Carta apost?lica de Su Santidad Juan Pablo II, dirigida el 24 de enero de 2005 a los responsables de las comunicaciones sociales. Es el ?ltimo documento del extraordinario y rico magisterio del llorado Papa.
A LOS RESPONSABLES
DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES
1. Un signo del progreso que experimenta la sociedad actual consiste, sin duda, en el r?pido desarrollo de las tecnolog?as en el campo de los medios de comunicaci?n. Al contemplar estas novedades en continua evoluci?n resulta a?n m?s actual cuanto se lee en el Decreto del Concilio Ecum?nico Vaticano II Inter mirifica promulgado por mi predecesor, el siervo de Dios Pablo VI, el 4 de diciembre de 1963: ?Entre los maravillosos inventos de la t?cnica que, sobre todo en nuestros tiempos, ha extra?do el ingenio humano, con la ayuda de Dios, de las cosas creadas, la Madre Iglesia acoge y fomenta con peculiar solicitud aquellos que miran principalmente al esp?ritu humano y han abierto nuevos caminos para comunicar, con extraordinaria facilidad, todo tipo de noticias, ideas y doctrinas? .
I. Un camino fecundo trazado por el Decreto Inter mirifica
2. Transcurridos m?s de cuarenta a?os desde la publicaci?n de aquel documento, se hace oportuna una nueva reflexi?n sobre los ?desaf?os? que las comunicaciones sociales plantean a la Iglesia, la cual, como indic? Pablo VI, ?se sentir?a culpable ante Dios si no empleara esos poderosos medios? . De hecho, la Iglesia no ha de contemplar tan s?lo el uso de estos medios de comunicaci?n para difundir el Evangelio sino, hoy m?s que nunca, para integrar el mensaje salv?fico en la ?nueva cultura? que precisamente los mismos medios crean y amplifican. La Iglesia advierte que el uso de las t?cnicas y de las tecnolog?as de la comunicaci?n contempor?nea es parte integrante de su propia misi?n en el tercer milenio.
Movida por esta conciencia, la comunidad cristiana ha dado pasos significativos en el uso de los medios de comunicaci?n para la informaci?n religiosa, para la evangelizaci?n y la catequesis, para la formaci?n de los agentes de pastoral en este sector y para la educaci?n de una madura responsabilidad de los usuarios y destinatarios de los mismos instrumentos de la comunicaci?n.
3. Los desaf?os para la nueva evangelizaci?n, en un mundo rico en potencialidad comunicativa como el nuestro, son m?ltiples. Al tomar en cuenta esta realidad he querido subrayar, en la Carta enc?clica Redemptoris missio, que el mundo de la comunicaci?n es el primer are?pago del tiempo moderno, capaz de unificar a la humanidad transform?ndola, como suele decirse, en ?una aldea global?. Los medios de comunicaci?n social han alcanzado importancia hasta el punto de que son para muchos el principal instrumento de gu?a e inspiraci?n para su comportamiento individual, familiar y social. Se trata de un problema complejo, ya que tal cultura, antes que de ?los contenidos?, nace del hecho mismo de la existencia de nuevos modos de comunicar, dotados de t?cnicas y lenguajes in?ditos.
Vivimos en una ?poca de comunicaci?n global, en que muchos momentos de la existencia humana se articulan a trav?s de procesos medi?ticos o por lo menos deben confrontarse con ellos. Me limito a recordar la formaci?n de la personalidad y de la conciencia, la interpretaci?n y la estructuraci?n de lazos afectivos, la articulaci?n de las fases educativas y formativas, la elaboraci?n y la difusi?n de fen?menos culturales, el desarrollo de la vida social, pol?tica y econ?mica.
En una visi?n org?nica y correcta del desarrollo del ser humano, los medios de comunicaci?n pueden y deben promover la justicia y la solidaridad, refiriendo los acontecimientos de modo cuidadoso y verdadero, analizando completamente las situaciones y los problemas, y dando voz a las diversas opiniones. Los criterios supremos de la verdad y la justicia en el ejercicio maduro de la libertad y de la responsabilidad, constituyen el horizonte dentro el cual se sit?a una aut?ntica deontolog?a en el aprovechamiento de los modernos y potentes medios de comunicaci?n social.
II. Discernimiento evang?lico y compromiso misionero
4. Tambi?n el mundo de los medios de comunicaci?n necesita la redenci?n de Cristo. Para analizar, con los ojos de la fe, los procesos y el valor de las comunicaciones sociales resulta de indudable utilidad la profundizaci?n de la Sagrada Escritura, la cual se presenta como un ?gran c?digo? de comunicaci?n de un mensaje no ef?mero y ocasional, sino fundamental en raz?n de su valor salv?fico.
La historia de la salvaci?n narra y documenta la comunicaci?n de Dios con el hombre, comunicaci?n que utiliza todas las formas y modalidades del comunicar. El ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios para acoger la revelaci?n divina y para entablar un di?logo de amor con ?l. A causa del pecado, esta capacidad de di?logo ha sido alterada, sea a escala personal o social, y los hombres han hecho y contin?an haciendo la amarga experiencia de la incomprensi?n y de la lejan?a. Sin embargo Dios no los ha abandonado y les ha enviado a su mismo Hijo (cf. Mc 12, 1 11). En el Verbo hecho carne el evento comunicativo asume su m?xima dimensi?n salv?fica: de este modo se entrega al hombre, en el Esp?ritu Santo, la capacidad de recibir la salvaci?n y de anunciarla y testimoniarla a sus hermanos.
5. La comunicaci?n entre Dios y la humanidad ha alcanzado por tanto su perfecci?n en el Verbo hecho carne. El acto de amor a trav?s del cual Dios se revela, unido a la respuesta de fe de la humanidad, genera un di?logo fecundo. Precisamente por esto al hacer nuestra, en cierto modo, la petici?n de los disc?pulos ?ens??anos a orar? (Lc 11, 1), podemos pedirle al Se?or que nos gu?e para entender c?mo comunicarnos con Dios y con los hombres a trav?s de los maravillosos instrumentos de la comunicaci?n social. Reconducidos al horizonte de tal comunicaci?n ?ltima y decisiva, los medios de comunicaci?n social se revelan como una oportunidad providencial para llegar a los hombres en cualquier latitud, superando las barreras de tiempo, de espacio y de lengua, formulando en las m?s diversas modalidades los contenidos de la fe y ofreciendo a quien busca lugares seguros que permitan entrar en di?logo con el misterio de Dios revelado plenamente en Cristo Jes?s.
El Verbo encarnado nos ha dejado el ejemplo de c?mo comunicarnos con el Padre y con los hombres, sea viviendo momentos de silencio y de recogimiento, sea predicando en todo lugar y con todos los lenguajes posibles. ?l explica las Escrituras, se expresa en par?bolas, dialoga en la intimidad de las casas, habla en las plazas, en las calles, en las orillas del lago, sobre las cimas de los montes. El encuentro personal con ?l no deja indiferente, al contrario, estimula a imitarlo: ?Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a plena la luz; y lo que os digo al o?do, proclamadlo desde los terrados? (Mt 10, 27).
Hay despu?s un momento culminante en el cual la comunicaci?n se hace comuni?n plena: es el encuentro eucar?stico. Reconociendo a Jes?s en la ?fracci?n del pan? (cf. Lc 24, 30 31), los creyentes se sienten impulsados a anunciar su muerte y resurrecci?n y a volverse valientes y gozosos testigos de su Reino (cf. Lc 24, 35).
6. Gracias a la Redenci?n, la capacidad comunicativa de los creyentes se ha sanado y renovado. El encuentro con Cristo los transforma en criaturas nuevas, les permite entrar a formar parte de aquel pueblo que ?l ha conquistado con su sangre muriendo sobre la Cruz, y los introduce en la vida ?ntima de la Trinidad, que es comunicaci?n continua y circular de amor perfecto e infinito entre el Padre, el Hijo y el Esp?ritu Santo.
La comunicaci?n penetra las dimensiones esenciales de la Iglesia, llamada a anunciar a todos el gozoso mensaje de la salvaci?n. Por esto, ella asume las oportunidades ofrecidas por los instrumentos de la comunicaci?n social como caminos ofrecidos providencialmente por Dios en nuestros d?as para acrecentar la comuni?n y hacer m?s incisivo el anuncio . Los medios de comunicaci?n permiten manifestar el car?cter universal del Pueblo de Dios, favoreciendo un intercambio m?s intenso e inmediato entre las Iglesias locales y alimentando el rec?proco conocimiento y colaboraci?n.
III. Cambio de mentalidad y renovaci?n pastoral
7. En los medios de comunicaci?n la Iglesia encuentra un apoyo excelente para difundir el Evangelio y los valores religiosos, para promover el di?logo y la cooperaci?n ecum?nica e interreligiosa, as? como para defender aquellos s?lidos principios indispensables para la construcci?n de una sociedad respetuosa de la dignidad de la persona humana y atenta al bien com?n. Asimismo la Iglesia los emplea con gusto para la propia informaci?n y para dilatar los confines de la evangelizaci?n, de la catequesis y de la formaci?n, en la conciencia de que su utilizaci?n da respuesta al mandato del Se?or: ?Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creaci?n? (Mc 16, 15).
Misi?n ciertamente no f?cil en nuestra ?poca, en la cual se ha difundido en muchos la convicci?n de que el tiempo de las certezas ha pasado irremediablemente: el hombre deber?a aprender a vivir en un horizonte de total ausencia de sentido, en busca de lo provisorio y de lo fugaz . En este contexto, los instrumentos de comunicaci?n pueden ser usados ?para proclamar el Evangelio o para reducirlo al silencio en los corazones de los hombres? . Esto representa un serio reto para los creyentes, sobre todo para los padres, familias y para cuantos son responsables de la formaci?n de la infancia y de la juventud. Es oportuno que, con prudencia y sabidur?a pastoral, se fomente en las comunidades eclesiales la dedicaci?n al trabajo en el campo de la comunicaci?n, y as? contar con profesionales capaces de un di?logo eficaz con el vasto mundo medi?tico.
8. Valorizar los medios de comunicaci?n no es s?lo tarea de ?entendidos? del sector, sino tambi?n de toda la comunidad eclesial. Si, como se ha dicho antes, las comunicaciones sociales comprenden todos los ?mbitos de la expresi?n de la fe, es la vida cristiana en conjunto la que debe tener en cuenta la cultura medi?tica en la que vivimos: desde la liturgia, suprema y fundamental expresi?n de la comunicaci?n con Dios y con los hermanos, a la catequesis que no puede prescindir del hecho de dirigirse a sujetos influenciados por el lenguaje y la cultura contempor?neos.
El fen?meno actual de las comunicaciones sociales impulsa a la Iglesia a una suerte de ?conversi?n? pastoral y cultural para estar en grado de afrontar de manera adecuada el cambio de ?poca que estamos viviendo. De esta exigencia se deben hacer int?rpretes, sobre todo, los Pastores: es importante trabajar para que el anuncio del Evangelio se haga de modo incisivo, que estimule la escucha y favorezca la acogida . En sinton?a con los Pastores deben obrar todos los organismos de consejo y de coordinaci?n de modo que, en su campo espec?fico, se identifiquen las l?neas pastorales m?s adecuadas para una eficaz acci?n misionera. Las personas consagradas, seg?n su propio carisma, tienen una especial responsabilidad en este campo de las comunicaciones sociales. Una vez formadas espiritual y profesionalmente, ?presten de buen grado sus servicios, seg?n las oportunidades pastorales [...] para que se eviten, de una parte, los da?os provocados por un uso adulterado de los medios y, de otra, se promueva una mejor calidad de las transmisiones, con mensajes respetuosos de la ley moral y ricos en valores humanos y cristianos.?
9. Al tener precisamente en cuenta la importancia de los medios de comunicaci?n, hace ya quince a?os que juzgu? insuficiente dejarlos a la iniciativa individual o de grupos peque?os y suger? que se insertaran con claridad en la programaci?n pastoral . Las nuevas tecnolog?as, en especial, crean nuevas oportunidades para una comunicaci?n entendida como servicio al gobierno pastoral y a la organizaci?n de las diversas tareas de la comunidad cristiana. Pi?nsese, por ejemplo, en Intenet: no s?lo proporciona recursos para una mayor informaci?n, sino que tambi?n habit?a a las personas a una comunicaci?n interactiva . Muchos cristianos ya est?n usando este nuevo instrumento de modo creativo, explorando las potencialidades para la evangelizaci?n, para la educaci?n, para la comunicaci?n interna, para la administraci?n y el gobierno. Junto a Internet se van utilizando nuevos medios y verificando nuevas formas de utilizar los instrumentos tradicionales. Los peri?dicos, las revistas, las publicaciones varias, la televisi?n y la radio cat?licos siguen siendo, todav?a hoy, indispensables en el panorama completo de las comunicaciones eclesiales.
Los contenidos -que, naturalmente, se deben adaptar a las necesidades de los diversos grupos-, tendr?n siempre por objeto hacer a las personas conscientes de la dimensi?n ?tica y moral de la informaci?n . Del mismo modo, es importante garantizar la formaci?n y la atenci?n pastoral de los profesionales de la comunicaci?n. Con frecuencia estas personas se encuentran ante presiones particulares y dilemas ?ticos que emergen del trabajo cotidiano; muchos de ellos ?est?n sinceramente deseosos de saber y de practicar lo que es justo en el campo ?tico y moral? y esperan de la Iglesia orientaci?n y apoyo .
IV. Los medios de comunicaci?n, encrucijada de las grandes cuestiones sociales.
10. La Iglesia, que en raz?n del mensaje de salvaci?n confiado por su Se?or es maestra de humanidad, siente el deber de ofrecer su propia contribuci?n para una mejor comprensi?n de las perspectivas y de las responsabilidades ligadas al actual desarrollo de las comunicaciones sociales. Precisamente porque influyen sobre la conciencia de los individuos, conforman la mentalidad y determinan la visi?n de las cosas, es necesario insistir de manera clara y fuerte que los instrumentos de la comunicaci?n social constituyen un patrimonio que se debe tutelar y promover. Es necesario que las comunicaciones sociales entren en un cuadro de derechos y deberes org?nicamente estructurados, sea desde el punto de vista de la formaci?n y responsabilidad ?tica, cuanto de la referencia a las leyes y a las competencias institucionales.
El positivo desarrollo de los medios de comunicaci?n al servicio del bien com?n es una responsabilidad de todos y de cada uno . Debido a los fuertes v?nculos que los medios de comunicaci?n tienen con la econom?a, la pol?tica y la cultura, es necesario un sistema de gesti?n que est? en grado de salvaguardar la centralidad y la dignidad de la persona, el primado de la familia, c?lula fundamental de la sociedad, y la correcta relaci?n entre las diversas instancias.
11. Se imponen algunas decisiones que se pueden sintetizar en tres opciones fundamentales: formaci?n, participaci?n, di?logo.
En primer lugar es necesaria una vasta obra formativa para que los medios de comunicaci?n sean conocidos y usados de manera consciente y apropiada. Los nuevos lenguajes introducidos por ellos modifican los procesos de aprendizaje y la cualidad de las relaciones interpersonales, por lo cual, sin una adecuada formaci?n se corre el riesgo de que en vez de estar al servicio de las personas, las instrumentalicen y las condicionen gravemente. Esto vale, de manera especial, para los j?venes que manifiestan una natural propensi?n a las innovaciones tecnol?gicas y que, por eso mismo, tienen una mayor necesidad de ser educados en el uso responsable y cr?tico de los medios de comunicaci?n.
En segundo lugar, quisiera dirigir la atenci?n sobre el acceso a los medios de comunicaci?n y sobre la participaci?n responsable en la gesti?n de los mismos. Si las comunicaciones sociales son un bien destinado a toda la humanidad, se deben encontrar formas siempre actualizadas para garantizar el pluralismo y para hacer posible una verdadera participaci?n de todos en su gesti?n, incluso a trav?s de oportunas medidas legislativas. Es necesario hacer crecer la cultura de la corresponsabilidad.
Por ?ltimo, no se debe olvidar las grandes potencialidades que los medios de comunicaci?n tienen para favorecer el di?logo convirti?ndose en veh?culos de conocimiento rec?proco, de solidaridad y de paz. Dichos medios constituyen un poderoso recurso positivo si se ponen al servicio de la comprensi?n entre los pueblos y, en cambio, un ?arma? destructiva, si se usan para alimentar injusticias y conflictos. De manera prof?tica, mi predecesor el beato Juan XXIII, en la enc?clica Pacem in terris, hab?a ya puesto en guardia a la humanidad sobre tales potenciales riesgos.
12. Suscita un gran inter?s la reflexi?n sobre la participaci?n ?de la opini?n p?blica en la Iglesia? y ?de la Iglesia en la opini?n p?blica?. Mi predecesor P?o XII, de feliz memoria, al encontrarse con los editores de los peri?dicos cat?licos les dec?a que algo faltar?a en vida de la Iglesia si no existiese la opini?n p?blica. Este mismo concepto ha sido confirmado en otras circunstancias , en el c?digo de derecho can?nico, bajo determinadas condiciones, se reconoce el derecho a expresar la propia opini?n . Si es cierto que las verdades de fe no est?n abiertas a interpretaciones arbitrarias y el respeto por los derechos de los otros crea l?mites intr?nsecos a las expresiones de las propias valoraciones, no es menos cierto que existe en otros campos, entre los cat?licos, un amplio espacio para el intercambio de opiniones, en un di?logo respetuoso de la justicia y de la prudencia.
Tanto la comunicaci?n en el seno de la comunidad eclesial, como la de Iglesia con el mundo, exigen transparencia y un modo nuevo de afrontar las cuestiones referentes al universo de los medios de comunicaci?n. Tal comunicaci?n debe tender a un di?logo constructivo para promover en la comunidad cristiana una opini?n p?blica rectamente informada y capaz de discernir. La Iglesia, al igual que otras instituciones o grupos, tiene la necesidad y el derecho de dar a conocer las propias actividades pero al mismo tiempo, cuando sea necesario, debe poder garantizar una adecuada reserva, sin que ello perjudique una comunicaci?n puntual y suficiente de los hechos eclesiales. Es ?ste uno de los campos donde se requiere una mayor colaboraci?n entre fieles laicos y pastores ya que, como subraya oportunamente el Concilio, ?de este trato familiar entre los laicos y pastores son de esperar muchos bienes para la Iglesia, porque as? se robustece en los seglares el sentido de su propia responsabilidad, se fomenta el entusiasmo y se asocian con mayor facilidad las fuerzas de los fieles a la obra de los pastores. Pues estos ?ltimos, ayudados por la experiencia de los laicos, pueden juzgar con mayor precisi?n y aptitud tanto los asuntos espirituales como los temporales, de suerte que la Iglesia entera, fortalecida por todos sus miembros, pueda cumplir con mayor eficacia su misi?n en favor de la vida del mundo? .
V. Comunicar con la fuerza del Esp?ritu Santo
13. El gran reto para los creyentes y para las personas de buena voluntad en nuestro tiempo es el de mantener una comunicaci?n verdadera y libre, que contribuya a consolidar el progreso integral del mundo. A todos se les pide saber cultivar un atento discernimiento y una constante vigilancia, madurando una sana capacidad cr?tica ante la fuerza persuasiva de los medios de comunicaci?n.
Tambi?n en este campo los creyentes en Cristo saben que pueden contar con la ayuda del Esp?ritu Santo. Ayuda a?n m?s necesaria si se considera cuan grandes pueden ser las dificultades intr?nsecas a la comunicaci?n, tanto a causa de las ideolog?as, del deseo de ganancias y de poder, de las rivalidades y de los conflictos entre individuos y grupos, como a causa de la fragilidad humana y de los males sociales. Las modernas tecnolog?as hacen que crezca de manera impresionante la velocidad, la cantidad y el alcance de la comunicaci?n, pero no favorecen del mismo modo el fr?gil intercambio entre mente y mente, entre coraz?n y coraz?n, que debe caracterizar toda comunicaci?n al servicio de la solidaridad y del amor.
En la historia de la salvaci?n Cristo se nos ha presentado como ?comunicador? del Padre: ?Dios ... en estos ?ltimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo? (Heb 1,2). ?l, Palabra eterna hecha carne, al comunicarse, manifiesta siempre respeto hacia aquellos que le escuchan, les ense?a la comprensi?n de su situaci?n y de sus necesidades, impulsa a la compasi?n por sus sufrimientos y a la firme resoluci?n de decirles lo que tienen necesidad de escuchar, sin imposiciones ni compromisos, enga?o o manipulaci?n. Jes?s ense?a que la comunicaci?n es un acto moral ?El hombre bueno, del buen tesoro saca cosas buenas; el hombre malo, del tesoro malo saca cosas malas. Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres dar?n cuenta en el d?a del Juicio. Porque por tus palabras ser?s declarado justo y por tus palabras ser?s condenado? (Mt 12,35-37).
14. El ap?stol Pablo ofrece un claro mensaje tambi?n para cuantos est?n comprometidos en las comunicaciones sociales -pol?ticos, comunicadores profesionales, espectadores-: ?Por lo tanto desechando la mentira, hablad con verdad cada cual con su pr?jimo, pues somos miembros los unos de los otros. [...] No salga de vuestra boca palabra da?osa, sino la que sea conveniente para edificar seg?n la necesidad y hacer el bien a los que os escuchan? (Ef 4,25.29).
A los operadores de la comunicaci?n y especialmente a los creyentes que trabajan en este importante ?mbito de la sociedad, aplico la invitaci?n que desde el inicio de mi ministerio de Pastor de la Iglesia he querido lanzar al mundo entero: ??No teng?is miedo!?.
?No teng?is miedo de las nuevas tecnolog?as!, ya que est?n ?entre las cosas maravillosas? ?-Inter mirifica-? que Dios ha puesto a nuestra disposici?n para descubrir, usar, dar a conocer la verdad; tambi?n la verdad sobre nuestra dignidad y sobre nuestro destino de hijos suyos, herederos del Reino eterno.
?No teng?is miedo de la oposici?n del mundo! Jes?s nos ha asegurado ?Yo he vencido al mundo? (Jn 16,33).
?No teng?is miedo de vuestra debilidad y de vuestra incapacidad! El divino Maestro ha dicho: ?Yo estoy con vosotros todos los d?as hasta el fin del mundo? (Mt 28,20). Comunicad el mensaje de esperanza, de gracia y de amor de Cristo, manteniendo siempre viva, en este mundo que pasa, la perspectiva eterna del cielo, perspectiva que ning?n medio de comunicaci?n podr? alcanzar directamente: ?Lo que ni el ojo vio, ni el o?do oy?, ni al coraz?n del hombre lleg?, lo que Dios prepar? para los que le aman.? (1Cor 2,9).
A Mar?a, que nos ha dado el Verbo de vida y ha conservado en su coraz?n las palabras que no perecen, encomiendo el camino de la Iglesia en el mundo de hoy. Que la Virgen Santa nos ayude a comunicar, con todos lo medios, la belleza y la alegr?a de la vida en Cristo nuestro Salvador.
Desde el Vaticano, 24 de enero de 2005, memoria de san Francisco de Sales, patrono de los periodistas.