Comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., a las lecturas del domingo
?Pentecost?s o Babel?Hechos 2, 1-11; 1 Corintios 12, 3b-7.12-13; Juan 20, 19-23
El sentido de Pentecost?s se contiene en la frase de los Hechos de los Ap?stoles: ?Quedaron todos llenos del Esp?ritu Santo?. ?Qu? quiere decir que ?quedaron llenos del Esp?ritu Santo? y qu? experimentaron en aquel momento los ap?stoles? Tuvieron una experiencia arrolladora del amor de Dios, se sintieron inundados de amor, como por un oc?ano. Lo asegura San Pablo cuando dice que ?el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Esp?ritu Santo que nos ha sido dado? (Rm 5, 5). Todos los que han tenido una experiencia fuerte del Esp?ritu Santo est?n de acuerdo en confirmar esto. El primer efecto que el Esp?ritu Santo produce cuando llega a una persona es hacer que se sienta amada por Dios por un amor tiern?simo, infinito.
El fen?meno de las lenguas es la se?al de que algo nuevo ha ocurrido en el mundo. Lo sorprendente es que este hablar en ?lenguas nuevas y diversas?, en vez de generar confusi?n, crea al contrario un admirable entendimiento y unidad. Con ello la Escritura ha querido mostrar el contraste entre Babel y Pentecost?s. En Babel todos hablan la misma lengua y en cierto momento nadie entiende ya al otro, nace la confusi?n de las lenguas; en Pentecost?s cada uno habla una lengua distinta y todos se entienden.
?C?mo es esto? Para descubrirlo basta con observar de qu? hablan los constructores de Babel y de qu? hablan los ap?stoles en Pentecost?s. Los primeros se dicen entre s?: ?Vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la c?spide en el cielo, y hag?monos famosos, para no desperdigarnos por toda la faz de la tierra? (Gn 11, 4). Estos hombres est?n animados por una voluntad de poder, quieren ?hacerse famosos?, buscan su gloria. En Pentecost?s los ap?stoles proclaman en cambio ?las grandes obras de Dios?. No piensan en hacerse un nombre, sino en hac?rselo a Dios; no buscan su afirmaci?n personal, sino la de Dios. Por ello todos les comprenden. Dios ha vuelto a estar en el centro; la voluntad de poder se ha sustituido con la voluntad de servicio, la ley del ego?smo con la del amor.
En ello se contiene un mensaje de vital importancia para el mundo de hoy. Vivimos en la era de las comunicaciones de masa. Los llamados ?medios de comunicaci?n? son los grandes protagonistas del momento. Todo esto marca un progreso grandioso, pero implica tambi?n un riesgo. ?De qu? comunicaci?n se trata de hecho? Una comunicaci?n exclusivamente horizontal, superficial, frecuentemente manipulada y venal, o sea, usada para hacer dinero. Lo opuesto, en resumen, a una informaci?n creativa, de manantial, que introduce en el ciclo contenidos cualitativamente nuevos y ayuda a cavar en profundidad en nosotros mismos y en los acontecimientos. La comunicaci?n se convierte en un intercambio de pobreza, de ansias, de inseguridades y de gritos de ayuda desatendidos. Es hablar entre sordos. Cuanto m?s crece la comunicaci?n, m?s se experimenta la incomunicaci?n.
Redescubrir el sentido del Pentecost?s cristiano es lo ?nico que puede salvar nuestra sociedad moderna de precipitarse cada vez m?s en un Babel de lenguas. En efecto, el Esp?ritu Santo introduce en la comunicaci?n humana la forma y la ley de la comunicaci?n divina, que es la piedad y el amor. ?Por qu? Dios se comunica con los hombres, se entretiene y habla con ellos, a lo largo de toda la historia de la salvaci?n? S?lo por amor, porque el bien es por su naturaleza ?comunicativo?. En la medida en que es acogido, el Esp?ritu Santo sana las aguas contaminadas de la comunicaci?n humana, hace de ella un instrumento de enriquecimiento, de posibilidad de compartir y de solidaridad.
Cada iniciativa nuestra civil o religiosa, privada o p?blica, se encuentra ante una elecci?n: puede ser Babel o Pentecost?s: es Babel si est? dictada por ego?smo y voluntad de atropello; es Pentecost?s si est? dictada por amor y respeto de la libertad de los dem?s.