Mi?rcoles, 23 de agosto de 2006
Comentarioal Evangelio del Mi?rcoles de la vig?sima Semana del Tiempo Ordinario (Mt 20,1-16a), publicado en el Libro "Ens??ame tus caminos" de Guillermo Guti?rrez


?Antisocial? Hoy leemos una par?bola que nos desconcierta. Debemos alegrarnos de que el evangelio nos resulte desconcertante. De no ser as? se puede fundadamente temer no haberlo entendido o haberle dado una traducci?n inexacta.

Dios es justo. Su amor desborda todos los l?mites de justicia y da a cada uno por amor mucho m?s de lo que merece. Mientras los contratos humanos se fundamentan en la justicia, la conducta divina se inspira en el amor. S?lo desde la perspectiva del amor gratuito de Dios podemos leer aquello de que los ?ltimos ser?n los primeros y los que se creen primeros pueden quedar los ?ltimos. En la par?bola es la envidia la que entorpece la buena marcha de las relaciones humanas. El amor encuentra insospechadas soluciones a los problemas.

Tres cuestiones complementarias pueden descubrirse en una prime?ra lectura de la par?bola. Hay un problema de colaboraci?n del hombre con Dios, que es responsabilidad personal. El segundo problema es de justicia y consiste en dar ?recibir? a cada uno lo suyo. Existe un tercer aspecto: la bondad de Dios, que desborda los l?mites de lo debido para hacerse generosidad gratuita, a pesar de la indignaci?n de la rivalidad o envidia de corto alcance.

Del nivel de relaci?n entre contrato y salario sube Jes?s a un nivel superior: el de la relaci?n don-gratuidad. Dios distribuye sus dones y se da a s? mismo sin que nadie pueda alegar t?tulos de justicia. Llegada la hora de la retribuci?n no niega a nadie lo suyo y da de sus bienes m?s de lo que sus colaboradores merecen. Desborda los l?mites de la justicia y se mueve en las inmensidades del amor. Dios se complace en el bien aunque el hombre encienda rivalidades por envidia.

Los que no entienden esta par?bola son operarios de primera hora. Esos mismos tienen algo de vespertinos. Unos le han entregado su vida desde la primera hora pero acotando zonas donde Dios no ten?a acceso. Otros han llegado m?s tarde, queman impaciencias en el noble intento de producir frutos y quiz? empiezan por destruir. Los ma?aneros pueden sentir el orgullo intransigente de una historia dura en el servicio de la vi?a. En la vi?a del Padre hay trabajo y recompensa para todos. Se excluye la rivalidad.
Publicado por verdenaranja @ 23:46  | Espiritualidad
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