enorme de que Dios nos quiere.

Hemos escuchado en el Evangelio (no podemos olvidar que estamos en tiempo de Pascua en el que celebramos el triunfo de Se?or), la escena del encuentro de Jes?s con aquellos disc?pulos que iban a Ema?s. Tambi?n a nosotros nos ocurre como a los dos disc?pulos desilusionados. Ellos esperaban que el Maestro Jes?s dar?a cumplimiento a todas sus esperanzas.

Pero tienen la sensaci?n de que todo ha sido un fracaso. Han perdido la ilusi?n. Y en aquella situaci?n el mismo Jes?s les sale al encuentro y se pone a su lado a caminar con ellos.
Mirad, esto es lo que hace ahora Jes?s con nosotros. Estamos abatidos, tristes por la situaci?n que estamos viviendo. Y su Palabra es Luz, y es consuelo.

Si aquellos disc?pulos de Ema?s luego se dan cuenta de que sus corazones ard?an mientras Jes?s les hablaba y llegan a entender que todo aquello ten?a que suceder, tambi?n a nosotros esta tarde la Palabra del Se?or nos tiene que llenar de esperanza "el que cree en Mi, aunque haya muerto vivir?.

Y nosotros estamos seguros de que esta hermana nuestra ha cre?do y por ello ha participado ya de la Vida de Dios. Es lo que pedimos hoy en este en?cuentro. Pedimos que ella que particip? por la fe de la Vida y del Amor de Dios lo guste ahora plenamente.
Pero hay m?s. Jes?s tambi?n nos dice "Y el que vive y cree en m? no morir? para siempre". Es decir: Nuestra muerte no ser? el final, como no lo es tampoco para esta hermana nuestra. Ser? un paso amargo, costoso siempre, un paso para encontrarnos con la Luz, con la Vida Nueva. el Evangelio. Y termina el relato con una palabra que se cumple en nosotros: " Le reconocieron a Jes?s en el partir el pan".

Qu? hermoso ser?a que nosotros tambi?n le reconoci?ramos a Jes?s aqu? en la Eucarist?a, que es la expresi?n de una vida entregada y repartida.

El est? en medio de nosotros exactamente igual que en la tarde aquella para entregarnos su propio Cuerpo, su alimento de vida eterna, pues El que come m? carne y bebe mi Sangre tiene Vida eterna.

Nosotros somos capaces tambi?n de reconocerle a El y eso es lo que supone celebrar la Eucarist?a. Todos nosotros llevamos en nuestro cuerpo la semilla de la inmortalidad, esa semilla que se convertir? en una hermosa realidad.

Que esta Eucarist?a de hoy al celebrar el misterio de la Muerte de Cristo y su Resurrecci?n en la que ha participado nuestra hermana tantas veces, sea para no?sotros hoy un anuncio gozoso, como lo fue para los disc?pulos de Ema?s, de que Cristo est? vivo y Resucitado.
Y esa es la mejor garant?a, la mejor seguridad de que lo mismo que un d?a participaremos de su Muerte tambi?n participaremos de una Resurrecci?n como la suya.

Para ello hemos de alimentarnos del pan de su Palabra y de la Eucarist?a.
Publicado por verdenaranja @ 21:05  | Homil?as
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