Discurso que pronunci? Benedicto XVI a los empleados de los Museos Vaticanos en el quinto centenario de su fundaci?n, el 23 de noviembre de 2006
Queridos hermanos y hermanas:
Con gran alegr?a os acojo y doy a cada uno mi cordial bienvenida. Saludo en primer lugar a monse?or Giovanni Lajolo, presidente de la Gobernaci?n, y le agradezco las palabras con que se ha hecho int?rprete de vuestro afecto, subrayando la atenci?n especial que los Sumos Pont?fices han prestado a los Museos vaticanos, que este a?o celebran su V centenario. Saludo, asimismo, al secretario general, monse?or Renato Boccardo, y al director de los Museos, doctor Francesco Buranelli. Naturalmente, el encuentro con vosotros, que form?is el grupo de empleados m?s numeroso de la Ciudad del Vaticano, estaba ya en mi agenda, y me alegra que tenga lugar durante estas celebraciones jubilares. Quisiera dirigir tambi?n mi saludo a los familiares presentes, haci?ndolo extensivo a todas vuestras familias.
Cada d?a miles de personas visitan los Museos vaticanos. En el a?o 2005 se contaron m?s de 3.800.000 personas, y en este a?o 2006 ya han superado los cuatro millones. Esto hace reflexionar. En efecto, ?qui?nes son estos visitantes? Son una representaci?n muy heterog?nea de la humanidad. Muchos de ellos no son cat?licos; otros muchos no son cristianos y tal vez tampoco creyentes. Buena parte de ellos va tambi?n a la bas?lica de San Pedro, pero del Vaticano bastantes personas s?lo visitan los Museos.
Todo ello impulsa a reflexionar sobre la extraordinaria responsabilidad que tiene esta instituci?n desde el punto de vista del mensaje cristiano. Viene a la mente la inscripci?n que el Papa Benedicto XIV, a mediados del siglo XVIII, mand? grabar en el frontispicio del as? llamado Museo cristiano, para explicar su finalidad: "Ad augendum Urbis splendorem et asserendam Religionis veritatem", "Para aumentar el esplendor de Roma y afirmar la verdad de la Religi?n cristiana".
El acercamiento a la verdad cristiana a trav?s de la mediaci?n de la expresi?n art?stica o hist?rico-cultural brinda una nueva oportunidad para hablar a la inteligencia y a la sensibilidad de personas que no pertenecen a la Iglesia cat?lica y a veces pueden albergar prejuicios y desconfianza con respecto a ella.
Los que visitan los Museos vaticanos tienen la oportunidad de "sumergirse" en un concentrado de "teolog?a por im?genes", al detenerse en este santuario de arte y de fe. S? cuanto esfuerzo supone la protecci?n, la conservaci?n y la tutela diaria de esas salas, y os agradezco el empe?o que pon?is para lograr que hablen a todos y del mejor modo posible. Es un trabajo en el que todos vosotros, queridos amigos, est?is implicados. Todos sois importantes, pues el buen funcionamiento del Museo, como sab?is muy bien, depende de la aportaci?n de cada uno.
Permitidme ahora poner de relieve una verdad que est? escrita en el "c?digo gen?tico" de los Museos vaticanos: la gran civilizaci?n cl?sica y la civilizaci?n judeocristiana no se contraponen, sino que convergen en el ?nico plan de Dios. Lo demuestra el hecho de que el origen remoto de esta instituci?n se remonta a una obra que con raz?n podr?amos definir "profana" ?el magn?fico grupo escult?rico del Laocoonte?, pero que, en realidad, insertada en el contexto vaticano, adquiere su plena y m?s aut?ntica luz.
Es la luz de la criatura humana modelada por Dios, de la libertad en el drama de su redenci?n, situada entre la tierra y el cielo, entre la carne y el esp?ritu. Es la luz de una belleza que se irradia desde el interior de la obra art?stica y lleva al esp?ritu a abrirse a lo sublime, donde el Creador se encuentra con la criatura hecha a su imagen y semejanza.
Todo esto podemos leerlo en una obra maestra como es precisamente el Laocoonte, pero se trata de una l?gica propia de todo el Museo, que desde esta perspectiva se presenta verdaderamente como un todo unitario en la compleja articulaci?n de sus secciones, a pesar de ser tan diferentes entre s?. La s?ntesis entre Evangelio y cultura se presenta de forma muy expl?cita en algunos sectores y casi "materializada" en algunas obras: pienso en los sarc?fagos del museo P?o-cristiano, o en las tumbas de la necr?polis de la v?a Triunfale, que este a?o ha duplicado el ?rea del museo, o en la excepcional colecci?n etnol?gica de procedencia misionera.
Realmente el Museo muestra un entrelazamiento continuo entre cristianismo y cultura, entre arte y fe, entre lo divino y lo humano. La capilla Sixtina constituye, al respecto, una cima insuperable.
Volvamos ahora a vosotros, queridos amigos. Los Museos vaticanos son vuestro lugar de trabajo diario. Muchos de vosotros est?is en contacto directo con los visitantes. Por eso, ?cu?n importante es vuestro trato y vuestro ejemplo para dar a todos un testimonio de fe sencillo pero eficaz! Un templo de arte y de cultura como los Museos vaticanos exige que la belleza de las obras vaya acompa?ada por la de las personas que trabajan en ellos: belleza espiritual, que hace realmente eclesial el ambiente, impregn?ndolo de esp?ritu cristiano. As? pues, el hecho de trabajar en el Vaticano constituye un compromiso ulterior de cultivar la propia fe y dar testimonio cristiano.
A este prop?sito, adem?s de la participaci?n activa en la vida de vuestras comunidades parroquiales, os pueden ayudar tambi?n los momentos de celebraci?n y formaci?n espiritual animados por vuestros asistentes espirituales, a los que agradezco su entrega. Os invito sobre todo a hacer que cada una de vuestras familias sea una "peque?a Iglesia", en la que la fe y la vida se entrelacen en la sucesi?n de los acontecimientos alegres y tristes de todos los d?as. Precisamente por esto me alegra que est? presente hoy una representaci?n significativa de vuestros familiares.
Que la Virgen Mar?a y san Jos? os ayuden a vivir en perenne acci?n de gracias, gustando las alegr?as sencillas de cada d?a y multiplicando las obras buenas. Aseguro mi oraci?n por cada uno de vosotros, de modo especial por los ancianos, los ni?os y los enfermos, y, a la vez que os agradezco vuestra grata visita, os bendigo con afecto a vosotros y a todos vuestros seres queridos.
[Traducci?n del original italiano distribuida por la Santa Sede
? Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]