Domingo, 4 junio 2006 ZENIT publica las palabras de agradecimiento a Benedicto XVI que pronunci? en nombre de los movimientos Luis Fernando Figari, fundador del Movimiento de Vida Cristiana, al final del encuentro de nuevas comunidades con el Papa, celebrado en la tarde de este s?bado en la plaza de San Pedro Beat?simo Padre:
En esta fiesta de fe quiero compartir la intensa experiencia que me produce meditar sobre aquel bello pasaje de la Escritura que dice: ?Estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre, entrar? en su casa y cenar? con ?l y ?l conmigo?. El Se?or Jes?s se presenta como quien pide ser recibido. Toca respetuosamente la puerta del coraz?n y pide ser admitido, para ingresar al ?mbito personal. ?Qu? humildad la del Se?or! ?Su amor misericordioso no conoce l?mite! Llama insistente a la intimidad de cada uno, y pide ser escuchado. ?Qu? fiel perseverancia! Se descubre una finalidad escatol?gica, pero su din?mica empieza aqu? en esta tierra con el llamado de Jes?s. O?r y abrir al Se?or es encontrarse con ?l, es guardar su Palabra, es hacerse part?cipe de su amor transformante. Quien responde seg?n lo que dice la Virgen Mar?a en Can?, ?Haced lo que ?l os diga?, escucha y obedece a Cristo, y se abre tambi?n al Padre, quien pone su morada en ?l. La cena nos habla de la comuni?n a la que estamos invitados, pero tambi?n del camino en comuni?n y amistad con Jes?s. Pienso que es una de aquellas magn?ficas s?ntesis que nos ofrece la Escritura para alentarnos a recorrer la senda hacia el encuentro plenificador.
El Verbo Eterno hecho hombre en la Inmaculada Virgen Mar?a para redimir a los seres humanos, viene al encuentro de cada uno para introducirnos en el maravilloso regalo de la reconciliaci?n, con Dios, con uno mismo, con el pr?jimo, con la creaci?n toda. ?l nos llama con amorosa insistencia a vivir la vida cristiana en cada momento, nos ense?a desde su luminosa presencia entre nosotros a ser personas seg?n el Plan de Dios, ?l hace manifiesta nuestra identidad m?s profunda, y responde a las preguntas existencialmente m?s acuciantes que se hace el ser humano.
Hoy existe un mundo que se cierra a la voz y a la luz de Cristo. La Iglesia, Ecclesia Sua, busca con amor iluminar y dar calor a los seres humanos. Como las llamas de fuego de Pentecost?s, hoy tambi?n el fuego del Esp?ritu busca incesante iluminar las mentes, arder en los corazones, irradiar en la vida. Por ello el Se?or Jes?s toca a nuestra puerta e invita a una respuesta libre a los hombres y mujeres de hoy.
Cada tiempo tiene sus oscuridades; son los desaf?os de esa ?poca. Las crisis personales, la ruptura entre fe y vida, el secularismo asfixiante, el relativismo, el agnosticismo funcional, la p?rdida de la identidad cristiana, la hegemon?a de lo superficial y rutinario, la incomprensi?n de lo que significa la realizaci?n humana seg?n Dios, nuevas y viejas ideolog?as y psicologismos que alejan al hombre de su senda, la masificaci?n, las injusticias, el flagelo de la pobreza, la violencia, son todas voces que muchas veces sin saberlo est?n clamando por una respuesta veraz, de amor, que traiga paz y reconciliaci?n a las personas y a los pueblos. ??se es un clamor por el Se?or Jes?s! ?Y es que s?lo ?l es la respuesta a las rupturas e inquietudes del ser humano!
El Esp?ritu que cubri? a la Virgen en la Anunciaci?n-Encarnaci?n, Aquel que con la manifestaci?n de ardientes lenguas de fuego toc? las mentes y los corazones en Pentecost?s, es el mismo que ha suscitado en este tiempo una ola de movimientos eclesiales y otras comunidades de fieles para vivir la vida cristiana, para anunciar al mundo que Cristo es real, que reconcilia al hombre, que le muestra su identidad y lo invita al amor y a la comuni?n, a participar de la naturaleza divina. Es Dios que viene en auxilio de los seres humanos y, como en tantas otras ocasiones en nuestra bimilenaria historia, suscita en el seno de la Iglesia movimientos que, mostrando la riqu?sima pluralidad eclesial, contribuyen desde la comuni?n con Pedro y bajo Pedro a la gran misi?n de la Iglesia: anunciar al Se?or Jes?s al mundo, invitando a la transformaci?n del hombre y de las realidades terrenas seg?n el divino Plan.
Beat?simo Padre, con inmensa gratitud por sus muy apreciadas ense?anzas y por su aliento tan entusiasta, los integrantes de los movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades hemos de sentirnos, a pesar de nuestra fragilidad, impulsados a un mayor compromiso en la Nueva Evangelizaci?n, avivando el ?mpetu por la coherencia y el ardor testimonial en la Iglesia, buscando nuevos y audaces m?todos y expresiones para anunciar a Cristo y sus ense?anzas, desde la experiencia de quien ha escuchado Su llamado, ha o?do Su voz y se ha abierto a ?l en un encuentro vital, dando testimonio, seg?n nos sea concedido por el Esp?ritu, de la fe, la esperanza y la caridad hasta los confines de la tierra y en todas las realidades de la humanidad.
Con coraz?n profundamente agradecido, Beat?simo Padre, le decimos: ?Ay?denos a seguir el camino de Cristo! ?Gu?enos! ?Conf?rmenos en la fe! Much?simas gracias por todo.