Lunes, 22 de mayo de 2006
Reflexi?n del obispo de Zamora sobre la eutanasia.



21 de noviembre de 2004



Queridos diocesanos:

La Conferencia Episcopal Espa?ola ha puesto en marcha una campa?a con el fin de difundir la doctrina cat?lica acerca del valor y el respeto debido a la vida humana. Este mes se centra en la eutanasia. A trav?s del reparto del despegable ?Toda una vida... para ser vivida? queremos ayudar a los cat?licos a formar e iluminar su conciencia moral en este tema. La necesidad de esta formaci?n salta a la vista. Una sutil propaganda a favor del reconocimiento social y legal de la eutanasia, relanzada por una exitosa pel?cula, est? minando tambi?n entre nuestros fieles la recta conciencia sobre el deber moral de respetar la vida de toda persona humana.

No se trata de ir contra nadie, sino de favorecer y defender toda vida humana hasta su final natural, por m?s que no pueda parecer ?til o digna a una mentalidad utilitarista, hedonista y ego?sta. Se trata de conocer las razones en que se basa el respeto debido a la vida de todo ser humano y su verdadera dignidad. Porque la vida humana tiene su origen y destino en Dios, es digna siempre, tambi?n la de los d?biles, enfermos, discapacitados o ancianos. La vida es un don al que, como a la libertad, no se puede renunciar o del que no pueden disponer los dem?s.

Para hacer social y legalmente aceptable la eutanasia, se manipula el lenguaje; se llama muerte digna a lo que no es sino la eliminaci?n de un ser humano. Tambi?n se juega con el temor ante el sufrimiento antes de la muerte o se suscita una falsa piedad con el que sufre, que no lleva al compromiso con ?l, sino a su aniquilaci?n. Porque la eutanasia es siempre una forma de homicidio, pues implica que un hombre da muerte a otro, ya mediante un acto positivo, ya mediante la omisi?n de la atenci?n y cuidados debidos. La eutanasia es, en efecto, la acci?n cuya intenci?n es causar la muerte a un ser humano para evitarle sufrimientos, bien a petici?n de ?ste, bien por considerar que su vida ya no merece ser vivida ni mantenida. Se trata pues de un mal moral grave, una grave violaci?n de la ley de Dios por eliminar deliberadamente la vida de una persona humana. Cosa distinta es aquella acci?n u omisi?n que no causa la muerte por si misma o por la intenci?n, como son la administraci?n adecuada de calmantes, aunque puedan acortar la vida, o la renuncia a terapias desproporcionadas, que retrasan indebidamente la muerte.

Animo a todos a hacer de este tema, ayudados por el Magisterio de la Iglesia, materia de reflexi?n personal y en familia, en las catequesis y en las reuniones de formaci?n.

Con mi afecto y bendici?n

Mons. Casimiro L?pez Llorente,
Obispo de Zamora
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