Domingo, 23 de julio de 2006
Escrito publicado en el programa de Semana Santa de la parroquia de San Marcos de Icod de los Vinos el a?o 1982.


DE LA HISTORIA DE NUESTROS TEMPLOS

LA ERMITA DE LAS ANGUSTIAS


Andr?s Lorenzo C?ceres


La ermita de la Angustias, en Icod yergue a su graciosa traza frente a una plazoleta abierta sobre la perspectiva del valle y de espaldas a la silueta protectora del Teide, desde otra poblaci?n tinerfe?a tan visible. La casona ajena fue cosa de medio siglo derruida y en su solar crecen feraces y ?ptimos platanales. En aquel recodo del antiguo Molino de la Escalera, inmediato al barranco que mov?a las aspas del desaparecido artefacto, el soleado descampado hace grata la sombra de los ?rboles vecinos, en su mayor parte morales, nacidos de aquellos otros que alimentaron la desaparecida industria de seda.

Si como digo la casona ha sido derruida y su solar convertido en provechosa huerta, la ermita se conserva en buen estado. De esta ermita, adem?s de la imagen que la preside, deseo recoger diversos elementos. Un retrato del Siervo de Dios, Juan de Jes?s, el franciscano de San Diego del Monte de La Laguna, moreno, tuerto, m?stico, vestido con pardo sayal, cuya biograf?a traz? con exquisita prosa fray Andr?s de Abreu.

Otro cuadro: el de Nuestra Se?ora de Guadalupe, reproducci?n de la imagen mexicana. Este lienzo forma parte de los que tengo registrados para se?alar nuestras relaciones espirituales con M?xico. No he llegado a precisar si est? firmado; en cambio puedo afirmar que en la ermita del Tr?nsito, erigida por don Domingo de Torres, hermano del fundador de Angustias, hay uno firmado por Jos? Barrueco y en la parroquial otro datado en 1.721 y en San Agust?n un tercero, factura del siglo XVIII. Circunstancia curiosa que ya tengo apuntada en otro lugar: la Virgen mexicana de Guadalupe no goza actualmente en nuestras islas de la devoci?n que har?an suponer tantas im?genes suyas, pero su presencia secular nos ensalza espiritualmente, repito, con el M?xico del Virreinato.

. Los lienzos restantes carecen de inter?s emocional o art?stico semejante al de los anteriores, salvo el de Nuestra Se?ora de Candelaria que flanquea el nicho central en sim?trica equidistancia con el de la Divina Pastora, que alimenta graciosamente sus blancas ovejas con rosas de p?rpura.

En cambio, que emocionada sugerencia la de los barcos de pintados cascos y albas velas que cuelgan como ex-votos del techo del santuario. Cada uno habla de una tormenta sobrepasada una traves?a feliz o un negocio favorable. Revive la imaginaci?n de largas traves?as peligrosas de piratas; las malvas?as tinerfe?as, los retornos de cacao, campeche y oro acu?ado si proced?an de las Am?ricas o de tejidos y manufacturas si proven?an de las naciones del Norte; las formalidades del Juzgado de Indias y las concertadas permisiones. El comercio a la vela, con capitanes de peluca o m?s modestamente el marinero de la vecina. Caleta de San Marcos, tan dilecto para el autor, y su voto de una noche de sobresalto y de oscura galerna (o qui?n sabe si esas procelas no se han producido en las aguas del oc?ano sino en la marejada de la vida, y estos ex-votos no son otra cosa que la expresi?n del triunfo sobre la dominada adversidad).

Del techo pende, tambi?n, el cuerpo disecado de un caim?n. Lustroso, con su doble fila de puntiagudos dientes y sus ojos de cristal, el dorado saurio ha suscitado con su presencia numerosas .leyendas. En todas ellas hay luchas, r?os cenagosos, exotismos, pero tambi?n milagros. El caim?n de Angustias, coleando en el vac?o, pone un poco de tr?pico y misterio en el recoleto rinc?n lugare?o.

Al disponerme a escribir sobre la ermita y la devoci?n de las Angustias apart? aquellos documentos originales concernientes al asunto. Pensaba hablar del fundador don Marcos de Torres, cuyos rasgos biogr?ficos fundamentales nos ofrece Fern?ndez de Bethencourt en su "Nobiliario" y que yace en el suelo de esta ermita bajo lauda de m?rmol y las armas de su linaje. Fue don Marcos militar a fuer de caballero y entre otras acciones se hall? en Ceuta sirviendo a las ?rdenes de su t?o el general don Ventura de Torres; tambi?n fue piadoso cristiano y donaci?n suya es la pila de m?rmol de la Iglesia del ex-convento agustino. Practic? informaci?n de su prosapia y religiosidad para tener oratorio privado en su casa y obtuvo en 1.747 licencia del prelado don Juan Francisco Guill?n para fabricar la ermita de las Angustias que en las diligencias del caso se denomina de los Afligidos.

Sin embargo, no estar? de m?s precisar que don Marcos trajo de M?xico la imagen de las Angustias y los vasos sagrados y objetos del culto que adornan la ermita. No puedo discernir si ?sta y la residencia que se hallaba aneja fueron edificadas por don Marcos en el solar dejado por la primitiva casa solariega de la familia, destruida por un voraz incendio en el que pereci? tr?gicamente su primera esposa do?a Magdalena Fern?ndez de Luego y Gallegos. Don Marcos contrajo segundas nupcias con do?a Clara de Chirina y Ascanio, hija de los Marqueses de la Fuente de Las Palmas, vel?ndose en su ermita de las Angustias. En ella tuvo dos hijos, ambos nacidos en Icod, don Nicol?s y don Juan Pr?spero; don Nicol?s fue teniente coronel de los Ej?rcitos y C?nsul del Real Consulado de Canarias, y don Juan Pr?spero, Vocal de la Suprema y primer Intendente general de las islas. Don Nicol?s, de su matrimonio con do?a Candelaria de Molina-Quesada y Pacheco-Sol?s s?lo tuvo una hija, do?a Mar?a Estanislaa de Torres, casada con don Bernardo de Ascanio. Su nieto promog?nito don Bernardo fue Alf?rez de Nav?o de la Armada y pas? a Coronel en las Filipinas donde cas?, estableci?ndose en el archipi?lago tagalo; hermano de don Bernardo fue don Juan de Ascanio y Nieves, nacido en la casona de Angustias, a qui?n La Laguna recuerda como uno de sus m?s preclaros alcaldes.

Derruida la casona, alejados del lugar los descendientes directos del fundador, s?lo quedan de su estirpe en el antiguo solar de Angustias los restos de don Marcos que quiso enterrarse en su ermita, en uni?n de su segunda compa?era. Su voluntad de hidalgo celoso para la pervivencia de su obra, pese a las meticulosas cl?usulas fundacionales, no pudo vencer ni las mudanzas del tiempo, ni el desv?o de sus descendientes, una vez que promulgadas las leyes desvinculadoras pudieron enajenar lo que amayorazgado era inalienable. S?lo sus despojos permanecen al cabo del tiempo en Angustias. All?, en la penumbra y el silencio, mientras fuera el sol madura el fruto de morales y parras o invita a los pintados lagartos a serpentear por las laderas del barranco pr?ximo, espera la resurrecci?n de la carne, sordo a las pisadas de quienes pasan sobre la losa blasonada que le cubre y a la misma voz de la campana que repic? festej?ndole como novio, ciertamente maduro, pero feliz.

Su hermano don Domingo construy? en las inmediaciones de Angustias la casa y la ermita del Tr?nsito, donde todav?a patronos de su sangre cuidan de la imagen de Nuestra Se?ora difunta. Pero si fue m?s afortunado en esto no lo fue en la conservaci?n de su sepultura, cavada en la iglesia parroquial, al pie de la pila que hab?a donado. Repuesto el pavimento del templo, la losa blasonada que revelaba la personalidad del yacente fue arrancada y traspasada como pieza de m?rmol.

Los dep?sitos documentales donde se archivan testamentos, mandas piadosas, fundaciones nobiliarias, recomendaciones p?stumas, son el testimonio m?s elocuente de la caducidad humana y su conocimiento deja en el ?nimo sensible un regusto de melancol?a y desenga?o por las vanidades del mundo.

Por ello es justo que rinda p?blico homenaje a los actuales vecinos de Angustias que presididos por su mayordomo cuidan con esmero de la ermita de la venerada imagen, a la que las muchachas del barrio adornan cada a?o en septiembre con rosas, claveles y nardos. Son ellos los testamentarios de don Marcos; unos herederos en los que no pudo pensar al tiempo de redactar las condiciones de su fundaci?n, pero que cumplen con su hidalgu?a natural y generosa la m?s preciosa de las cl?usulas del antiguo mayorazgo; rendir culto a la imagen tra?da con tanto fervor desde M?xico, para que Nuestra Se?ora de las Angustias sea tambi?n en el barrio Nuestra Se?ora de las Alegr?as.


(Texto publicado por el peri?dico "La Tarde", el d?a 18 de Septiembre de 1.948).
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