Jueves, 14 de diciembre de 2006
Acogemos el art?culo pubplicado en el Bolet?n n?mero 164, julio - septiembre 2006, de MANOS UNIDAS, en la secci?n de COLABORACI?N, titulado "Cuidadores de la vida" de Mar?a Fern?nez Mu?oz.


Cuidadores de la vida


Mar?a ?ngeles Fern?ndez Mu?oz


Diplomada en Enfermer?a y licenciada en Ciencias de la Informaci?n, dirige y presenta el programa de TVE "?ltimas Preguntas trabaja en la RTV diocesana de Toledo y
en Radio Santa Mar?a, al mismo tiempo que colabora con diversas publicaciones.


En el periodismo hay una m?xima, de esas que no se ense?an en la Universidad pero todos sabemos que existe, que dice algo as? como que es noticia que un ni?o muerde a un perro, no que el perro muerda al ni?o. Es decir, la noticia est? en lo que se sale de lo "normal", nos llama la atenci?n lo que ocurre de un modo diferente al que esperamos.

Por eso en los medios de comunicaci?n no se da cuenta, por ejemplo, de todos los ni?os que nacen cada d?a; s?lo de aqu?llos que lo hacen el d?a 1 de enero (m?s por las escasas noticias que suele haber ese d?a que por lo curioso de la fecha) o quienes nacen en lugares o circunstancias poco habituales.

Digo esto porque no es habitual que los medios, y la sociedad en general, demos demasiada importancia a cuestiones relacionadas con la vida, las vemos como algo normal. Sin embargo, creo que conviene que degustemos esos momentos exquisitos de vida que nos regala la propia vida. Es sencillo, basta con que paremos un poco y miremos a nuestro alrededor.

Es cierto que tambi?n encontramos situaciones de dolor, de sufrimiento... pero ?no es esto tambi?n generador de vida? Nos lo demostr? hace muchos a?os Jes?s, aunque dos milenios despu?s todav?a a veces nos cueste creerlo.

Si no hay amor no hay nada

Recuerdo lo que ocurri? poco antes de la pasada Navidad en Barcelona, cuando una mujer y sus tres hijos peque?os murieron en su casa a causa de una explosi?n, al parecer provocada por un vecino, que tambi?n falleci?. Recuerdo las tremendas im?genes del entierro en las que se ve?a a ese padre y esposo dejando unos objetos sobre las cajas que albergaban los restos de las personas a las que m?s quer?a... el chupete del peque??n, unas canicas del mediano, con la advertencia de que no las perdiera, un cami?n que fue suyo y con el que ahora jugaba su hijo, y el tel?fono m?vil de su mujer... para que le llama-se cuando llegasen al cielo.

Pocos d?as despu?s, este mismo hombre dirigi? una carta de agradecimiento a todas las personas e instituciones que hab?an estado cerca de su familia durante esos d?as, una carta que pod?a ser destinada a cada uno de nosotros.

David terminaba con estas palabras: "s?lo me queda un peque?o consejo para todos, abrazad a los vuestros, abrazadlos siempre que pod?is. Aquel beso que no se da, se pierde para siempre. Sin amor no hay nada, os lo aseguro".

En aquel momento, entend? un poco mejor qu? era la vida, esa vida que s?lo se sostiene sobre el pilar del amor.


El sentido del sufrimiento

Y es que uno de los grandes interrogantes del hombre a lo largo de la Historia tiene que ver con el dolor y el sufrimiento. ?Por qu? existe el dolor? ?Por qu? permite Dios el sufrimiento? ?Tiene alg?n significado para nuestras vidas?

En los ?ltimos a?os hemos podido ver en el cine dos pel?culas que abordaban esta cuesti?n, "Mar adentro" y "Million dolar baby". Aunque de un modo distinto, las dos se serv?an magn?ficamente del lenguaje cinematogr?fico para abordar la cuesti?n del dolor y el sufrimiento provocados por la inmovilidad del cuerpo.

El final de los protagonistas de ambas historias es el mismo; sin embargo, creo que hay una gran diferencia entre la pel?cula de Alejandro Amen?bar y la de Clint Eastwood. Me refiero a las consecuencias humanas que se derivan de la ayuda que prestan los amigos a los protagonistas para morir. A pesar de ello, la sensaci?n con la que quedan la mayor?a de los espectadores al salir del cine es muy similar. Amen?bar se bas? en una historia real, aunque no est? reflejada con rigurosa exactitud; al fin y al cabo es cine. No tengo constancia de que Eastwood cuente un suceso calcado de la realidad, pero s? puede ser reflejo de historias muy parecidas.

Por cierto, el mismo d?a en que estas dos pel?culas eran premiadas por la Academia del Cine americana la vida nos mostraba otra historia verdadera. Desde la enorme ventana al mundo que es la televisi?n vimos otra ventana, estaba en la d?cima planta del Hospital Gemelli, de Roma, y por ella se asom? Juan Pablo II pocos d?as antes de su muerte, haciendo fecundo el dolor y dignificando la vejez y la enfermedad. Y sin necesidad de asomarme a ventanas medi?ticas, como son el cine y la televisi?n, he visto a j?venes que han quedado tetrapl?jicos tras un accidente provocado por una zambullida en el mar o como con-secuencia del impacto de una bala asesina que qued? incrustada en su m?dula.

A ellos los he visto amar la vida. Los he visto planificar proyectos de futuro, sin duda muy diferentes a los que estaban en su mente apenas un minuto antes de los accidentes, y m?s a?n, los he visto hacer realidad sus sue?os.

Como tambi?n he visto a muchas mujeres j?venes que han venido a nuestro pa?s en busca de una vida mejor, de un para?so imaginado que, en muchas ocasiones, termina convirti?ndose en un intransitable desierto. Desierto que se hace a?n m?s ?rido cuando, creyendo haber encontrado al menos el amor de un hombre, quedan embarazadas e inmediatamente abandonadas con unos cientos de euros sobre la mesa para abortar la criatura que llevan dentro. Pero las he visto levantar la cabeza y decir s? a la vida, a la de su hijo y a la suya. Una vida cargada de dificultades, incertidumbres, miedos... pero tambi?n de ilusiones y esperanzas que se van haciendo realidad con su esfuerzo, tes?n y, seguro que tambi?n, gracias a su fe.

Y, por supuesto, con la ayuda de los dem?s, que pienso es nuestro gran reto: ser cuidadores de la vida. De la nuestra y de la de los dem?s. No debemos, no podemos desinhibirnos de nuestra responsabilidad.

La vida nos presenta situaciones que nos hacen plantearnos interrogantes como los que expon?amos al principio. La respuesta, humanamente hablando, es dif?cil y, si se llega a descubrir, a?n resulta m?s dif?cil expresarla con palabras. Pero hay un lenguaje que va m?s all? de las palabras. El lenguaje del sufrimiento fe-cundo, del amor a la vida.
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