Art?culo publicado en el programa de fiestas de La Guancha, Tenerife, en 1992.
LA FIESTA QUE VIVIERON MIS PADRES
DESDE SANTA CATALINA
Me cuentan que sub?an bien tarde por donde Carmita la de La Ca?ada, hasta llegar al Coromoto. Un poquito m?s abajo se cambiaban las cholas de esparto, que compraban en la Panader?a o sobre el empaquetado de Bolillo, en San Juan, y las escond?an bajo alg?n arbusto. Con los zapatos nuevos se encaminaban hacia la Plaza de la Iglesia. De eso hace m?s de veinte a?os.
"Ibamos en grupos de cuatro o cinco chicas". Eso s?, acompa?adas por alguna madre que se encargaba de "cuidarlas". Los chicos en cambio no. Ellos sub?an en bicicleta, en alg?n coche de los que hab?a que pagar, en cami?n o en animados grupos caminando.
Me cuentan tambi?n que llevaban la comida, lo mismo que cuando iban a la Fiesta de San Jos?, la de Icod el Alto o la de Buen Paso. Luego, cuando el hambre apretaba, se met?an en alguna "era " y all? destapaban la vieja cesta de mimbre y echaban mano al manjar compuesto de la pelota de gofio, la papa arrugada, el pescadito -quien ten?a lancha en la familia- y los pl?tanos guisados.
"Las fiestas de hoy ya no son como las de ayer". Por las calles de La Guancha hab?an muchos ventorrillos, montados en los salones o bodegas de las casas. Las palmas decoraban las fachadas con bellos y sencillos arcos. All?, el olor a carne de cochino y a chicharrones "hac?an despertar a un muerto". Dentro, las parrandas cantaban animadamente entre vaso de vino y carne. Se interpretaba la fol?a o la isa con guitarras, bandurrias, alg?n laud y un viol?n.
Todo el mundo guardaba el cochino para matarlo en la fiesta. Se esperaba, del mismo modo, estrenar alg?n vestido o pantal?n, que terminaba desgastado por tanto paso de la plancha.
"?Y que Orquestas ... no como las de ahora, que te vuelven loca la Cabeza!". All? estaban, la "Bolero", donde llegaron a tocar tres santacatalineros, La "Casablanca" o la "Nivaria", de La Guancha. Se bailaba al ritmo del pasodoble castizo o a los acordes de los m?s rom?nticos boleros del momento, siempre pendiente de las miradas, por lo de bailar un poco pegado. El kiosco de la plaza se convert?a en protagonista por una noche y all?, hasta la madrugada, no paraban los instrumentos de viento. Y de vez en cuando, la cancioncilla de moda, "La Raspa".
"Daba gusto o?rles tocar". As?, hasta altas horas bail?bamos siempre con los de afuera, nunca con los del barrio, y ?sto llegaba a crear muchos enfados. Cuando acab?bamos de bailar regres?bamos con la cuidadora. Aquello era una regla que no pod?a fallar, si no, ya no ten?amos acompa?ante para otro baile.
"Recuerdo que la plaza estaba decorada toda de papeles, banderas y farolitos hechos de cart?n. Como no hab?an tubos, hab?a que improvisarlos y se pon?an entonces varas de pino donde se amarraban las tiras de hilo.
La fiesta se compon?a de los bailes y la procesi?n el domingo con alg?n "fueguito" de artificio de Toste, el del Realejo. En el barranco hab?a f?tbol. A veces ven?a el Buenavista, alguno de Los Silos o Garachico. Los de Santa Catalina siempre iban a favor del equipo de afuera y ?sto les cost? alguna que otra carrera hacia La Ca?ada bajo el fuego de las piedras y los palos.
De vez en cuando iban a tocar "La Mentirosa", una parranda que la pusieron as? porque quedaban de ir a tocar a un sitio y luego se iban para otro. All?, a la madrugada, volv?amos a casa. A ciegas ?bamos tanteando el terreno. No hab?an a?n linternas y el que la ten?a era porque se la mandaban de Cuba. Eso s?, nos calz?bamos otra vez las cholas de esparto.
Es as? como viv?amos la Fiesta de La Guancha. Atr?s dej?bamos a la turronera durmiendo bajo el mostrador del carro y a los chicos ri?endo.
JESUS MANUEL PEREZ MARTIN
Pintor y Concejal de Cultura del Ayuntamiento