Mi?rcoles, 31 de mayo de 2006
31 mayo 2006 ZENIT publica la intervenci?n de Benedicto XVI durante la audiencia general de este mi?rcoles dedicada a comentar su segundo viaje apost?lico internacional que tuvo por destino Polonia, la tierra natal de Juan Pablo II, del 25 al 28 de mayo.




Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quiero recorrer junto a vosotros las etapas del viaje apost?lico que pude realizar en los d?as pasados a Polonia. Doy las gracias al episcopado polaco, en particular a los arzobispos metropolitanos de Varsovia y de Cracovia, por el celo y el cuidado con que han preparado esta visita. Vuelvo a expresar mi reconocimiento al presidente de la Rep?blica y a las diferentes autoridades del pa?s, as? como a todos los que han cooperado en el ?xito de este acontecimiento. Sobre todo quiero dar gracias de coraz?n a los cat?licos y a todo el pueblo polaco, pues he sentido su abrazo lleno de calor humano y espiritual. Y muchos de vosotros lo han visto por televisi?n. Era una verdadera expresi?n de la catolicidad, del amor a la Iglesia, que se expresa en el amor por el sucesor de Pedro.

Despu?s de la llegada al aeropuerto de Varsovia, el lugar de mi primera cita reservada a los sacerdotes fue la catedral de esa importante ciudad en el d?a en el que se celebraba el quincuag?simo aniversario de la ordenaci?n sacerdotal del cardenal J?zef Glemp, pastor de esa archidi?cesis. De este modo, mi peregrinaci?n comenz? con el signo del sacerdocio y continu? despu?s con la solicitud ecum?nica testimoniada en la iglesia luterana de la Sant?sima Trinidad. En esa ocasi?n, junto a los representantes de las diferentes iglesias y comunidades eclesiales que viven en Polonia, confirm? el firme prop?sito de considerar el compromiso por la reconstrucci?n de la plena y visible unidad entre los cristianos como una aut?ntica prioridad de mi ministerio. Despu?s lleg? la solemne celebraci?n eucar?stica en la plaza Pilsudski, llena de gente, en el centro de Varsovia. Este lugar, en el que celebramos solemnemente con alegr?a la Eucarist?a, alcanz? un valor simb?lico, pues hab?a acogido acontecimientos hist?ricos como las santas misas celebradas por Juan Pablo II y la de los funerales del cardenal primado Stefan Wyszynski, as? como algunas de las masivas celebraciones de sufragio en los d?as posteriores a la muerte de mi venerado predecesor.

En el programa no pod?a faltar la visita a los santuarios que han marcado la vida como sacerdote y obispo de Karol Wojtyla; sobre todo tres: el de Czestochowa, el de Kalwaria Zebrzidowska y el de la Divina Misericordia. No podr? olvidar la visita al famoso santuario mariano de Jasna G?ra. En ese Claro Monte, coraz?n de la naci?n polaca, como si fuera un cen?culo, numeros?simos fieles, en especial religiosos, religiosas, seminaristas y representantes de los movimientos eclesiales, se reunieron en torno al sucesor de Pedro para ponerse, junto a m?, en escucha de Mar?a. Inspir?ndome en la estupenda meditaci?n mariana que Juan Pablo II regal? a la Iglesia en la enc?clica ?Redemptoris Mater?, quise volver a proponer la fe como actitud fundamental del esp?ritu, que no es algo meramente intelectual o sentimental. La fe aut?ntica involucra a toda la persona: sus pensamientos, afectos, intenciones, relaciones, corporeidad, actividad, trabajo cotidiano. Al visitar despu?s el maravilloso santuario de Kalwaria Zebrzydowska, cercano a Cracovia, le ped? a la Virgen de los dolores que apoye la fe de la comunidad eclesial en los momentos de dificultad y de prueba; la etapa sucesiva en el Santuario de la Divina Misericordia, en Lagiewniki, me permiti? subrayar que s?lo la Divina Misericordia ilumina el misterio del hombre. En el convento cercano a este santuario, al contemplar las llagas luminosas de Cristo resucitado, sor Faustina Kowalska recibi? un mensaje de confianza para la humanidad, el mensaje de la Misericordia Divina, al que Juan Pablo II hizo eco y del que se convirti? en su int?rprete. Es un mensaje realmente central para nuestro tiempo: la Misericordia como fuerza de Dios, como l?mite divino contra el mal del mundo.

Quise visitar otros ?santuarios? simb?licos: me refiero a Wadowice, localidad que se ha hecho famosa porque all? naci? y fue bautizado Karol Wojtyla. La visita me dio la oportunidad de dar las gracias al Se?or por el don de este incansable servidor del Evangelio. Las ra?ces de su fe robusta, de su humanidad tan sensible y abierta, de su amor por la belleza y la verdad, de su devoci?n a la Virgen, de su amor por la Iglesia y sobre todo de su vocaci?n a la santidad se encuentran en esta peque?a ciudad en la que recibi? su primera educaci?n y formaci?n. Otro lugar amado por Juan Pablo II es la Catedral de Wawel, en Cracovia, lugar simb?lico para la naci?n polaca: en la cripta de esa catedral Karol Wojtyla celebr? su primera misa.

Otra bell?sima experiencia ha sido el encuentro con los j?venes, que tuvo lugar en Cracovia, en el gran parque de Blonie. A los numerosos j?venes entregu? simb?licamente la ?Llama de la misericordia? para que sean en el mundo heraldos del Amor y de la Divina Misericordia. Con ellos medit? en el pasaje evang?lico de la casa construida sobre la roca (Cf. Mateo 7, 24-27), le?do tambi?n hoy, al inicio de esta audiencia. Me detuve a reflexionar tambi?n sobre la Palabra de Dios el domingo por la ma?ana, solemnidad de la Ascensi?n, durante la celebraci?n conclusiva de mi visita. Fue un encuentro lit?rgico animado por una extraordinaria participaci?n de fieles en el mismo parque en el que, en la noche anterior, se hab?a desarrollado la cita con los j?venes. Aprovech? la oportunidad para renovar ante el pueblo polaco el anuncio estupendo de la verdad cristiana sobre el hombre, creado y redimido en Cristo; esa verdad que en tantas ocasiones proclam? Juan Pablo II con vigor para alentar a todos a permanecer firmes en la fe, en la esperanza y en el amor. ??Permaneced firmes en la fe!?. Esta ha sido la consigna que he dejado a los hijos de la querida Polonia, alent?ndoles a perseverar en la fidelidad a Cristo y a la Iglesia para que no falte nunca a Europa y al mundo la contribuci?n de su testimonio evang?lico. Todos los cristianos tienen que sentirse comprometidos a dar este testimonio para evitar que la humanidad del tercer milenio pueda conocer de nuevo horrores semejantes a los que son evocados tr?gicamente por el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau.

Precisamente quise detenerme en ese lugar tristemente conocido en todo el mundo antes de regresar a Roma. En el campo de Auschwitz-Birkenau, al igual que en otros campos semejantes, Hitler hizo exterminar a seis millones de jud?os. En Auschwitz-Birkenau murieron tambi?n unos 150.000 polacos y decenas de miles de hombres y mujeres de otras nacionalidades. Ante el horror de Auschwitz no hay otra respuesta que la Cruz de Cristo: el Amor que desciende hasta el abismo del mal para salvar al hombre en su ra?z, donde su libertad puede rebelarse contra Dios. ?Que la humanidad de hoy no se olvide de Auschwitz y de las dem?s ?f?bricas de la muerte? en las que el r?gimen nazi trat? de eliminar a Dios para tomar su puesto! ?Que los hombres vuelvan a reconocer que Dios es Padre de todos y que nos llama a todos en Cristo a construir juntos un mundo de justicia, de verdad y de paz! Queremos pedirle esto al Se?or por intercesi?n de Mar?a, a quien hoy, al concluir el mes de mayo, contemplamos visitando con diligencia y amor a su anciana pariente Isabel.

[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit. Al final de de la audiencia, el Santo Padre salud? a los peregrinos en varios idiomas. Estas fueron sus palabras en espa?ol]

Queridos hermanos y hermanas:
Deseo compartir hoy algunos aspectos de mi reciente viaje a Polonia, en el que he visitado algunos lugares tan significativos para el querido Papa Juan Pablo II, encontrando siempre una multitud entusiasta de los hijos de esa noble Naci?n.

Han sido jornadas densas de encuentros, celebraciones multitudinarias, visitas a diversos santuarios marianos y lugares que son como hitos en la historia espiritual de Karol Wojtyła, y tambi?n en el alma de tantos polacos.

En Auschwitz salta a la vista la magnitud del horror al que se puede llegar cuando se trata de eliminar a Dios para ocupar su puesto. Por eso he alentado a todos los polacos a permanecer firmes en la fe, fieles a Cristo y a la Iglesia, para que no falte su testimonio evang?lico en Europa y en el mundo. Un testimonio que todos han de dar para evitar que en la humanidad del tercer milenio se llegue a las atrocidades de los campos de concentraci?n.

Saludo cordialmente a los visitantes de lengua espa?ola, en particular a los grupos del Movimiento de Vida Cristiana, del Regnum Christi, de Sch?nschtatt y la Asociaci?n Providencia, as? como de la Parroquia de San Pelayo, acompa?ados del Cardenal Eduardo Mart?nez Somalo, y a los dem?s grupos y personas de Latinoam?rica y Espa?a. Invito a todos a terminar el mes de mayo invocando con devoci?n a la Sant?sima Virgen Mar?a.
?Muchas gracias!
Publicado por verdenaranja @ 23:34  | Habla el Papa
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