Viernes, 22 de diciembre de 2006
?Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad? (Lc 1,14)


Estimados hermanos y hermanas:

La celebraci?n de la Navidad del Se?or nos concede una nueva ocasi?n para reflexionar y gustar del gran amor que Dios nos tiene y que se manifest? de un modo excelso cuando se encarn? Jesucristo, presencia que llena de gozo a los que lo reciben y hace brotar de nuestros corazones el deseo de proclamar la ternura de Dios, como lo hizo Zacar?as cuando dijo ?Bendito sea el Se?or, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo? (Lc 1,68).

La Navidad tambi?n nos compromete con el anuncio de los ?ngeles ?Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad? (Lc 1,14). Este mensaje resuena cada vez m?s fuerte sobre todo cuando nuestro querido Per? no sale a?n de la espiral de violencia, de desconfianza, de inseguridad, de falta de mayor amor fraterno. En estas circunstancias es cuando la presencia del Ni?o de Bel?n reaviva la luz de la esperanza para ense?arnos que la verdadera paz brota del coraz?n de Dios y se transmite al coraz?n del hombre que lo quiere acoger ?a cuantos lo recibieron, ?, les dio capacidad de ser hijos de Dios? (Jn 1,12): esto es, capacidad de amar.

La paz que nos trae Jes?s es la que profetiz? Isa?as cuando dijo que su nombre es ?Pr?ncipe de la paz,? establecer? y afianzar? el trono y el reino de David sobre el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre? (Is 9,5-6). Por eso la paz de Dios que se proclama no puede estar separada de la justicia, porque mientras se acreciente la desigualdad entre seres humanos, entre los que tienen acceso a la justicia y los que no, entre los que tienen oportunidades y los que carecen de todo, no podr? haber paz duradera. La paz se convierte as? en el imperativo para toda persona de buena voluntad que lo impulsa a trabajar con m?s empe?o en la construcci?n de una sociedad m?s fraterna y justa.

No debemos olvidar que la Navidad tambi?n nos manifiesta esa dimensi?n tan profunda del Amor de Dios que se hace entrega, es Dios que se da a su pueblo, donaci?n que llegar? a su culmen en el sacrificio de la cruz; por eso un signo inequ?voco de la experiencia cristiana ser? dar sin esperar nada a cambio, especialmente en Navidad. La virtud del desprendimiento, que nos exige manifestarla en gestos concretos, es un b?lsamo para los m?s necesitados, es una ayuda eficaz para nuestro pr?jimo, y es un instrumento de amor y de solidaridad. La Navidad es tambi?n capacidad de perd?n, de perdonar y de ser perdonados, de reconciliaci?n.

Finalmente quiero expresar mi sincero deseo para que la luz que brill? en la Noche Santa de Bel?n, nos ilumine tambi?n en esta Navidad; que el Ni?o Dios nazca en cada uno de nosotros, que nos conceda la alegr?a perfecta, fruto de la paz interior y del amor fraterno y que el Nuevo A?o sea para todos portador de gran esperanza en un Per? mejor.


+ MIGUEL CABREJOS VIDARTE, OFM.
Arzobispo de Trujillo
Presidente de la Conferencia Episcopal del Per?
Miembro de la Pontificia Comisi?n para Am?rica Latina

Lima, Diciembre de 2006
Publicado por verdenaranja @ 23:08  | Hablan los obispos
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