Domingo, 10 de diciembre de 2006
Carta a los m?dicos cat?licos de todo el mundo sobre ?La relaci?n del m?dico con la moral?, escrita por el doctor Jos? Mar?a Sim?n, presidente de la Federaci?n Internacional de Asociaciones M?dicas Cat?licas (F.I.A.M.C.)

Distinguidos colegas:

La relaci?n del m?dico con el moralista no ha sido siempre f?cil. Numerosos compa?eros de distintos pa?ses piden algunas reflexiones para ayudarles a ejercer la profesi?n m?dica con seguridad moral. Uno de los requisitos de esta seguridad moral es la consulta frecuente con expertos para iluminar la conciencia profesional. ?sta, para ser eficazmente humana, debe estar bien formada y correctamente informada y debe ser frecuentemente afinada en su b?squeda permanente de la verdad. En los ?ltimos tiempos, dada la naturaleza de las respuestas de los expertos, es bueno hacer algunas precisiones sobre la calidad y el alcance de las mismas.

LA LEY NATURAL EXISTE

La ley natural es la capacidad de la recta raz?n humana para conocer y adherirse a la verdad. Hay que decir que ning?n profesional como el m?dico palpa tanto la existencia de esta ley.

Aunque la ley natural no coincide con la ley biol?gica, sabemos perfectamente que si minusvaloramos la fisiolog?a humana, por ejemplo, nuestros pacientes ir?n mal. Nadie puede, por ejemplo, comer piedras sin transgredir las leyes de nuestro cuerpo y, por tanto, enfermar. Esto nos puede ayudar a comprender que hay tambi?n una ley que nos ayuda a valorar la dignidad humana. Todos ?sabemos? que matar a un ser humano inocente est? mal. O que robar est? mal. Sabemos que si no consideramos al ser humano como un ser tambi?n psicol?gico, espiritual, familiar y social, nuestra funci?n de transformar el sufrimiento en bienestar (los m?dicos somos como nazarenos, como cirineos, que ayudan a soportar el peso de la enfermedad y el dolor) no alcanzar? jam?s plenamente sus objetivos.

Aunque la mayor?a absoluta de los habitantes del planeta Tierra creen en un Ser Supremo, resulta que, en las sociedades occidentales, muchos pensadores y creadores de opini?n no creen. Tambi?n a ellos podemos darles razones naturales de lo que es bueno o malo para el ser humano. Es m?s, a veces ser? con estas razones con las que percibir?n lo sublime de nuestro pensar.

Vista la existencia de la ?ley natural?, dada su complejidad (aunque algunas normas sean bien simples) y siendo obvio que los seres humanos padecemos desde Ad?n serias limitaciones, nos podemos preguntar si hay alguna instancia ?ltima que interprete correctamente esta ley. Numerosos grados jurisdiccionales intermedios ayudan o perturban en la percepci?n de la ley. Nuestra instancia ?ltima personal es nuestra conciencia profesional personal, que ser? quien desencadenar? las decisiones sobre los actos m?dicos. De hecho, cada uno con su sola raz?n puede llegar muy lejos en la b?squeda de la verdad. Pero existe una instancia segura, aut?ntica y objetiva, y por tanto ?til y buena, de interpretaci?n general de la ley, algo que nos impide cometer errores de bulto para con el ser humano y que adem?s busca la felicidad trascendente de las personas.

Dios es el Creador del universo y del hombre. Y, como dice alguna constituci?n pol?tica, Dios ha hecho al hombre libre. Libre de escoger la verdad y el bien. Pero tambi?n libre de optar por el mal. La experiencia indica que bien y mal se entremezclan en un sinf?n de tonalidades en el interior de nuestras estructuras sanitarias. Si el mal existe, tambi?n existe la confusi?n, el error. Tanto el error culpable como el no-culpable (?contra ambos debemos combatir!). Es m?s, es posible que algunas personas est?n especialmente empe?adas en extender la confusi?n. Adem?s, el mal puede establecer verdaderas ?estructuras de pecado?, lugares, establecimientos o leyes que no sirvan al ser humano.

LA IGLESIA INTERPRETA LA LEY NATURAL

Nuestro Creador ha dispuesto que sea la Iglesia quien interprete de manera aut?ntica la ?ley natural?. Adem?s, custodia todo aquello que ?l mismo ha Revelado y no se halla en la naturaleza. Los seres humanos estamos en este mundo de paso y de prueba, alejados hasta cierto punto de Dios pero en absoluto dejados de su mano. En el Padrenuestro decimos ?Padre nuestro que est?s en el Cielo?, lo cual ya indica que nosotros estamos en otro nivel, en un no-Cielo. ?Venga a nosotros tu Reino? y ?l?branos del mal? nos indican claramente que hay un estado mejor que puede venir y a?n no ha venido plenamente y que el Creador lo puede todo. En este no dejarnos solos, disponemos del servicio que nos brinda el Magisterio de la Iglesia. La Iglesia habla con lenguaje humano (y en distintos idiomas) sobre todo lo que acontece al hombre.

Otra verdad que percibe nuestra experiencia propia e hist?rica es la realidad del progreso de la Medicina. Y ello independientemente de que haya habido tambi?n avances, retrocesos y asimetr?as seg?n los pa?ses y las culturas. Los seres humanos tenemos un mont?n de sorpresas para descubrir en la misma naturaleza y somos capaces de inventar y construir infinidad de cosas, lo que hace del vivir una experiencia apasionante y nunca acabada.

El progreso deber?a avanzar con las dos piernas: ciencia y ?tica. En los ?ltimos a?os ha hecho fortuna el nombre y el contenido de una supuesta nueva disciplina, la Bio?tica. Personalmente creo que los m?dicos ya dispon?amos, muchos a?os antes, de disciplinas equivalentes. Recientemente he le?do libros de Moral m?dica y de Deontolog?a profesional de principios del siglo pasado y no dejan de ser tratados de Bio?tica?

EL MAGISTERIO ACOMPA?A EL PROGRESO DE LA MEDICINA

El progreso de la Medicina va tambi?n acompa?ado de un despliegue del Magisterio de la Iglesia. Las nuevas t?cnicas, los nuevos descubrimientos, interpelan a los m?dicos, los cuales encuentran apoyo en el Magisterio. Apoyo es seguridad. La seguridad moral es necesaria en el ejercicio de nuestra profesi?n. El Magisterio ilumina la conciencia profesional para que pueda ejercer en el bien, adapt?ndose a los tiempos y momentos de los avances. El Magisterio interviene despu?s de considerar los datos obtenidos por las ciencias experimentales. No nos ahorra el esfuerzo de estudiar el mundo por nosotros mismos. Al contrario, nos impele a ello de hecho y de derecho.
El sentido com?n eclesial nos dice que, si bien todos los bautizados somos Iglesia y le aportamos nuestro granito de arena, quien ejerce el Magisterio de la Iglesia son el Papa y los obispos en comuni?n con ?l. No puede ser de otra manera. El Todopoderoso se hizo uno de nosotros y dej? unos representantes, act?a cuando quiere y como quiere, pero se adapta a la l?gica inscrita por ?l mismo. No razonable que cualquiera y de cualquier manera produzca Magisterio o pretenda interpretar aut?nticamente la ?ley natural?.

As? pues, cuando aparece un documento papal o episcopal sobre un tema de inter?s propio de la profesi?n, el m?dico cat?lico deber?a mirar cr?ticamente a la legi?n de te?logos moralistas que lo interpretan y reinterpretan en diversos medios de comunicaci?n. ?Como si el Papa no escribiera con claridad! ?Como si los m?dicos cat?licos no pudi?ramos entender por nosotros mismos! No se puede ofender la inteligencia de los profesionales ni de la poblaci?n general. Ya s? que algunos te?logos tienen el respaldo de numerosas publicaciones, son profesores de universidades de prestigio desde hace a?os o mantienen lazos de amistad con nosotros. La emotividad puede tumbar cabezas muy bien amuebladas y, por el contrario, tambi?n hacer entender por otra v?a al que no entiende por la v?a de la raz?n.

El com?n de los mortales comprende el dicho que dice ?donde hay patr?n, no manda marinero?. Esto deber?a bastar para acallar a quien suplanta descaradamente funciones que no le son propias.

Es capital tener en cuenta que, al igual que sucede en el caso de las apariciones o revelaciones personales, lo p?blico en la Iglesia prima sobre las ense?anzas privadas. As?, las ense?anzas p?blicas de la Iglesia sobre los temas que nos afectan tienen siempre prioridad y veracidad. Las ense?anzas privadas de te?logos se tienen que poner en cuarentena siempre si contradicen el Magisterio. E incluso si parecen contradecirlo. Uno de los principios de la comunicaci?n en la Iglesia es el de la claridad o no-contradicci?n. En la Iglesia no hay secretos. Las grandes verdades son p?blicas y claras (las tenemos en el Catecismo de la Iglesia Cat?lica). Cuando se proclama un misterio, queda clara y es precisada su cualidad de tal.

La vida de las personas en esta tierra mira a su destino eterno. No se puede medir al hombre s?lo en dos dimensiones. La tercera dimensi?n, la que apunta hacia arriba, es la que da el volumen a nuestras vidas.
Un caso ejemplar

Se trata de una declaraci?n de expertos sobre la posible licitud de la transferencia de n?cleo alterado a un ?vulo para obtener c?lulas madre. Se alterar?a de tal manera el material gen?tico de una c?lula que el producto resultante de la puesta de este material en un ?vulo y su activaci?n, no dar?a lugar a un ser humano. Ser?a algo similar a la mola hidatiforme, que tambi?n proviene de ?vulo y espermatozoide alterados, en este caso de forma natural.

La ejemplaridad del caso viene dada por la inteligencia de plantearse la posibilidad, por la manera de expresar prudentemente opiniones, por la sinceridad en admitir los firmantes que cada uno es experto s?lo en una parcela y que no hablan en nombre de su Iglesia o entidad de trabajo; y por el hecho de que propongan empezar las investigaciones con animales.

EN LA TOMA DE DECISIONES HAY QUE ENCUADRAR EL PROBLEMA

Son muchas las ocasiones en que los m?dicos cat?licos nos encontramos frente a dilemas morales y tenemos que tomar decisiones. Por ello es importante saber distinguir entre el bien y el mal, algo que es imposible hacer al margen de la Iglesia (las cosas son como son).

En la toma de decisiones, ser? bueno tener en cuenta el viejo principio de ?primum non nocere? (primero, no hacer da?o) y el evang?lico principio de ?no m?s cargas de las necesarias?. Tambi?n, el de trabajar con sobreabundancia de bien. Ello nos permite ir mucho m?s all? al afrontar los problemas con humanidad.

Si bien no somos habitualmente responsables del mal que hacen terceras personas ni de encontrarnos trabajando dentro de estructuras de pecado, jam?s debemos perder la fuerza de los ideales de la juventud, el frescor de querer cambiar las cosas por arraigadas que parezcan o el convencimiento de que nunca estamos solos.

Antes de la toma de decisiones, el m?dico se hace una composici?n de lugar ante el problema concreto. Es bueno encuadrar las cosas en sentido amplio (el ?frame?) y desde una sana antropolog?a. Recuerdo aquella vez que fui invitado a un medio de comunicaci?n de masas para un debate sobre la inseminaci?n artificial en las parejas l?sbicas. Se supon?a que las distintas opiniones estar?an equilibradas. Los invitados, empero, eran un activista gay, una lesbiana, un bisexual, un libertino y un heterosexual. Adem?s, el presentador y los reportajes de apoyo estaban a a?os luz del pensamiento del minoritario heterosexual. Preguntada la direcci?n del programa por tan burda manipulaci?n, tuve que o?r que todo hab?a sido pensado desde la m?s estricta paridad de opiniones?

En este caso, el encuadre del tema no es si aquel tipo de parejas tienen o no derecho a inseminarse o si hay parejas heterosexuales que maltratan a sus hijos. La perspectiva amplia puede ayudar al profesional de la fertilidad a ejercer la objeci?n de conciencia. Y es que lo ideal, y con lo que millones de esposos y ni?os son y han sido felices, es que los ni?os nazcan naturalmente en la familia, hombre y mujer. Es ah? a d?nde hay que llevar el debate porque es ah? donde reside la realidad.

?SE PUEDE HACER UN MAL PARA CONSEGUIR UN BIEN?

Aunque generalmente los problemas en las decisiones m?dicas no se suelen presentar como males que producen bienes, lo cierto es que ?sta es la clave de la cuesti?n en numerosas ocasiones. Y el principio de jam?s hacer un mal para conseguir el bien (el fin no justifica los medios) es b?sico.

Las decisiones m?dicas son actos morales. Muchas veces la rutina de la vida hace que no las veamos como tales. Quiz? un d?a nos planteamos la moralidad de un procedimiento o protocolo, decidimos que era justo, y lo venimos aplicando si m?s en los distintos pacientes. Los automatismos forman parte de la naturaleza y nos ayudan a vivir sin gastar ingentes cantidades de energ?a mental. Sin embargo, en algunas ocasiones ? no s?lo en los casos extraordinarios- hay que estudiar atentamente el acto moral.

Es ?til la tradicional disecci?n del acto moral en objeto, fines y circunstancias. Un acto bueno requiere la bondad simult?nea de estos tres elementos constitutivos de la moralidad de los actos humanos. Algunas veces uno tiene que aguzar el ingenio para poner cada cosa en su sitio y detectar claramente qu? objeto estamos evaluando. En definitiva, de qu? estamos realmente hablando.

Por ejemplo, ?puede uno emborracharse (acto malo) para extraerse unos dientes careados (fines laudables) en unas circunstancias de ausencia de medicinas (entorno favorable al acto)? ?no es aceptar que el fin justifica los medios o que se puede hacer un mal (emborracharse) para conseguir un bien (la salud)? La respuesta a este aparente dilema, que puede aplicarse a otros muchos casos pero no a todos, es que al acto lo hemos catalogado como ?emborracharse? pero en el fondo es un acto ?anest?sico?. El alcohol es un anest?sico, aunque sea de segunda categor?a. Nuestra raz?n pr?ctica, con un poco de formaci?n y de entrenamiento nos ayudar? a catalogar cabalmente el acto moral.

Hay comportamientos cuya elecci?n, por su naturaleza, siempre es errada. Por ejemplo, el caso del aborto, no se puede afirmar que sacrificar al hijo para supuestamente favorecer a la madre es un acto bueno. Se mire como se mire.

EL DOBLE EFECTO

La teor?a del doble efecto est? mal vista en Europa debido al desprestigio de los llamados ?da?os colaterales? en las guerras recientes. Uno bombardea a un enemigo y, sin pretenderlo, su acci?n da?a a civiles inocentes. Terrible.

Sin embargo, la Medicina se sostiene en pie porque aceptamos la teor?a. La quimioterapia pretende eliminar las c?lulas cancerosas a costa tambi?n de da?ar c?lulas sanas. Extirpamos un ?tero enfermo a pesar de que la mujer quedar? inf?rtil para siempre. Vacunamos miles de ni?os a pesar de que alguno morir? por los efectos secundarios.

Est? claro que debemos hacer todo lo posible para minimizar los efectos secundarios, igual que hay que hacer todo lo posible para evitar una guerra. En el doble efecto, no se trata de hacer un mal para conseguir el bien. El mal no se desea. Aparece como un convidado de piedra pegajoso y persistente.

En el caso del llamado aborto terap?utico o en el eugen?sico, para que quedase claro que aqu? no hay doble efecto y que a quien se combate primero es al embri?n, el mismo Juan Pablo II afirm? que jam?s se puede legitimar la muerte de un inocente.

En el caso del aborto indirecto, si bien es l?cito tratar a una madre aunque esperemos el efecto secundario de la muerte del embri?n o feto, algunas personas nos han dado la soluci?n a problemas morales por rebosamiento de bien. Tal es el caso de la doctora Gianna Beretta, que se neg? a un tratamiento para no perjudicar su embarazo. Ella muri? y su hijo vive.

EL MAL MENOR

Se ha puesto de moda hablar del mal menor como si fuera algo deseable. Pero no. Resulta que jam?s se puede hacer un mal, por menor que sea o se considere. El mal siempre es malo. La teor?a del mal menor no se refiere a hacer sino a tolerar. El mal menor lo decide un tercero o terceros sin que nosotros intervengamos. Tenemos que tolerar ciertos males porque no somos Quijotes que deban arremeter contra todo y adem?s el ser humano es libre incluso para utilizar mal esta libertad. Nuestra obligaci?n es la de nunca hacer el mal. Siempre hacer el mayor bien posible. A lo que no debemos acostumbrarnos es a tolerar los males infligidos a inocentes. ?Nunca son estos males menores!

LA COLABORACI?N CON EL MAL

Tal como est? el mundo, nos tenemos que plantear a menudo si evitamos colaborar con aquellas personas y estructuras que atentan contra la dignidad del ser humano. Aunque puedan encontrar a otros que colaboren con el mal, que nos nos encuentren a nosotros. Que no nos sea imputable a nosotros y, si es posible, que intentemos conducir las situaciones por sendas rectas.

En algunas ocasiones tendremos dudas, especialmente si la colaboraci?n es remota. La colaboraci?n remota, aunque sea efectiva, no nos es imputable si no la deseamos. Es bueno evitar el esc?ndalo y no contaminarnos. Pero no nos podemos aislar en una burbuja de cristal y dejar de ser buen fermento en el mundo que nos rodea.

LIBERTAD Y SEGURIDAD MORAL

El m?dico cat?lico dispone de una amplia libertad para ejercer su profesi?n. Estamos dotados de inteligencia y debemos hacerla a rendir al m?ximo. Por otra parte, la seguridad de que estamos actuando correctamente (seguridad moral) puede alcanzarse con una m?nima formaci?n ?tica, asintiendo al Magisterio y consultando algunos casos con colegas seniores o con alg?n sacerdote de buena doctrina. Miles de m?dicos en todo el globo ejercen diariamente con la tranquilidad de actuar bien.

Los m?dicos cat?licos tenemos grandes modelos en los que fijarnos. Ellos no han hecho m?s que identificarse de forma perfecta con quien es el principio de la ?tica: Christus medicus. San Lucas, san Cosme, san Dami?n, san Peppino Moscati, santa Gianna Beretta, san Ricardo Pampuri, el beato Pere Tarr?s, el beato L?szl? Batthy?ny-Strattmann, y muchos m?s, nos han precedido y se han convertido en los gigantes de la Medicina. Curiosamente, muchas veces los pacientes les veneran m?s que nosotros mismos los m?dicos?

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE TEMAS CONCRETOS

Los preservativos

El ?affaire? de los preservativos para evitar el contagio del sida o los embarazos no deseados es otra de las cosas que trae de cabeza a los m?dicos cat?licos activistas. Pero no debemos dejarnos llevar a territorios que no son los nuestros. La sexualidad es uno de los dones del matrimonio y dentro de ?ste se expresa al m?ximo. Los cat?licos, en el matrimonio, vivimos a tope la sexualidad. La sexualidad fuera del mismo, entre varones o polig?mica no forma parte de nuestra antropolog?a. No se puede acusar a la Iglesia de difundir el sida (casi siempre se olvidan de las otras 29 enfermedades de transmisi?n sexual) cuando predica abstinencia, fidelidad y espera. Esto es ?til para evitar enfermedades o embarazos adolescentes. Pero la finalidad primordial de la castidad no es antiepid?mica sino promocionar la virtud y proporcionar felicidad.

Es evidente que los m?dicos cat?licos, que sirven en un mundo en el que hay de todo y en el que muchas veces las mismas estructuras sanitarias est?n pervertidas, se encontrar?n con personas que querr?n seguir practicando la poligamia secuencial o la homosexualidad. No ser? c?ndido, en un entorno de buena relaci?n m?dico-paciente, presentarles nuestras propuestas. Si la persona insiste impl?cita o expl?citamente en continuar con sus pr?cticas, el m?dico le hablar? de la ?barrera?m?s o menos imperfecta que es el preservativo, sin presentarlo, y menos recomendarlo, como un bien. Y, por ?ltimo, si la persona resulta infectada, lo tratar? con cari?o y profesionalidad.

Es importante tener en cuenta que no es misi?n de la Iglesia el promover parches para que el ser humano siga ejercitando conductas incorrectas. Ni en lo posible debemos permitir que los medios de comunicaci?n nos utilicen para promover conductas indignas.

Hay conocimientos cient?ficos que no se obtienen leyendo las secciones de ciencia de los medios. As?, saber que los hermafroditas existen, que el s?ndrome del post-aborto es frecuente y doloroso o que los homosexuales pueden muchas veces cambiar, se aprende en publicaciones especializadas o de la boca de maestros experimentados.
Es bueno siempre tener en mente la sana antropolog?a a la vez que pensar que los mass media comprenden mejor lo simple, se ven obligados a poner titulares impactantes y raramente pueden hacer bien un debate moral.

La eutanasia: no es lo mismo morirse que que te maten

A un enfermo terminal no se le puede dejar desasistido, no podemos encarnizarnos con ?l y no podemos matarlo. Lo ?nico digno que podemos hacer es proporcionarle unos cuidados paliativos de calidad. Estos deben tener en cuenta las dimensiones biopsicosocial, espiritual y familiar de la persona. Es por esta senda por la que hay que avanzar.

La eutanasia mata la libertad: se trata de una supuesta decisi?n libre que har? que la persona ya nunca m?s tome decisiones libres. Ni siquiera la tan humana decisi?n de rectificar. La eutanasia, su popularizaci?n o despenalizaci?n, se sit?an en el lado oscuro de la profesi?n, la promocione quien la promocione.

Son frecuent?simos los casos de consultas sobre la proporcionalidad o no de los tratamientos en los terminales. La Medicina no puede negar nunca la hidrataci?n, la nutrici?n, la higiene, la oxigenaci?n, los medicamentos b?sicos. Recientemente, un anciano present? una insuficiencia cardiaca y el comit? de ?tica de su hospital recomend? s?lo un tratamiento con m?rficos, en espera de su muerte. Pero el m?dico que le atend?a resolvi? el caso con un diur?tico, ox?geno y digoxina. El verdadero sabio fue el m?dico de a pie.

Los anticonceptivos orales

Los seres humanos hemos sido creados expresamente incompletos por Dios. El var?n necesita de la mujer para realizarse y la mujer necesita del var?n tambi?n para ser feliz. Es m?s, var?n y mujer necesitan tambi?n a los hijos para completar su plenitud en la familia. Los esposos tienen todos los hijos que pueden mantener y educar. El n?mero de hijos depende de muchos factores y deber?a aderezarse con la generosidad. Las familias numerosas son una alegr?a para la sociedad y para la Iglesia. En mi opini?n personal, prescindir del otro sexo ser?a antinatural en el ser humano maduro, salvo que se transforme en un bien sobrenatural, como sucede con el celibato por el Reino. Desde luego, existen causas de fuerza mayor o imponderables que hacen que una persona no pueda completarse con una pareja.

El acto sexual sostiene una pulsi?n tal que a nadie deja indiferente y siempre tiene consecuencias. Une a hombre y mujer de una manera incomparable. Su realizaci?n debe darse en un contexto de madurez, compromiso y exclusividad: el matrimonio. El var?n y la mujer se lo dan todo al otro, incluida la capacidad de generar nuevas vidas humanas. Esto es bueno.

Existen momentos en que, objetivamente, por motivos m?dicos, sociales, familiares, la responsabilidad de los padres les lleva a evitar un nuevo nacimiento. La posibilidad de ello ya est? prevista en la ?ley natural?. La mujer s?lo es f?rtil unos pocos d?as al mes. Los m?todos naturales de regulaci?n de la fertilidad (Billings, sintot?rmicos, etc.) permiten utilizar estos periodos infecundos para que los esposos sigan manteni?ndose en comuni?n con las relaciones sexuales y con ellas superen la malsana atracci?n de otras carnes.

El Papa Pablo VI, en la enc?clica Humanae vitae, advierte que los m?dicos y el personal sanitario debemos considerar como propio deber profesional el procurarnos toda la ciencia necesaria en este campo para poder dar a los esposos que nos consultan sabios consejos y directrices sanas que de nosotros esperan con todo derecho.

Los anticonceptivos violentan varios derechos humanos: el derecho a la vida (en los casos de p?ldora abortiva o del d?a siguiente), el derecho a la salud (tienen efectos secundarios, a diferencia de los m?todos naturales), el derecho a la educaci?n (la gente tiene derecho a conocer su propia fertilidad) y el derecho a la igualdad entre los sexos (la carga anticonceptiva suele recaer siempre sobre la mujer).

En julio de 2005, la Agencia internacional para la investigaci?n sobre el c?ncer (Lyon, Francia), de la Organizaci?n Mundial de la Salud, inform? de la carcinogenicidad de los anticonceptivos orales de estr?genos y progest?genos combinados, basada en las conclusiones de un grupo de trabajo internacional ?ad hoc?. Fueron clasificados como carcin?genos del Grupo 1.

Lamentablemente, queridos colegas, hoy por hoy no somos capaces de proporcionar m?todos naturales a todos aquellos que los necesitan. Las bajas tasas de fecundidad en pa?ses de mayor?a cat?lica (Espa?a, Italia), junto con el bajo conocimiento de estos m?todos, nos indican que muchos esposos utilizan los m?todos artificiales. Si tenemos en cuenta que se trata de pa?ses relativamente ricos, no se puede decir tampoco que sean especialmente generosos con el n?mero de hijos. Aqu? tenemos un reto inmenso. No debemos jam?s apagar la antorcha encendida en favor de los naturales.

Por desgracia, la contracepci?n no es el ?nico reto de la Medicina y de la sociedad. Tampoco somos capaces (ni nosotros ni el conjunto de las naciones en general) de proporcionar medios contra la desnutrici?n, la malaria o la transmisi?n vertical del sida. Tenemos los conocimientos y algunos medios pero no podemos ponerlos al alcance de los necesitados. No falta trabajo, pues.

Sin juzgar a los esposos que utilizan anticonceptivos artificiales ? nuestro oficio no es el de juzgar- no debemos jam?s olvidar este deber profesional de ofrecer los medios naturales y de disuadir de los artificiales. Es signo de progreso comprender bien a la naturaleza y ayudarla en lo posible. El mundo est? inacabado. Tenemos un trabajo que hacer. Y, cuando lo hacemos, el progreso se nota.

El aborto provocado

?Hay algo peor que arrancar a un hijo del vientre de su madre? ?Se puede explicar a un ni?o de cinco a?os el aborto procurado? La mujer que pierde a un hijo en un aborto espont?neo, ?no llora como si hubiera perdido a un hijo? ?Hacemos los m?dicos todo lo posible para transformar el sufrimiento de unos padres con problemas en el embarazo en alegr?a y gozo? El m?dico cat?lico ejerce la opci?n preferencial por las madres. Ni exclusiva, ni excluyente, pero preferencial.

El evolucionismo

Sabemos muy poco del comienzo f?sico de la especie humana. Sin caer en el cientifismo, habr? que esperar d?cadas hasta que la ciencia nos ilumine m?s sobre ello. No se sabe ni c?mo ni cuando una especie pasa a otra, si es que ello sucede. Gran parte de lo escrito sobre esta materia es provisional e incompleto.

La amniocentesis

Como sab?is, salvo casos escepcional?simos, la amniocentesis se realiza para provocar el aborto en caso de que se sospeche una malformaci?n fetal. As?, como esta pr?ctica no se hace en bien del feto y de la madre, no se puede considerar un acto m?dico correcto.

La reproducci?n artificial

El m?dico puede y debe ayudar a los esposos inf?rtiles, pero no puede sustituirlos. Este principio es muy ?til para comprender que, a pesar de la popularidad de las t?cnicas llamadas de ?reproducci?n asistida?, no podemos ceder a las tentaciones f?ciles y lucrativas. Todos los esfuerzos deben concentrarse en mejorar los estudios de fertilidad de las parejas y en tratar lo tratable, que es mucho. Dada la fijaci?n que muchas cl?nicas tienen para con la fecundaci?n in vitro, ser? bueno explicar a los esposos que no es funci?n m?dica sustituirlos, que las amniocentesis se hacen casi siempre para abortar a los hijos defectuosos, que se eliminan embriones sobrantes a menudo, que se congelan hijos.

Los ginec?logos cat?licos son los h?roes de la Medicina de hoy. Su cuidado y promoci?n son prioridad alfa para las asociaciones de m?dicos cat?licos y para la F.I.A.M.C. Los generalistas y otros especialistas tambi?n pueden aportar sabios consejos en cuestiones de fertilidad.

El respeto por el embri?n. Las c?lulas madre

Sinceramente creo que la postura m?s coherente con los conocimientos que tenemos sobre el embri?n es su escrupuloso respeto desde la concepci?n. Y la postura que m?s problemas evita. Nuestra coherencia reluce cuando defensores de ballenas y focas, detractores de la pena de muerte, activistas por los derechos humanos, fil?ntropos de distintas especies, aceptan la destrucci?n del embri?n sin pesta?ear (siempre con fines terap?uticos, claro).

La concepci?n dura un tiempo, pero el proceso ya est? desencadenado y el respeto por la integridad del embri?n comienza mucho antes: comienza con el respeto por la uni?n de hombre y mujer, evitando concepciones in vitro. Los seres humanos no debemos introducir caos en el bios.

Parangonando el principio del evangelio de san Juan, podemos decir que al principio existe el mensaje gen?tico, y el mensaje gen?tico est? en vida y el mensaje gen?tico es la vida. Cuando existe un mensaje gen?tico humano completo, expresable y que se expresa de manera continua, coordinada y gradual, imparable si no es por factores externos adversos, all? existe un ser humano ?nico e irrepetible que se debe respetar. Viene a nosotros y los suyos (nosotros) debemos reconocerlo y recibirlo.
Ya se comprende que, aunque cualquier c?lula, por ejemplo de nuestra piel, contenga el mensaje gen?tico humano completo, no se trata ella misma de un ser humano. La expresi?n de ese mensaje, que es parcial, hace que no se trate de un ser humano. ?Es el ?vulo fecundado el que ya est? actuando como humano! Al principio, somos mensaje ?nico e irrepetible rodeado de algunas membranas, ARN, reservas de energ?a y otros servicios. Hasta ahora, ning?n investigador ha ?creado? vida. Los seres humanos s?lo somos capaces de transmitirla, correcta o incorrectamente..
Las c?lulas madre embrionarias est?n para dar lugar al embri?n. Y las c?lulas madre adultas est?n para regenerar tejidos. As? de sencillo.

En sentido estricto, el ser humano no tiene derecho a la vida. La vida es un regalo que recibimos. Antes de existir no ?ramos nada y por tanto no ?ramos sujeto de derechos. ?A lo que tenemos derecho es a que otro ser humano no nos quite la vida!

Queridos colegas:

Nuestra profesi?n es quiz? la m?s admirada del mundo y aquella de la que m?s esperan las gentes. Yo os recomiendar?a que no dejarais jam?s de estudiar, que tuvierais presente la promesa y la oraci?n del m?dico (www.fiamc.org ), que no cayerais en la tentaci?n de venerar al dios Mamm?n (el dinero) y que considerarais la posibilidad de aportar colegas a las asociaciones de m?dicos cat?licos ya existentes.

Cordialmente,

Jos? Mar?a Sim?n
1 de diciembre de 2006

PS/ Agradezco a Mons. Maurizio Calipari, asistente eclesi?stico de la F.I.A.M.C., los consejos que me ha dado para dar a esta carta su versi?n definitiva. Aunque se hallan bajo la supervisi?n de la Jerarqu?a, el C?digo de Derecho Can?nico da una amplia autonom?a a las Organizaciones Internacionales Cat?licas como la que presido. La F.I.A.M.C. es de Derecho p?blico en la Iglesia universal, y por tanto ?habla y act?a en nombre de la Iglesia?. Se trata de una clara se?al de confianza eclesial en los laicos.
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