Palabras del obispo de Valladolid con el t?tulo "Caminar en la Pascua"
Mayo de 2006
He tenido, gracias a Dios, una grata experiencia en mi viaje a Lima, invitado a la celebraci?n ?del cuarto centenario del tr?nsito de santo Toribio de Mogrovejo al cielo?. Siempre ayuda a ver c?mo se vive la fe en otros lugares de la Iglesia Cat?lica: se aprende y se hace uno m?s realista. Adem?s, la figura gigantesca del santo arzobispo de Lima, nacido en Mayorga, supone recibir una gracia especial. No en vano Juan Pablo II le llam? ?el m?s grande obispo misionero de Hispanoam?rica?.
Pero la vida sigue, y hay que encontrarse con el pulso vital de nuestra Iglesia, que vive en esta sociedad. Estamos en la mitad de la Pascua, esos cincuenta d?as tan especiales para ahondar en la fe, sacar fortaleza para una mayor dedicaci?n a la tarea y llenar los pulmones de la esperanza cristiana, al ver en el cada d?a c?mo en la Vid que es Cristo estamos injertados como sarmientos, que de ?l reciben la vida, para producir el vino del amor y de la realizaci?n en Cristo Jes?s. Lo entenderemos mejor en esta tierra tambi?n de vinos, ahora que los brotes de las vi?as van creciendo pujantes. Es la vida que recibimos del Padre, por Cristo resucitado en el Esp?ritu Santo, cuando fuimos bautizados, como la recibimos de nuestros padres al ser engendrados por ellos.
?Cu?ntos debates por la vida! He le?do con inter?s la muerte del pentapl?jico vallisoletano y la cobertura informativa que se le ha dado en los diarios de esta ciudad. Cada d?a m?s de una p?gina. Parece que a esos diarios y a otros medios les interesa resaltar este hecho. L?gicamente es algo doloroso, y lejos de m? juzgar a esa persona que, por lo que se deduce de las noticias, ha sido ayudado a morir dignamente. ?Dignamente? Algunos lo piensan, no s? si muchos. Parecen pensarlo los medios aludidos, por lo que he podido comprobar en las lecturas de sus p?ginas, no s?lo en la cr?nica, sino en los apartados de opini?n. Es su opini?n, desde luego, apoyando un debate en el que se habla del derecho a ?morir dignamente?, como si otros enfermos que mueren de otro modo no lo hicieran con dignidad.
Estoy en total desacuerdo con lo que en alguno de estos diarios se dice, cuando afirma que la Iglesia Cat?lica se opone a la eutanasia por razones religiosas. ?A cu?les se referir?? Es el t?pico al uso. Ciertamente que los cat?licos nos oponemos a la eutanasia por razones religiosas, pero no s?lo y principalmente por esas razones. Los que aparentemente son partidarios de la eutanasia apoyan su argumento de la ?muerte digna? para intentar justificarla. El argumento puede describirse as?: la t?cnica moderna dispone de medios para prolongar la vida, y muchas se han salvado, pero tambi?n se dan casos en que se producen agon?as interminables o situaciones irreversibles que dram?ticamente degradan a los enfermos. En estos casos, la legislaci?n deber?a permitir que una persona decidiera, voluntaria y libremente, ser ayudada a morir. ?sta ser?a una muerte digna, porque ser?a la expresi?n final de una vida digna.
?Es aceptable este argumento? No lo es, porque en ?l, junto a consideraciones razonables de la crueldad de la obstinaci?n terap?utica, se contiene una honda manipulaci?n de la noci?n de dignidad. En este argumento subyace la grave confusi?n entre la dignidad de la vida y la dignidad de las personas. En efecto, hay vidas dignas y vidas indignas, como puede haber muertes dignas y muertes indignas. Pero por indigna que sea la vida o la muerte de una persona, en cuanto tal persona tiene siempre la misma dignidad, desde su concepci?n hasta la muerte, porque su dignidad no se fundamenta en ninguna circunstancia.
Es digno, ciertamente, renunciar a la obstinaci?n terap?utica sin esperanza alguna de curaci?n o mejor?a y esperar la llegada de la muerte con los menores dolores posibles, pero la provocaci?n de la muerte de un semejante, por muy compasivas que sean las motivaciones, es siempre ajena a la noci?n de dignidad de la persona humana.
Mons. Braulio Rodr?guez Plaza,
Arzobispo de Valladolid