S?bado, 25 de noviembre de 2006
El Arzobispo de Valencia, Mons. Agust?n Garc?a-Gasco, a trav?s de CARTA SEMANAL llam? a los cat?licos a promover "nuevas ideas" y propuestas creativas que permitan responder a los requerimientos de "los necesitados de nuestros d?as".


Publicada en ?Paraula-Iglesia en Valencia? el 26 de noviembre de 2006


Las sociedades democr?ticas avanzadas aspiran a tener un rostro social, a realizar un eficaz ejercicio de la solidaridad que mejore la suerte de los m?s desfavorecidos. Con esta finalidad, las autoridades proponen pol?ticas sociales en las que los ciudadanos se implican por razones humanitarias, y en las que la eficacia de la acci?n com?n se multiplica por efecto, tanto de una buena organizaci?n como de una inteligente coordinaci?n de las iniciativas sociales y de los esfuerzos personales.
Entre las ra?ces de la cultura de la solidaridad se encuentra, sin duda, la predicaci?n del Evangelio de Jesucristo y la acci?n caritativa de la comunidad cristiana. El amor al pr?jimo enraizado en el amor a Dios se presenta como tarea para cada cristiano y para toda la Iglesia. Se trata de poner en pr?ctica el amor, de realizar un servicio comunitario ordenado. El amor como tarea necesita tambi?n de una organizaci?n.

Un estilo de vida, en el que la organizaci?n de la caridad siempre ha estado presente, es caracter?stico de la Iglesia desde sus or?genes. Benedicto XVI, en su Enc?clica ?Deus caritas est?, nos recuerda que la comuni?n que caracteriza a la primitiva comunidad cristiana se concreta en que los creyentes tienen todo en com?n y en que, entre ellos, ya no hay diferencias entre ricos y pobres.

Igualmente, el Santo Padre se?ala que esta forma radical de comuni?n resultaba imposible de mantener conforme la Iglesia fue extendi?ndose, pero que el n?cleo central de esta comuni?n ha permanecido. En la comunidad de los creyentes no debe haber pobreza alguna que niegue a alguien los bienes indispensables y necesarios.

Este compromiso de comuni?n dio lugar a un esfuerzo organizativo de la caridad. En el Nuevo Testamento se recoge la instituci?n del diaconado, cuyo cometido era velar por el justo reparto del suministro a las viudas. No se trataba de un mero servicio t?cnico de distribuci?n. Se requer?a que fueran personas ?llenas de Esp?ritu y de sabidur?a?. Su servicio social era al mismo tiempo concreto y espiritual, pues se trataba del amor bien ordenado al pr?jimo.

La diacon?a supuso la primera organizaci?n institucional de la caridad: el servicio del amor al pr?jimo ejercido comunitariamente y de modo org?nico. Se confirma como uno de los ?mbitos esenciales de la Iglesia, con un cometido que se iba concretando seg?n las necesidades detectadas: practicar el amor hacia las viudas y los hu?rfanos, los presos, los enfermos, los forasteros y los necesitados de todo tipo.

La diacon?a fue extendi?ndose a lo largo de toda la Iglesia. Cada monasterio y cada di?cesis llegaron a tener su propia diacon?a, a las que incluso las autoridades civiles les confiaban tareas de distribuci?n entre los m?s necesitados. La figura de los di?conos santos, como san Esteban, san Lorenzo y san Vicente, qued? en la memoria de la Iglesia como expresi?n de la caridad eclesial.

Benedicto XVI extrae de estos datos de la historia de la Iglesia dos consecuencias fundamentales. En primer lugar, para la Iglesia la caridad no es una especie de actividad de asistencia social, que se podr?a dejar a otros; sino que pertenece a su naturaleza y es manifestaci?n irrenunciable de su propia esencia.

En segundo t?rmino, la Iglesia es la familia de Dios en el mundo, en la que no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario. Al mismo tiempo, la propia din?mica del amor como agap? presente en la comunidad cristiana, supera los confines de la Iglesia y establece la universalidad del amor que se dirige hacia el necesitado, quienquiera que sea.

Los necesitados de nuestros d?as requieren cada vez m?s de nuevas ideas y de propuestas creativas, para responder a sus problemas y carencias. Saber enfrentar estos retos ayuda a crecer en su ser y en su misi?n, tanto a la comunidad cristiana como a las sociedades verdaderamente solidarias.

Las graves dificultades actuales en el acceso a la vivienda ?que dificulta a los j?venes que puedan fundar una familia con espacio para su crecimiento?, o la inestabilidad laboral que sufren trabajadores de todas las edades son cuestiones que a todos nos deben preocupar, pues generan nuevos pobres sin esperanza y truncan proyectos de vida familiar. Los cat?licos hemos de poner nuestro esfuerzo y empe?o para bien de los m?s d?biles e indefensos.

Con mi bendici?n y afecto,


Mons. Agust?n Garc?a-Gasco Vicente
Arzobispo
Publicado por verdenaranja @ 23:38  | Hablan los obispos
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