Martes, 01 de agosto de 2006
Sacado del libro "50 preguntas sobre Jes?s, Ediciones Rialp



?Jes?s quiso fundar una Iglesia?


La predicaci?n de Jes?s se dirig?a en primer lugar a Israel, como ?l mismo lo dijo a quienes le segu?an: ?No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel? (Mt 15,24). Desde el comienzo de su actividad invitaba a todos a la conversi?n: ?El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios est? al llegar; convert?os y creed en el Evangelio? (Mc 1,15). Pero esa llamada a la conversi?n personal no se concibe en un contexto individualista, sino que mira continuamente a reunir a la humanidad dispersa para constituir el Pueblo de Dios que hab?a venido a salvar.

Una se?al evidente de que Jes?s ten?a la intenci?n de reunir al pueblo de la Alianza, pero abierto a la humanidad entera, en cumplimiento de las promesas hechas a su pueblo, es la instituci?n de los doce ap?stoles, entre los que sit?a a Pedro a la cabeza (cf. Mt 10,1-4; Mc 3,13-19; Le 6,12-16; v?ase la pregunta 21: ?Qui?nes fueron los ap?stoles?). El n?mero doce hace referencia a las doce tribus de Israel y manifiesta el significado de esta iniciativa de congregar el pueblo santo de Dios, la ekkles?a tou Theou: ellos son los cimientos de la nueva Jerusal?n (cf. Ap 21,10-14).

Una nueva se?al de esa intenci?n de Jes?s es que en la ?ltima cena confi? a los doce el poder de celebrar la Eucarist?a que instituy? en aquel momento (v?ase la pregunta siguiente). De este modo, trasmiti? a toda la Iglesia, en la persona de aquellos doce que hacen cabeza en ella, la responsabilidad de ser signo e instrumento de la reuni?n comenzada por ?l y que deb?a darse en los ?ltimos tiempos. En efecto, su entrega en la cruz, anticipada sacramentalmente en esa cena, y actualizada cada vez que la Iglesia celebra la Eucarist?a, crea una comunidad unida en la comuni?n con ?l mismo, llamada a ser signo e ins?trumento de la tarea por ?l iniciada. La Iglesia nace, pues, de la donaci?n total de Cristo por nuestra sal?vaci?n, anticipada en la instituci?n de la Eucarist?a y consumada en la cruz.

Los doce ap?stoles son el signo m?s evidente de la voluntad de Jes?s sobre la existencia y la misi?n de su Iglesia, la garant?a de que entre Cristo y la Iglesia no hay contraposici?n: son inseparables, a pesar de los pecados de los hombres que componen la Iglesia.

Los ap?stoles eran conscientes, porque as? lo hab?an recibido de Jes?s, de que su misi?n habr?a de perpetuarse. Por eso se preocuparon de encontrar sucesores con el fin de que la misi?n que les hab?a sido confiada continuase tras su muerte, como lo testimonia el libro de los Hechos de los Ap?stoles. Dejaron una comunidad estructurada a trav?s del ministerio apost?lico, bajo la gu?a de los pastores leg?timos, que la edifican y la sostienen en la comuni?n con Cristo y el Esp?ritu Santo en la que todos los hom?bres est?n llamados a experimentar la salvaci?n ofrecida por el Padre.

En las cartas de San Pablo se concibe, por tanto, a los miembros de la Iglesia como ?conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el cimiento de los ap?stoles y los profetas, siendo piedra angular el mismo Cristo Jes?s? (Ef 2,19-20).
No es posible encontrar a Jes?s si se prescinde de la realidad que ?l cre? y en la que se comunica. En?tre Jes?s y su Iglesia hay una continuidad profunda, inseparable y misteriosa, en virtud de la cual Cristo se hace presente hoy en su pueblo.

FRANCISCO VARO
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