Lunes, 05 de junio de 2006
Domingo, 4 junio 2006 ZENIT publica la homil?a que pronunci? Benedicto XVI en la misa de Pentecost?s que celebr? este domingo por la ma?ana en la Plaza de San Pedro del Vaticano.



?Queridos hermanos y hermanas!
En el d?a de Pentecost?s, el Esp?ritu Santo descendi? con potencia sobre los ap?stoles; de este modo comenz? la misi?n de la Iglesia en el mundo. Jes?s mismo hab?a preparado a los once para esta misi?n al aparec?rseles en varias ocasiones despu?s de la resurrecci?n (Cf. Hechos 1, 3). Antes de la ascensi?n al Cielo, ?les mand? que no se ausentasen de Jerusal?n, sino que aguardasen la Promesa del Padre? (Cf. Hechos 1, 4-5); es decir, les pidi? que se quedaran juntos para prepararse a recibir el don del Esp?ritu Santo. Y ellos se reunieron en oraci?n con Mar?a en el Cen?culo, en espera de este acontecimiento prometido (Cf. Hechos 1, 14).

Permanecer juntos fue la condici?n que puso Jes?s para acoger el don del Esp?ritu Santo; el presupuesto de su concordia fue la oraci?n prolongada. De este modo se nos ofrece una formidable lecci?n para cada comunidad cristiana. A veces se piensa que la eficacia misionera depende principalmente de una programaci?n atenta y de su sucesiva aplicaci?n inteligente a trav?s de un compromiso concreto. Ciertamente el Se?or pide nuestra colaboraci?n, pero antes de cualquier otra repuesta se necesita su iniciativa: su Esp?ritu es el verdadero protagonista de la Iglesia. Las ra?ces de nuestro ser y de nuestro actuar est?n en el silencio sabio y providente de Dios.

Las im?genes que utiliza san Lucas para indicar la irrupci?n del Esp?ritu Santo --el viento y el fuego-- recuerdan al Sina?, donde Dios se hab?a revelado al pueblo de Israel y hab?a concedido su alianza (Cf. ?xodo 19,3 y siguientes). La fiesta del Sina?, que Israel celebraba cincuenta d?as despu?s de la Pascua, era la fiesta del Pacto. Al hablar las lenguas de fuego (Cf. Hechos 2, 3), san Lucas quiere representar Pentecost?s como un nuevo Sina?, como la fiesta del nuevo Pacto, en el que la Alianza con Israel se extiende a todos los pueblos de la Tierra. La Iglesia es cat?lica y misionera desde su nacimiento. La universalidad de la salvaci?n se manifiesta con la lista de las numerosas etnias a las que pertenecen quienes escuchan el primer anuncio de los ap?stoles (Cf. Hechos 2, 9-11).

El Pueblo de Dios, que hab?a encontrado en el Sina? su primera configuraci?n, se amplia hoy hasta superar toda frontera de raza, cultura, espacio y tiempo. A diferencia de lo que sucedi? con la torre de Babel, cuando los hombres que quer?an construir con sus manos un camino hacia el cielo hab?an acabado destruyendo su misma capacidad de comprenderse rec?procamente, en el Pentecost?s del Esp?ritu, con el don de las lenguas, muestra que su presencia une y transforma la confusi?n en comuni?n. El orgullo y el ego?smo del hombre siempre crean divisiones, levantan muros de indiferencia, de odio y de violencia. El Esp?ritu Santo, por el contrario, hace que los corazones sean capaces de comprender las lenguas de todos, pues restablece el puente de la aut?ntica comunicaci?n entre la Tierra y el Cielo. El Esp?ritu Santo es el Amor.

Pero, ?c?mo es posible entrar en el misterio del Esp?ritu Santo? ?C?mo se puede comprender el secreto del Amor? El pasaje evang?lico nos lleva hoy al Cen?culo, donde, terminada la ?ltima Cena, una experiencia de desconcierto entristece a los ap?stoles. El motivo es que las palabras de Jes?s suscitan interrogantes inquietantes: habla del odio del mundo hacia ?l y hacia los suyos, habla de una misteriosa partida suya y queda todav?a mucho por decir, pero por el momento los ap?stoles no son capaces de cargar con el peso (Cf. Juan 16, 12). Para consolarles les explica el significado de su partida: se ir?, pero volver?, mientras tanto no les abandonar?, no les dejar? hu?rfanos. Enviar? el Consolador, el Esp?ritu del Padre, y ser? el Esp?ritu quien les permita conocer que la obra de Cristo es obra de amor: amor de ?l que se ha entregado, amor del Padre que le ha dado.

Este es el misterio de Pentecost?s: el Esp?ritu Santo ilumina el esp?ritu humano y, al revelar a Cristo crucificado y resucitado, indica el camino para hacerse m?s semejantes a ?l, es decir, ser ?expresi?n e instrumento del amor que proviene de ?l? (?Deus caritas est?, 33). Reunida junto a Mar?a, como en su nacimiento, la Iglesia hoy implora: ?Veni Sancte Spiritus!? - ??Ven, Esp?ritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos fel fuego de tu amor!?. Am?n.
Publicado por verdenaranja @ 0:49  | Habla el Papa
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