Se reproduce la alocuci?n inaugural del Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia y Arzobispo de Tunja, Monse?or Luis Augusto Castro Quiroga en la que reflexion? sobre tres realidades que el Papa Benedicto XVI considera no negociables: la vida, la familia y la educaci?n
CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA
LXXXI ASAMBLEA PLENARIA
(Bogot?, D.C., 24 al 28 de julio de 2006)
ALOCUCI?N INAUGURAL
DEL EXCELENT?SIMO MONSE?OR
LUIS AUGUSTO CASTRO QUIROGA
ARZOBISPO DE TUNJA
PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL
1.SALUDOS Saludo con especial afecto y deferencia a Monse?or Beniamino Stella, Nuncio Apost?lico, cuyas luces son tan importantes para la Iglesia que peregrina en Colombia, al Se?or Cardenal Pedro Rubiano S?enz, Arzobispo de Bogot? y Primado de Colombia, incansable luchador por la vida como lo son tambi?n los otros Cardenales colombianos Alfonso L?pez Trujillo y Dar?o Castrill?n Hoyos. A los tres, en momentos como los actuales en que son denigrados por columnistas y editorialistas colombianos, por su defensa de la vida y de la verdad, les manifestamos nuestro aprecio y solidaridad; felicito al Cardenal L?pez Trujillo por la realizaci?n exitosa, fruct?fera e iluminadora del V Encuentro Mundial de las Familias; saludo a los apreciados se?ores Arzobispos y Obispos, hermanos en el episcopado, a los sacerdotes y colaboradores del SPEC, a los Directivos del CELAM, a la Junta Directiva de la Conferencia de Religiosos de Colombia, a los invitados especiales y a los amables representantes de los Medios de Comunicaci?n.
Deseo dar comienzo a esta Asamblea Episcopal invocando las luces del Esp?ritu Santo sobre todos nosotros, para que gu?e nuestros pasos y nuestras decisiones en la direcci?n de la voluntad de Dios y el bien de la Iglesia que peregrina en Colombia, en Am?rica Latina y el Caribe y se prepara para la Quinta Conferencia General de su Episcopado.
2.TRES ASPECTOS PARTICULARES DE NUESTRA REALIDAD Quiero referirme de manera especial a nuestra Am?rica Latina y del Caribe pero antes es necesario hacer alusi?n a algunos aspectos m?s particulares de nuestra realidad de Iglesia en Colombia.
Hay en el momento tres situaciones que nos invitan a la reflexi?n conjunta y a la acci?n pastoral decidida, que es nuestra respuesta connatural y adecuada a las mismas.
2.1 Primera: despenalizaci?n del aborto en algunos casos espec?ficos. Habiendo la Corte definido mediante sentencia a?n no conocida, la despenalizaci?n del aborto en tres casos espec?ficos, y siendo su sentencia inapelable, es necesario responder a la misma con medidas pastorales efectivas. Ante todo, es necesario que hagamos entender a nuestros fieles, en la predicaci?n, las publicaciones, seminarios y otros eventos, que una pr?ctica que es abiertamente inmoral por estar contra la vida de los inocentes, no se convierte, con la decisi?n de la Corte, en una acci?n moral recta. Los cat?licos deben saber siempre que, aunque legal, la sentencia dictada no debe dar pie para inferir que la despenalizaci?n del aborto lo convierte en un acto moralmente correcto. Nos toca explicar a todo nivel que todo aborto provocado directamente es inmoral y contrario a la ley de Dios y al Evangelio de la vida.
2.2 Segunda: Se est? cocinando una propuesta de ley a favor de las personas homosexuales. Al respecto tenemos que tener muy bien en claro cuanto sigue:
La Iglesia no puede aprobar ninguna uni?n homosexual por contrastar con la ley moral natural y porque el matrimonio en realidad existe ?nicamente entre dos personas de sexo opuesto que tienden, mediante la rec?proca donaci?n personal, a la comuni?n de sus personas y a la generaci?n y educaci?n de nuevas vidas.
Tampoco acepta el reconocimiento jur?dico de las parejas homosexuales, pues no existe ning?n fundamento para asimilar o establecer analog?as, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia, c?lula primaria de la sociedad y agrupaci?n humana originante pues da origen a otros seres humanos.
A las parejas matrimoniales, el derecho civil les confiere un reconocimiento institucional porque cumplen el papel de garantizar el orden de la procreaci?n y son, por tanto, de eminente inter?s p?blico. Las uniones homosexuales, por el contrario, no exigen una espec?fica atenci?n por parte del ordenamiento jur?dico, porque no cumplen dicho papel para el bien com?n.
De lo anterior se puede colegir que no hay una discriminaci?n de las personas. Negar un reconocimiento legal en este caso no es discriminaci?n sino una exigencia de la justicia que salvaguarda el derecho de la instituci?n matrimonial y vela para que no se oscurezcan valores fundamentales de la sociedad.
Tampoco puede invocarse el principio de la justa autonom?a personal. Cada ciudadano desarrolla actividades de su inter?s que entran gen?ricamente en los derechos civiles comunes de libertad y no por ello requiere un reconocimiento espec?fico y cualificado, tanto m?s si es nocivo al recto desarrollo de la sociedad humana.
En cuanto a derechos patrimoniales, las personas homosexuales, como todo ciudadano, pueden recurrir al derecho com?n para obtener la tutela de situaciones jur?dicas de inter?s rec?proco. De hecho, el ordenamiento jur?dico actual colombiano permite ya estipular un acuerdo privado en materia patrimonial. Eso hace que sea innecesaria una nueva ley al respecto que lleve, sin razones v?lidas, los acuerdos privados a nivel p?blico. Esta ley ser?a tambi?n una grave injusticia como es el sacrificar el bien com?n y el derecho de la familia, con el fin de obtener bienes que pueden y deben ser garantizados por v?as que no da?en la generalidad del cuerpo social. Una ley de este tipo, adem?s, puede estimular a muchos a conseguirse compa?eros con el fin de aprovecharse de las disposiciones de la supuesta ley, agravando el problema que se quer?a reglamentar. Estas observaciones les ser?n entregadas al Senado de la Rep?blica y ya fueron enviadas al Presidente de la Rep?blica y a los promotores de la ley.
2.3 Tercera: Educaci?n religiosa escolar. Mientras que seguimos esperando el decreto en favor de la educaci?n religiosa escolar, es necesario, desde nuestra pastoral educativa y familiar, llamar a los padres de familia a la responsabilidad que tienen de exigir la educaci?n religiosa para sus hijos e ilustrarlos sobre las diversas maneras de ejercer ese derecho.
Las tres situaciones anotadas nos piden que las disposiciones contrarias a la moral y que tienen incidencia legal, sean contrastadas con las medidas pastorales de la Iglesia que miran a la formaci?n de la conciencia moral de los hombres y mujeres cat?licos, de manera que sepan tomar distancia de las disposiciones legales inmorales. Lo anterior no excluye el que se tomen las medidas de car?cter civil consideradas oportunas.
Un apoyo especial merece el pol?tico cat?lico colombiano que debe decidir sobre las nuevas leyes, trabajar porque las leyes no correctas moralmente puedan ser abrogadas y, si ello no es posible, buscar, mediante sus propuestas, en las que quede claro su rechazo a este tipo de leyes, minimizar los da?os de las mismas y disminuir los efectos negativos en el ?mbito de la cultura y de la moralidad p?blica.
No sobra anotar que las tres situaciones consideradas, se relacionan con esas realidades que Benedicto XVI consideraba no negociables: la vida, la familia y la educaci?n.
3.AGRADECIMIENTOS No cesamos de dar gracias a Dios por las maravillas que va realizando en los pueblos Latinoamericanos y del Caribe; somos un continente joven que camina entre luces y sombras, tratando de encontrar su plena identidad, con el concurso de personas e instituciones religiosas y civiles. Quiero destacar, en primer lugar algunas de esas luces que justifican nuestro optimismo y alientan el trabajo pastoral de ?ste que es el Continente de la Esperanza.
?MBITO ECLESIAL 1) Somos 606 millones de habitantes; de ellos 495 millones son cat?licos, cifra que representa cerca de la mitad de los cat?licos del mundo.
2) Somos 897 Obispos activos, de los cuales 90 colombianos; 41.347 sacerdotes diocesanos de los cuales 5.922 son colombianos y 22.547 sacerdotes religiosos de los cuales 1.865 son colombianos.
3) Las cifras dan cuenta de 120.301 religiosas, de las cuales 14.632 son colombianas. Hay adem?s 20 Universidades Pontificias y 61 Universidades Cat?licas en diversos pa?ses del continente.
Todos estos datos ponen de relieve una formidable red de servicios apost?licos en Am?rica Latina que deber?a entrar en un proceso de comuni?n y colaboraci?n m?s estrecho, resultante en un enriquecimiento mutuo para una mayor eficacia en la presencia. Gran desaf?o es ?ste para la V Conferencia.
?MBITO SOCIOCULTURAL En el ?mbito sociocultural contamos en la Am?rica Latina y en el Caribe con gente emprendedora y trabajadora, con diversas costumbres y tradiciones que hacen parte de un universo de culturas que debemos escuchar con atenci?n pues nos ofrecen grandes desaf?os pastorales. Valoramos el talento de nuestros profesionales, cient?ficos y artistas. Nuestro continente es rico en recursos naturales lo cual constituye un reto hacia el futuro.
La Iglesia de Am?rica Latina y del Caribe sabe que debe comprometerse a ser el centinela vigilante atento y cuidadoso de estas realidades para que nuestros pueblos de verdad crezcan y en Cristo tengan vida.
4.BRECHAS Cuando Juan Pablo II daba una mirada a nuestro mundo, ve?a un cuadro desolador y exclamaba: ?La palabra ?abismo? vuelve a los labios espont?neamente?. Explicando mejor esta imagen del abismo dec?a que a lo largo de estos a?os se ha verificado una velocidad diversa de aceleraci?n que impulsa a aumentar las distancias (Sollicitudo rei Socialis, n. 14). Al considerar a Latinoam?rica y el Caribe, podemos mirar esas distancias en t?rminos de preocupantes brechas que desaf?an de diversas maneras nuestra pastoral de comuni?n.
4.1 BRECHA ENTRE LA IDENTIDAD SOCIOL?GICA Y LA IDENTIDAD CAT?LICA DEL CRISTIANO LATINOAMERICANO Reforzar la identidad teol?gica es cuanto se propone la Quinta Conferencia. ?Por qu?? Sencillamente porque no corresponde suficientemente con la identidad sociol?gica, esto es, con la identidad que cada uno reconoce y narra como propia.
La identidad teol?gica est? definida por el mismo tema central: ?Disc?pulos y Misioneros de Jesucristo para que Nuestros Pueblos en ?l tengan vida?. Teol?gicamente, sabemos cu?l es la identidad de este disc?pulo y de este misionero: Un llamado por Jesucristo para ser enviado por ?l, a partir de ese encuentro amoroso con Jesucristo vivo, llamado fe.
La identidad sociol?gica del cat?lico se vive de diversas maneras. La m?s preocupante es la expresada y analizada en la IV Conferencia en Santo Domingo (N. 39-40,41) y es la del cristiano que vive su cristianismo como un evento cultural que aprendi? gracias a una serie de costumbres cristianas, de doctrinas cristianas, de pr?cticas cristianas, pero que adoleci? de lo fundamental: El encuentro personal con Jesucristo vivo, ?se que se vive cuando se recibe el kerygma. De manera que su fe es tan fr?gil que es susceptible de ser arrastrada por corrientes e ideolog?as no cat?licas.
La brecha entre el cat?lico sociol?gico y el cat?lico teol?gico indica que el primero alimenta su catolicismo con los factores culturales y ?ticos del mismo, presentes en su hogar y en otros contextos, con todos los antivalores que se le hayan adherido, y que contribuyen a dar sentido, no siempre correcto, a su identidad y a su seguridad.
El segundo alimenta su catolicismo no s?lo con factores culturales sino ante todo con el encuentro con Jesucristo vivo y su Evangelio dentro de la comunidad cristiana eucar?stica, un encuentro que muchas veces lo pondr? en contracorriente y en riesgo en su misma cultura, en aras de la fidelidad al Evangelio y a la Iglesia, as? como del crecimiento de su fe.
4.2 BRECHA ENTRE EL SER DISC?PULO Y EL SER MISIONERO Desde los tiempos de la conquista y de la colonia se acentu? much?simo el ser disc?pulos de Jesucristo, pero se dej? en la sombra el desafiar al cristiano latinoamericano con el compromiso misionero en primera persona.
Los misioneros se esforzaron sobre manera para que cada latinoamericano fuese un buen disc?pulo de Jesucristo pero no sembraron masivamente su carisma misionero en el continente.
De esta manera, crecieron demasiadas generaciones sin el mandato misionero el cual, por este motivo, no entr? en la cultura cristiana como un compromiso de cada uno de ir m?s all? de las fronteras de su fe, sino simplemente como un compromiso de ayudar a los especialistas de la misi?n. Se trataba de vivir la misi?n como hinchas que la apoyan pero no como jugadores que descienden al campo.
Esta brecha empez? a ser cerrada en Puebla (N. 368) pero a?n falta mucho para que se asocie el misionero al disc?pulo, el llamado al enviado, el evangelizado al evangelizador, el receptor de beneficios eclesiales al dador de vida y tiempo para beneficio de los dem?s.
Qu? carga de desaf?os misioneros presenta nuestra ?poca sometida a la dictadura del relativismo, ?poca muy parecida a la de los primeros siglos de la Iglesia, tan fecundamente misioneros.
El mapa de la misi?n debe ser nuevamente construido, para que no se nos escapen los grandes desaf?os misioneros de hoy, en y desde Latinoam?rica, que no se refieren s?lo a las ?tnias, sino a nuevos are?pagos culturales y a endiosadas estructuras sociales y pol?ticas.
4.3 BRECHA ENTRE CULTO Y CULTURA Un devoto encerramiento en el culto eucar?stico que no se traduzca en una cultura de la Eucarist?a, va generando una brecha lamentable entre culto y cultura, as? que lo que se vive el domingo es muy diferente de cuanto se vive el resto de la semana. La brecha anotada por Juan Pablo II en su ?ltima carta apost?lica ?Mane Nobiscum, Domine?, es para nosotros un gran desaf?o por diversos motivos.
Si en el ?mbito de la organizaci?n pol?tica, el Estado tiene su propia autonom?a y la Iglesia no pretende ocupar un puesto, como advierte Benedicto XVI en su primera enc?clica, en el ?mbito de la sociedad civil y de la cultura subyacente s? tiene que ocupar un puesto y es precisamente ese que tiene que ver con los valores, con las cuestiones ?ltimas de sentido, con la visi?n total de la realidad, con la convivencia comunitaria, con la compasi?n y la solidaridad, con la familia, con la paz, con la educaci?n al bien com?n, con la lucha contra los ?dolos que desean suplantar al Absoluto, etc. Quien dice cultura, dice religi?n. En el coraz?n de la cultura est? situada la religi?n. No podemos dejar que esa brecha nos encierre cultualmente y nos haga inanes culturalmente.
4.4 BRECHA ENTRE LA CARIDAD INTERPERSONAL Y LA CARIDAD ESTRUCTURAL O POL?TICA La primera carta de Benedicto XVI sobre el tema de la caridad, nos mueve a considerar otra brecha que no hemos podido cerrar de manera adecuada.
La fe se expresa en la caridad, dice Pablo y la caridad es, por una parte, interpersonal como bien lo sugiere la par?bola del Buen Samaritano. El cristiano latinoamericano sabe muy bien que debe vivir esta dimensi?n de la caridad como quiera que es el signo de su verdadero cristianismo.
Pero la caridad, por otra parte, es tambi?n pol?tica, sensible a las estructuras de la sociedad. Esta caridad pol?tica de que hablaba P?o XI y el Vaticano II as? como Juan Pablo II, requiere no la microvisi?n de la caridad interpersonal sino la macrovisi?n que ve la sociedad en su conjunto, sus necesidades y las posibles soluciones a las mismas.
El acento que hemos dado a la primera, y no tanto a la segunda, ha hecho que mientras nuestros cristianos est?n dispuestos a la caridad asistencial, creen que la otra caridad es m?s cosa de especialistas y de pol?ticos, cuando es sencillamente parte de su deber cristiano de participar en la construcci?n de un continente de mayor justicia y equidad. Esta brecha debe ser cerrada de manera met?dica, desde la fe en el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia.
Esta brecha nos permite a?n otro an?lisis. Si colocamos en un lado el hecho de la inequidad que desde el a?o 1930 no ha cambiado, seg?n los datos recientes del Banco Mundial, y al otro lado colocamos el hecho de que la gran mayor?a de estos dos grupos que protagonizan la inequidad -ricos y pobres- son cristianos, descubrimos una brecha adicional muy preocupante que nos habla de una fe poco comprometida con un cambio social justo.
Hemos denunciado el pecado social, el pecado estructural, pero parece que no hemos formado suficientemente la fe del cristiano com?n y corriente para enfrentar este pecado con la fuerza de la caridad pol?tica, de la macro caridad. Superar esta brecha causada por la falta de formaci?n, con la iluminaci?n de la Doctrina Social de la Iglesia, es uno de esos desaf?os de extrema urgencia y tema de importancia para la V Conferencia.
4.5 BRECHA ENTRE IGLESIA Y POL?TICA Cuando Evo Morales, al comenzar el acto de su posesi?n como Presidente de Bolivia, invoc? a la Pacha Mama, se sinti? que una brecha entre Iglesia Cat?lica y Estado estaba teniendo lugar, que un puente se quer?a romper y ello en nombre de los pobres. De ah? las advertencias de la pasada Conferencia Episcopal Boliviana .
Es para nosotros un gran desaf?o mantener el puente que une Iglesia latinoamericana y pol?tica. Ese puente no es otro que el puente ?tico, el puente moral.
Ese puente nos da la capacidad de iluminar al Estado y a la pol?tica. No hay una pol?tica cristiana pero s? una luz cristiana sobre la pol?tica.
Esta luz genera sensibilidad por todo lo humano que la pol?tica a veces tiende a sacrificar, en aras de otros objetivos.
Esta luz ofrece orientaciones, ya desde una ?tica inspirada por la Doctrina Social de la Iglesia y apoyada en la ley natural, ya desde una moral espec?fica en cuanto se deja guiar por el Evangelio de Jes?s.
Esta luz ofrece y alimenta actitudes como la compasi?n, la indignaci?n con el mal, el cuidado del otro y la lucha por la justicia.
Esta luz va forjando una cultura de la solidaridad y dem?s valores que hacen de la nuestra, una sociedad buena y justa.
De esta manera la ?tica civil, esto es, la ?tica que vive el latinoamericano medio, se va elevando para que se acerque cada vez m?s a la utop?a de una sociedad seg?n los valores del Evangelio.
Nos advierte Benedicto XVI: ?La Iglesia tiene el deber de ofrecer, mediante la purificaci?n de la raz?n y la formaci?n ?tica su contribuci?n espec?fica para que las exigencias de la justicia sean comprensibles y pol?ticamente realizables? .
4.6 BRECHA INTERIOR ENTRE EL POL?TICO Y EL CAT?LICO Cuando tenemos que ir al Congreso o al palacio presidencial se nos exige de inmediato dejar el celular en la puerta.
Tenemos la impresi?n de que lo mismo acontece a veces a muchos pol?ticos cat?licos que dejen, no el celular, sino la fe cat?lica en la puerta y la recogen cuando salen.
Esta brecha interior entre el pol?tico y el cat?lico, debe cerrarse para que el cat?lico como tal se haga presente en las instituciones del Estado.
?Los compromisos de los pol?ticos cat?licos se han de definir en el futuro en torno a dos ejes netamente distintos pero que se exigen mutuamente.
Primero: la defensa de los derechos humanos como exigencia universal de la raz?n para la convivencia de todos los pueblos.
Segundo: el testimonio claro y transparente de que para los cat?licos ese aprecio de los derechos y la dignidad del ser humano est? vinculado con la persona de Jes?s que se identific? con los pobres de su tiempo y de todos los tiempos y cuya fe en ?l la vive y alimenta en la Iglesia Cat?lica a la que ayuda a ser fiel a su misi?n? .
Es necesario que como parte de la formaci?n cristiana emprendamos tambi?n la tarea de formar al cristiano en la pol?tica. De la V Conferencia esperamos una orientaci?n para esta formaci?n.
4.7 BRECHA ENTRE DEMOCRACIA Y DESARROLLO El PNUD ha puesto de manifiesto esta brecha al constatar que si bien Am?rica Latina lleva treinta a?os de democracia, sin embargo, sus ra?ces no son profundas. Esto se refleja en el hecho de que ?la proporci?n de latinoamericanas y latinoamericanos que estar?an dispuestos a sacrificar un gobierno democr?tico, en aras de un progreso real socioecon?mico, supera el cincuenta por ciento? .
El asunto se comprende porque la democracia lleva ya varios a?os en el poder y no logra responder a los principales problemas del continente que para la poblaci?n son, en orden de gravedad: problemas de empleo (33.9), pobreza, desigualdad e ingresos insuficientes (27.0) delincuencia y drogas (12,3) corrupci?n (11.1), violencia pol?tica (7.4), servicios e infraestructura insuficiente (6.9) .
A todo esto se a?ade la debilidad de realidades como los derechos humanos, el poder judicial, la libertad de prensa y el alto n?mero de excluidos que no tiene acceso al poder a trav?s de los canales formales. Se constata que hay mucha democracia electoral pero poca democracia de ciudadan?a basada en el ejercicio de los derechos sociales.
Lo anterior no significa que los latinoamericanos quieran volver a formas de autoritarismo. El malestar no es con la democracia sino en la democracia y no se quisiera sufrir la brecha entre ella y el verdadero desarrollo que espera todav?a sea una realidad a trav?s del canal adecuado: la recta pol?tica. La nuestra, por tanto, no es una democracia plena sino d?bil y deficiente. Por ello su dificultad para que sea camino m?s efectivo hacia el desarrollo, esto es, hacia la eliminaci?n de los altos ?ndices de pobreza y desigualdad.
A lo anterior se a?ade otra dificultad: hoy, como en el pasado, se vuelve a generar la brecha entre el mismo Estado y la misma naci?n. El Estado se desprende de la naci?n y progresivamente tiende a convertirse en un agente de los procesos de mundializaci?n. Lo pol?tico y lo social se subordinan al dinamismo de la econom?a de mercado y a las exigencias de las empresas transnacionales. Presenciamos ante la fuerza del mercado, la impotencia de lo estatal y lo pol?tico, o su variedad de reacciones en el continente.
?C?mo ubicarnos frente a esta brecha? La Doctrina Social de la Iglesia nos cuestiona sobre si, como Iglesia Cat?lica en el continente, estamos, como debemos estar, contribuyendo, todo lo posible y todos, desde nuestra fe, al desarrollo y a la sana democracia. Se nos pide m?s acci?n y reflexi?n en torno a la justicia social, la globalizaci?n de la solidaridad, la defensa de los derechos humanos y el llamado continuo a los organismos internacionales. Todo esto debe ser parte de nuestro quehacer, como nos lo pide el magisterio de la Iglesia.
El asunto requiere una cuidadosa reflexi?n tambi?n en el seno de la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.
4.8 BRECHA ENTRE EL SISTEMA POL?TICO Y EL ESTADO DE DERECHO Aunque no es verdad que en Latinoam?rica la justicia se aplica s?lo a los de ruana, sin embargo, la larga historia de la impunidad jur?dica, pol?tica, moral e hist?rica, ha generado la idea, no sin fundamento, de que en la realidad no existe igualdad ante la ley y que es inevitable ser desconfiados ante la eficiencia del sistema judicial. Sin embargo, las reformas introducidas en los ?ltimos a?os han reducido los niveles de impunidad.
No nos toca directamente cerrar esta brecha, pero s? ejercer una presi?n ?tica sobre el sistema judicial para que evite cada vez m?s la impunidad.
Nos corresponde, adem?s, estar presentes en la realizaci?n de procesos educativos y pastorales que permitan inculcar nuevos valores en el pueblo latinoamericano a fin de que pueda desarrollarse una cultura de la responsabilidad frente a la ley y de honestidad en las actividades humanas p?blicas y privadas.
Cada cristiano latinoamericano est? llamado a dar ejemplo en acatar la ley, decir la verdad, mantener la palabra empe?ada, cumplir los contratos, pagar los tributos, combatir la corrupci?n, ejercer su oficio ?ticamente, anteponer el criterio general al particular y administrar honradamente el patrimonio p?blico as? como el familiar y el privado. As? evitamos que las leyes vayan por un lado y su aplicaci?n por otro.
5. RETOS La exhortaci?n apost?lica Iglesia en Am?rica refiere (N. 70) que los padres sinodales pidieron para la nueva evangelizaci?n esfuerzos l?cidos, serios y ordenados para enfrentar retos como la evangelizaci?n de la cultura. Quisiera enumerar brevemente algunos de esos retos que est?n desafiando a la Iglesia de Am?rica Latina y el Caribe.
5.1 INSUFICIENTE N?MERO DE SACERDOTES Y DE SEMINARIOS MAYORES En 1999 en Am?rica Latina hab?a un sacerdote por cada 16.748 cat?licos. Cinco a?os despu?s, la proporci?n no se ha modificado sustancialmente. En Canad? hay un sacerdote por cada 1.335 fieles y en Estados Unidos un sacerdote por cada 1.295 fieles.
Naturalmente, las estad?sticas no reflejan las verdaderas urgencias como la de pa?ses y regiones donde el n?mero de fieles por sacerdote es 10 veces mayor de lo indicado estad?sticamente.
El problema actual tiene que ver con la calidad y cantidad de los formadores; con las finanzas de los seminarios; con el bajo nivel acad?mico de los estudiantes debido a las causas anteriores, adem?s a la deficiente preparaci?n escolar preuniversitaria en fin, tiene que ver con la desafecci?n que existe en muchos seminaristas, formadores y Obispos por el estudio serio y s?lido, a favor de una gran preferencia por las actividades de pastoral. Todo ello ha llevado lamentablemente a un descenso en el nivel cultural y teol?gico del clero.
5.2 PROMOCI?N DE LA MUJER Hoy, en todos los pa?ses de la regi?n, m?s en unos que en otros, la democracia y el proceso de democratizaci?n tienen en la mujer un referente, ya sea como una de las dimensiones de la desigualdad social que debe superarse, o como sujetos sociales cuya participaci?n sigue siendo decisiva.
La igualdad fundamental del g?nero humano expresada en el texto b?blico de la creaci?n, exige de nosotros una preocupaci?n constante para hacerla realidad.
Es verdad que en la Iglesia, la participaci?n de la mujer es cada d?a m?s amplia y que no existe comunidad eclesial, trabajo pastoral o acci?n evangelizadora que no cuente con su aporte real y efectivo. Pero no siempre se han materializado las preocupaciones por favorecer una mayor inclusi?n y participaci?n de la mujer en la Iglesia. Somos, eso s?, conscientes de la necesidad de seguir acompa?ando e impulsando una acci?n comprometida para que le sean respetados sus derechos.
Es necesario reconocer con gratitud la forma admirable como la mujer latinoamericana se ubica en la pastoral de la Iglesia dentro de la visi?n de servicio propia del Evangelio, con una capacidad extraordinaria para hacer avanzar al pueblo de Dios por los caminos de la santidad y del compromiso apost?lico.
Hay que destacar el hecho de que las mujeres se organizan en redes y movimientos que van m?s all? de los pa?ses de la propia regi?n y son m?s internacionalistas que otros sujetos o actores.
Quisiera subrayar tambi?n el aporte de la mujer a la paz y reconciliaci?n. En una cultura del m?sculo, la mujer latinoamericana est? dando un tono diferente a los procesos de paz y reconciliaci?n y a la convivencia, humaniz?ndola significativamente.
5.3 DRAMA ?TNICO RACIAL Aunque la contribuci?n de los afroamericanos e ind?genas a la vida del continente constituye parte fundamental de su historia, cultura e identidad, Am?rica Latina no ha logrado reconocerse tal cual es. La cuesti?n ?tnico racial, por m?s que aparezca en las estad?sticas, es encubierta o soslayada no s?lo por parte del poder estatal, sino en el seno de la propia sociedad civil. El racismo y la discriminaci?n se encuentran en el coraz?n mismo del continente.
Pero los 40 millones de ind?genas de m?ltiples pueblos ya no est?n contentos de vivir al margen de la sociedad.
De all? que sus movimientos tienden a reivindicar cinco aspectos que son comunes a todas las comunidades ind?genas de Am?rica Latina: su lucha por la tierra comunitaria, la producci?n colectiva, la cultura propia, la cohesi?n de su movimiento y la participaci?n en el poder para lograr m?s justicia social y tutela de su ser minor?as ind?genas. Estos cinco anhelos se pueden apreciar sea en el coraz?n de los Aymaras en Bolivia, como de los Quechuas en Ecuador, o de los Mayas en M?jico y Guatemala, as? como en la misma teolog?a india construida por algunos sobre la base de las cosmolog?as ind?genas y por otros sobre la base de la teolog?a cat?lica de la inculturaci?n y a veces mezclando las dos bases y generando confusiones y perplejidades.
Colombia, Bolivia, Paraguay, Per? y Ecuador tienen una constituci?n multicultural que reconoce a los ind?genas derechos en t?rminos de educaci?n biling?e, leyes comunitarias y propiedad colectiva.
Misioneros y antrop?logos, en torno a la realidad ind?gena, se han encontrado con frecuencia en posiciones antag?nicas. Pareciera que los misioneros miraran al futuro y los antrop?logos al pasado. En realidad se necesita en ambos una doble mirada.
5.4 DERECHOS HUMANOS, SOCIEDAD CIVIL Y EXCLUSI?N Hay una gran cantidad de movimientos y organizaciones en el continente que, con ojo avizor, est?n pendientes de que no se pisoteen los derechos humanos y contribuyen al desarrollo de la sociedad civil y a la promoci?n de la ciudadan?a.
Pero hay que decir que en el continente se encuentra una franja de poblaci?n, entre el 30 y el 60%, formada por los llamados invisibles, que no forman parte de las sociedades civiles, porque no tienen identidad, proyecto, organizaci?n social ni forma de lucha para afirmarse, para defenderse y conquistar derechos y reconocimiento p?blico.
De all? que nos corresponde, como parte de nuestra acci?n pastoral continental, colaborar para que todos los excluidos puedan transformarse en sujetos hist?ricos de su propia inclusi?n, empezando por crear ocasiones para despertar en ellos su sentido de comuni?n y participaci?n dentro de la Iglesia.
5.5 SINDICATOS, EMPRESARIOS Y SENTIDO SOCIAL V?ctimas principales de tantas dictaduras en el continente, los sindicatos se presentan como los abanderados de la justicia social, los constructores de la democracia real y poseen una gran incidencia pol?tica. Su inter?s primordial son aquellos que viven de su trabajo, m?s que los excluidos, pero luchan a su modo por la inclusi?n social y tienen fuertes ra?ces en las empresas. Debemos recuperar esa vocaci?n de acompa?amiento de los movimientos sindicales del continente.
A su vez, a los empresarios y propietarios, aunque su insistencia ha sido m?s que todo en el crecimiento de sus propios recursos, una nueva conciencia los est? llevando a enfrentar m?s y mejor, los retos del desarrollo con justicia social.
Puebla nos recordaba nuestro deber de acompa?ar a estos constructores de la sociedad.
5.6 MOVIMIENTOS CAMPESINOS Estos movimientos tienen una gran trayectoria y ocupan un lugar central en la historia de Am?rica Latina. Son movimientos que se han renovado en su identidad, en sus formas de organizaci?n y contribuyen enormemente al bienestar del continente y a su construcci?n democr?tica.
Quisiera evocar el movimiento de los trabajadores rurales sin tierra que surgi? en la d?cada anterior en algunos pa?ses como Brasil. Es el s?mbolo de tantos campesinos del continente que desean tener un pedazo de tierra para vivir y deben ir a buscarla, en condiciones muy dif?ciles, fuera de la frontera agr?cola.
El drama de la tierra se percibe en su dramatismo al s?lo considerar que en Colombia el 4% de los propietarios posee el 67% de la tierra, y en otros pa?ses la situaci?n no es mejor y ello en un continente en el cual la cultura del agro tiene tan significativa importancia.
5.7 PRESENCIA EN EL MUNDO DE LA CULTURA Y DE LOS MEDIOS DE COMUNICACI?N Hoy, los medios de comunicaci?n de masas son espacios de construcci?n del imaginario colectivo, de modos de ver y concebir, de movimientos de opini?n que alimentan los procesos en curso de las sociedades civiles en t?rminos de identidad y participaci?n. Hoy los medios de comunicaci?n de masas son la instancia primordial de construcci?n de la agenda p?blica y de sus prioridades. Hay que estar presentes en estos are?pagos con la luz del Evangelio.
5.8 TRABAJO POR LA PAZ En materia de seguridad hemisf?rica, Am?rica Latina asiste a una nueva funci?n: a la amenaza de legendarios grupos subversivos que se resisten a dejar las armas, se suma la de peque?os n?cleos armados locales que creen en la efectividad de la violencia.
La Iglesia en Colombia puede presentar una de las mejores experiencias de trabajo por la paz de manera que su aporte puede iluminar a las otras Iglesias de Am?rica Latina. Realidades como la Comisi?n de Paz del Episcopado, la Comisi?n de Conciliaci?n Nacional y la Pastoral Social, pueden ser fuente de informaci?n y formaci?n para la paz en las Iglesias de otros pa?ses de Am?rica Latina.
5.9 UNA REFORMA MIGRATORIA JUSTA En el 2005 el n?mero estimado de indocumentados en Estados Unidos ascendi? a 11 millones de personas para hablar s?lo de este pa?s. Cerca de seis millones son de origen mexicano, pero hay indocumentados de casi todos los pa?ses del continente. La cifra de 11 millones representa un aumento de casi un mill?n con respecto al 2004, a?o en que el n?mero se situ? en 10.4 millones de personas.
Si le decimos al Estado y a la Iglesia de Estados Unidos o de Europa que es su problema, estamos cometiendo un grave error. Debemos cooperar, pero si dejamos sencillamente que tenga lugar una migraci?n sacerdotal sin control o improvisada, estamos creando un problema m?s grave del que queremos resolver. Dos desaf?os nos tocan de alguna manera: el de acompa?ar a los emigrantes en la b?squeda de una v?a humanitaria y el de formar sacerdotes para responder comunitariamente, y no como golondrinas aisladas, a este fin espec?fico.
6. LOS OBJETIVOS DEL MILENIO Tengamos presente en la Quinta Conferencia los logros del Milenio, a saber: Erradicar la pobreza extrema y el hambre; lograr la ense?anza primaria universal, promover la igualdad entre los g?neros y la autonom?a de la mujer; reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud materna; combatir el SIDA, el paludismo y otras enfermedades graves; garantizar la sostenibilidad del medio ambiente; fomentar una asociaci?n mundial para el desarrollo. Colombia ha avanzado en estos logros, otros pa?ses menos y es necesario estimular a todo el continente.
Demos relieve al hecho de que Am?rica Latina est? logrando poco a poco una de las m?s importantes metas planteadas: la reducci?n del hambre. Seg?n datos aportados por la Organizaci?n de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci?n (FAO), en 15 de 24 pa?ses la desnutrici?n infantil ha disminuido de un modo tangencial .
Sin embargo, el panorama mundial y latinoamericano no es optimista. Los objetivos no se est?n logrando como se quisiera. Si se examina a fondo el problema se descubre que la ra?z est? ni m?s ni menos que en el d?bil sentido humanitario que se vive hoy en el mundo. En ese punto se enclava nuestra colaboraci?n de expertos en humanidad como solemos definirnos: en vivificar y reforzar este sentido humanitario global que considera a todo ser humano como mi hermano con una preferencia por el m?s pobre, y se decide, con hechos y no s?lo con documentos, a nivel estatal, regional y personal, a hacer algo por ?l.
7. CONCLUSI?N Al iniciar esta Asamblea Plenaria en la que debemos dar un aporte a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe y en la que tomaremos en consideraci?n graves problemas de Colombia hoy, invocamos la luz del Esp?ritu Santo y la compa??a materna de Mar?a, en sus m?ltiples advocaciones que la hacen tan cercana a los dolores y a las esperanzas de todos nosotros, latinoamericanos y colombianos.
A todos una feliz y productiva semana de reflexi?n episcopal y de acci?n eclesial.
+ Luis Augusto Castro Quiroga
Arzobispo de Tunja
Presidente de la Conferenc