Jueves, 07 de diciembre de 2006
ZENIT publica la intervenci?n de Benedicto XVI en la audiencia general del mi?rcoles, 6 de Diciembre, dedicada a recordar su viaje apost?lico a Turqu?a, que tuvo lugar del 28 de noviembre al 1 de diciembre.


Queridos hermanos y hermanas:
Como ya es costumbre despu?s de cada viaje apost?lico, quisiera, en esta audiencia general, recorrer las diferentes etapas de la peregrinaci?n que hice a Turqu?a del martes al viernes de la semana pasada.

Una visita que, como sab?is, no parec?a f?cil desde varios puntos de vista, pero que Dios ha acompa?ado desde el inicio y que de este modo ha podido desarrollarse felizmente. Por tanto, as? como hab?a pedido que se preparara y acompa?ara con la oraci?n, ahora os pido que os un?is a m? para dar gracias al Se?or por su desarrollo y conclusi?n.

Le conf?o a ?l los frutos que espero que puedan surgir de ella, ya sea para las relaciones con nuestros hermanos ortodoxos, ya sea para el di?logo con los musulmanes.

En primer lugar, siento el deber de renovar mi cordial reconocimiento al presidente de la Rep?blica, al primer ministro, y a las dem?s autoridades, que me han acogido con tanta cortes?a y han asegurado las condiciones necesarias para que todo se desarrollara de la mejor manera.

Doy las gracias fraternamente a los obispos de la Iglesia cat?lica en Turqu?a y a sus colaboradores por todo lo que han hecho.

Un agradecimiento particular dirijo al patriarca Bartolom? I, que me recibi? en su casa, al patriarca armenio Mesrob II, al metropolita siro-ortodoxo Mor Fil?ksinos y a las dem?s autoridades religiosas.

A lo largo del viaje me sent? particularmente apoyado por mis venerados predecesores, los siervos de Dios Pablo VI y Juan Pablo II, quienes realizaron una memorable visita a Turqu?a, y sobre todo el beato Juan XXIII, que fue representante pontificio en ese noble pa?s de 1935 a 1944, dejando un recuerdo lleno de afecto.

Remont?ndome a la visi?n que el Concilio Vaticano II presenta de la Iglesia (Cf. constituci?n ?Lumen gentium? 14-16), podr?a decir que tambi?n los viajes del Papa contribuyen a realizar su misi?n que se desarrolla en ?c?rculos conc?ntricos?. En el c?rculo m?s interno, el Sucesor de Pedro confirma a los fieles cat?licos en la fe, en el intermedio encuentra a los dem?s cristianos y en el m?s exterior se dirige a los no cristianos y a toda la humanidad.

La primera jornada de mi visita a Turqu?a se desarroll? en el ?mbito de este tercer ?c?rculo?, el m?s amplio: encontr? al primer ministro, al presidente de la Rep?blica y al presidente para los Asuntos Religiosos, dirigiendo a ?ste ?ltimo mi primer discurso; rend? homenaje al Mausoleo del ?padre de la Patria Mustaf? Kemal Atat?rk, y despu?s tuve la posibilidad de hablar al Cuerpo Diplom?tico en la nunciatura apost?lica de Ankara.

Esta intensa serie de encuentros constituy? una parte importante de la visita sobre todo porque Turqu?a es un pa?s en su gran mayor?a musulm?n que se regula por una constituci?n que afirma la laicidad del Estado. Es, por lo tanto, un pa?s que constituye un emblema del gran reto que hoy se plantea a nivel mundial: por una parte es necesario redescubrir la realidad de Dios y la importancia p?blica de la fe religiosa y, por otra, garantizar que la expresi?n de esa fe sea libre, sin degeneraciones fundamentalistas y capaz de repudiar firmemente cualquier forma de violencia.

Por tanto, tuve la oportunidad propicia de renovar mis sentimientos de estima a los musulmanes y a la civilizaci?n isl?mica. Pude al mismo tiempo insistir en la importancia de que cristianos y musulmanes se comprometan juntos a favor del ser humano, la vida, la paz y la justicia, reafirmando que la distinci?n entre la esfera civil y la religiosa constituye un valor y que el Estado debe garantizar al ciudadano y a las comunidades religiosas la efectiva libertad de culto.

En el ?mbito del di?logo interreligioso la divina Providencia me permiti? cumplir, casi al final de mi viaje, un gesto que en un primer momento no estaba previsto y que se revel? sumamente significativo: la visita a la Mezquita Azul de Estambul. Permaneciendo unos minutos en recogimiento en ese lugar de oraci?n me dirig? al ?nico Se?or del cielo y de la tierra, Padre misericordioso de toda la humanidad. ?Que todos los creyentes puedan reconocerse como criaturas y dar testimonio de aut?ntica fraternidad!

La segunda jornada me llev? a ?feso, y de este modo me encontr? r?pidamente en el ?c?rculo? m?s interno del viaje, en contacto directo con la comunidad cat?lica. En ?feso, de hecho, en una agradable localidad llamada ?Colina del ruise?or?, asomada al Mar Egeo, se encuentra el Santuario de la Casa de Mar?a. Se trata de una antigua y peque?a capilla surgida en torno a una casita que, seg?n una antiqu?sima tradici?n, el ap?stol Juan construy? para la Virgen Mar?a, despu?s de haber ido con ella a ?feso. El mismo Jes?s les hab?a confiado el uno a la otra y viceversa cuando, antes de morir en la cruz, le dijo a Mar?a: ?Mujer, ah? tienes a tu hijo?, y a Juan: ?Ah? tienes a tu madre? (Juan 19,26-27). Las investigaciones arqueol?gicas han demostrado que ese lugar es desde hace tiempo inmemorable un lugar de culto mariano, amado tambi?n por los musulmanes, que se dirigen habitualmente para venerar a quien llaman ?Meryem Ana?, la Madre Mar?a. En el jard?n contiguo al Santuario celebr? la santa misa para un grupo de fieles venidos de la cercana Izmir y de otras partes de Turqu?a, as? como del extranjero. En la ?Casa de Mar?a? nos sentimos verdaderamente ?en casa?, y en aquel clima de paz rezamos por la paz en Tierra Santa y en todo el mundo. All? quise recordar al padre Andrea Santoro, sacerdote romano, testigo en tierra turca del Evangelio con su sangre.

El ?c?rculo? intermedio, el de las relaciones ecum?nicas, ocup? la parte central del viaje, con motivo de la fiesta de san Andr?s, el 30 de noviembre. Esta celebraci?n sirvi? de contexto ideal para consolidar las relaciones fraternas entre el obispo de Roma, sucesor de Pedro, y el patriarca ecum?nico de Constantinopla, Iglesia fundada seg?n la tradici?n por el ap?stol san Andr?s, hermano de Sim?n Pedro. Siguiendo las huellas de Pablo VI, que encontr? al patriarca Aten?goras, y de Juan Pablo II, que fue acogido por el sucesor de Aten?goras, Dimitiros I, renov? junto a Su Santidad Bartolom? I este gesto de gran valor simb?lico para confirmar el compromiso rec?proco de proseguir el camino hacia el restablecimiento de la comuni?n plena entre cat?licos y ortodoxos.

Para sancionar este firme prop?sito firm? junto al patriarca ecum?nico una ?Declaraci?n conjunta? que constituye una etapa ulterior en este camino.

Fue sumamente significativo que este acto tuviera lugar al final de la solemne liturgia de la fiesta de san Andr?s, a la que asist? y que se concluy? con la doble bendici?n impartida por el obispo de Roma y por el patriarca de Constantinopla, sucesores respectivamente de los ap?stoles Pedro y Andr?s. De este modo manifestamos que en el fundamento de todo esfuerzo ecum?nico siempre est? la oraci?n y la perseverante invocaci?n del Esp?ritu Santo.

En este mismo ?mbito, en Estambul, tuve la alegr?a de visitar al patriarca de la Iglesia Armenia apost?lica, Su Beatitud Mesrob II, y de encontrar al metropolita siro-ortodoxo. Recuerdo con agrado, en ese contexto, el coloquio que mantuve con el gran rabino de Turqu?a.

Mi visita se concluy?, justamente antes del regreso para Roma, regresando al ?c?rculo? m?s interno, es decir, encontrando a la comunidad cat?lica presente con todos sus componentes en la catedral latina del Esp?ritu Santo, en Estambul. Tambi?n asistieron a esa santa misa el patriarca ecum?nico, el patriarca armenio, el metropolita siro-ortodoxo y los representantes de las Iglesias protestantes. En definitiva estaban reunidos en oraci?n todos los cristianos, en la diversidad de las tradiciones, ritos e idiomas. Confortados por la Palabra de Cristo, que promete a los creyentes ?r?os de agua viva? (Juan 7, 38), y por la imagen de los muchos miembros unidos en un solo cuerpo (Cf. 1 Corintios 12, 12-13), vivimos la experiencia renovada de Pentecost?s.

Queridos hermanos y hermanas: he regresado al Vaticano con el esp?ritu lleno de gratitud a Dios y con sentimientos de sincero afecto y estima por los habitantes de la querida naci?n turca, por quienes me he sentido acogido y comprendido. La simpat?a y la cordialidad que me han rodeado, a pesar de las dificultades inevitables que ha provocado mi visita al desarrollo normal de sus actividades cotidianas, me quedan como un recuerdo intenso que me lleva a orar. Que Dios omnipotente y misericordioso ayude al pueblo turco, a sus gobernantes, y a los representantes de las religiones a construir juntos un futuro de paz para que Turqu?a pueda ser un ?puente? de amistad y de colaboraci?n fraternal entre Occidente y Oriente. Recemos, adem?s, para que por intercesi?n de Mar?a Sant?sima, el Esp?ritu Santo haga fecundo este viaje apost?lico, y aliente en todo el mundo la misi?n de la Iglesia, instituida por Cristo para anunciar a todos los pueblos el evangelio de la verdad, de la paz y del amor.

[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit. Al final de la audiencia, el Papa salud? a los peregrinos en varios idiomas. En espa?ol, dijo:]

Queridos hermanos y hermanas:
Doy gracias al Se?or por mi reciente viaje a Turqu?a, durante el cual me sostuvieron vuestras oraciones. All? he insistido en la importancia del compromiso de los cristianos y musulmanes por la causa del hombre, de la vida, de la paz y de la justicia.

En el ?mbito del di?logo interreligioso, al visitar la Mezquita Azul de Estambul, en silencio me he dirigido al ?nico Se?or, Padre misericordioso de toda la humanidad. Los encuentros ecum?nicos han servido para consolidar las relaciones fraternas con los ortodoxos. En este sentido, he firmado con el Patriarca Ecum?nico Bartolom? I una Declaraci?n Conjunta. Asimismo me he reunido con la comunidad cat?lica en la Casa de Mar?a, santuario tan querido tambi?n por los musulmanes, que acuden a venerar a la que llaman ?Meryem Ana?, la Madre Mar?a.

He vuelto lleno de gratitud y afecto por los habitantes de aquella amada naci?n, as? como por todos los musulmanes y la civilizaci?n isl?mica. Que Dios omnipotente y misericordioso ayude al pueblo turco, a sus gobernantes y representantes de las diversas religiones, a construir un futuro de paz, para que Turqu?a pueda ser un puente de amistad y colaboraci?n fraterna entre Occidente y Oriente.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua espa?ola, especialmente a las religiosas de Mar?a Inmaculada, a los numerosos fieles de distintas parroquias, cofrad?as y colegios de Espa?a, as? como a los de Am?rica Latina. Pidamos al Esp?ritu Santo que haga fecundo este viaje apost?lico y aliente la misi?n de la Iglesia, instituida por Cristo para anunciar a todos los pueblos el Evangelio de la verdad, de la paz y del amor.

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Publicado por verdenaranja @ 22:34  | Habla el Papa
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