Jueves, 21 de diciembre de 2006
ZENIT publica la intervenci?n de Benedicto XVI en la audiencia general del mi?rcoles, 20 de Diciembre de 2006, celebrada en el Aula Pablo VI, durante la que reflexion? sobre el sentido de la Navidad.


?Queridos hermanos y hermanas!

?El Se?or est? cerca: venid, ador?mosle?. Con esta invocaci?n, la liturgia nos invita, en estos ?ltimos d?as de Adviento, a acercarnos, como de puntillas, a la gruta de Bel?n, donde tuvo lugar el acontecimiento extraordinario, que cambi? el rumbo de la historia: el nacimiento del Redentor. En la Noche de Navidad, nos colocaremos una vez m?s ante el pesebre para contemplar, maravillados, al ?Verbo hecho carne?. Sentimientos de alegr?a y de gratitud, que como todos los a?os se renuevan en nuestro coraz?n al escuchar las melod?as de los villancicos, que en tantos idiomas cantan el mismo y extraordinario prodigio. El Creador del universo vino por amor a poner su morada entre los hombres. En la Carta a los Filipenses, san Pablo afirma que Cristo, ?siendo de condici?n divina, no retuvo ?vidamente el ser igual a Dios. Sino que se despoj? de s? mismo tomando condici?n de siervo haci?ndose semejante a los hombres? (2,6). Se apareci? con la forma humana, a?ade el ap?stol, humill?ndose a s? mismo. En la santa Navidad reviviremos la realizaci?n de este sublime misterio de gracia y misericordia.

San Pablo a?ade: ?al llegar la plenitud de los tiempos, envi? Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibi?ramos la filiaci?n adoptiva? (G?latas 4,4-5). Desde hace siglos, el pueblo elegido esperaba al Mes?as, pero se lo imaginaba como un caudillo poderoso y victorioso, que liberar?a a los suyos de la opresi?n de los extranjeros. El Salvador, sin embargo, naci? en el silencio y en la pobreza total. Vino como luz que ilumina a todos los hombres --constata el evangelista Juan--, ? y los suyos no la recibieron? (Juan 1, 9.11). Sin embargo, el ap?stol a?ade: ?a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios? (ib?dem 1,12). La luz prometida ilumin? los corazones de quienes hab?an perseverado en la espera vigilante y activa.

La liturgia de Adviento nos exhorta tambi?n a nosotros a ser sobrios y vigilantes, para no dejarnos sobrecargar por el peso del pecado y de las excesivas preocupaciones del mundo. De hecho, vigilando y rezando podremos reconoce y acoger el fulgor de la Navidad de Cristo. San M?ximo de Tur?n, obispo que vivi? entre el siglo IV y V, en una de sus homil?as, afirma: ?El tiempo nos advierte de que la Navidad de Cristo Se?or est? cerca. El mundo, con sus mismas angustias, habla de la inminencia de algo que lo renovar?, y desea con una espera paciente que el esplendor de un sol m?s f?lgido ilumine sus tinieblas? Esta espera de la creaci?n tambi?n nos lleva a nosotros a esperar el surgimiento de Cristo, nuevo Sol? (Serm?n 61a, 1-3). La misma creaci?n, por tanto, nos lleva a descubrir y a reconocer a Aquel que tiene que venir.

Pero la pregunta es: la humanidad de nuestro tiempo, ?espera todav?a a un Salvador? Da la impresi?n de que muchos consideran que Dios es extra?o a sus propios intereses. Aparentemente no tienen necesidad de ?l, viven como si no existiera y, peor a?n, como si fuera un ?obst?culo? que hay que quitar de en medio para poder realizarse. Incluso entre los creyentes, estamos seguros, algunos se dejan atraer por seductoras quimeras y distraer por enga?osas doctrinas que proponen atajos ilusorios para alcanzar la felicidad. Y, sin embargo, a pesar de sus contradicciones, angustias y dramas, y quiz? a causa de ?stos, la humanidad de hoy busca un camino de renovaci?n, de salvaci?n, busca un Salvador y espera, en ocasiones inconscientemente, la llegada del Se?or que renueva al mundo y nuestra vida, la llegada de Cristo, el ?nico Redentor verdadero del hombre y de todo el hombre. Es verdad, falsos profetas siguen proponiendo una salvaci?n ?barata?, que acaba siempre por provocar duras decepciones. Precisamente la historia de los ?ltimos cincuenta a?os demuestra esta b?squeda de un Salvador ?barato? y pone de manifiesto todas las desilusiones que se han derivado de ello. Nosotros, los cristianos, tenemos la tarea de difundir, con el testimonio de la vida, la verdad de la Navidad, que Cristo trae a todo hombre y mujer de buena voluntad. Al nacer en la pobreza del pesebre, Jes?s viene para ofrecer a todos la ?nica alegr?a y la ?nica paz que pueden colmar las expectativas del esp?ritu humano.

Pero, ?c?mo podemos prepararnos para abrir el coraz?n al Se?or que viene? La actitud espiritual de la espera vigilante y orante sigue siendo la caracter?stica fundamental del cristiano en este tiempo de Adviento. Es la actitud que caracteriza a los protagonistas de entonces: Zacar?as e Isabel, los pastores, los magos, el pueblo sencillo y humilde, pero, sobre todo, ?la espera de Mar?a y de Jos?! Estos ?ltimos, m?s que ning?n otro, experimentaron en primera persona la emoci?n y la trepidaci?n por el Ni?o que deb?a nacer. No es dif?cil imaginar c?mo pasaron los ?ltimos d?as, esperando abrazar al reci?n nacido entre sus brazos. Que su actitud sea la nuestra, queridos hermanos y hermanas. Escuchemos, en este sentido, la exhortaci?n de san M?ximo, obispo de Tur?n, ya antes citado: ?Mientras nos preparamos a acoger la Navidad del Se?or, revist?monos con vestidos n?tidos, sin mancha. Hablo del traje del alma, no del cuerpo. ?No tenemos que vestirnos con vestidos de seda, sino con obras santas! Los vestidos lujosos pueden cubrir las partes del cuerpo, pero no adornan la conciencia? (ib?dem).

Que el Ni?os Jes?s, al nacer entre nosotros, no nos encuentre distra?dos o dedicados simplemente a decorar de luces nuestras casas. Decoremos m?s bien en nuestro esp?ritu y en nuestras familias una digna morada en la que ?l se sienta acogido con fe y amor. Que nos ayuden la Virgen y san Jos? a vivir el Misterio de la Navidad con una nueva maravilla y una serenidad pacificadora.

Con estos sentimientos, os quiero expresar a todos los que est?is aqu? presentes y a vuestros familiares mis m?s sentidas felicitaciones por una santa y feliz Navidad, recordando en particular a quienes se encuentran en dificultad o sufren en el cuerpo y en el esp?ritu. ?Feliz Navidad a todos vosotros!

[Traducci?n del original del italiano realizada por Zenit. Al final de la audiencia, el Papa salud? a los peregrinos en varios idiomas. En espa?ol, dijo:]

Queridos hermanos y hermanas:
La liturgia de estos d?as nos acerca al portal de Bel?n para contemplar el extraordinario prodigio de amor del ?Verbo hecho carne?. El pueblo elegido esperaba al Mes?as como un libertador poderoso, sin embargo, el Salvador naci? en el silencio y en la m?s absoluta pobreza. Tambi?n hoy la humanidad, aunque vive aparentemente como si Dios no existiese o fuera un obst?culo para la propia felicidad, busca un Salvador y espera su llegada. Por eso, los cristianos han de testimoniar con su vida la verdad de la Navidad: Jes?s, naciendo en la pobreza, ofrece a todos la ?nica alegr?a y la ?nica paz capaces de colmar el coraz?n humano. ?C?mo prepararnos para recibir al Se?or que viene? Mediante la espera vigilante y la oraci?n, que son la actitud fundamental del cristiano. S?lo vigilando y orando podremos reconocer y acoger la luz del nacimiento de Cristo. En estos d?as, Mar?a y Jos?, que anhelan estrechar en sus brazos al Ni?o reci?n nacido, nos ayudar?n a vivir el gran misterio de la Navidad con renovado asombro y alegr?a, y con el don de la paz.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua espa?ola, venidos de Latinoam?rica y Espa?a. Ya cercanos a las fiestas navide?as, os invito a vosotros aqu? presentes y a vuestros familiares a celebrarlas con verdadero esp?ritu religioso. En estos d?as, recordemos tambi?n de modo especial a cuantos se encuentran solos, en dificultad, sufren o est?n privados de la libertad. A todos os deseo una feliz Navidad.

[? Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
Publicado por verdenaranja @ 23:21  | Habla el Papa
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