El Dios de la esperanza, de la alegría y de la paz, permanezca siempre con todos vosotros.
MONICIÓN DE ENTRADA
Sed todos bienvenidos a celebrar la eucaristía en este día primero de noviembre, la fiesta de Todos los Santos. Es una fiesta de alegría y de esperanza, porque hoy recordamos a todos aquellos hermanos y hermanas nuestros, cristianos como nosotros, que nos han precedido en el camino de la fe y que ahora gozan ya de la plenitud de la vida con el Padre y con Jesús resucitado. Ellos y ellas son para nosotros modelo y ejemplo, y a la vez desde el cielo son también intercesores que nos ayudan a avanzar en nuestro camino.
A. penitencial: Comencemos nuestra celebración reconociendo, en un momento de silencio, que a menudo tropezamos en ese camino de seguimiento de Jesús (silencio).
Y ahora pidamos a la Virgen María, a los ángeles y a los santos que intercedan por nosotros ante Dios. Digamos todos juntos: Yo confieso...
Dios misericordioso tenga piedad de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
SEÑOR, TEN PIEDAD.
CRISTO, TEN PIEDAD.
SEÑOR, TEN PIEDAD.
1.lectura (Apocalipsis 7,2-4.9-14): Hoy, en el evangelio, escucharemos las bienaventuranzas, la propuesta de Jesús para conseguir la auténtica felicidad. Ahora, en esta primera lectura, contemplamos una imagen del libro del Apocalipsis que nos invita a contemplar a los que ya viven esa bienaventuranza para siempre.
2.lectura (1 Juan 3,1-3): Escuchemos ahora cómo san Juan, en este fragmento de su primera carta, resume cuál es el núcleo de la esperanza cristiana: que todos nosotros somos ya, aquí y ahora, hijos de Dios, pero todavía con limitaciones; y que esperamos serlo un día en plenitud.
Oración universal:
Presentemos ahora confiadamente nuestras intenciones al Padre, por intercesión de todos los santos. Oremos diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE.
1. Por la Iglesia, por todos los cristianos. Que cada día avancemos con fidelidad por el camino de las bienaventuranzas. OREMOS:
2. Por los que no creen en Jesús. Que encuentren en la fe la propuesta de vida que les puede hacer felices de verdad. OREMOS:
3. Por todos los hombres y mujeres, especialmente por los que sufren. Que descubran en sus vidas la fuerza salvadora de Dios y el amor de los hermanos. OREMOS:
4. Por nuestros hermanos y hermanas difuntos. Que gocen ya de la plenitud de la vida con Dios y con todos los santos. OREMOS:
5. Por todos nosotros. Que experimentemos cada día la alegría y el compromiso de ser hijos e hijas de Dios. OREMOS:
Escucha, Padre, nuestras oraciones. Y danos la fuerza de tu Espíritu para poder seguir los pasos de aquellos que nos han precedido hacia ti. Por...
Sacado del artículo “La autoridad de la Orden Hospitalaria”, del Padre Fernando Lorente, o.h., capellán de la Clínica San Juan de Dios en Santa Cruz de Tenerife, publicado en Revista Semanal de EL DÍA, sábado 28 de octubre de 2006.
La vida religiosa no es una teoría que tiene su unidad en la cohesión de sus principios —como pasa en tantas agrupaciones económicas, políticas…- sino que es un hecho de vida que brota, en unas concretas circunstancias, de la vida y santidad de la Iglesia; no es, por tanto, vivir al margen de la Iglesia, sino vivir más radicalmente lo que a ella es esencial: el Evangelio anunciado por Jesús y encamado en su persona. Los miembros de las instituciones religiosas están llamados a renovar y permanecer, con sus vidas en el mundo, el modo de existencia que el hijo de Dios asumió a fin de hacer la voluntad del Padre. Con este espíritu nacieron y nacen todas las instituciones religiosas en su propia misión, como la Orden de S. Juan de Dios. Por eso, el Concilio Vaticano II invitó a todos los religiosos y religiosas a que reflexionaran sobre la dimensión histórica de su pro¬yecto de vida, a fin de que pudieran adaptarlo a las cambiantes condiciones del mundo y de la Iglesia. La vida religiosa, así entendida, no es una pura elocución mental, sino una experiencia de vida que, como cualquier organismo viviente, nace, crece, decae y puede incluso morir. Y esta última realidad se da siempre, en el momento que los miembros van perdiendo vitalidad apostólica y la misión de la propia Institución la va dejando sin más valor que lo estrictamente humano y económico.
Francisco, una vez elegido por Ignacio, comienza un largo viaje que durará todo el resto de su vida. El 7 de abril de 1541 (ese día cumplía 35 años) zarpa del río Tajo rumbo a la India. Después vendrán once años de viajes y evangelización en India, Indonesia, Malaca, Las Molucas, Japón, hasta llegar a Sancián a las puertas de China.
Francisco parte como misionero y como nuncio apostólico, es un viaje que durará trece meses y en el que se ponen de manifiesto, una vez más, algunas características de su vida y de su forma de realizar la misión: «siempre más», sencillez-testimonio, cercanía y amor a los pobres y enfermos, todo ello como consecuencia de su pasión por Dios y por la humanidad.
«Más, más, más»
Francisco se embarca en la nave Capitana, le acompaña Rodrigues para despedirse de él, es una despedida dura de dos hermanos y amigos. Antes de despedirse le revela un secreto a Rodrigues, un secreto que no le había querido revelar antes: «¿os acordáis aún—le dijo Francisco— de la noche aquella del hospital de Roma, en que os desperté gritando inerte: más, más, más? ¡Cuantas veces me habéis pedido que os dijera lo que aquello significaba, y yo os decía siempre que no era nada!
Pero ahora conviene que lo sepáis: Veía yo entonces, si en sueños o despierto no lo sé, Dios lo sabe, los grandísimos trabajos, .fatigas y aflicciones que por, hambre, sed, fríos, viajes, naufragios, traiciones, persecuciones y peligros se me ofrecían por amor del Señor, y que el mismo Señor me concedía entonces la gracia de que nada de esto me bastara, y yo pedía más y más y más con aquellas palabras que vos oísteis.
Pues yo espero ahora en la divina Bondad, que en este viaje se me va a conceder ciertamente lo que allí se me ofreció y también el deseo que se me daba».
Sencillez de vida
Comienza su viaje y su misión viviendo con una sencillez sin parangón. Al capitán de La Capitana le parecía que, por la estima y cercanía al rey de Portugal y por su condición de nuncio apostólico, Javier debía viajar con cierta comodidad y dignidad y, por lo tanto, tener un criado que le sirviera y no hacerse la comida y la colada él mismo. Ante estas sugerencias del capitán Javier responde: «Señor conde, el adquirir crédito y autoridad por ese medio... ha traído a la Iglesia de Dios y a sus prelados el estado de decadencia en que ahora se encuentran; y el medio por donde se ha de adquirir este crédito y autoridad es lavando la ropa y guisando la olla, sin tener necesidad de nadie, procurando emplearse en el servicio de las almas de los prójimos».
La de Francisco es una respuesta que muestra el estilo de vida que ha tenido, que tiene y que quiere que caracterice su relación con los demás y su trabajo apostólico: la sencillez del pobre, del que no se hace servir estando al servicio de todos, ofreciendo el mejor servicio, el de que puedan conocer a Cristo, al Señor que ha dado sentido a su vida.
Los más necesitados
Coma ya había hecho antes durante el viaje se pone al servicio de los más necesitados, sobre todo de los enfermos. Las condiciones de aquellos viajes eran deplorables, sobre todo para los de baja condición y para la tropa. Eran frecuentes las muertes y las personas que enfermaban por las condiciones en que se viajaba. Francisco se pone a su servicio: los cuida, les prepara la comida y reparte la suya, los cura, los consuela hu¬mana y espiritualmente. Este viaje de Francisco, como todos los que seguirán y las esperas en tierra entre un viaje y otro, no son tiempos de «espera» de paso entre un trabajo y otro, son tiempos de dedicación plena al servicio de los demás, de los más necesitados.
P. Luis Pérez Hernández s.x.
Difusión de lo que significa SER MONAGUILLO, publicado en Las Hojas Blancas de Misa Dominical de CCP (MINISTERIOS)
Ser monaguillo es hacer un servicio importante a la comunidad cristiana.
Ser monaguillo nos acerca más a Jesús y nos hace vivir más su amistad.
Ser monaguillo nos enseña a vivir como cristianos.
Ser monaguillo, desde luego, vale la pena.
Ser monaguillo no es una cosa cualquiera.
Nosotros, los cristianos, nos reunimos todos los domingos para celebrar la eucaristía, la misa, que es el momento principal de nuestra fe. Y el mo¬naguillo es aquel que ayuda a que la misa del domingo se celebre mejor, que todo esté a punto, que todos los asistentes puedan rezar y celebrar como es debido.
Además de la misa del domingo, hay también otras celebraciones cristia¬nas, como la misa diaria, o los demás sacramentos, u otros momentos de reunión de la comunidad. El monaguillo, si se lo piden, ayuda también a estas celebraciones, para un mejor servicio a los que participan en ellas.
Y están también, de un modo especial, los grandes días de fiesta: la Semana Santa y la Pascua, la Navidad, la fiesta mayor... En esos días, más que nunca, el monaguillo debe procurar con todo su esfuerzo y sus capacidades que las celebraciones tengan la solemnidad que les corresponde, y todo esté mejor preparado que nunca.
Ser monaguillo no es una cosa cualquiera.
Porque con nuestra actuación, servimos y ayudamos a toda la comunidad de los cristianos. Como también la ayudan los que realizan otras tareas o ministerios: los lectores, los responsables de los cantos, etc. Y lo hacemos muy cerca de Jesús, muy cerca de la Palabra y de la Eucaristía que él nos dejó. Y así aprendemos, día tras día, a ser más amigos de él, más cristianos.
Ser monaguillo no es una cosa cualquiera. ¡Ser monaguillo es algo muy importante!
Por ello, vale la pena que te prepares bien, que lo hagas lo mejor de que seas capaz, que quieras ser un buen modelo para todos los que te vean, que ames cada día más a Jesús y cada día más a toda la gente que tienes a tu alrededor.
La misa o eucaristía es la reunión principal de los cristianos, y la labor principal del monaguillo (también llamado acólito) es precisamente ayudar a la misa. Por ello, vale la pena conocer bien qué es y qué significa para nosotros esa reunión.
La misa nace en la Última Cena de Jesús. Jesús, antes de su muerte, celebró una cena de despedida con sus discípulos. Y allí, alrededor de la mesa, les repartió el pan y el vino diciéndoles que eran su Cuerpo y su Sangre. Aquel pan y aquel vino, aquel alimento tan humilde, era su presencia viva para siempre, para que viviesen siempre muy unidos a él.
Y así, después de la resurrección de Jesús, sus seguidores comenzaron a reunirse cada domingo para escuchar la enseñanza de los apóstoles, para dar gracias a Dios, para repetir aquel gesto del pan y el vino, y para recibirle a él como alimento de vida eterna.
Y esta celebración prosigue hoy. Nosotros seguimos reuniéndonos cada domingo para hacer lo mismo que hacían los primeros cristianos. En la misa nos reunimos todos, cantamos, rezamos y, sobre todo, ha¬cemos las dos cosas principales que los primeros cristianos hacían: primero escuchamos la enseñanza de las lecturas de la Palabra de Dios, y luego participamos de la gran plegaria de acción de gracias en la que el sacerdote que nos preside repite los gestos y las palabras de Jesús, con las que el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que todos recibimos como alimento. Y finalmente, volvemos a la calle, a nuestra vida de cada día, para vivir como Jesús nos enseñó.
Para ser un buen monaguillo...
* Es importante que conozcas bien lo que es la misa y el sentido que tiene, así como también los demás sacramentos y celebraciones cristianas. Escucha atentamente todo lo que el sacerdote y los demás responsables te expliquen.
* Y es importante, también, que conozcas y sepas todo lo que tienes que hacer en la misa y cuándo tienes que hacerlo. Si algo no lo has entendido bien, no dudes en preguntarlo.
* Cuando estés en el altar, permanece siempre muy atento. Piensa que estás ante Jesús, y piensa también que estás delante de la gente. Si no estás atento, no harás bien lo que tienes que hacer, y encima distraerás a los demás.
* Sé buen compañero de los demás monaguillos, y haz lo que te digan tanto el sacerdote como los demás responsables de la iglesia, para que haya buen clima entre todos y todo funcione correctamente.
* Sé siempre puntual, tanto para llegar a la hora convenida antes de la misa o de las demás celebraciones, como en los días en que debáis reuniros para ensayar o para cualquier otra actividad.
* Recuerda que la gente sabe que eres monaguillo y que ayudas en la celebración de la misa. Lo que significa que deberías ser un poco como un modelo para todos: sé siempre, en la calle, en casa, en la escuela, una chico o una chica servicial, alegre, con ganas de ayudar a todos del mismo modo que ayudas al sacerdote en la misa.
* En definitiva, procura ser un buen cristiano, amando a Jesús y amando a los demás como él nos enseñó.
El ayuntamiento ha sufragado este aparato por un importe de 41.000 euros, lo que permitirá que no se deterioren los valiosos fondos que posee el centro como, por ejemplo, la partida de José de Anchieta. Según la alcaldesa, Ana Oramas, es un archivo importante para conocer mejor la historia de las Islas Canarias.
(EL DÍA, 6 - X.D.BARBUZANO. La Laguna) La alcaldesa de La Laguna, Ana Oramas, y el obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, visitaron ayer el Archivo Histórico Diocesano de Tenerife, con motivo de la dotación del centro de un moderno climatizador, que le ha costado al consistorio 41.000 euros y garantizará la conservación de cara al futuro de los valiosos documentos que se conservan y que datan desde el siglo XVI. En la visita también estuvieron presentes la concejal de Patrimonio Histórico y del Plan Especial de Protección del Casco, Julia Dorta, y el director del archivo, Miguel Ángel Navarro Mederos.
El gerente de la empresa encargada de la instalación del climatizador, Jaime García de Haro, explicó que el aparato controla las condiciones de temperatura y humedad (21 y 60 grados, respectivamente) de las diversas estancias donde se custodian los fondos más importantes del archivo.
El obispo de la Diócesis de Tenerife, Bernardo Álvarez, destacó que "el archivo técnicamente está muy bien instalado, siendo utilizado por unas 140 personas al mes por parte de investigadores y toda clase de ciudadanos. El archivo está haciendo un gran servicio público, guardando y protegiendo un importante patrimonio documental de la Isla". También se refirió a la "iniciativa, sensibilidad e inquietud" del anterior obispo, Felipe Fernández, a la hora de restaurar y ampliar la antigua casa donde hoy se ubica el Archivo Diocesano de Tenerife.
La alcaldesa, Ana Oramas, dijo que el Archivo Diocesano y el Archivo Histórico Municipal de La Laguna "son los archivos más importantes de Canarias". Con respecto a su contenido, destacó la conservación de documentos de la valía de la partida de nacimiento del beato José de Anchieta, los planos de los conventos de Santa Catalina y Santa Clara, o los documentos sobre repartición de tierras o partidas de nacimiento, de gran interés, según añadió, "para conocer mejor la historia no sólo de las Islas Canarias sino, además, de América".
Para la mejor conservación de la documentación, Oramas señaló que en su día el ayuntamiento colaboró en la restauración de la casa que ocupa el archivo, de la que resaltó su sofisticado sistema contraincendios, lo que, según informó, "nos dio tranquilidad el día en que se quemó el Obispado, ya que sabíamos que si el fuego se hubiese extendido la documentación estaba a salvo no sólo por los medios para luchar contra el fuego, sino por encontrarse los legajos dentro de una sala de hormigón armado perfectamente aislada del exterior.
Una mujer ejemplar
En el recorrido por el archivo, la sorpresa vino dada ante la presencia de una mujer de 81 años llamada Rosario García que, cansada de estar sola en su casa de Santa Úrsula y gracias al párroco de su pueblo, se siente muy útil limpiando las páginas de los antiguos legajos. "Me encuentro -dijo- muy contenta y satisfecha al quitarle el polvo que tienen estos documentos. Los mayores no deben encerrarse en sus hogares, sino salir a la calle, ya que todavía somos útiles a la sociedad".
El Archivo Histórico Diocesano conserva documentación generada por la Diócesis Nivariense entre los siglos XIX y XX y la documentación anterior, correspondiente a las cuatro islas de la citada diócesis que fue transferida desde Gran Canaria con motivo de la erección del Obispado de Tenerife en 1819. Comprende 1.589 unidades de instalación, formadas por 59.568 unidades documentales implementadas en la base de datos del archivo.
Los documentos provienen de fondos como, por ejemplo, los de la Diócesis Canariense, obispo García Ximénez, obispo Fray Albino, obispo Bartolomé García Ximénez, Sociedad Benéfica La Caridad de La Orotava, Escuela Universitaria de Formación del Profesorado María Auxiliadora de Santa Cruz de Tenerife, Propagación de la Fe, capilla del antiguo Hospital del Tórax, Padre Flores, Casa de Ejercicios de Santa Cruz de Tenerife y Seminario Diocesano, que han sido donados para su conservación, o una importante colección microfilmada de registros sacramentales de las parroquias de la Diócesis, de consulta restringida y previa cita.
La antigüedad de los documentos se remonta al año 1530, como es el caso de los que provienen de la antigua iglesia de Los Remedios de La Laguna.
La alcaldesa, Ana Oramas, propuso hacer en el Archivo Diocesano exposiciones temáticas, dado el interés que despiertan en la población.