Viernes, 17 de noviembre de 2006
Art?culo publicado en "Misioneros Javerianos", Bolet?n mensual de informaci?n misionera de octubre 2006, a?o XLIII - N? 426.

INCULTURACI?N TAREA DE SIEMPRE


P. Carlos Collantes

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El P. Arrupe siendo superior general de los jesuitas defini? la inculturaci?n en los t?rminos siguientes: ?es la encarnaci?n de la vida y del mensaje cristiano en un determinado contexto cultural, de tal forma que esta experiencia no s?lo encuentra ex-presi?n a trav?s de los elementos propios de la cultura en cues?ti?n, esto ser?a una adaptaci?n superficial, sino que tambi?n se convierte en un principio que anima, dirige y unifica la cultura transform?ndola y rehaci?ndola como si naciese una nueva creaci?n?.

Desde el principio, desde la primera generaci?n de cristianos el evangelio tuvo que inculturarse, ser predicado con distintos ropajes culturales. Con S. Pablo el mensaje evang?lico pasa de un continente a otro ?de Asia a Europa? de una cultura a otra. Si Jes?s predica la Buena Nueva con las categor?as culturales propias de su pueblo jud?o, los primeros disc?pulos, al predicar a Jes?s ?convertido en Buena Nueva? tienen que aprender a hacerlo, al menos algunos, con otras categor?as y otro lenguaje saliendo de su mundo jud?o para adentrarse en otro, conocido ya por algunos de ellos, el mundo grecorromano. Exist?a entonces el juda?smo llamado de la di?spora, comunidades jud?as existentes en diferentes ciudades del Imperio romano, algunos cristianos proven?an de este juda?smo m?s abierto y cosmopolita. De hecho, Pablo cuando llegaba a una ciudad para anunciar el evangelio se dirig?a en primer lugar a las sinagogas y a los pros?litos porque all? encontraba ?cre?a encontrar?un terreno ya preparado y bien dispuesto.

Unidad en la diversidad

Los Hechos de los Ap?stoles nos relatan el primer Concilio de la historia, el Concilio de Jerusal?n, un encuentro fraterno de responsables de comunidades, en ?l todos intentan dejarse guiar por la luz y sabidur?a del Esp?ritu. El encuentro del evangelio con la cultura griega hab?a provocado las primeras tensiones con los cristianos m?s ortodoxos y r?gidos provenientes del juda?smo y era necesario distinguir lo esencial, lo irrenunciable, aquello sin lo cual el evangelio no era el de Jes?s y la fe no era cristiana, distinguirlo de lo secundario, de aquello que pertenec?a a tradiciones del Antiguo Testamento, costumbres jud?as m?s o menos respetables pero que un cristiano originario de otro horizonte cultural no ten?a porque seguir o no le ten?an que ser impuestas porque de lo contrario se oscurecer?a algo b?sico: que quien nos salva es Jesucristo, la fe en ?l y no el cumplimiento de la ley (hablamos de la ley religiosa jud?a o veterotestamentaria). Fue un ejercicio de fraternidad profunda, de colegialidad real. Pablo se convierte en el firme defensor de la libertad cristiana tan bien reflejada en su carta a los G?latas. De esta manera aprenden a distinguir la unidad de la uniformidad, buscan la unidad en la diversidad, lo cual a veces es un milagro, s?lo posible gracias al Esp?ritu.
Encontramos en los Hechos de los Ap?stoles un texto muy significativo y revelador, se trata de la visi?n del macedonio: (Hch 16, 6-10). En ?l aparece con toda claridad que el gran protagonista de la misi?n es el Esp?ritu Santo, no es iniciativa del evangelizador, sino m?s bien del que va a ser evangelizado que pide que se le anuncie y muestre ese gran tesoro que es Jesucristo: ?!Pasa a Macedonia y ay?danos!?, dice el macedonio. El Esp?ritu llama desde la otra orilla, ese Esp?ritu que hab?a preparado desde siempre los corazones de los que iban a recibir a Cristo. Y Pablo d?cil y obediente atraviesa la frontera.

?Conversi?n? de Pedro

La inculturaci?n tiene que ver, por tanto, con la superaci?n de fronteras, con la aceptaci?n de la pluralidad, con la renuncia expl?cita a querer imponer a los otros (pueblos, comunidades, iglesias locales) la propia identidad, con la renuncia a toda actitud etnoc?ntrica. Ya en el relato de Cornelio (Hch 10) ?primer pagano que entra en la comunidad cristiana? Pedro se ve obligado a cambiar sus esquemas, a relativizar ciertas pr?cticas de su anterior credo jud?o. En realidad quien fuerza a Pedro, quien lo convierte es el Esp?ritu. De nuevo el Esp?ritu el protagonista. Se opta por el universalismo rompiendo los estrechos l?mites del juda?smo.

En Pentecost?s, la Iglesia nace misionera, acoge y acepta la pluralidad de lenguajes, todos son ?tiles y necesarios para proclamar y acoger las maravillas del Se?or. Todos est?n llamados a enriquecer el rostro de la Iglesia. De esta forma, guiada por el Esp?ritu, la Iglesia est? al servi?cio de la unidad, una unidad respetuosa que no anula diferencias sino que enriquece. S?lo el Esp?ritu es capaz de recrear la comuni?n entre culturas y pueblos diferentes. Y la Iglesia quiere ser el signo y sacramento de esta unidad y comuni?n.

Un caso bonito y ejemplar de inculturaci?n es la fiesta de la Navidad. No podemos saber la fecha exacta del nacimiento de Jes?s, tampoco interesa demasiado para el contenido y valor de nuestra fe; los evangelistas no lo mencionan y tampoco les interesa puesto que no escriben biograf?as de Jes?s sino testimonios creyentes, lecturas de la vida, ministerio y obra salvadora de Jes?s desde la fe. Est?n escritos desde la experiencia pascual, tras la Resurrecci?n de Jes?s y con la luz que ?sta proyecta sobre el ministerio hist?rico de Jes?s.

Sabidur?a pastoral

Fue en el siglo IV tal vez en el a?o 345, cuando se proclam? el 25 de diciembre como fecha de la Navidad. La Iglesia que sal?a de las catacumbas y de siglos de persecuci?n supo -con gran inteligencia y sabidur?a pastoral- "apropiarse" de una celebraci?npreexistente que celebraba el solsticio de invierno (en el hemisferio Norte que era donde viv?a entonces la Iglesia). Los d?as se alargaban, el sol comenzaba a brillar con m?s intensidad, la luz ?vencedora? se hac?a fuerte, y la vida renac?a. En el Norte de Europa exist?a una celebraci?n con parecido significado: se quemaban grandes troncos adornados en honor de los dioses para que el sol brillara con m?s fuerza. La Iglesia se apropia de la fecha cambiando completamente el contenido: el verdadero Sol, la verdadera Luz es Jes?s, el ?nico Salvador. Se decidi? entonces celebrar su nacimiento el d?a 25 de diciembre. Todo un acierto y una prueba de saber estar presente en medio de una sociedad y de una cultura. (Sirva este ejemplo para ?cerrar la boca? a tanto testigo de Jehov? agresivo e ignorant?n que acusa a la Iglesia Cat?lica de ?mentir? en lo relativo a la fecha del nacimiento de Jes?s. No hay ninguna mentira en este asunto para quien conoce la historia y el significado de los evangelios).

Muchas culturas son anteriores al evangelio, han nacido y se han desarrollado antes y al margen del cristianismo, no necesitan del evangelio. Sin embargo, el evangelio s? necesita de las culturas para expresarse con un determinado lenguaje, necesita un soporte cultural para ser m?s significativo, m?s elocuente en el coraz?n de quien lo escucha y se abre a ?l. El evangelio no tiene una cultura propia, pero est? llamado a expresarse en todas y en todas puede ser vivido.

La inculturaci?n no es un descubrimiento reciente ?la palabra tal vez, pero no la realidad? es una realidad de siempre, un proceso permanente porque las culturas son realidades din?micas que evolucionan, y cambian los contextos sociales en los que el evangelio es anunciado; el evangelio interpela siempre cada cultura que se abre a ?l, por eso la inculturaci?n es tambi?n la respuesta a esa interpelaci?n y la primera responsable de este proceso de inculturaci?n es la Iglesia local. Antes es necesario proclamar el evangelio de manera inteligible y significativa a los miembros de cada comunidad humana, con signos que hagan cre?ble el anuncio del Reino de Dios. 

?Como "la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros" (Jn 1, 14), as? la Buena Nueva, la palabra de Jesucristo anunciada a las naciones, debe penetrar en el ambiente de vida de sus oyentes. La inculturaci?n es precisamente esta penetraci?n del mensaje evang?lico en las culturas. En efecto, la Encarnaci?n del Hijo de Dios, por ser total y concreta, fue tambi?n encarnaci?n en una cultura espec?fica?. (E Af 60)


?Al desarrollar su actividad misionera entre las gentes, la Iglesia encuentra diversas culturas y se ve comprometida en el proceso de inculturaci?n. Es ?sta una exigencia que ha marcado todo su camino hist?rico, pero hoy es particularmen?te aguda y urgente... Por medio de la inculturaci?n la Iglesia encarna el Evangelio en las diversas culturas y, al mismo tiempo, introduce a los pueblos con sus culturas en su misma comunidad; transmite a las mismas sus propios valores, asu?miendo lo que hay de bueno en ellas y renov?ndolas desde dentro. Por su parte, con la inculturaci?n, la Iglesia se hace signo m?s comprensible de lo que es e instrumento m?s apto para la misi?n?. (RM 52)
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