26 septiembre 2006
ZENIT publica la tercera de las cinco respuestas espont?neas que ofreci? Benedicto XVI a otras tantas preguntas de los sacerdotes de la di?cesis de Albano, donde se encuentra la residencia pontificia de Castel Gandolfo. El encuentro tuvo lugar el 31 de agosto.
La liturgia
Don Vittorio Petruzzi, vicario parroquial en Aprilia: Santidad, para el a?o pastoral que est? a punto de comenzar nuestra di?cesis ha sido llamada por el obispo a prestar atenci?n particular a la liturgia, tanto a nivel teol?gico como en la pr?ctica de las celebraciones. Las semanas residenciales, en las que participaremos el pr?ximo mes de septiembre, tendr?n como tema central de reflexi?n: "Programar y realizar el anuncio en el A?o lit?rgico, en los sacramentos y en los sacramentales". Los sacerdotes estamos llamados a realizar una liturgia "seria, sencilla y hermosa", seg?n una bella f?rmula recogida en el documento "Comunicar el Evangelio en un mundo que cambia" del Episcopado italiano. Padre Santo, ?puede ayudarnos a comprender c?mo se puede llevar todo esto a la pr?ctica en el ars celebrandi? BENEDICTO XVI: Tambi?n en el ars celebrandi existen varias dimensiones. La primera es que la celebratio es oraci?n y coloquio con Dios, de Dios con nosotros y de nosotros con Dios. Por tanto, la primera exigencia para una buena celebraci?n es que el sacerdote entable realmente este coloquio. Al anunciar la Palabra, ?l mismo se siente en coloquio con Dios. Es oyente de la Palabra y anunciador de la Palabra, en el sentido de que se hace instrumento del Se?or y trata de comprender esta palabra de Dios, que luego debe transmitir al pueblo. Est? en coloquio con Dios, porque los textos de la santa misa no son textos teatrales o algo semejante, sino que son plegarias, gracias a las cuales, juntamente con la asamblea, hablamos con Dios.
As? pues, es importante entrar en este coloquio. San Benito, en su "Regla", hablando del rezo de los Salmos, dice a los monjes: "Mens concordet voci". La vox, las palabras preceden a nuestra mente. De ordinario no sucede as?. Primero se debe pensar y luego el pensamiento se convierte en palabra. Pero aqu? la palabra viene antes. La sagrada liturgia nos da las palabras; nosotros debemos entrar en estas palabras, encontrar la concordia con esta realidad que nos precede.
Adem?s de esto, debemos tambi?n aprender a comprender la estructura de la liturgia y por qu? est? articulada as?. La liturgia se ha desarrollado a lo largo de dos milenios e incluso despu?s de la reforma no es algo elaborado s?lo por algunos liturgistas. Sigue siendo una continuaci?n de un desarrollo permanente de la adoraci?n y del anuncio. As?, para poder sintonizar bien con ella, es muy importante comprender esta estructura desarrollada a lo largo del tiempo y entrar con nuestra mens en la vox de la Iglesia.
En la medida en que interioricemos esta estructura, en que comprendamos esta estructura, en que asimilemos las palabras de la liturgia, podremos entrar en consonancia interior, de forma que no s?lo hablemos con Dios como personas individuales, sino que entremos en el "nosotros" de la Iglesia que ora; que transformemos nuestro "yo" entrando en el "nosotros" de la Iglesia, enriqueciendo, ensanchando este "yo", orando con la Iglesia, con las palabras de la Iglesia, entablando realmente un coloquio con Dios.
Esta es la primera condici?n: nosotros mismos debemos interiorizar la estructura, las palabras de la liturgia, la palabra de Dios. As? nuestro celebrar es realmente celebrar "con" la Iglesia: nuestro coraz?n se ha ensanchado y no hacemos algo, sino que estamos "con" la Iglesia en coloquio con Dios. Me parece que la gente percibe si realmente nosotros estamos en coloquio con Dios, con ellos y, por decirlo as?, si atraemos a los dem?s a nuestra oraci?n com?n, si atraemos a los dem?s a la comuni?n con los hijos de Dios; o si, por el contrario, s?lo hacemos algo exterior.
El elemento fundamental de la verdadera ars celebrandi es, por tanto, esta consonancia, esta concordia entre lo que decimos con los labios y lo que pensamos con el coraz?n. El "sursum corda", una antiqu?sima f?rmula de la liturgia, ya deber?a ser antes del Prefacio, antes de la liturgia, el "camino" de nuestro hablar y pensar. Debemos elevar nuestro coraz?n al Se?or no s?lo como una respuesta ritual, sino como expresi?n de lo que sucede en este coraz?n que se eleva y arrastra hacia arriba a los dem?s.
En otras palabras, el ars celebrandi no pretende invitar a una especie de teatro, de espect?culo, sino a una interioridad, que se hace sentir y resulta aceptable y evidente para la gente que asiste. S?lo si ven que no es un ars exterior, un espect?culo ?no somos actores?, sino la expresi?n del camino de nuestro coraz?n, entonces la liturgia resulta hermosa, se hace comuni?n de todos los presentes con el Se?or.
Naturalmente, a esta condici?n fundamental, expresada en las palabras de san Benito: "Mens concordet voci", es decir, que el coraz?n se eleve realmente al Se?or, se deben a?adir tambi?n cosas exteriores. Debemos aprender a pronunciar bien las palabras. Cuando yo era profesor en mi patria, a veces los muchachos le?an la sagrada Escritura, y la le?an como se lee el texto de un poeta que no se ha comprendido.
Como es obvio, para aprender a pronunciar bien, antes es preciso haber entendido el texto en su dramatismo, en su presente. As? tambi?n el Prefacio. Y la Plegaria eucar?stica. Para los fieles es dif?cil seguir un texto tan largo como el de nuestra Plegaria eucar?stica. Por eso, se han "inventado" siempre plegarias nuevas. Pero con Plegarias eucar?sticas nuevas no se responde al problema, dado que el problema es que vivimos un tiempo que invita tambi?n a los dem?s al silencio con Dios y a orar con Dios. Por tanto, las cosas s?lo podr?n mejorar si la Plegaria eucar?stica se pronuncia bien, incluso con los debidos momentos de silencio, si se pronuncia con interioridad pero tambi?n con el arte de hablar.
De ah? se sigue que el rezo de la Plegaria eucar?stica requiere un momento de atenci?n particular para pronunciarla de un modo que implique a los dem?s. Tambi?n debemos encontrar momentos oportunos, tanto en la catequesis como en otras ocasiones, para explicar bien al pueblo de Dios esta Plegaria eucar?stica, a fin de que pueda seguir sus grandes momentos: el relato y las palabras de la instituci?n, la oraci?n por los vivos y por los difuntos, la acci?n de gracias al Se?or, la ep?clesis, de modo que la comunidad se implique realmente en esta plegaria.
Por consiguiente, hay que pronunciar bien las palabras. Luego, debe haber una preparaci?n adecuada. Los monaguillos deben saber lo que tienen que hacer; los lectores deben saber realmente c?mo han de pronunciar. Asimismo, el coro, el canto, deben estar preparados; el altar se debe adornar bien. Todo ello, aunque se trate de muchas cosas pr?cticas, forma parte del ars celebrandi. Pero, para concluir, este arte de entrar en comuni?n con el Se?or, que preparamos con toda nuestra vida sacerdotal, es un elemento fundamental.
[Las dos respuestas anteriores fueron publicadas por Zenit el 22 y el 21 de septiembre. El resto de las preguntas se publicar? en los pr?ximos d?as.
Traducci?n del original italiano distribuida por la Santa Sede
? Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]