Homil?a de una boda
Me dirijo especialmente a esta pareja, que con un gesto sencillo y sublime a la vez ratifica ante nosotros su sentimiento matrimonial.
Por las lecturas, hab?is podido advertir que vuestro amor, vuestro proyecto de vida familiar no ha sido indiferente para Dios.
El matrimonio es obra de Dios, que os ha hecho hombre y mujer para uniros en unidad tan fuerte que por esta uni?n hab?is dejado vuestros padres para ser ?dos en una sola carne?.
Vuestro matrimonio ha nacido de Dios. Dios es su autor. Las palabras de Cristo a sus ap?stoles: ?No hab?is elegido vosotros a M?, sino Yo a vosotros?, tambi?n pueden aplicarse al matrimonio. Porque no hab?is sido vosotros los que hab?is tenido la iniciativa de vuestro amor. Es Dios mismo quien la ha puesto en vosotros; El es quien ha preparado el camino de vuestras vidas. Un d?a os encontrasteis y descubristeis maravillados que vuestras vidas converg?an. Una serie de acontecimientos, aparentemente sin importancia, os han ido conduciendo el uno hacia el otro. La corriente de amor que, procedente de Dios, atraviesa la humanidad, ha cobrado en vosotros un nuevo vigor y la sociedad y la Iglesia quedan en vosotros enriquecidas.
Por eso no ha sido s?lo vuestra la decisi?n de vivir como marido y mujer ratificada ahora en esta reuni?n de familiares, amigos y conocidos. Es Dios quien realiza esta obra en vosotros. Es Dios quien os ha unido y ha hecho que esta uni?n s?lo la muerte pueda separarla.
La Primera Lectura os ha recordado que ?ser?is una sola carne?. El matrimonio hace de dos personas humanas una sola persona matrimonial. Cada una de vosotros ha conservado su propia personalidad, pero la ha fundido generosamente con la del otro. Y as? ha surgido una nueva realidad que os ha incluido a los dos sin anularos.
El camino hacia la felicidad est? abierto ante vosotros. El sue?o ha comenzado: la posibilidad de amaros y de construir juntos el hogar est? en vuestras manos.
Sin embargo, creo un deber advertiros que todav?a entre vosotros puede introducirse un peligroso enemigo: El ego?smo es el peor enemigo de vuestra uni?n, el veneno de vuestro amor. Enemigo y veneno cuando uno de los dos intenta hacer del otro un mero instrumento a su servicio y s?lo quiere poseerlo, sin entregarse a ?l.
La experiencia os dir? que el verdadero amor conyugal s?lo se afirma y crece cando se proyecta del uno al otro en mutua reciprocidad. Lo m?s noble que existe en vuestro interior es la capacidad de amar, de servir, de trabajar por el bien del otro con el ?nico inter?s de procurar la felicidad de la persona amada.
Los cristianos sabemos que esta capacidad de amar nos ha sido dada por Dios y todo amor procede de ?l. ?l es el manantial inextinguible, fuente que no deja de manar jam?s. Es necesario que os coloqu?is siempre en la corriente vital que os une a Dios, como ?nico camino de alimentar vuestro amor que, a partir de hoy, se convierte en signo de un amor m?s fuerte que el vuestro: el de Jesucristo, el hijo de Dios hecho hombre. Por eso, Jes?s lo elev? a la dignidad de sacramento.
Es necesario que cont?is siempre con Dios, con la fuerza que Jesucristo os da en su Palabra y en la Eucarist?a.
Por ?ltimo quiero aseguraros el recuerdo y la oraci?n de cuantos nos hemos reunido para acompa?aros.