Viernes, 02 de junio de 2006
Directorio General para la Catequesis emanado de la Congregaci?n para el Clero.




SIGLAS

I

SAGRADA ESCRITURA

Ab: Abacuc

Abd: Abd?as

Ag: Ageo

Am: Am?s

Ap: Apocalipsis

Ba: Baruc

1 Co: 1a Corintios

2 Co: 2a Corintios

Col: Colosenses

1 Cro: 1o Cr?nicas

2 Cro: 2o Cr?nicas

Ct: Cantar

Dn: Daniel

Dt: Deuteronomio

Fe: Efesios

Esd: Esdras

Est: Ester

Ex: Exodo

Ez: Ezequiel

Flm: Filem?n

Flp: Filipenses

Ga: G?latas

Gn: G?nesis

Ha: Habacuc

Hb: Hebreos

Hch: Hechos

Is: Isa?as

Jb: Job

Jc: Jueces

Jdt: Judit

Jl: Joel

Jn: Juan

1 Jn: 1a Juan

2 Jn: 2a Juan

3 Jn: 3a Juan

Jon: J?nas

Jos: Josu?

Jr: Jerem?as

Judas: Judas

Lc: Lucas

Lm: Lamentaciones

Lv: Lev?tico

1 M: 1o Macabeos

2 M: 2o Macabeos

Mc: Marcos

Mi: Miqueas

Ml: Malaqu?as

Mt: Mateo

Na: Nah?m

Ne: Nehem?as

Nm: N?meros

Os: Oseas

1 P: 1a Pedro

2 P: 2a Pedro

Pr: Proverbios

Qo: Eclesiast?s (Qohelet)

1 R: 1o Reyes

2 R: 2o Reyes

Rm: Romanos

Rt: Rut

1 S: 1o Samuel

2 S: 2o Samuel

Sal: Salmos

Sb: Sabidur?a

Si: Eclesi?stico (Sir?cida)

Sof: Sofon?as

St: Santiago

Tb: Tob?as

1 Tm: 1a Timoteo

2 Tm: 2a Timoteo

1 Ts: 1a Tesalonicenses

2 Ts: 2a Tesalonicenses

Tt: Tito

Za: Zacar?as


II

DOCUMENTOS DE LA IGLESIA

AA: Conc. Ecum. Vat. II, Decreto sobre el apostolado de los laicos Apostolicam Actuositatem (18 noviembre 1965)

AG: Conc. Ecum. Vat. II, Decreto sobre la acci?n misionera de la Iglesia Ad Gentes (7 Diciembre 1965)

CA: Juan Pablo II, Carta Enc?clica Centesimus Annus (1 Mayo 1991): AAS 83 (1991), pp. 793-867

CD: Conc. Ecum. Vat II, Decreto sobre el oficio pastoral de los Obispos en la Iglesia Christus Dominus (28 octubre 1965)

CCL: Corpus Christianorum, Series Latina (Turnholti 1953 ss.)

CEC: Catecismo de la Iglesia Cat?lica (11 octubre 1992)

CIC: Codex Iuris Canonici (25 enero 1983)

ChL: Juan Pablo II, Exhortaci?n apost?lica post-sinodal Christifideles Laici (30 diciembre 1988): AAS 81 (1989), pp. 393-521

COINCAT: Consejo Internacional Para la Catequesis, Orientaci?n La Catequesis de adultos en la comunidad cristiana, Libreria Editrice Vaticana 1990

CSEL: Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum (Wn 1866 ss.)

CT: Juan Pablo II, Exhortaci?n apost?lica Catechesi Tradendae (16 octubre 1979): AAS 71 (1979), pp. 1277-1340

DCG: (1971) Sagrada Congregaci?n para el Clero, Directorium Catechisticum Generale Ad normam decreti (11 abril 1971): AAS 64 (1972), pp. 97-176

DH: Conc. Ecum. Vat. II, Declaraci?n sobre la libertad religiosa Dignitatis Humanae (7 diciembre 1965)

DM: Juan Pablo II, Carta enc?clica Dives in Misericordia (30 noviembre 1980): AAS 72 (1980), pp. 1177-1232

DV: Conc. Ecum. Vat. II, Constituci?n dogm?tica sobre la divina revelaci?n Dei Verbum (18 noviembre 1965)

DS: H. Denzinger ? A. Sch?nmetzer, Enchiridion Symbolorum Definitionum et Declarationum de Rebus Fidei et Morum, Edici?n XXXV enmendada, Roma 1973

EA: Juan Pablo II, Exhortaci?n apost?lica post-sinodal Ecclesia in Africa (14 setiembre 1995): AAS 88 (1996), pp. 5-82

EN: Pablo VI, Exhortaci?n apost?lica Evangelii Nuntiandi (8 diciembre 1975): AAS 58 (1976), pp. 5-76

EV: Juan Pablo II, Carta enc?clica Evangelium Vitae (25 marzo 1995): AAS 87 (1995), pp. 401-522

FC: Juan Pablo II, Exhortaci?n apost?lica post-sinodal Familiaris Consortio (22 noviembre 1981): AAS 73 (1981), pp. 81-191

FD: Juan Pablo II, Constituci?n Apost?lica Fidei Depositum (11 octubre 1992): AAS 86 (1994), pp. 113-118

GCM: Congregaci?n para la Evangelizaci?n de los Pueblos, Gu?a para los catequistas. Documento de orientaci?n vocacional, de la formaci?n y de la promoci?n del catequista en tierras de misi?n que dependen de la Congregaci?n para la Evangelizaci?n de los Pueblos (3 diciembre 1993), Ciudad del Vaticano 1993

GE: Conc. Ecum. Vat. II, Declaraci?n cobre la educaci?n Gravissimum Educationis (28 octubre 1965)

GS: Conc. Ecum. Vat. II, Constituci?n pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et Spes (7 diciembre 1965)

LC: Congregaci?n para la doctrina de la fe, Instrucci?n Libertatis Conscientia (22 marzo 1986): AAS 79 (1987), pp. 554-599

LE: Juan Pablo II, Carta enc?clica Laborem Exercens (14 setiembre 1981); AAS 73 (1981), pp. 577-647

LG: Conc. Ecum. Vat. II, Constituci?n dogm?tica sobre la Iglesia Lumen Gentium (21 noviembre 1964)

MM: Juan XXIII, Carta enc?clica Mater et Magistra (15 mayo 1961): AAS 53 (1961), pp. 401-464

MPD: S?nodo de los obispos, Mensaje al Pueblo de Dios Cum iam ad exitum sobre la catequesis en nuestro tiempo (28 octubre 1977), Typis Polyglottis Vaticanis 1977

NA: Conc. Ecum. Vat. II, Decreto sobre la relaci?n de la Iglesia con las Religiones no cristianas Nostra Aetate (28 octubre 1965)

PB: Juan Pablo II, Constituci?n apost?lica Pastor Bonus (28 junio 1988): AAS 80 (1988), pp. 841-930

PG: Patrologiae Cursus completus, Series Graeca, ed. Jacques ? P. Migne, Parisiis 1857 ss.

PL: Patrologiae Cursus completus, Series Latina, ed. Jacques ? P. Migne, Parisiis 1844ss.

PO: Conc. Ecum. Vat. II, Decreto sobre el ministerio y la vida sacerdotal Presbyterorum Ordinis (7 diciembre 1965)

PP: Pablo VI, Carta enc?clica Populorum Progressio (26 marzo 1967): AAS 59 (1967), pp. 257-299

RH: Juan Pablo II, Carta enc?clica Redemptor Hominis (4 marzo 1979): AAS 71 (1979), pp. 257-324

RICA: Ritual de la Iniciaci?n Cristiana de Adultos, ed. Italiana del Ordo Initiationis Christianae Adultorum, Editio Typica, Typis Polyglottis Vaticanis 1972

RM: Juan Pablo II, Carta enc?clica Redemptoris Missio (7 diciembre 1990): AAS 83 (1991), pp. 249-340

SC: Conc. Ecum. Vat. II, Constituci?n sobre la Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium (4 diciembre 1963)

SINODO 1985: S?nodo de los obispos (asamblea extraordinaria del 1985), Relaci?n final Ecclesia sub verbo Dei mysteria Christi celebrans pro salute mundi (7 diciembre 1985), Ciudad del Vaticano, 1985

SCh: Sources Chr?tiennes, Collection, Paris 1946ss.

SRS: Juan Pablo II, Carta enc?clica Sollicitudo Rei Socialis (30 diciembre 1987): AAS 80 (1988), pp. 513-586

TMA: Juan pablo II, Exhortaci?n apost?lica Tertio Millennio Adveniente (10 noviembre 1994): AAS 87 (1995), pp. 5-41

UR: Conc. Ecum. Vat. II, Decreto sobre el Ecumenismo Unitatis Redintegratio (21 noviembre 1964)

UUS: Juan Pablo II, Carta enc?clica Ut Unum Sint (25 mayo 1995): AAS 87 (1995), pp. 921-982

VS: Juan Pablo II, Carta enc?clica Veritatis Splendor (6 agosto 1993): AAS 85 (1993), pp. 1133-1228


PREFACIO

1. El Concilio Vaticano II prescribi? la redacci?n de un ? Directorio sobre la formaci?n catequ?tica del pueblo cristiano ?.(1) En cumplimiento de este mandato conciliar, la Congregaci?n para el Clero se sirvi? de una Comisi?n especial de expertos y consult? a las Conferencias episcopales del mundo, que remitieron numerosas sugerencias y observaciones al respecto. El texto preparado fue revisado por una Comisi?n teol?gica ad hoc y por la Congregaci?n para la Doctrina de la Fe. El 18 de marzo de 1971 fue definitivamente aprobado por Pablo VI y promulgado el 11 de abril del mismo a?o, con el t?tulo Directorium Catechisticum Generale

2. Los treinta a?os transcurridos desde la clausura del Concilio Vaticano II hasta el umbral del tercer milenio, constituyen ?sin duda? un tiempo muy rico en orientaciones y promoci?n de la catequesis. Ha sido un tiempo que, de alg?n modo, ha vuelto a hacer presente la vitalidad evangelizadora de la Iglesia de los or?genes y a impulsar oportunamente las ense?anzas de los Padres, favoreciendo el retorno actualizado al Catecumenado antiguo. Desde 1971, el Directorium Catechisticum Generale ha orientado a las Iglesias particulares en el largo camino de renovaci?n de la catequesis, proponi?ndose como punto de referencia tanto en cuanto a los contenidos como en cuanto a la pedagog?a y los m?todos a emplear.

El camino recorrido por la catequesis en ese per?odo se ha caracterizado por doquier por la generosa dedicaci?n de muchas personas, por iniciativas admirables y por frutos muy positivos para la educaci?n y la maduraci?n de la fe de ni?os, j?venes y adultos. Sin embargo, no han faltado ?al mismo tiempo? crisis, insuficiencias doctrinales y experiencias que han empobrecido la calidad de la catequesis debido, en gran parte, a la evoluci?n del contexto cultural mundial y a cuestiones eclesiales no originadas en la catequesis.

3. El Magisterio de la Iglesia nunca ha dejado, en estos a?os, de ejercer con perseverancia su solicitud pastoral en favor de la catequesis. Numerosos Obispos y Conferencias episcopales, en todos los continentes, han impulsado de manera notable la catequesis, publicando Catecismos valiosos y orientaciones pastorales, promoviendo la formaci?n de peritos y favoreciendo la investigaci?n catequ?tica. Estos esfuerzos han sido fecundos y han redundado favorablemente sobre la actividad catequ?tica de las Iglesias particulares. Una aportaci?n particularmente rica para la renovaci?n catequ?tica fue el Ritual de la iniciaci?n cristiana de adultos, promulgado el 6 de Enero de 1972 por la Congregaci?n para el Culto Divino.

Es obligado recordar, de manera especial, el ministerio de Pablo VI, el Pont?fice que gui? a la Iglesia durante el primer per?odo posconciliar. A este prop?sito, Juan Pablo II se manifiesta as?: ? Mi venerado predecesor Pablo VI sirvi? a la catequesis de la Iglesia de manera especialmente ejemplar con sus gestos, su predicaci?n, su interpretaci?n autorizada del Concilio Vaticano II ?que ?l consideraba como la gran catequesis de los tiempos modernos?, con su vida entera ?.(2)

4. Un hito decisivo para la catequesis fue la reflexi?n realizada por la Asamblea General del S?nodo de los obispos acerca de la evangelizaci?n del mundo contempor?neo, que se celebr? en octubre de 1974. Las proposiciones de esta Asamblea fueron presentadas al papa Pablo VI, que promulg? la Exhortaci?n apost?lica Evangelii Nuntiandi, del 8 de Diciembre de 1975. Este documento presenta, entre otros, un principio de particular importancia: la catequesis como acci?n evangelizadora dentro del ?mbito de la misi?n general de la Iglesia. La actividad catequ?tica, de ahora en adelante, deber? ser considerada como part?cipe siempre de las urgencias y afanes propios del mandato misionero para nuestro tiempo.

Adem?s, la ?ltima Asamblea sinodal convocada por Pablo VI en octubre de 1977 escogi? la catequesis como tema de an?lisis y reflexi?n episcopal. Este S?nodo vio ? en la renovaci?n catequ?tica un don precioso del Esp?ritu Santo a la Iglesia de hoy ?.(3)

5. Juan Pablo II asumi? en 1978 esta herencia y formul? sus primeras orientaciones en la Exhortaci?n apost?lica Catechesi Tradendae, del 16 de octubre de 1979. Esta Exhortaci?n forma una unidad totalmente coherente con la Exhortaci?n Evangelii Nuntiandi y vuelve a situar plenamente a la catequesis en el marco de la evangelizaci?n.

A lo largo de su pontificado, Juan Pablo II ha ofrecido un magisterio constante de muy alto valor catequ?tico. Entre sus discursos, cartas y ense?anzas escritas destacan las doce Enc?clicas: desde Redemptor Hominis a Ut Unum Sint. Estas Enc?clicas constituyen por s? mismas un cuerpo de doctrina sint?tico y org?nico, en orden a la aplicaci?n de la renovaci?n de la vida eclesial postulada por el Concilio Vaticano II.

En cuanto al valor catequ?tico de estos documentos del Magisterio de Juan Pablo II destacan: Redemptor Hominis (4 marzo 1979), Dives in Misericordia (30 noviembre 1980), Dominum et Vivificantem (18 mayo 1986) y, en raz?n de la reafirmaci?n de la validez permanente del mandato misionero, Redemptoris Missio (7 diciembre 1990).

6. Por otra parte, las Asambleas Generales, ordinarias y extraordinarias, del S?nodo de los Obispos han tenido una particular incidencia en el campo de la catequesis. Por su particular relieve deben se?alarse las Asambleas Sinodales de 1980 y de 1987, sobre la misi?n de la familia y sobre la vocaci?n de los laicos bautizados. A los trabajos sinodales siguieron las correspondientes Exhortaciones apost?licas de Juan Pablo II Familiaris Consortio (22 noviembre 1981) y Christifideles Laici (30 diciembre 1988). El mismo S?nodo extraordinario de 1985 ha influido, tambi?n, de manera decisiva sobre el presente y futuro de la catequesis de nuestro tiempo. En aquella ocasi?n se hizo balance de los veinte a?os de aplicaci?n del Concilio Vaticano II, y los Padres sinodales propusieron al Santo Padre la elaboraci?n de un Catecismo universal para la Iglesia Cat?lica. La propuesta de la Asamblea sinodal extraordinaria de 1985 fue acogida favorablemente y hecha propia por Juan Pablo II. Culminado el paciente y complejo proceso de su elaboraci?n, el Catecismo de la Iglesia Cat?lica fue entregado a los obispos y a las Iglesias particulares mediante la Constituci?n apost?lica Fidei Depositum el 11 octubre 1992.

7. Este acontecimiento de tan profunda significaci?n y el conjunto de hechos y de intervenciones magisteriales anteriormente se?alados, impon?an el deber de una revisi?n del Directorium Catechisticum Generale, a fin de adaptar este valioso instrumento teol?gico-pastoral a la nueva situaci?n y a las nuevas necesidades. Recoger tal herencia y sistematizarla sint?ticamente en orden a la actividad catequ?tica, siempre en la perspectiva de la presente etapa de la vida de la Iglesia, es un servicio de la Sede Apost?lica a todos.

El trabajo para la reelaboraci?n del Directorio General para la Catequesis, promovido por la Congregaci?n para el Clero, ha sido realizado por un grupo de Obispos y de expertos en teolog?a y en catequesis. Seguidamente, ha sido sometido a consulta de las Conferencias episcopales, de diversos peritos e Institutos o Centros de estudios catequ?ticos; y ha sido en el respeto substancial a la inspiraci?n y contenidos del texto de 1971.

Evidentemente, la nueva redacci?n del Directorio General para la Catequesis ha debido conjugar dos exigencias principales:

? por una parte, el encuadramiento de la catequesis en la evangelizaci?n, postulado en particular por las Exhortaciones Evangelii Nuntiandi y Catechesi Tradendae;

? por otra parte, la asunci?n de los contenidos de la fe propuestos por el Catecismo de la Iglesia Cat?lica.

8. El Directorio General para la Catequesis, conservando la estructura b?sica del texto de 1971, se articula del siguiente modo:

? Una Exposici?n Introductoria, en la que se ofrecen pautas y orientaciones para la interpretaci?n y la comprensi?n de las situaciones humanas y eclesiales, desde la fe y la confianza en la fuerza de la semilla del Evangelio. Son breves diagn?sticos en orden a la misi?n.

? La Primera Parte(4) se articula en tres cap?tulos y enraiza de forma m?s acentuada la catequesis en la Constituci?n conciliar Dei Verbum, situ?ndola en el marco de la evangelizaci?n presente en Evangelii Nuntiandi y Catechesi Tradendae. Propone, asimismo, una clarificaci?n sobre la naturaleza de la catequesis.

? La Segunda Parte(5) consta de dos cap?tulos. En el primero, bajo el t?tulo ? Normas y criterios para la presentaci?n del mensaje evang?lico en la catequesis ?, con nueva articulaci?n y en una perspectiva enriquecida, se recogen en su totalidad los contenidos del cap?tulo correspondiente del texto anterior. El cap?tulo segundo, completamente nuevo, est? al servicio de la presentaci?n del Catecismo de la Iglesia Cat?lica, como texto de referencia para la transmisi?n de la fe en la catequesis y para la redacci?n de los Catecismos locales. El texto ofrece tambi?n principios b?sicos en orden a la elaboraci?n de los Catecismos por las Iglesias particulares y locales.

? La Tercera Parte(6) aparece bastante renovada, formulando tambi?n la substancia de una pedagog?a de la fe, inspirada en la pedagog?a divina; cuesti?n ?sta que concierne tanto a la teolog?a como a las ciencias humanas.

? La Cuarta Parte(7) tiene por t?tulo ? Los destinatarios de la catequesis ?. En cinco breves cap?tulos, se atiende a las muy diversas situaciones de las personas a las que se dirige la catequesis, a los aspectos relativos a la situaci?n socio-religiosa y de modo especial, a la cuesti?n de la inculturaci?n.

? La Quinta Parte(8) coloca, como centro de gravitaci?n, la Iglesia particular, que tiene el deber primordial de promover, programar, supervisar y coordinar toda la actividad catequizadora. Adquiere un particular relieve la descripci?n de los respectivos roles de los diversos agentes (que tienen siempre su referencia en el Pastor de la Iglesia particular) y de las exigencias formativas en cada caso.

? La Conclusi?n exhorta a una intensificaci?n de la acci?n catequ?tica en nuestro tiempo y corona la reflexi?n y las directrices con una llamada a la confianza en la acci?n del Esp?ritu Santo y en la eficacia de la Palabra de Dios sembrada en el amor.

9. La finalidad del presente Directorio es, obviamente, la misma que persegu?a el texto de 1971. Se propone, en efecto, indicar ? los principios teol?gico-pastorales de car?cter fundamental ?tomados del Magisterio de la Iglesia y particularmente del Concilio Ecum?nico Vaticano II? por los que pueda orientarse y regirse m?s adecuadamente la acci?n pastoral del ministerio de la palabra ? y, en concreto, de la catequesis.(9) El prop?sito fundamental era y es ofrecer reflexiones y principios, m?s que aplicaciones inmediatas o directrices pr?cticas. Tal camino y m?todo se emplea, sobre todo, por la siguiente raz?n: ?nicamente si desde el principio se entiende con rectitud la naturaleza y los fines de la catequesis, como tambi?n las verdades y valores que deben transmitirse, podr?n evitarse defectos y errores en materia catequ?tica.(10)

Es competencia espec?fica de los Episcopados la aplicaci?n m?s concreta de estos principios y enunciados, mediante orientaciones y Directorios nacionales, regionales o diocesanos, Catecismos y dem?s medios que resulten id?neos para promover eficazmente la catequesis.

10. Es evidente que no todas las partes del Directorio tienen la misma importancia. Lo que se dice de la divina revelaci?n, de la naturaleza de la catequesis y de los criterios con los que hay que presentar el mensaje cristiano, tiene valor para todos. En cambio, las partes que se refieren a la situaci?n presente, a la metodolog?a y a la manera de adaptar la catequesis a las diferentes situaciones de edad o de contexto cultural, deben m?s bien recibirse como sugerencias e indicaciones.(11)

11. Los destinatarios del Directorio son principalmente los Obispos, las Conferencias episcopales y, en general, cuantos, bajo su mandato y presidencia, desempe?an una responsabilidad en el campo de la catequesis. Es obvio que el Directorio puede ser un instrumento v?lido para la formaci?n de los candidatos al sacerdocio, para la formaci?n permanente de los presb?teros y para la formaci?n de los catequistas.

Una finalidad inmediata del Directorio es prestar ayuda para la redacci?n de Directorios catequ?ticos y Catecismos. De acuerdo con las sugerencias formuladas por muchos Obispos, se incluyen numerosas notas y referencias, que pueden ser muy ?tiles para la elaboraci?n de los mencionados instrumentos.

12. Puesto que el Directorio se dirige a Iglesias particulares, cuyas situaciones y necesidades pastorales son muy diversas, es evidente que ?nicamente las situaciones comunes o intermedias han podido ser tomadas en consideraci?n. Esto sucede, igualmente, cuando se describe la organizaci?n de la catequesis en los diversos niveles. Al utilizar el Directorio t?ngase presente esta observaci?n. Como ya se advert?a en el texto de 1971, lo que ser? insuficiente en aquellas regiones donde la catequesis ha podido alcanzar un alto nivel de calidad y de medios, quiz? parecer? excesivo en aquellos lugares donde la catequesis no ha podido todav?a experimentar tal progreso.

13. Al publicar este documento, nuevo testimonio de la solicitud de la Sede Apost?lica por el ministerio catequ?tico, se espera que sea acogido, examinado y estudiado con gran atenci?n, teniendo en cuenta las necesidades pastorales de cada Iglesia particular; y tambi?n que pueda estimular en el futuro estudios e investigaciones m?s profundas, que respondan a las necesidades de la catequesis y a las normas y orientaciones del Magisterio de la Iglesia.

Que la Bienaventurada Virgen Mar?a, Estrella de la nueva evangelizaci?n, gu?e al conocimiento de Jesucristo, Maestro y Se?or.

? Finalmente, hermanos, orad por nosotros para que la Palabra de Dios siga propag?ndose y adquiriendo gloria, como entre vosotros ? (2 Ts 3,1).

En el Vaticano, 15 de agosto de 1997. Solemnidad de la Asunci?n de la B.V. Maria

Dar?o Castrill?n Hoyos

Arzobispo Em?rito de Bucaramanga

Pro-Prefecto

Crescenzio Sepe

Arzobispo tit. de Grado

Secretario


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EXPOSICI?N INTRODUCTORIA

El anuncio del evangelio
en el mundo contempor?neo

? Una vez sali? un sembrador a sembrar. Y sucedi? que, al sembrar, una parte cay? a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron.Otra parte cay? en pedregal, donde no ten?a mucha tierra, y brot? enseguida por no tener hondura de tierra; pero cuando sali? el sol se agost?, y por no tener ra?z se sec?. Otra parte cay? entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto.Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarroll?ndose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento ? (Mc 4,3-8).

14. Esta Exposici?n Introductoria pretende estimular a los pastores y a los agentes de la catequesis a tomar conciencia de la necesidad de mirar siempre el campo de la siembra y a hacerlo desde la fe y la misericordia. La interpretaci?n del mundo contempor?neo que aqu? se presenta tiene, obviamente, un car?cter de provisionalidad, inherente con la contingencia hist?rica.

? Una vez sali? un sembrador a sembrar ? (Mc 4,3)

15. Esta par?bola es fuente inspiradora para la evangelizaci?n. ? La semilla es la Palabra de Dios ? (Lc 8,11). El sembrador es Jesucristo. Anunci? el Evangelio en Palestina hace dos mil a?os y envi? a sus disc?pulos a sembrarlo en el mundo. Jesucristo, hoy, presente en la Iglesia por medio de su Esp?ritu, sigue sembrando la Palabra del Padre en el campo del mundo.

La calidad del terreno es siempre muy variada. El Evangelio cae ? a lo largo del camino ? (Mc 4,4) cuando no es realmente escuchado; o cae ? en pedregal ? (Mc 4,5), sin penetrar a fondo en la tierra; o ? entre abrojos ? (Mc 4,7), sofoc?ndose enseguida en el coraz?n de muchas personas, distra?das por mil afanes. Pero una parte cae ? en tierra buena ? (Mc 4,8), en hombres y mujeres abiertos a la relaci?n personal con Dios y solidarios con el pr?jimo, y da fruto abundante.

Jes?s, en la par?bola, comunica la buena noticia de que el Reino de Dios llega a pesar de las dificultades del terreno, las tensiones, los conflictos y los problemas del mundo. La semilla del Evangelio fecunda la historia de los hombres y anuncia una cosecha abundante. Jes?s hace asimismo una advertencia: s?lo en el coraz?n bien dispuesto germina la Palabra de Dios.

Una mirada al mundo desde la fe

16. La Iglesia contin?a sembrando el Evangelio de Jes?s en el gran campo de Dios. Los cristianos, insertos en los m?s variados contextos sociales, miran al mundo con los mismos ojos con que Jes?s contemplaba la sociedad de su tiempo. El disc?pulo de Jesucristo, en efecto, participa desde dentro de ? los gozos y esperanzas, de las tristezas y angustias de los hombres de nuestro tiempo ?,(12) mira la historia humana y participa en ella, no s?lo con la raz?n sino con la fe. A la luz de ?sta, el mundo aparece, a un tiempo, ? fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado y liberado por Cristo, crucificado y resucitado, una vez que fue quebrantado el poder del Maligno ?.(13)

El cristiano sabe que en toda realidad y acontecimiento humano subyacen al mismo tiempo:

? la acci?n creadora de Dios, que comunica a todo su bondad;

? la fuerza que proviene del pecado, que limita y entorpece al hombre;

? el dinamismo que brota de la Pascua de Cristo, como germen de renovaci?n, que confiere al creyente la esperanza de una ? consumaci?n ? definitiva.(14)

Una mirada al mundo, que prescindiese de alguno de estos tres aspectos, no ser?a aut?nticamente cristiana. Es importante, por eso, que la catequesis sepa iniciar a los catec?menos y a los catequizandos en una lectura teol?gica de los problemas modernos.(15)

EL CAMPO DEL MUNDO

17. Como madre de los hombres, lo primero que ve la Iglesia, con profundo dolor, es ? una multitud ingente de hombres y mujeres: ni?os, adultos y ancianos, en una palabra, de personas humanas concretas e irrepetibles, que sufren el peso intolerable de la miseria ?.(16) Ella, por medio de una catequesis en la que la ense?anza social de la Iglesia ocupe su puesto,(17) desea suscitar en el coraz?n de los cristianos ? el compromiso por la justicia ?(18) y la ? opci?n o amor preferencial por los pobres ?,(19) de forma que su presencia sea realmente luz que ilumine y sal que transforme.

Los derechos humanos

18. La Iglesia, al analizar el campo del mundo, es muy sensible a todo lo que afecta a la dignidad de la persona humana. Ella sabe que de esa dignidad brotan los derechos humanos,(20) objeto constante de la preocupaci?n y del compromiso de los cristianos. Por eso su mirada no se interesa s?lo por los indicadores econ?micos y sociales,(21) sino tambi?n por los culturales y religiosos. Lo que ella busca es el desarrollo integral de las personas y de los pueblos.(22)

La Iglesia advierte con gozo que ? una beneficiosa corriente atraviesa y penetra ya todos los pueblos de la tierra, cada vez m?s conscientes de la dignidad del hombre ?.(23) Esta conciencia se expresa en la viva solicitud por el respeto a los derechos humanos y el m?s decidido rechazo a sus violaciones. El derecho a la vida, al trabajo, a la educaci?n, a la creaci?n de una familia, a la participaci?n en la vida p?blica, a la libertad religiosa son, hoy, especialmente reclamados.

19. Sin embargo, en bastantes lugares, y en aparente contradicci?n con la sensibilidad por la dignidad de la persona, los derechos humanos son claramente violados.(24) Y as? se generan, en esos lugares, otras formas de pobreza, que no se sit?an s?lo en el plano material: se trata de una pobreza cultural y religiosa que preocupa, igualmente, a la comunidad eclesial. La negaci?n o limitaci?n de los derechos humanos, en efecto, empobrece a la persona y a los pueblos igual o m?s que la privaci?n de los bienes materiales.(25)

La obra evangelizadora de la Iglesia tiene, en este vasto campo de los derechos humanos, una tarea irrenunciable: manifestar la dignidad inviolable de toda persona humana. En cierto sentido es ? la tarea central y unificante del servicio que la Iglesia, y en ella los fieles laicos, est?n llamados a prestar a la familia humana ?.(26) La catequesis ha de prepararles para esa tarea.

La cultura y las culturas

20. El sembrador sabe que la semilla penetra en terrenos concretos y que necesita absorber todos los elementos necesarios para poder fructificar.(27) Sabe tambi?n que, a veces, algunos de esos elementos pueden perjudicar la germinaci?n y la cosecha.

La Constituci?n Gaudium et Spes subraya la gran importancia de la ciencia y de la t?cnica en la gestaci?n y desarrollo de la cultura moderna. El esp?ritu cient?fico que dimana de ellas ? modifica profundamente la tendencia cultural y las maneras de pensar ?,(28) con grandes repercusiones humanas y religiosas. La racionalidad cient?fica y experimental est? profundamente enraizada en el hombre de hoy.

Sin embargo, la conciencia de que ese tipo de racionalidad no puede explicarlo todo gana hoy cada vez m?s terreno. Los propios hombres de ciencia constatan que, junto al rigor de la experimentaci?n, es necesario otro tipo de sabidur?a para poder comprender en profundidad al ser humano. La reflexi?n filos?fica sobre el lenguaje hace ver, por ejemplo, que el pensamiento simb?lico es una forma de acceso al misterio de la persona humana, inaccesible de otro modo. Se convierte, as?, en indispensable un tipo de racionalidad que no divida al ser humano, que integre su afectividad, que lo unifique, dando un sentido m?s integral a su vida.

21. Junto a esta ? forma de cultura m?s universal ?,(29) hoy se constata tambi?n un creciente deseo de revalorizar las culturas aut?ctonas. La pregunta del Concilio sigue viva: ? ?De qu? forma hay que favorecer el dinamismo y la expansi?n de la nueva cultura sin que perezca la fidelidad viva a la herencia de las tradiciones? ?.(30)

? En muchos lugares se toma conciencia de que las culturas tradicionales son agredidas, por las influencias exteriores dominantes y por la imitaci?n alienante de formas de vida importadas. De esta manera, se van destruyendo gradualmente la identidad y los valores propios de los pueblos.

? Tambi?n se constata la enorme influencia de los medios de comunicaci?n los cuales, muchas veces, por intereses econ?micos o ideol?gicos, imponen una visi?n de la vida que no respeta la fisonom?a cultural de los pueblos a los que se dirige.

La evangelizaci?n tiene, as?, en la inculturaci?n uno de sus mayores desaf?os. La Iglesia, a la luz del Evangelio, ha de asumir todos los valores positivos de la cultura y de las culturas,(31) y discernir aquellos elementos que obstaculizan a las personas y a los pueblos el desarrollo de sus aut?nticas potencialidades.

La situaci?n religoso-moral

22. Entre los elementos que componen el patrimonio cultural de un pueblo, el factor religioso-moral tiene para el sembrador una particular relevancia. En la cultura actual se da una persistente difusi?n de la indiferencia religiosa: ? Son muchos los que, hoy en d?a, se desentienden de esta ?ntima y vital uni?n con Dios o la niegan de forma expl?cita ?.(32)

El ate?smo, en cuanto negaci?n de Dios, ? es uno de los fen?menos m?s graves de nuestro tiempo ?.(33) Adopta formas diversas, pero especialmente hoy aparece bajo la forma del secularismo, que consiste en una visi?n aut?noma del hombre y del mundo ? que se explica por s? mismo sin que sea necesario recurrir a Dios ?.(34)

En el ?mbito espec?ficamente religioso, se dan signos de una ? vuelta a lo sagrado ?(35) y de una nueva sed de las cosas trascendentes y divinas. El mundo actual testifica, de una manera cada vez m?s amplia y viva, ? el despertar de una b?squeda religiosa ?.(36) Este fen?meno, ciertamente, no carece de ambig?edad.(37) El amplio desarrollo de las sectas y de los nuevos movimientos religiosos, y el resurgir del ? fundamentalismo ?,(38) son datos que interpelan seriamente a la Iglesia y que se deben analizar con cuidado.

23. La situaci?n moral que hoy se observa est? muy relacionada con la religiosa. En efecto, se detecta un oscurecimiento de la verdad ontol?gica de la persona humana. Y esto sucede como si el rechazo de Dios quisiera significar la ruptura interior de las aspiraciones del ser humano.(39) Se asiste as?, en muchas partes, a un ? relativismo ?tico que quita a la convivencia civil cualquier punto seguro de referencia moral ?.(40)

La evangelizaci?n encuentra en el terreno religioso-moral un campo preferente de actuaci?n. La misi?n primordial de la Iglesia, en efecto, es anunciar a Dios, ser testimonio de El ante el mundo. Se trata de dar a conocer el verdadero rostro de Dios y su designio de amor y de salvaci?n en favor de los hombres, tal como Jes?s lo revel?.

Para preparar a tales testigos es necesario que la Iglesia desarrolle una catequesis que propicie el encuentro con Dios y afiance un v?nculo permanente de comuni?n con El.

LA IGLESIA EN EL CAMPO DEL MUNDO

La fe de los cristianos

24. Los disc?pulos de Jes?s est?n inmersos en el mundo como levadura pero, al igual que en todo tiempo, no quedan inmunes de experimentar el influjo de las situaciones humanas. Por ello, es necesario plantearse la situaci?n actual de la fe de los cristianos.

La renovaci?n catequ?tica en la Iglesia, desarrollada durante los ?ltimos decenios, ha dado ya frutos muy positivos.(41) La catequesis de ni?os, de j?venes y de adultos ha dado origen a un tipo de cristiano verdaderamente consciente de su fe y coherente con ella en su vida. Ha favorecido en ellos, en efecto:

? una nueva experiencia viva de Dios, como Padre misericordioso;

? un redescubrimiento m?s hondo de Jesucristo, no s?lo en su divinidad, sino tambi?n en su verdadera humanidad;

? el sentirse, todos, corresponsables de la misi?n de la Iglesia en el mundo;

? la toma de conciencia de las exigencias sociales de la fe.

25. Sin embargo, ante el panorama religioso actual, se hace necesario que los hijos de la Iglesia verifiquen: ? ?En qu? medida est?n tambi?n ellos afectados por la atm?sfera de secularismo y relativismo ?tico? ?.(42)

Un primer grupo est? constituido por el ? gran n?mero de personas que recibieron el bautismo pero viven al margen de toda vida cristiana ?.(43) Se trata, en efecto, de una muchedumbre de cristianos ? no practicantes ?,(44) aunque en el fondo del coraz?n de muchos el sentimiento religioso no haya desaparecido del todo. Despertarles a la fe es un verdadero reto para la Iglesia.

Junto a ?stos, est?n tambi?n las ? gentes sencillas ?,(45) que se expresan a menudo con sentimientos religiosos muy sinceros y con una ? religiosidad popular ? (46) muy arraigada. Tienen una cierta fe, ? pero conocen poco los fundamentos de la misma ?.(47) Tambi?n existen numerosos cristianos, intelectualmente m?s cultivados, pero con una formaci?n religiosa recibida s?lo en la infancia, que necesitan replantear y madurar su fe bajo una luz distinta.(48)

26. No falta, tampoco, un cierto n?mero de bautizados que, lamentablemente, ocultan su identidad cristiana sea por una forma de di?logo interreligioso mal entendida, sea por una cierta reticencia a dar testimonio de su fe en Jesucristo en la sociedad contempor?nea.

Estas situaciones de la fe de los cristianos reclaman con urgencia del sembrador el desarrollo de una nueva evangelizaci?n,(49) sobre todo en aquellas Iglesias de tradici?n cristiana donde el secularismo ha hecho m?s mella. En esta nueva situaci?n, necesitada de evangelizaci?n, el anuncio misionero y la catequesis, sobre todo a j?venes y adultos, constituyen una clara prioridad.

La vida interna de la comunidad eclesial

27. Es importante considerar tambi?n la vida misma de la comunidad eclesial, su calidad interna. Una primera consideraci?n es descubrir c?mo en la Iglesia se ha acogido y han ido madurando los frutos del Concilio Vaticano II. Los grandes documentos conciliares no han sido letra muerta: se constatan sus efectos. Las cuatro constituciones ?Sacrosanctum Concilium, Lumen Gentium, Dei Verbum y Gaudium et Spes? han fecundado a la Iglesia. En efecto:

? La vida lit?rgica es comprendida m?s profundamente como fuente y culmen de la vida eclesial.

? El Pueblo de Dios ha adquirido una conciencia m?s viva del ? sacerdocio com?n ?,(50) originado en el Bautismo. As? mismo, se descubre m?s y m?s la vocaci?n universal a la santidad y un sentido m?s vivo del servicio a la caridad.

? La comunidad eclesial ha adquirido un sentido m?s vivo de la Palabra de Dios. La Sagrada Escritura, por ejemplo, es le?da, gustada y meditada de una manera m?s intensa.

? La misi?n de la Iglesia en el mundo se percibe de una manera nueva. Sobre la base de una renovaci?n interior, el Concilio ha abierto a los cat?licos a la exigencia de una evangelizaci?n vinculada necesariamente con la promoci?n humana, a la necesidad de di?logo con el mundo, con las culturas y religiones, y a la urgente b?squeda de la unidad entre los cristianos.

28. En medio de esta fecundidad se deben reconocer tambi?n ? defectos y dificultades en la recepci?n del Concilio ?.(51) A pesar de una doctrina eclesiol?gica tan amplia y profunda, se ha debilitado el sentido de pertenencia eclesial; se constata, con frecuencia, una ? desafecci?n hacia la Iglesia ?;(52) se la contempla, muchas veces, de forma unilateral, como mera instituci?n, privada de su misterio.

En algunas ocasiones, se han dado posiciones parciales y contrapuestas en la interpretaci?n y aplicaci?n de la renovaci?n pedida a la Iglesia por el Concilio Vaticano II. Tales ideolog?as y comportamientos han conducido a fragmentaciones y a da?ar el testimonio de comuni?n, indispensable para la evangelizaci?n.

La acci?n evangelizadora de la Iglesia, y en ella la catequesis, debe buscar m?s decididamente una s?lida cohesi?n eclesial. Para ello es urgente promover y ahondar una aut?ntica eclesiolog?a de comuni?n,(53) a fin de generar en los cristianos una s?lida espiritualidad eclesial.

Situaci?n de la catequesis: vitalidad y problemas

29. Muchos son los aspectos positivos de la catequesis en estos ?ltimos a?os, que muestran su vitalidad. Entre ellos cabe destacar:

? El gran n?mero de sacerdotes, religiosos y laicos que se consagran con entusiasmo y constancia a la catequesis. Es una de las acciones eclesiales m?s relevantes.

? Tambi?n hay que destacar el car?cter misionero de la catequesis actual y su tendencia a asegurar la adhesi?n a la fe por parte de los catec?menos y de los catequizandos, en medio de un mundo donde el sentido religioso se oscurece. En esta din?mica se toma clara conciencia de que la catequesis debe adquirir el car?cter de la formaci?n integral, y no reducirse a una mera ense?anza: deber? empe?arse, en efecto, en suscitar una verdadera conversi?n.(54)

? En sinton?a con lo anterior, tiene extraordinaria importancia el incremento que va adquiriendo la catequesis de adultos (55) en el proyecto de catequesis de numerosas Iglesias particulares. Esta opci?n aparece como prioritaria en los planes pastorales de muchas di?cesis. Igualmente, en algunos movimientos y grupos eclesiales ocupa un lugar central.

? Favorecido sin duda por las orientaciones recientes del Magisterio, el pensamiento catequ?tico ha ganado, en nuestro tiempo, en densidad y profundidad. En este sentido, muchas Iglesias particulares cuentan ya con adecuadas y oportunas orientaciones pastorales.

30. Algunos problemas, sin embargo, deben hoy ser examinados con particular cuidado, tratando de encontrar soluci?n a los mismos:

? El primero se refiere a la concepci?n de la catequesis como escuela de fe, como aprendizaje y entrenamiento de toda la vida cristiana, concepci?n que no ha penetrado plenamente en la conciencia de los catequistas.

En lo que concierne a la orientaci?n de fondo, el concepto de ? Revelaci?n ? impregna ordinariamente la actividad catequ?tica; sin embargo, el concepto conciliar de ? Tradici?n ? tiene un menor influjo en cuanto elemento realmente inspirador. De hecho, en muchas catequesis, la referencia a la Sagrada Escritura es casi exclusiva, sin que la reflexi?n y la vida dos veces milenaria de la Iglesia(56) la acompa?e de modo suficiente. La naturaleza eclesial de la catequesis aparece, en este caso, menos clara. La interrelaci?n entre la Sagrada Escritura, la Sagrada Tradici?n y el Magisterio, ?cada uno a su modo?,(57) no fecunda a?n de modo armonioso la transmisi?n catequ?tica de la fe.

? Respecto a la finalidad de la catequesis, que trata de propiciar la comuni?n con Jesucristo, es necesaria una presentaci?n m?s equilibrada de toda la verdad del misterio de Cristo. A veces se insiste s?lo en su humanidad, sin hacer expl?cita referencia a su divinidad; en otras ocasiones, menos frecuentes en nuestro tiempo, se acent?a tan exclusivamente su divinidad que no se pone de relieve la realidad del misterio de la Encarnaci?n del Verbo.(58)

? Acerca del contenido de la catequesis, subsisten varios problemas. Existen ciertas lagunas doctrinales sobre la verdad de Dios y del hombre, sobre el pecado y la gracia, y sobre los nov?simos. Existe la necesidad de una m?s s?lida formaci?n moral; se advierte una inadecuada presentaci?n de la historia de la Iglesia y una escasa relevancia de su doctrina social. En algunas regiones proliferan catecismos y textos de iniciativa particular, con tendencias selectivas y acentuaciones tan diversas que llegan a da?ar la necesaria convergencia en la unidad de la fe.(59)

? ? La catequesis est? intr?nsecamente unida a toda la acci?n lit?rgica y sacramental ?.(60) A menudo, sin embargo, la pr?ctica catequ?tica muestra una vinculaci?n d?bil y fragmentaria con la liturgia: una limitada atenci?n a los signos y ritos lit?rgicos, una escasa valoraci?n de las fuentes lit?rgicas, itinerarios catequ?ticos poco o nada conectados con el a?o lit?rgico y una presencia marginal de celebraciones en los itinerarios de la catequesis.

? En lo que concierne a la pedagog?a, despu?s de una acentuaci?n excesiva del valor del m?todo y de las t?cnicas por parte de algunos, no se atiende a?n debidamente a las exigencias y originalidad de la pedagog?a propia de la fe.(61) Se cae con facilidad en el dualismo ? contenido-m?todo ?, con reduccionismos en uno u otro sentido. Respecto a la dimensi?n pedag?gica, no se ha ejercido siempre el necesario discernimiento teol?gico.

? Por lo que concierne a la diversidad de culturas en relaci?n al servicio de la fe, est? el problema de saber transmitir el Evangelio en el horizonte cultural de los pueblos a los que se dirige, de modo que pueda ser percibido realmente como una gran noticia para la vida de las personas y de la sociedad.(62)

? La formaci?n al apostolado y a la misi?n es una de las tareas fundamentales de la catequesis. Sin embargo, mientras crece en la actividad catequ?tica una nueva sensibilidad para formar a los fieles laicos para el testimonio cristiano, el di?logo interreligioso y el compromiso en el mundo, la educaci?n en el sentido de la ? misi?n ad gentes ? es a?n d?bil e inadecuada. A menudo, la catequesis ordinaria concede a las misiones una atenci?n marginal y de car?cter ocasional.

LA SIEMBRA DEL EVANGELIO

31. Analizado el terreno, el sembrador env?a a sus operarios a anunciar el Evangelio por todo el mundo, comunic?ndoles la fuerza de su Esp?ritu. Al mismo tiempo les muestra c?mo leer los signos de los tiempos y les pide una preparaci?n muy cuidada para realizar la siembra.

C?mo leer los signos de los tiempos

32. La voz del Esp?ritu que Jes?s, de parte del Padre, ha enviado a sus disc?pulos resuena tambi?n en los acontecimientos mismos de la historia.(63) Tras los datos cambiantes de la situaci?n actual, y en las motivaciones profundas de los desaf?os que se le presentan a la evangelizaci?n, es necesario descubrir ? los signos de la presencia y del designio de Dios ?.(64) Se trata de un an?lisis que debe hacerse a la luz de la fe, con actitud de comprensi?n. Vali?ndose de las ciencias humanas,(65) siempre necesarias, la Iglesia trata de descubrir el sentido de la situaci?n actual dentro de la historia de la salvaci?n. Sus juicios sobre la realidad son siempre diagn?sticos para la misi?n.

Algunos retos para la catequesis

33. Para poder expresar su vitalidad y eficacia, la catequesis debe asumir, hoy, los siguientes desaf?os y opciones:

? ante todo debe ser propuesta como un servicio fundamental, interior a la evangelizaci?n de la Iglesia, y con un acentuado car?cter misionero;

? debe dirigirse a sus destinatarios de siempre, que han sido y siguen siendo los ni?os, los adolescentes, los j?venes y los adultos, y debe hacerlo a partir, sobre todo, de estos ?ltimos;

? a ejemplo de la catequesis patr?stica, debe moldear la personalidad creyente y, en consecuencia, ser una verdadera y propia escuela de pedagog?a cristiana;

? debe anunciar los misterios esenciales del cristianismo, promoviendo la experiencia trinitaria de la vida en Cristo como centro de la vida de fe;

? debe considerar, como tarea prioritaria, la preparaci?n y formaci?n de catequistas dotados de una profunda fe.


PRIMERA PARTE

LA CATEQUESIS EN LA MISION EVANGELIZADORA DE LA IGLESIA

? Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio a toda la creaci?n ? (Mc 16,15).

? Id y haced disc?pulos a todas las gentes, bautiz?ndolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Esp?ritu Santo, y ense??ndoles a guardar todo lo que yo os he mandado ? (Mt 28, 19-20).

? Recibir?is la fuerza del Esp?ritu Santo, que vendr? sobre vosotros, y ser?is mis testigos... hasta los confines de la tierra ? (Hch 1,8).

El mandato misionero de Jes?s

34. Jes?s, despu?s de su resurrecci?n, envi? de parte del Padre al Esp?ritu Santo para que llevase a cabo desde dentro la obra de la salvaci?n y animase a los disc?pulos a continuar su propia misi?n en el mundo entero, como ?l a su vez hab?a sido enviado por el Padre. ?l fue el primero y m?s grande evangelizador. Anunci? el Reino de Dios,(66) como nueva y definitiva intervenci?n divina en la historia, y defini? este anuncio como ? el Evangelio ?, es decir, la buena noticia. A ?l dedic? toda su existencia terrena: dio a conocer el gozo de pertenecer al Reino,(67) sus exigencias y su ? carta magna ?,(68) los misterios que encierra,(69) la vida fraterna de los que entran en ?l,(70) y su plenitud futura.(71)

Significado y finalidad de esta parte

35. Esta primera parte trata de definir el car?cter propio de la catequesis.

El cap?tulo primero, de fundamentaci?n teol?gica, recuerda brevemente el concepto de Revelaci?n expuesto en la Constituci?n conciliar Dei Verbum. Dicha concepci?n determina, de manera espec?fica, el modo de concebir el ministerio de la Palabra. Los conceptos de Palabra de Dios, Evangelio, Reino de Dios y Tradici?n, presentes en esta Constituci?n dogm?tica, fundamentan el significado de catequesis. Junto a ellos, el concepto de evangelizaci?n es referente obligado para la catequesis. Su din?mica y sus elementos, son expuestos, con una nueva y profunda precisi?n, en la Exhortaci?n apost?lica Evangelii Nuntiandi.

El cap?tulo segundo sit?a a la catequesis en el marco de la evangelizaci?n y la pone en relaci?n con las otras formas del ministerio de la Palabra de Dios. Gracias a esta relaci?n se descubre m?s f?cilmente el car?cter propio de la catequesis.

El cap?tulo tercero analiza m?s directamente la catequesis en s? misma: su naturaleza eclesial, su finalidad vinculativa de comuni?n con Jesucristo, sus tareas, y la inspiraci?n catecumenal que la anima.

La concepci?n que se tenga de la catequesis condiciona profundamente la selecci?n y organizaci?n de sus contenidos (cognoscitivos, experienciales, comportamentales), precisa sus destinatarios y define la pedagog?a que se requiere para la consecuci?n de sus objetivos.

El t?rmino ? catequesis ? ha experimentado una evoluci?n sem?ntica durante los veinte siglos de la historia de la Iglesia. En este Directorio la concepci?n de catequesis se inspira en los Documentos del Magisterio Pontificio post-conciliar y, sobre todo, en Evangelii Nuntiandi, Catechesi Tradendae y Redemptoris Missio.

CAPITULO I

LA REVELACI?N Y SU TRANSMISI?N
MEDIANTE LA EVANGELIZACI?N

? Bendito sea Dios, Padre de nuestro Se?or Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en Cristo,... d?ndonos a conocer el misterio de su voluntad, seg?n su designio benevolente, que en El se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza ? (Ef 1,3-10).

La Revelaci?n del designio benevolente de Dios

36. ? Dios, creando y conservando el universo por su Palabra, ofrece a los hombres en la creaci?n un testimonio perenne de s? mismo ?.(72) El hombre, que por su naturaleza y vocaci?n es ? capaz de Dios ?, cuando escucha el mensaje de las criaturas puede alcanzar la certeza de la existencia de Dios como causa y fin de todo y que El puede revelarse al hombre.

La Constituci?n Dei Verbum del Concilio Vaticano II ha descrito la Revelaci?n como el acto por el cual Dios se manifiesta personalmente a los hombres. Dios se muestra, en efecto, como quien quiere comunicarse a S? mismo, haciendo a la persona humana part?cipe de su naturaleza divina.(73) Es as? como realiza su designio de amor.

? Quiso Dios, en su bondad y sabidur?a, revelarse a S? mismo y manifestar el misterio de su voluntad... para invitar a los hombres a la comunicaci?n consigo y recibirlos en su compa??a ?.(74)

37. Este designio benevolente(75) del Padre, revelado plenamente en Jesucristo, se realiza con la fuerza del Esp?ritu Santo.

Lleva consigo:

? la revelaci?n de Dios, de su ? verdad ?ntima ?,(76) de su ? secreto ?,(77) as? como de la verdadera vocaci?n y dignidad de la persona humana;(78)

? el ofrecimiento de la salvaci?n a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios,(79) que implica la liberaci?n del mal, del pecado y de la muerte;(80)

? la definitiva llamada para reunir a todos los hijos dispersos en la familia de Dios, realizando as? entre los hombres la uni?n fraterna.(81)

La Revelaci?n: hechos y palabras

38. Dios, en su inmensidad, para revelarse a la persona humana, utiliza una pedagog?a:(82) se sirve de acontecimientos y palabras humanas para comunicar su designio; y lo hace progresivamente, por etapas,(83) para mejor acercarse a los hombres. Dios, en efecto, obra de tal manera que los hombres llegan al conocimiento de su plan salvador mediante los acontecimientos de la historia de la salvaci?n y las palabras divinamente inspiradas que los acompa?an y explican.

? Este plan de la Revelaci?n se realiza por obras y palabras intr?nsecamente ligadas, de forma que

? las obras realizadas por Dios en la historia de la salvaci?n manifiestan y confirman la doctrina y las realidades que las palabras significan;

? a su vez, las palabras proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas ?.(84)

39. Tambi?n la evangelizaci?n, que transmite al mundo la Revelaci?n, se realiza con obras y palabras. Es, a un tiempo, testimonio y anuncio, palabra y sacramento, ense?anza y compromiso.

La catequesis, por su parte, transmite los hechos y las palabras de la Revelaci?n: debe proclamarlos y narrarlos y, al mismo tiempo, esclarecer los profundos misterios que contienen. A?n m?s, por ser la Revelaci?n fuente de luz para la persona humana, la catequesis no s?lo recuerda las maravillas de Dios hechas en el pasado sino que, a la luz de la misma Revelaci?n, interpreta los signos de los tiempos y la vida de los hombres y mujeres, ya que en ellos se realiza el designio de Dios para la salvaci?n del mundo.(85)

Jesucristo, mediador y plenitud de la Revelaci?n

40. Dios se revel? progresivamente a los hombres, por medio de los profetas y de los acontecimientos salv?ficos, hasta que culmin? su revelaci?n enviando a su propio Hijo:(86)

? Jesucristo, con su presencia y manifestaci?n, con sus palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte y gloriosa resurrecci?n, y con el env?o del Esp?ritu de la verdad, lleva a plenitud toda la revelaci?n ?.(87)

Jesucristo no s?lo es el mayor de los profetas sino que es el Hijo eterno de Dios hecho hombre. El es, por tanto, el acontecimiento ?ltimo hacia el que convergen todos los acontecimientos de la historia de la salvaci?n.(88) El es, en efecto, ? la Palabra ?nica, perfecta y definitiva del Padre ?.(89)

41. El ministerio de la Palabra debe destacar esta admirable caracter?stica, propia de la econom?a de la Revelaci?n: el Hijo de Dios entra en la historia de los hombres, asume la vida y la muerte humanas y realiza la alianza nueva y definitiva entre Dios y los hombres. Es tarea propia de la catequesis mostrar qui?n es Jesucristo: su vida y su misterio, y presentar la fe cristiana como seguimiento de su persona.(90) Para ello, ha de apoyarse continuamente en los evangelios, que ? son el coraz?n de toda la Escritura, por ser el testimonio principal de la vida y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador ?.(91)

El hecho de que Jesucristo sea la plenitud de la Revelaci?n es el fundamento del ? cristocentrismo ?(92) de la catequesis: el misterio de Cristo, en el mensaje revelado, no es un elemento m?s junto a otros, sino el centro a partir del cual los restantes elementos se jerarquizan y se iluminan.

La transmisi?n de la Revelaci?n por medio de la Iglesia, obra del Esp?ritu Santo

42. La Revelaci?n de Dios, culminada en Jesucristo, est? destinada a toda la humanidad: ? Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad ? (1 Tm 2,4). En virtud de esta voluntad salv?fica universal, Dios ha dispuesto que la Revelaci?n se transmitiera a todos los pueblos, a todas las generaciones, y permaneciese ?ntegra para siempre.(93)

43. Para cumplir este designio divino, Jesucristo instituy? la Iglesia sobre el fundamento de los Ap?stoles y, envi?ndoles de parte del Padre el Esp?ritu Santo, les mand? predicar el Evangelio por todo el mundo. Los Ap?stoles, con palabras, obras y escritos, cumplieron fielmente este mandato.(94)

Esta Tradici?n apost?lica se perpet?a en la Iglesia y por la Iglesia. Toda ella, pastores y fieles, vela por su conservaci?n y transmisi?n. El Evangelio, en efecto, se conserva ?ntegro y vivo en la Iglesia: los disc?pulos de Jesucristo lo contemplan y meditan sin cesar, lo viven en su existencia diaria y lo anuncian en la misi?n. El Esp?ritu Santo fecunda constantemente la Iglesia en esta vivencia del Evangelio, la hace crecer continuamente en la inteligencia del mismo, y la impulsa y sostiene en la tarea de anunciarlo por todos los confines del mundo.(95)

44. La conservaci?n ?ntegra de la Revelaci?n, Palabra de Dios contenida en la Tradici?n y en la Escritura, as? como su continua transmisi?n, est?n garantizadas en su autenticidad. El Magisterio de la Iglesia, sostenido por el Esp?ritu Santo y dotado del ? carisma de la verdad ?, ejerce la funci?n de ? interpretar aut?nticamente la Palabra de Dios ?.(96)

45. La Iglesia, ? sacramento universal de salvaci?n ?,(97) movida por el Esp?ritu Santo, transmite la Revelaci?n mediante la evangelizaci?n: anuncia la buena nueva del designio salv?fico del Padre y, en los sacramentos, comunica los dones divinos.

A Dios que se revela se le debe la obediencia de la fe, por la cual el hombre se adhiere libremente al ? Evangelio de la gracia de Dios ? (Hch 20,24), con asentimiento pleno de la inteligencia y de la voluntad. Guiado por la fe, don del Esp?ritu, el hombre llega a contemplar y gustar al Dios del amor, que en Cristo ha revelado las riquezas de su gloria.(98)

La evangelizaci?n(99)

46. La Iglesia ? existe para evangelizar ?, (100) esto es, para ? llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad ?. (101)

El mandato misionero de Jes?s comporta varios aspectos, ?ntimamente unidos entre s?: ? anunciad ? (Mc 16,15), ? haced disc?pulos y ense?ad ?, (102) ? sed mis testigos ?, (103) ? bautizad ?, (104) ? haced esto en memoria m?a ? (Lc 22,19), ? amaos unos a otros ? (Jn 15,12). Anuncio, testimonio, ense?anza, sacramentos, amor al pr?jimo, hacer disc?pulos: todos estos aspectos son v?as y medios para la transmisi?n del ?nico Evangelio y constituyen los elementos de la evangelizaci?n.

Algunos de estos elementos revisten una importancia tan grande que, a veces, se tiende a identificarlos con la acci?n evangelizadora. Sin embargo, ? ninguna definici?n parcial y fragmentaria refleja la realidad rica, compleja y din?mica que comporta la evangelizaci?n ?.(105) Se corre el riesgo de empobrecerla e, incluso, de mutilarla. Al contrario, ella debe desplegar ? toda su integridad ?(106) e incorporar sus intr?nsecas bipolaridades: testimonio y anuncio,(107) palabra y sacramento,(108) cambio interior y transformaci?n social.(109) Los agentes de la evangelizaci?n han de saber operar con una ? visi?n global ?(110) de la misma e identificarla con el conjunto de la misi?n de la Iglesia.(111)

El proceso de la evangelizaci?n

47. La Iglesia, aun conteniendo en s? permanentemente la plenitud de los medios de salvaci?n, obra de modo gradual.(112) El decreto conciliar Ad Gentes ha clarificado bien la din?mica del proceso evangelizador: testimonio cristiano, di?logo y presencia de la caridad (nn. 11-12), anuncio del Evangelio y llamada a la conversi?n (n. 13), catecumenado e iniciaci?n cristiana (n. 14), formaci?n de la comunidad cristiana, por medio de los sacramentos, con sus ministerios (nn. 15-18). 113 Este es el dinamismo de la implantaci?n y edificaci?n de la Iglesia.

48. Seg?n esto, hemos de concebir la evangelizaci?n como el proceso, por el que la Iglesia, movida por el Esp?ritu, anuncia y difunde el Evangelio en todo el mundo, de tal modo que ella:

? Impulsada por la caridad, impregna y transforma todo el orden temporal, asumiendo y renovando las culturas; (114)

? da testimonio (115) entre los pueblos de la nueva manera de ser y de vivir que caracteriza a los cristianos;

? y proclama expl?citamente el Evangelio, mediante el ?primer anuncio ?, (116) llamando a la conversi?n.(117)

? Inicia en la fe y vida cristiana, mediante la ? catequesis ? (118) y los ? sacramentos de iniciaci?n ?, (119) a los que se convierten a Jesucristo, o a los que reemprenden el camino de su seguimiento, incorporando a unos y reconduciendo a otros a la comunidad cristiana.(120)

? Alimenta constantemente el don de la comuni?n (121) en los fieles mediante la educaci?n permanente de la fe (homil?a, otras formas del ministerio de la Palabra), los sacramentos y el ejercicio de la caridad;

? y suscita continuamente la misi?n, (122) al enviar a todos los disc?pulos de Cristo a anunciar el Evangelio, con palabras y obras, por todo el mundo.

49. El proceso evangelizador, (123) por consiguiente, est? estructurado en etapas o ? momentos esenciales ?: (124) la acci?n misionera para los no creyentes y para los que viven en la indiferencia religiosa; la acci?n catequ?tico-iniciatoria para los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o reestructurar su iniciaci?n; y la acci?n pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de la comunidad cristiana. (125) Estos momentos, sin embargo, no son etapas cerradas: se reiteran siempre que sea necesario, ya que tratan de dar el alimento evang?lico m?s adecuado al crecimiento espiritual de cada persona o de la misma comunidad.

El ministerio de la Palabra de Dios en la evangelizaci?n

50. El ministerio de la Palabra (126) es elemento fundamental de la evangelizaci?n. La presencia cristiana en medio de los diferentes grupos humanos y el testimonio de vida necesitan ser esclarecidos y justificados por el anuncio expl?cito de Jesucristo, el Se?or. ? No hay evangelizaci?n verdadera mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jes?s de Nazaret, Hijo de Dios ?. (127) Tambi?n quienes son ya disc?pulos de Cristo necesitan ser alimentados constantemente con la Palabra de Dios para crecer en su vida cristiana. (128)

El ministerio de la Palabra, al interior de la evangelizaci?n, transmite la Revelaci?n por medio de la Iglesia, vali?ndose de ? palabras ? humanas. Pero ?stas siempre est?n referidas a las ? obras ?: a las que Dios realiz? y sigue realizando, especialmente en la liturgia; al testimonio de vida de los cristianos; a la acci?n transformadora que ?stos, unidos a tantos hombres de buena voluntad, realizan en el mundo. Esta palabra humana de la Iglesia es el medio de que se sirve el Esp?ritu Santo para continuar el di?logo con la humanidad. El es, efectivamente, el agente principal del ministerio de la Palabra y por quien ? la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo ?.(129)

El ministerio de la Palabra se ejerce ? de forma m?ltiple ?.(130) La Iglesia, desde la ?poca apost?lica, (131) en su deseo de ofrecer la Palabra de Dios de la manera m?s conveniente, ha realizado este ministerio a trav?s de formas muy variadas. (132) Todas ellas sirven para canalizar aquellas funciones b?sicas que el ministerio de la Palabra est? llamado a desplegar.

Funciones y formas del ministerio de la Palabra de Dios

51. Las principales funciones del ministerio de la Palabra son las siguientes:

? Convocatoria y llamada a la fe

Es la funci?n que m?s inmediatamente se desprende del mandato misionero de Jes?s. Se realiza mediante el ?primer anuncio?, dirigido a los no creyentes: aquellos que han hecho una opci?n de increencia, los bautizados que viven al margen de la vida cristiana, los que pertenecen a otras religiones...(133) El despertar religioso de los ni?os, en las familias cristianas, es tambi?n una forma eminente de esta funci?n.

? La funci?n de iniciaci?n

Aquel que, movido por la gracia, decide seguir a Jesucristo es ? introducido en la vida de la fe, de la liturgia y de la caridad del Pueblo de Dios ?.(134) La Iglesia realiza esta funci?n, fundamentalmente, por medio de la catequesis, en ?ntima relaci?n con los sacramentos de la iniciaci?n, tanto si van a ser recibidos como si ya se han recibido. Formas importantes son: la catequesis de adultos no bautizados, en el catecumenado; la catequesis de adultos bautizados que desean volver a la fe, o de los que necesitan completar su iniciaci?n; la catequesis de ni?os y j?venes, que tiene de por s? un car?cter iniciatorio. Tambi?n la educaci?n cristiana familiar y la ense?anza religiosa escolar ejercen una funci?n de iniciaci?n.

? La educaci?n permanente de la fe

En diversas regiones es llamada tambi?n ? catequesis permanente ?.(135) Se dirige a los cristianos iniciados en los elementos b?sicos, que necesitan alimentar y madurar constantemente su fe a lo largo de toda la vida. Es una funci?n que se realiza a trav?s de formas muy variadas: ? sistem?ticas y ocasionales, individuales y comunitarias, organizadas y espont?neas, etc. ?.(136)

? La funci?n lit?rgica

El ministerio de la Palabra t
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