Martes, 23 de mayo de 2006
Con motivo del d?a del "D?a de la Acci?n Cat?lica y de Apostolado Seglar" que se celebrar? el 4 de Junio, los obispos espa?oles perteneciente a la Comisi?n de Apostolado Seglar han publicado el siguiente mensaje.


"Enviados para evangelizar"

Mensaje de los Obispos de la
Comisi?n Episcopal de Apostolado Seglar


Solemnidad de Pentecost?s, 4 de junio de 2006


El lema elegido este a?o para la celebraci?n del d?a de la Acci?n Cat?lica y del Apostolado Seglar trae a nuestra memoria dos aspectos b?sicos y fundamentales de la identidad de la Iglesia y de la vida cristiana: somos enviados a evangelizar. Los cristianos, injertados en Cristo e incorporados a la Iglesia en virtud del sacramento del bautismo, recibimos el don del Esp?ritu Santo, que nos ayuda a vencer el miedo y nos impulsa a salir hasta los confines de la tierra para proclamar la Buena Noticia de la salvaci?n de Dios. Como los ap?stoles de Jes?s, tambi?n nosotros, inundados del gozo y alegr?a del Resucitado, estamos convocados en esta hora de la historia para decir al mundo que el Se?or vive y que es el ?nico salvador de los hombres.

Los ?ltimos Papas, recogiendo las ricas ense?anzas del Concilio Vaticano II, han invitado insistentemente a todos los cat?licos a renovar la identidad cristiana y a actuar consecuentemente con la misi?n confiada por el Se?or. En este sentido, Pablo VI presentaba la evangelizaci?n como la dicha de la Iglesia y como su identidad m?s profunda. La Iglesia existe para evangelizar. Juan Pablo II, desde los primeros momentos de su pontificado, convoc? a toda la Iglesia a emprender una nueva evangelizaci?n con nuevo ardor, con nuevos m?todos y con nuevas expresiones. Benedicto XVI, nos invita a ?no anteponer nada al amor de Jesucristo?, como centro de nuestra vida y como fundamento de la misi?n evangelizadora de la Iglesia.

Cuando nos paramos a contemplar la realidad eclesial y la fuerza evangelizadora de nuestras comunidades cristianas, nos encontramos con muchos creyentes que profesan una adhesi?n inquebrantable a Jesucristo y a su Iglesia, que viven gozosamente su fe en las celebraciones sacramentales y que son testigos del amor de Dios en las relaciones familiares y sociales. Pero, tambi?n nos encontramos con bastantes bautizados que, con muy buena voluntad y con sana intenci?n, se han convertido en el centro de la acci?n evangelizadora. Estos contemplan la vida, la actividad pastoral y la realidad con sus propios ojos y desde sus propios criterios. Por alguna extra?a raz?n son incapaces de contemplar la existencia personal y la de los hermanos con los ojos de Dios. En el extremo opuesto, tambi?n podemos descubrir a otros cristianos que viven desanimados y desilusionados ante la falta de frutos pastorales y ante el progreso constante de la indiferencia religiosa. Cerrados sobre s? mismos, viven un conformismo evangelizador, esperando que cambie la realidad y asumiendo inconscientemente que no es posible hacer nada ante las dificultades reales o imaginarias para el anuncio del Evangelio. En estos momentos, muchos cristianos viven sumidos en un gran confusionismo doctrinal y vivencial; afirman creer en Jesucristo, pero esta fe no se traduce despu?s en unas pr?cticas religiosas ni en unos comportamientos consecuentes con el seguimiento de Jesucristo y con sus ense?anzas.

Estos grupos de cristianos, tanto los que quieren hacerlo todo desde s? mismos como los que consideran que no se puede hacer nada en la transmisi?n de la fe, han perdido de vista que un cristiano no act?a nunca en nombre propio, sino en nombre de Cristo y como miembro de la Iglesia. Con su activismo incontrolado, con su tristeza ante la vida y con su cerraz?n en los propios criterios est?n poniendo en evidencia que en su vida y en su actividad apost?lica se ha producido un corte profundo en la relaci?n de cercan?a y de intimidad con quien les env?a en misi?n. Las prisas y la seguridad en su forma de ver la realidad les impide ponerse ante el Se?or para escuchar su voz y para descubrir lo que El quiere y espera de ellos. Podr?amos decir que estos cristianos han olvidado que el Se?or, antes de enviar a sus disc?pulos en misi?n hasta los confines de la tierra, los llam? para estar con El y para ayudarles a descubrir los secretos del Reino. Al acoger a Cristo, como el Mes?as y Se?or, estar?n capacitados para dar testimonio y para decir a otros lo que ellos han visto y o?do.

Para poder evangelizar ahora, como en los primeros momentos de la Iglesia, es necesario que todos estemos convencidos de que, antes de hacer proyectos o fijar objetivos pastorales, hemos de escuchar y acoger las llamadas e invitaciones del Se?or, desde una actitud contemplativa. No ser? posible evangelizar sin un conocimiento profundo e interno de Jesucristo, sin hacer nuestros sus sentimientos, actitudes y comportamientos. Nunca ha sido posible evangelizar sin dejarse evangelizar. No se puede anunciar ni dar testimonio de Jesucristo, como el gran tesoro o como la perla preciosa, si los evangelizadores no lo hemos descubierto previamente desde una actitud de sincera conversi?n y adhesi?n a su persona.

En ?ntima conexi?n con esta centralidad de Jesucristo, en la vida y en la actuaci?n de los evangelizadores debe estar siempre presente el amor a la Iglesia, a la Iglesia concreta, con sus pecados, que son los nuestros, pero tambi?n con sus grandes virtudes y valores. Ante quienes desean una Iglesia silenciosa, callada, escondida en las sacrist?as, debemos mostrar una Iglesia humilde, valiente, fiel al encargo recibido del Se?or y presente en la vida p?blica porque ella tiene la responsabilidad de mostrar a la humanidad el rostro sufriente y glorioso de Jesucristo para que cada ser humano pueda acogerlo en su mente y en su coraz?n desde la total libertad. Los aut?nticos creyentes no pueden olvidar nunca que no ser? posible amar a Cristo, si no se ama a la Iglesia, y tampoco ser? posible amar a la Iglesia, si no se ama entra?ablemente a Jesucristo. En medio de un mundo confuso, desesperanzado y angustiado por multitud de problemas y sufrimientos, la Iglesia debe ofrecer a Jesucristo como camino, verdad y vida, como fundamento y meta de la existencia humana. Todos los bautizados, a imitaci?n de Pablo, no podemos avergonzarnos del evangelio, puesto que es la fuerza de Dios para todo el que cree y porque en ?l se revela la justicia de Dios (Rom. 1, 16-17).

En la fiesta de Pentecost?s, la Iglesia, al tiempo que celebra la venida del Esp?ritu Santo sobre los ap?stoles reunidos con Mar?a en el cen?culo, se prepara tambi?n en actitud de profunda oraci?n para acogerle en este momento de la historia. El mismo Esp?ritu, que acompa?? los primeros pasos de la Iglesia, es tambi?n el que act?a constantemente en el mundo y en nuestros corazones para recordarnos lo que Jes?s nos ha ense?ado, para animarnos a superar los miedos y a dar testimonio p?blico de Jesucristo, afrontando las amenazas, los desprecios y las calumnias. En ocasiones, ?no estamos perdiendo de vista que el Esp?ritu Santo es el agente principal de la evangelizaci?n?, ?no habremos olvidado que el Esp?ritu Santo precede, acompa?a y culmina siempre la misi?n evangelizadora de la Iglesia? Siempre es el Esp?ritu el que nos impulsa a dar testimonio de Jesucristo y el que prepara el coraz?n de cada hermano antes de que nosotros lleguemos a ?l con el anuncio de la Buena Noticia. Conscientes de esto, no podemos llamar evangelizaci?n a cualquier actividad o compromiso sociopol?tico pues, como nos recuerda el Papa Pablo VI, ?no hay verdadera evangelizaci?n mientras no se anuncie el nombre, la persona y el mensaje de Jes?s de Nazaret?.

Por otra parte, hemos de ser conscientes de que la evangelizaci?n debemos llevarla a cabo con la palabra pero, sobre todo, con el testimonio de una vida santa. La santidad es la primera invitaci?n que el Se?or nos dirige a todos. Los hombres y mujeres de hoy viven saturados de palabras y esperan testigos. No solo necesitan que los evangelizadores les hablen de Cristo sino que se lo muestren con las obras. En este sentido, el Papa Juan Pablo II nos recordaba que la evangelizaci?n no era tanto una cuesti?n de ?hacer? cosas sino de ?ser? personas aut?nticamente creyentes. En ocasiones, muchos entienden la evangelizaci?n ?nicamente como un compromiso en la transformaci?n del mundo. Olvidan que este compromiso solo ser? evangelizador si parte del encuentro personal con Jesucristo, de la conciencia de misi?n y del amor a los hermanos. La evangelizaci?n es siempre un don, un encargo, un mandato confiado por el Se?or y por la Iglesia a todos los bautizados. Por eso no debemos olvidar las palabras de Jes?s, cuando nos recuerda que ?sin ?l no podemos hacer nada?. Tampoco podemos pasar por alto aquella ense?anza de Pablo, cuando dice que ni el que planta, ni el que riega es importante, sino el que da el incremento y hace que la semilla produzca fruto abundante. Si no tenemos esto presente constantemente estaremos haciendo cosas, realizando proyectos, proponiendo planes, pero no estaremos evangelizando.

En la fiesta de Pentecost?s, d?a de la Acci?n Cat?lica y del Apostolado Seglar, los Obispos de la CEAS queremos agradecer a Dios el testimonio de fe y de amor a la Iglesia de tantos cristianos laicos, que est?n siendo con su vida entregada y con su palabra evang?lica luces brillantes en medio de la oscuridad y las tinieblas del mundo. Al mismo tiempo queremos invitaros a todos a continuar poniendo vuestra confianza en Jesucristo, el ?nico Salvador. Esta firme convicci?n debe llevarnos a todos a superar el miedo o el cansancio para presentar el evangelio con valent?a, sin reducir las exigencias del mismo y sin concesiones a los convencionalismos del momento. Debemos estar profundamente convencidos de que el anuncio de la Buena Noticia es el mejor regalo para los hombres y mujeres de hoy y este ofrecimiento solamente la Iglesia puede hacerlo. Muchos hermanos nuestros, aunque no lo manifiesten p?blicamente, tienen necesidad del amor, de la misericordia y de la salvaci?n de Dios, concretados en la persona de Jesucristo. Solo as? podr?n vivir con esperanza y solo, de este modo, encontrar?n el sentido pleno de su existencia. El que conf?a en Dios sabe que todo depende de su infinita bondad y de su gracia. Por ello se siente peque?o y limitado. Pero, al mismo tiempo y a pesar de las dificultades para el anuncio del evangelio, al escuchar la llamada del Se?or, se siente instrumento ?til en las manos del Padre para llevar a los hermanos con ilusi?n renovada y con gozosa alegr?a los dones y la salvaci?n de Dios que ellos necesitan.



Comisi?n Episcopal de Apostolado Seglar

Presidente
Mons. Juli?n Barrio Barrio, Arzobispo de Santiago de Compostela

Vicepresidente
Mons. Juan Antonio Reig Pl?, Obispo de Cartagena

Vocales
Mons. Francisco Javier Mart?nez Fern?ndez, Arzobispo de Granada
Mons. Francisco Gil Hell?n, Arzobispo de Burgos
Mons. Antonio A. Algora Hernando, Obispo de Ciudad Real
Mons. Atilano Rodr?guez Mart?nez, Obispo de Ciudad Rodrigo
Mons. Jos? A. S?iz Meneses, Obispo de Terrassa
Mons. Francisco Cases Andreu, Obispo de Canarias
Mons. Vicente Juan Segura, Obispo de Ibiza
Publicado por verdenaranja @ 11:27  | Noticias Nacionales
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