Lunes, 05 de junio de 2006
Reflexi?n en torno al lema de la Jornada "Pro Orantibus" que aperece en el folleto para su celebraci?n

REFLEXI?N



El lema de este a?o nos invita a contemplar la vida mon?stica como escuela de fe que nos ense?a a crecer en la vida cristiana.
En esta escuela, aprendemos a confiarnos en el amor de Dios. ?El encuentro con las manifestaciones visibles del amor de Dios puede suscitar en nosotros el sentimiento de alegr?a, que nace de la experiencia de ser amados? (Benedicto XVI, Deus Caritas est, 17). El hombre se reconoce en lo m?s ?ntimo cuando se siente amado. La presencia entre nosotros de personas que se han confiado plenamente a Dios y a su amor, haci?ndose testimonio de la belleza divina, nos anima a salir de nosotros mismos, confi?ndonos en quien es la fuente de la plenitud que ans?a el coraz?n.

En esta escuela nos sentimos llamados a la conversi?n. Los monasterios son escuelas de fe porque invitan a cambiar mentalidades, actitudes, costumbres, posiciones vitales que nos alejan de Dios, para abrirnos a la gracia y orientar
nuestra mirada al Maestro.

En esta escuela aprendemos tambi?n el significado de la evangelizaci?n. Siguen resonando en nuestro coraz?n las palabras de la exhortaci?n apost?lica sobre La Evangelizaci?n en el mundo contempor?neo: ?Se ha repetido frecuentemente en nuestros d?as que este siglo siente sed de autenticidad. (...) Hoy m?s
que nunca el testimonio de vida se ha convertido en una condici?n esencial con vistas a una eficacia real de la predicaci?n. (...) El mundo exige y espera de nosotros sencillez de vida, esp?ritu de oraci?n, caridad para con todos, especialmente para los peque?os y los pobres, obediencia y humildad, desapego de s? mismos y renuncia. Sin esta marca de santidad, nuestra palabra dif?cilmente abrir? brecha en el coraz?n de los hombres de este tiempo. Corre el riesgo de hacerse vana e infecunda.? (Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, 76). La forma de vida de los monjes
y monjas son presencia en el mundo de esta ?ntima aspiraci?n a la santidad.

Que esta Jornada que hoy celebramos sea de acci?n de gracias y de suplica al Esp?ritu Santo para que convoque nuevas y santas vocaciones a la vida consagrada contemplativa. Lo encomendamos a la Virgen Mar?a, ?primera disc?pula?, Madre y Maestra de la vida espiritual.

Lourdes Grosso Garc?a, m.id
Directora del Secretariado de la Comisi?n Episcopal
para la Vida Consagrada

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