Viernes, 08 de diciembre de 2006
Contin?a el tema de la comunicaci?n en la Iglesia en la revista "Cooperador Paulino", n?mero 136 NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2006, desarrollado por Silvio Sassi, al que damos cabida.

Silvio Sassi


Al final de la sint?tica rese?a hist?rica de los pronunciamientos del magisterio universal sobre la comunicaci?n, la afirmaci?n m?s laboriosa y a la vez m?s fecunda para la reflexi?n y la praxis eclesial en este campo se encuentra en la enc?clica de Juan Pablo II ?Redemptoris missio?; ?No basta usar los medios para difundir el mensaje cristiano y el magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta "nueva cultura "creada por la comunicaci?n moderna? (n. 37c).

Integrar el mensaje
en la
nueva cultura


El magisterio universal, de acuerdo con la investigaci?n universitaria y las actividades pr?cticas de comunicaci?n, al calificar el fen?meno de la comunicaci?n medial y multimedia) de hoy, supera la descripci?n ?instrumental? para acoger el conjunto comunicativo como ?nueva cultura?. Por tanto, la Iglesia recurriendo a la comunicaci?n para evangelizar no puede conformarse con disponer de ?medios? nuevos, sino que est? llamada a situarse ante la comunicaci?n actual como ante una ?cultura?, y una ?civilizaci?n? aut?noma e in?dita. Juan Pablo II invitaba a toda la Iglesia a pasar de un simple ?uso? de los instrumentos a un proceso complejo de ?integraci?n? del mensaje cristiano en una nueva cultura.

Para expresar el proceso de integraci?n de la fe en una cultura, tambi?n el magisterio universal, a partir de finales de los a?os setenta, ha adoptado la palabra inculturaci?n. Si se desea desarrollar la pauta m?s completa del magisterio en lo referente a la comunicaci?n de hoy, debemos profundizar el proceso de inculturaci?n de la fe. Si falta este proceso, la tentaci?n de una vuelta a la idea ?instrumental? de la comunicaci?n podr?a ser secundada f?cilmente. Es m?s, algunos pronunciamientos eclesiales, posteriores a la Redemptoris missio, parecen ignorar ese logro irreversible indicado por la autoridad del Papa.

Una sencilla definici?n de inculturaci?n en el lenguaje teol?gico misionero indica el proceso de de?sarrollo del mensaje evang?lico en una cultura particular. No se trata de traducir las categor?as de la fe y el estilo de la vida cristiana a una determinada cultura, sino de pensar el anuncio evang?lico como una semilla que, echada en una tierra determinada, se desarrolla y da fruto aprovechando los recursos de la tierra misma en la que se encuentra. En los frutos maduros se hallan unidos de manera ?nica la semilla originaria y todas las caracter?sticas particulares asimiladas de la tierra.

Por la formulaci?n elemental de la definici?n, se podr?a deducir que el proceso de inculturaci?n comprende la persona de Cristo en el momento de su encarnaci?n, predicaci?n, muerte y resurrecci?n y el posterior encargo confiado por Cristo a los ap?stoles y, por su medio, a la Iglesia de todos los tiempos. La inculturaci?n podr?a identificar la persona y la actividad terrena de Cristo, la vocaci?n y la misi?n espec?fica de la Iglesia. Se tratar?a s?lo de una nueva palabra para calificar una tarea que carac?teriza siempre a la Iglesia.

Siguiendo la aparici?n del t?rmino ?inculturaci?n? en el lenguaje del magisterio eclesial y su progresiva definici?n de manera interdisciplinar, por una parte se confirma que el nuevo vocablo indica algo ya conocido y practicado en la Iglesia, y por otra se puede descubrir una contribuci?n original para caracterizar la misi?n evangelizadora en el contexto hist?rico actual. Inculturaci?n es un vocablo que expresa una mentalidad que madura en la Iglesia con el providencial evento del concilio Vaticano II. Efectivamente, no nace por un prurito de neologismos, sino para caracterizar algo que otras palabras en el ?mbito de la misi?n y la pastoral (adaptaci?n, encarnaci?n, aculturaci?n, localizaci?n, indigenizaci?n, contextualizaci?n, etc.) parec?a no expresar.

Por inculturaci?n, de manera cada vez m?s expl?cita, no se pretende definir un nuevo m?todo misionero, sino una visi?n nueva de evangelizaci?n: evangelizaci?n de las culturas e inculturaci?n del mensaje evang?lico. La fe transforma y purifica las culturas, y a su vez las culturas ofrecen la oportunidad y categor?as nuevas para repensar y reinterpretar la fe.

A partir del Vaticano II

Esta nueva mentalidad misionera y pastoral toma forma a partir de la autocomprensi?n que la Iglesia elabora desde la convocatoria del Vaticano II por parte de Juan XXIII (11 de octubre de 1962), durante las cuatro sesiones del concilio (hasta su clausura, el 8 de diciembre de 1965) y en el per?odo posconciliar del pontificado de Pablo VI. En el discurso de inauguraci?n del Vaticano II, Juan XXIII afirma: ?Es necesario ante todo que la Iglesia no se desligue del sagrado patrimonio de la verdad, recibido de los padres; y al mismo tiempo debe mirar al presente, a las nuevas condiciones y formas de vida introducidas en el mundo actual, que han abierto nuevos caminos al apostolado cat?lico?.

En distinta medida los 16 documentos elaborados por el Vaticano II concurren a expresar la nueva visi?n de la evangelizaci?n entendida como intercambio rec?proco entre la Iglesia y la sociedad. Es necesario, sin embargo, recordar la contribuci?n especial de la Lumen gentium (cf nn. 13, 16, 17) la Gaudium et spes (cf nn. 44, 58, 62) y Ad gentes (cf nn. 9, 10, 11, 22). La constituci?n pastoral Gaudium etspes inaugura adem?s un nuevo modo de reflexi?n eclesial: pasa de un m?todo deductivo a un m?todo inductivo. El documento se pone primero a la escucha del mundo contempor?neo y de sus problemas y esperanzas, y despu?s trata de responder a ellas con el mensaje de la fe.
El magisterio de Pablo VI du?rante el desarrollo del Vaticano II, especialmente con su enc?clica Ecclesiam suam (6-8-1964) y en el sucesivo per?odo posconciliar, sigue siendo hoy d?a una refe?rencia sobre todo en la exhortaci?n posinodal Evangelii nuntiandi (8-12-1975) que trata de modo profundo y renovador de la evan?gelizaci?n en el mundo moderno. ?La evangelizaci?n pierde mucho de su fuerza y de su eficacia, si no toma en consideraci?n al pueblo concreto al que se dirige, si no utiliza su "lenguaje", sus signos y s?mbolos, si no responde a las cuestiones que plantea, si no llega a su vida concreta? (n. 63).

Aunque en el ?mbito eclesial oficial apareci? a partir de los a?os cincuenta de modo espor?dico, la palabra inculturaci?n aparece por vez primera durante el S?nodo de 1977, sobre todo por la aportaci?n del P. Arrupe. El primer documento eclesial oficial que usa esa palabra es el mensaje conclusivo del S?nodo de 1977: ?Es leg?timo considerar a la catequesis uno de los instrumentos de inculturaci?n (inculturationis), o sea, que desa?rrolla y al mismo tiempo ilumina desde dentro las formas de vida de aquellos a quienes se dirige... La verdadera "encarnaci?n" de la fe a trav?s de la catequesis supone no s?lo el proceso de "dar" sino tambi?n el de "recibir"? (n. 5).

El pontificado
de Juan Pablo II


Juan Pablo II usa por vez primera la palabra inculturaci?n en el discurso a la Pontificia Comisi?n B?blica del 26 de abril de 1979 que hab?a tenido la sesi?n plenaria sobre el tema La inculturaci?n de la fe a la luz de la Escritura: ?La palabra aculturaci?n o incultura?ci?n, a pesar de ser un neologismo, expresa muy bien uno de los componentes del gran misterio de la Encarnaci?n?. El Papa subraya c?mo la palabra de Dios en su revelaci?n ha asumido las formas de expresi?n de las distintas culturas, desde Abrah?n hasta el Apocalipsis.

En la exhortaci?n apost?lica Catechesi tradendae (16 de octubre de 1979) Juan Pablo II aplica la inculturaci?n a la cate?quesis: ?De la catequesis, como de la evangelizaci?n en general, podemos decir que est? llamada a llevar la fuerza del Evangelio al coraz?n de la cultura y de las culturas. Para ello, la catequesis procurar? conocer esas culturas y sus componentes esenciales; aprender? sus expresiones m?s significativas, respetar? sus va-lores y riquezas propias. S?lo as? se podr? proponer a tales culturas el conocimiento del misterio oculto y ayudarles a hacer surgir de su propia tradici?n viva ex-presiones originales de vida, de celebraci?n y de pensamiento cristianos? (n. 53).

Despu?s de haber recordado el ?doble principio de la compatibilidad con el Evangelio de las varias culturas a asumir y de la comuni?n con la Iglesia universal? en la exhortaci?n apost?lica Familiaris consortio (22-11-1981) Juan Pablo II compromete a la Iglesia para que act?e de modo que ?esta inculturaci?n de la fe cristiana se lleve a cabo cada vez m?s ampliamente, tambi?n en el ?mbito del matrimonio y de la fa?milia? (n. 10).

El 20 de mayo de 1982 Juan Pablo II crea el Pontificio Consejo para la Cultura. En la Carta de fundaci?n el Papa explica: ?Des-de el inicio de mi pontificado, he defendido que el di?logo de la Iglesia con las culturas de nuestro tiempo es un campo vital, en el que se juega el destino del mundo en este final del siglo XX?. En el mismo texto se cita una frase de Juan Pablo II pronunciada el 16 de enero de 1982: ?Una fe que no se hace cultura es una fe no totalmente acogida, no plenamente pensada, no fielmente vivida?. Tarea del nuevo organismo: ?Llevar? regularmente a la Santa Sede el eco de las grandes aspiraciones culturales del mundo de hoy, profundizando en las ansias de las civilizaciones contempor?neas y explorando los nuevos caminos del di?logo cultural?.
Recordando la obra evangeliza-dora de los santos Cirilo y Metodio, Juan Pablo II en la enc?clica Slavorum apostoli (2-6-1985) afirma: ?En la obra de evangelizaci?n que ellos llevaron a cabo como pioneros en los territorios habitados por los pueblos eslavos est? contenido, al mismo tiempo, un modelo de lo que hoy lleva el nombre de "inculturaci?n" -encarnaci?n del Evangelio en las culturas aut?ctonas- y, a la vez, la introducci?n de estas en la vida de la Iglesia? (n. 21).

Con ocasi?n del XX aniversario de la conclusi?n del Vaticano II, el 8 de octubre de 1985, la Comisi?n teol?gica internacional (fundada por Pablo VI el 11 de abril de 1969 dentro de la Congregaci?n de la Doctrina de la fe) publica un documento de reflexi?n sobre la Lumen gentium titulado Temas elegidos de eclesiolog?a. El punto 4 afronta el tema Pueblo de Dios e inculturaci?n. La necesidad de la inculturaci?n se pone en eviden?cia precisamente en su definici?n de ?perspectiva y acci?n con las que el Evangelio puede llegar al coraz?n de las culturas?.

El fundamento de la inculturaci?n se encuentra principalmente en la diversidad y multiplicidad de los seres creados y sobre todo en el misterio de la encarnaci?n de Cristo. ?En la evangelizaci?n de las culturas y en la inculturaci?n del Evangelio se realiza un intercambio misterioso: por un lado, el Evangelio revela a toda cultura y libera en ella la verdad suprema de los valores que encie?rra; por otro, cada cultura expresa el Evangelio de modo original y manifiesta aspectos nuevos del mismo?. El proceso de inculturaci?n tiene una amplia aplicaci?n. ?La inculturaci?n reverbera fuertemente sobre todos los aspectos de la existencia de una Iglesia, especialmente en su vida y en su lenguaje?.
(Continuar? en el pr?ximo n?mero)
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