Comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., a la liturgia del domingo XVI del tiempo ordinario, ciclo B
Venid aparte para descansar un poco
XVI Domingo del tiempo ordinario (B)
Jerem?as 23, 1-6; Efesios 2, 13-18; Marcos 6, 30-34
En el pasaje del Evangelio Jes?s invita a sus disc?pulos a separarse de la multitud, de su trabajo, y retirarse con ?l a un ?lugar solitario?. Les ense?a a hacer lo que ?l hac?a: equilibrar acci?n y contemplaci?n, pasar del contacto con la gente al di?logo secreto y regenerador con uno mismo y con Dios.
El tema es de gran importancia y actualidad. El ritmo de vida ha adquirido una velocidad que supera nuestra capacidad de adaptaci?n. La escena de Charlot enfrascado en la cadena de montaje en Tiempos modernos es la imagen exacta de esta situaci?n. Se pierde, de esta forma, la capacidad de separaci?n cr?tica que permite ejercer un dominio sobre el fluir, a menudo ca?tico y desordenado, de las circunstancias y de las experiencias diarias.
Jes?s, en el Evangelio, jam?s da la impresi?n de estar agitado por la prisa. A veces hasta pierde el tiempo: todos le buscan y ?l no se deja encontrar, absorto como est? en oraci?n. A veces, como en nuestro pasaje evang?lico, incluso invita a sus disc?pulos a perder tiempo con ?l: ?Venid tambi?n vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco?. Recomienda a menudo no afanarse. Tambi?n nuestro f?sico, cu?nto beneficio recibe de tales ?respiros?.
Entre estas ?pausas? est?n precisamente las vacaciones de verano que estamos viviendo. Son para la mayor?a de las personas la ?nica ocasi?n para descansar un poco, para dialogar de manera distendida con el propio c?nyuge, jugar con los hijos, leer alg?n buen libro o contemplar en silencio la naturaleza; en resumen, para relajarse. Hacer de las vacaciones un tiempo m?s fren?tico que el resto del a?o significa arruinarlas.
Al mandamiento: ?Acordaos de santificar las fiestas?, habr?a que a?adir: ?Acordaos de santificar las vacaciones?. ?Deteneos (literalmente: vacate, ?tomaos vacaciones!), sabed que yo soy Dios?, dice Dios en un salmo (Sal 46). Un sencillo medio de hacerlo podr?a ser entrar en la iglesia o en una capilla de monta?a, en una hora en que est? desierta, y pasar all? un poco de tiempo ?aparte?, solos con nosotros mismos, ante Dios.
Esta exigencia de tiempos de soledad y de escucha se plantea de forma especial a los que anuncian el Evangelio y a los animadores de la comunidad cristiana, quienes deben permanecer constantemente en contacto con la fuente de la Palabra que deben transmitir a sus hermanos. Los laicos deber?an alegrarse, no sentirse descuidados, cada vez que el propio sacerdote se ausenta para un tiempo de recarga intelectual y espiritual.
Hay que decir que la vacaci?n de Jes?s con los ap?stoles fue de breve duraci?n, porque la gente, vi?ndole partir, le precedi? a pi? al lugar del desembarco. Pero Jes?s no se irrita con la gente que no le da tregua, sino que ?se conmueve?, vi?ndoles abandonados a s? mismos, ?como ovejas sin pastor?, y se pone a ?ense?arles muchas cosas?.
Esto nos muestra que hay que estar dispuestos a interrumpir hasta el merecido descanso frente a una situaci?n de grave necesidad del pr?jimo. No se puede, por ejemplo, abandonar a su suerte, o aparcar en un hospital, a un anciano que se tiene al propio cargo, para disfrutar sin molestias de las vacaciones. No podemos olvidar a las muchas personas cuya soledad no han elegido, sino que la sufren, y no por alguna semana o mes, sino por a?os, tal vez durante toda la vida. Tambi?n aqu? cabe una peque?a sugerencia pr?ctica: mirar alrededor y ver si hay alguien a quien ayudar a sentirse menos solo en la vida, con una visita, una llamada, una invitaci?n a verle un d?a en el lugar de vacaciones: aquello que el coraz?n y las circunstancias sugieran.