De la hoja de Informaci?n Misionera "Solidaridad Misionera" (Misioneros Combonianos al servicio del Evangelio) COMBONI: TRABAJO POR LOS POBRES
La regi?n sudanesa de Darfur viene padeciendo desde hace tres a?os una guerra cruel, que ha causado m?s de 150.000 muertos, medio mi?ll?n de refugiados y dos millones de desplazados. Unas milicias ?rabes, llamadas jenjeweed, han convertido esta regi?n fronteriza con Chad en uno de los lugares m?s desolados del mundo. Parte de las milicias est?n integradas por grupos baggara, que ya operaban como esclavistas en la ?poca de San Daniel Comboni, cuyo vicariato es extend?a a estas tierras. Comboni denunci? y luch? contra la esclavitud en Sud?n. Y es que Comboni en-tendi?, nada m?s pisar suelo africano, que la Iglesia, partiendo desde las necesidades concretas de la gente, deb?a de estar a la altura de los nuevos tiempos, sobre todo en cuanto a la capacidad de encarnar la caridad y el amor de Dios. Sud?n fue el lugar concreto en donde realiz? su ideal de vida y de Misi?n, pero supo abarcar con su mirada a toda ?frica, que era en su conjunto el continente sacudido por el sufrimiento f?sico y espiritual. Hoy tambi?n.
Comboni sufri? el silencio, el abandono, el sentimiento de ser extranjero, el clima insoportable, las lenguas imposibles, las enfermedades tropicales. Comboni ve en ?frica el lugar id?neo para el resurgir cristiano, alcanzable ?nicamente por medio del sufrimiento, igual que la salvaci?n de Cristo lleg? a trav?s de la cruz.
En sus escritos encontramos numerosos pasajes que reflejan esa sensibilidad t?pica de la primera mitad del siglo XIX. ""La Cruz tiene la fuerza de transformar ?frica Central en una tierra de bendici?n y de salvaci?n. Entre los dolores y las espinas ha nacido y crecido la obra de la Redenci?n"
Escrib?a el 3 de octubre de 1881, una semana an-tes de su muerte, al cardenal Simeoni: "?Dios m?o! ?Siempre cruces! Pero Jes?s, d?ndonos la cruz, nos ama. Y aunque todas estas cruces pesan terriblemente en mi coraz?n, aumentan a la vez su coraje para librar las batallas del Se?or, porque las Obras de Dios nacieron y crecieron siempre as? y todas las Misiones cat?licas del universo prosperaron, se consolidaron y prosiguieron, entre muertes y sacrificios, a la sombra del salv?fico ?rbol de la Cruz."
Sus compa?eros de misi?n van muriendo poco a poco, en la plenitud de la vida, sin apenas tiempo para ejercer su ministerio pastoral, a causa de las terribles fiebres de malaria. El mismo Comboni dice que lleva diez meses gastando 40 ? 50 francos diarios para comprar agua sucia con la que impedir que la gente muera de sed. "Este a?o, por primera vez desde la creaci?n del mundo, despu?s de tres meses de lluvia, no hay una sola gota en nuestro pozo. ?Oh, Jes?s m?o, qu? cruz para un Obispo misionero! Nosotros, mi dulce Jes?s, no tenemos suficiente sabidur?a para comprender estas cosas". Y aunque intenta obtener una explicaci?n comprensiva de por qu? Dios act?a as?, opta por bendecirlo y alabarlo, en la confianza de que todo lo que ?l hace es verdaderamente bueno.
El tes?n y la fuerza de voluntad que mostraron los primeros misioneros llegados a ?frica se fundamentan en esta espiritualidad capaz de convertir la derrota en victoria y el fracaso en est?mulo para seguir adelante. "Yo trabajo ?nicamente por la gloria de Dios y por las pobres almas lo mejor que puedo, y sigo mi camino sin cuidarme de m?s, seguro de que todas las cruces que deba llevar son pura voluntad de Dios, y por tanto me ser?n siempre queridas".