Martes, 12 de diciembre de 2006
EL EVANGELIO SEG?N SAN LUCAS:
LA HISTORIA AL SERVICIO DEL KERIGMA


1. LA INTENCI?N DE LUCAS-HECHOS

Acercarnos a cualquier obra literaria exige dar raz?n del objetivo que el autor se ha prefijado al escribir su obra. En el caso de Evangelio de Lucas esto queda ?ntimamente
vinculado a su teolog?a. Pero, en la investigaci?n moderna, el problema de la intencionalidad de Lucas-Hechos surge precisamente porque el objeto de estudio es una obra en dos partes; de modo que la problem?tica rebasa los l?mites de lo que podr?a constituir la intenci?n del relato evang?lico en s? mismo. S?lo recientemente se le ha enfocado en su perspectiva correcta, al abordar la intenci?n de la obra en la unidad de sus dos partes, Evangelio seg?n Lucas y Hechos de los Ap?stoles.

El punto de partida para abordar esta problem?tica tiene que ser la declaraci?n del propio Lucas en Lc 1,4. A pesar de algunas voces contrarias, la mayor?a de los comentaristas consideran el pr?logo al evangelio (Lc 1,1-4) como una verdadera introducci?n a la obra completa. La raz?n principal es la referencia de Hch 1,1; si no fuera as?, ?a qu? viene la menci?n del ?primer libro? (prōtos logos)? En Lc 1,4, la intenci?n de la obra completa se expresa de la manera siguiente: ?Para que Su Excelencia pueda comprender qu? garant?as posee con respecto a la ense?anza que ha recibido?. Se ha dado frecuentemente por supuesto que ta ?garant?a?, ?solidez? (asphaleia) se refiere al aspecto hist?rico. Pero es pr?cticamente cierto que esta palabra tiene un significado m?s amplio, porque la perspectiva hist?rica de Lucas rebasa la mera cuesti?n de la
historicidad. Lucas escribe en una determinada etapa del tiempo de la Iglesia, y su intenci?n consiste en ofrecer a Te?filo y a otros lectores, que se encontraban en
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situaci?n semejante, una garant?a de que la ense?anza y la pr?ctica de la Iglesia contempor?nea estaba enraizada en el propio tiempo de Jes?s; con ello pretendi? robustecer a sus lectores en su fidelidad a esa ense?anza y a esa pr?ctica. Por tanto, la ?garant?a? que ofrece Lucas es fundamentalmente doctrinal o did?ctica, y tiene por objeto explicar c?mo la salvaci?n de Dios, enviada primariamente a Israel en la persona y en el ministerio de Jes?s de Nazaret, se ha difundido como palabra de Dios ?con exclusi?n de la ley? entre los paganos, hasta los ?ltimos confines de la tierra (Hch 1,8).

N. A. DAHL afirma que el prop?sito de Lucas ?y que abarca las dos partes de su obra, de una manera que no tiene parang?n en todo el Nuevo Testamento? era ?escribir una continuaci?n de la historia b?blica? Y parece que tiene raz?n; pero hay que especificar un poco m?s, porque lo peculiar de Lucas-Hechos, lo que le da su car?cter ?nico en el Nuevo Testamento, no se puede reducir a su insistencia en que ?el Dios de Abrah?n, de
Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres? (Hch 3,13) es el que ?ha glorificado a su Siervo Jes?s? y ?le ha resucitado de entre los muertos? (Hch 3,13.15), sino que abarca tambi?n la presentaci?n de Pedro y Pablo como los encargados de transmitir a los gentiles esta salvaci?n realizada en Jes?s, pero ya previamente prometida al pueblo de Israel y, de hecho, ofrecida a ?l en primer lugar. De esta manera, la intenci?n de Lucas consiste no s?lo en transmitir a la generaci?n posapost?lica una tradici?n sobre la persona de Jes?s, que est? en continuidad con la historia b?blica de Israel, sino tambi?n insistir en que s?lo dentro de esa corriente de tradici?n apost?lica, representada por
Pedro y Pablo, se puede tener acceso a esta salvaci?n que Dios ha destinado a su pueblo.

Este inter?s de Lucas por subrayar los lazos que marcan la continuidad entre juda?smo y cristianismo se aprecia claramente en el uso que hace del Antiguo Testamento para
interpretar el fen?meno Cristo. Cita numerosos pasajes de los libros sagrados del juda?smo, que no tienen formalmente el m?s m?nimo car?cter prefigurativo, pero que
Lucas se atreve a leer no s?lo como profec?a, sino incluso como aut?nticas predicciones de lo que realmente sucedi? en el ministerio de Jes?s y en su continuaci?n.

Tambi?n existe secundariamente en Lucas un inter?s por demostrar que el cristianismo, enraizado en Israel por el hecho de que su fundador naciera de padres jud?os y llevara en
su propia carne el sello de la alianza, es decir, la circuncisi?n (cf. Gn 17,11), tiene tanto derecho como el juda?smo a ser reconocido como religio licita en los dominios del Imperio romano. El cristianismo es la continuaci?n l?gica del juda?smo. En el libro de los Hechos, Lucas se refiere al movimiento cristiano con una palabra: hairesis (=
?partido?, ?secta?; cf. Hch 24,5.14; 28,22), que es la misma que usa para caracterizar a los fariseos (Hch 15,5; 26,5) y a los saduceos (Hch 5,17), y que el historiador Flavio
Josefo aplica a fariseos, saduceos y esenios. No cabe duda que el inter?s apolog?tico est? presente en la obra lucana; incluso ha habido comentaristas que han considerado
este aspecto como el objetivo fundamental de Lucas-Hechos. Pero esto es decididamente exagerado.

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Como medio para presentar esa ?garant?a?, que caracteriza su intencionalidad en ambas partes de su obra, Lucas ha historificado el acontecimiento Cristo de una manera mucho
m?s radical que cualquier otro autor del Nuevo Testamento. Lo ha convertido en una ?vida de Cristo? (H. CONZELMANN), ha adoptado como expresi?n ?las formas literarias? de la ?poca (E. HAENCHEN) y ha presentado la salvaci?n como algo que ?
objetivamente? tuvo lugar en el pasado, es decir, en el ?centro del tiempo?. En su presentaci?n, Lucas no s?lo se distancia personalmente de ?los testigos oculares y
servidores de la palabra? (Lc 1,2), sino que llega incluso a describir la actividad de Jes?s durante el llamado ?viaje a Jerusal?n? (Lc 9,51-19,27) como una preparaci?n y una instrucci?n a esos galileos ?escogidos por Dios como testigos? (Hch 10,41) y destinados a proclamar ?el acontecimiento que ocup? a todo el pa?s de los jud?os,
empezando por Galilea? (Hch 10,37).

2. LA PRESENTACI?N DEL KERIGMA EN SAN LUCAS

Otra de las ?tesis? de la moderna investigaci?n lucana se centra en una cr?tica de la transformaci?n que sufre el kerigma en Lucas-Hechos. El t?rmino ?kerigma? se puede
entender en sentido activo, es decir, como la proclamaci?n de que en el acontecimiento Cristo Dios ha realizado la salvaci?n escatol?gica ?lo cual provoca una actitud de fe?,
o en sentido objetivo, que considera m?s bien los elementos fundamentales de esa proclamaci?n. Ambas concepciones est?n presentes en la obra de Lucas. Hace a?os, R. BULTMANN lanz? la afirmaci?n de que Lucas ?hab?a abandonado el primitivo sentido kerigm?tico de la tradici?n sobre Jes?s?, y desde entonces est? de moda repetir de una o de otra manera esa afirmaci?n. Una de las razones que movieron a BULTMANN a
proponer esa interpretaci?n de las tradiciones sobre Jes?s en la obra de Lucas fue su idea de que la concepci?n lucana hab?a transformado el cristianismo en ?un fen?meno hist?rico de alcance universal?. De esta manera, el car?cter kerigm?tico del evangelio queda subordinado a una teolog?a de la historia; m?s a?n, se le somete a un proceso de
historificaci?n y de divisi?n en per?odos, que trae como consecuencia una verdadera deformaci?n del kerigma cristiano.
Sin embargo, si examinamos las ense?anzas del propio Jes?s en el Evangelio seg?n Lucas y la predicaci?n cristol?gica en el libro de los Hechos, no podremos menos de calificar todo este material como una verdadera proclamaci?n dirigida a Te?filo y a los dem?s lectores que se encontraban en id?ntica situaci?n. As? es como anuncia Lucas que Jes?s es el Mes?as y el ?nico instrumento de Dios para ofrecer la salvaci?n escatol?gica a todo el g?nero humano: ?No est? en ning?n otro la salvaci?n, pues ni siquiera hay bajo el cielo otro nombre, que haya sido dado a los hombres, por el que debamos salvarnos?

(Hch 4,12). Una afirmaci?n rotundamente kerigm?tica.
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Dos cosas son ciertas: por una parte, Lucas subraya ?y probablemente con mayor ?nfasis que los dem?s autores del Nuevo Testamento? el car?cter tradicional de su
proclamaci?n cristol?gica; por otra, no hay duda de que historifica los elementos de esa proclamaci?n. Pero su inter?s no se centra en la pura historificaci?n de los hechos.
Como ha observado bien O. BETZ, Lucas no ha escrito unas Antig?edades cristianas como contrapartida de las antig?edades jud?as del historiador Flavio Josefo. La obra
lucana es una aut?ntica proclamaci?n del acontecimiento Cristo, dirigida a unos lectores en los que intenta provocar una reacci?n de fe y de aceptaci?n cristiana. Tal vez la
presentaci?n del kerigma que nos da Lucas no est? formulada en t?rminos de ?evangelio? o de ?potencia?, como la dynamis de Rm 1,16, pero no por eso renuncia a sus pretensiones de ser un verdadero proceso de interpelaci?n o un aut?ntico testimonio sobre Jes?s resucitado.

Lucas no ha distorsionado el kerigma, sino que lo ha expresado en unas claves que puedan responder al momento que vive, a las exigencias concretas de la Iglesia y de los
hombres. Ha utilizado los recursos de la raz?n humana para seguir interpelando a sus contempor?neos, tal como a su modo lo hab?an hecho ya los otros evangelistas. Lucas proclama a la Iglesia de su generaci?n los elementos fundamentales del mensaje cristiano con toda clase de seguridades de que su proclamaci?n no difiere en absoluto de lo que se proclam? desde los comienzos. Es m?s, el contexto de su presentaci?n a
Te?filo se encuadra en una intencionalidad de ofrecer las m?ximas garant?as para este modo de vivir la propia existencia, que es el cristianismo. Desde luego que los escritos lucanos no se reducen a una mera repetici?n del kerigma, como medio para provocar en el hombre una respuesta de fe. La asphaleia, es decir, la ?seguridad?, la ?solidez?, o
como quiera traducirse, se presenta como aut?ntica garant?a de la instrucci?n que Te?filo ha recibido. Leer la obra lucana como si su intenci?n fuera ?nicamente garantizar los t?rminos del kerigma o incluso ?justificar la necesidad de la fe? y afirmar que ?la intenci?n de Lucas consiste indudablemente en ofrecer esas garant?as? (E.
K?SEMANN) lleva no s?lo a confundir el kerigma lucano con otras finalidades de su obra, sino tambi?n a forjarse una idea equivocada de la fuente esencial de esa asphaleia
que pretende Lucas. La verdadera garant?a no proviene del propio autor, ni de la transmisi?n humana del kerigma, ni siquiera de ?la ense?anza de los ap?stoles? (Hch
2,42), sino del Esp?ritu de Dios, presentado como principio activo ya en la misma inauguraci?n del ministerio terrestre de Jes?s (Lc 4,1.14) y como fuerza que acredita la
proclamaci?n cristo1?gica en el libro de los Hechos (cf. Hch 2,14-21).

3. EL VALOR HIST?RICO DE LOS ESCRITOS DE SAN LUCAS

Lucas se ha propuesto de una manera expl?cita hacer obra de historiador, como se deduce del pr?logo, de los sincronismos y de su manera de componer. Su pr?logo
es de composici?n solemne y cl?sica, al estilo de las obras de la ?poca sobre medicina, historia o geograf?a. El t?rmino ?relato? (diēgēsis) que utiliza en Lc 1,1,
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en lugar del t?rmino ?evangelio? utilizado por Marcos, y que Lucas evita a lo largo de toda su primera obra, es un ?ndice de su pretensi?n historiogr?fica.

Al desplazarse el centro de inter?s hacia los aspectos literarios y teol?gicos de la obra de Lucas ?esto es precisamente lo m?s caracter?stico de la cr?tica radical?
hubo momentos en los que lleg? a cuestionarse muy seriamente el valor hist?rico de la narraci?n lucana. El cambio de rumbo en la investigaci?n era inevitable. Pero a?n est? por ver si el panorama de la historicidad de Lucas-Hechos es tan negro como se le pinta con demasiada frecuencia. El problema deriva, en buena parte, del pr?logo al evangelio. Ya en ?l establece Lucas una diferencia bien clara entre ?l mismo,
como ?narrador?, y los ?testigos oculares? de los acontecimientos narrados. Su relato de la actividad de Jes?s y del movimiento que termin? por quedar asociado a
esa figura dif?cilmente puede considerarse como una informaci?n en directo.

Hay que admitir, por tanto, que Lucas narra hechos pasados, y esto, independientemente de que se acepte o no su presunci?n de haber tomado parte en los acontecimientos que
cuenta en primera persona del plural, como es el caso en el libro de los Hechos. Pero el pr?logo tiene tambi?n otra perspectiva desde la que plantea nuevos problemas. En ?l se
anuncia formalmente, y con la mayor seriedad, que el relato va a ser completo ( pasin ), contado desde los or?genes (anōthen), ordenado ( kath? exēs ) y cuidadoso ( akribōs ).
Cuatro cualidades que llenar?an de orgullo a cualquier historiador si aparecieran en una recensi?n de su obra. Sin embargo, al encontrarse en el pr?logo equivalen pr?cticamente
a una declaraci?n de intenciones. Por eso la investigaci?n moderna sobre el valor hist?rico de los relatos apenas puede insistir en esas cl?usulas. Pero, en realidad, el
problema est? en saber si la obra lucana est? verdaderamente a la altura de esa declaraci?n de principios. El problema es decididamente ineludible.

Ante una aserci?n tan resuelta surge inmediatamente toda una cadena de interrogantes.
Por ejemplo, la referencia al censo de Quirino (Lc 2,1-2), la indicaci?n cronol?gica del sumo sacerdocio de An?s y Caif?s (Lc 3,2), los casos de Teudas y de Judas el Galileo
(Hch 5,36-37), la presencia de la cohorte It?lica en Cesarea del Mar durante el reinado de Herodes Agripa (Hch 10,1), la geograf?a hist?rica de Palestina (por ejemplo, Lc 4,44;
17,11) y otros muchos problemas bien conocidos por su extremada dificultad. Da la impresi?n que, en la mayor?a de estos casos, la informaci?n recabada por Lucas no
parece precisamente la m?s completa.

La dificultad que encuentra la investigaci?n hist?rica de la obra lucana se debe, en gran parte, a una cierta tendencia a juzgar a Lucas con los criterios de la historiograf?a
moderna. Recientemente se han hecho numerosos intentos por corregir esta perspectiva. Para entender correctamente las narraciones lucanas hay que tener en cuenta la mentalidad y las categor?as propias de los historiadores contempor?neos.

N. A. DAHL
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resume las reflexiones de un buen n?mero de exegetas modernos, al afirmar que Lucas no s?lo estuvo influido por la historiograf?a helen?stica, sino que ??l mismo fue un
historiador helen?stico, y aunque no fue una primera figura, s? se dedic? a una tem?tica muy especial, imitando el estilo b?blico m?s bien que el purismo ?tico?. En palabras de BARRETT, ?1a vocaci?n de historiador no le vino a Lucas por pura y fr?vola curiosidad, sino ?humanamente hablando? por imposici?n de las circunstancias eclesia1es y
teol?gicas en las que viv?a inmerso?.

Un historiador como Lucas, en el que su modo de escribir historia est? ?ntimamente ligado a su inter?s por ofrecer garant?as de tipo religioso para una obra que es
proclamaci?n y ense?anza, puede quedar perfectamente encuadrado dentro de las categor?as literarias de la antig?edad, aunque no logre alcanzar el nivel que exige la
historiograf?a moderna. ?sta es la opini?n de la mayor?a de los exegetas actuales.

Frecuentemente va acompa?ada de una invectiva contra la ingenuidad de los cr?ticos radicales, que les lleva a juzgar esta clase de obras con unos criterios tan anacr?nicos.
Pero la dificultad estriba en que los c?nones de la historiograf?a moderna se siguen aplicando ?aunque solapadamente? a la interpretaci?n de los escritos lucanos, a pesar de las numerosas reacciones en contra. El comentarista moderno tiene que dar respuesta a las cuestiones que se puedan plantear al lector de hoy; y una de las m?s corrientes
consiste en saber hasta qu? punto ciertos detalles de la narraci?n lucana son verdaderamente hist?ricos o simplemente reproducen datos de tradici?n.

Podemos equipara a Lucas con Plutarco, Polibio, Flavio Josefo o T?cito; incluso hay quien critica a estos autores en materia de exactitud hist?rica. Sin embargo, conviene recordar que ya en aquella ?poca se aceptaba la diferencia entre ?hecho? y ?ficci?n?.

Un escritor griego del siglo II, Luciano de Samosata, compuso un breve tratado sobre las normas para escribir historia (La historia verdadera). Uno de los criterios que propone puede causar sorpresa a m?s de un lector moderno: ?La ?nica tarea del historiador consiste en relatar los hechos tal como sucedieron?; ?esto [?] es lo caracter?stico de la historia: s?lo se debe dar culto a la verdad?. Luciano fue casi
contempor?neo e incluso paisano de Lucas. Sin embargo, sus normas de historiograf?a no distan mucho de las que se atribuyen al famoso historiador L. van Ranke, quien
afirma que la historia debe reproducir el pasado ?como realmente sucedi?.

Si las palabras de Luciano nos previenen contra una distinci?n demasiado tajante entre la actitud de los historiadores antiguos y la de los modernos, en cuanto a su respectivo inter?s por los detalles f?cticos, tambi?n deben infundimos ciertas reservas frente a una comprensi?n demasiado simplificada del artificio que caracterizaba a los historiadores antiguos. A la hora de valorar los resultados, las normas propuestas por Luciano son pr?cticamente equivalentes a la declaraci?n del pr?logo de Lucas. Aun prescindiendo de ese inalcanzable ideal de objetividad que suponen los criterios tanto de la antigua como 7 de la moderna historiograf?a, y aceptando que la historia no puede ser m?s que una interpretaci?n de acontecimientos pasados, hay que reconocer que la intenci?n de Lucas al narrar la historia de Jes?s y su continuaci?n no es simplemente ?ni siquiera como intencionalidad primaria? la de cualquier historiador helen?stico. En esto radica la diferencia fundamental entre el evangelista Lucas y los meros historiadores, tanto modernos como antiguos. El inter?s hist?rico de Lucas est? al servicio de una intenci?n
teol?gica. Lucas ve en los ?hechos? que va a narrar un ?cumplimiento? (Lc 1,1), de modo que su inter?s hist?rico queda subordinado a su preocupaci?n teol?gica.

BIBLIOGRAF?A.

? FITZMYER, J.A.: El Evangelio seg?n Lucas, Introducci?n general (I),
Cristiandad, Madrid (1986). Los apuntes presentes siguen principalmente esta
obra, en las p?ginas 30-50.
Otros:
? LACONI, M.: San Lucas y su iglesia, Verbo Divino, Estella (1987)
? LAURENTIN, R.: Structure et Th?ologie de Luc I-II, Librairie Lecoffre, Paris
(1957)
? SCHMID, J.: El Evangelio seg?n San Lucas, Herder, Madrid (1973).
? SCHNEIDER, G.: Gli Atti degli Apostoli, Paideia, Brescia (1985)
? SCH?RMANN, H.: Il Vangelo di Luca, Paideia, Brescia (1983)
Publicado por verdenaranja @ 0:02  | Art?culos de inter?s
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