ZENIT publica la intervenci?n de Benedicto XVI al rezar el domingo, 24 de Diciembre, v?spera de Navidad, la oraci?n mariana del ?ngelus, junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.
Queridos hermanos y hermanas:
La celebraci?n de la Santa Navidad ya es inminente. La vigilia de hoy nos prepara a vivir intensamente el misterio que en esta Noche la liturgia nos invitar? a contemplar con los ojos de la fe.
En el divino reci?n nacido, que colocaremos en el pesebre, se manifiesta nuestra salvaci?n. En el Dios que se hace hombre por nosotros, todos nos sentimos amados y acogidos, descubrimos que somos preciosos y ?nicos ante los ojos del Creador.
La Navidad de Cristo nos ayuda a tomar conciencia de lo que vale la vida humana, la vida de cada ser humano, desde su primer instante hasta su ocaso natural. A quien abre el coraz?n a este ?ni?o envuelto en pa?ales?, que yace ?en un pesebre? (Cf. Lucas 2,12), ?l le ofrece la posibilidad de ver con nuevos ojos la realidad de cada d?a. Podr? saborear la potencia de la seducci?n interior del amor de Dios, que logra transformar en alegr?a incluso el dolor.
Queridos amigos, prepar?monos para encontrar a Jes?s, el Emanuel, Dios con nosotros. Al nacer en la pobreza de Bel?n, quiere ser compa?ero de viaje de cada quien. En este mundo, desde que ?l mismo quiso poner en ?l su ?morada?, nadie es extranjero. Es verdad, todos estamos de paso, pero es Jes?s quien nos hace sentirnos como en casa en esta tierra santificada por su presencia. ?l nos pide, sin embargo, que hagamos que sea una casa acogedora para todos.
Este es precisamente el don sorprendente de la Navidad: Jes?s vino por cada uno de nosotros y en ?l nos ha hecho hermanos. De aqu? se deriva el compromiso por superar cada vez m?s los prejuicios, por abatir las barreras y eliminar las contraposiciones que dividen, o peor a?n, que oponen a los individuos y pueblos, para construir juntos un mundo de justicia y de paz.
Con estos sentimientos, queridos hermanos y hermanas, vivamos las ?ltimas horas que nos separan de la Navidad, prepar?ndonos espiritualmente para acoger al Ni?o Jes?s. En el coraz?n de la noche, vendr? por nosotros. Pero tambi?n quiere venir en nosotros, vivir en el coraz?n de cada uno de nosotros. Para que esto pueda tener lugar es indispensable que estemos disponibles y que nos dispongamos para recibirlo, estando dispuestos a dejarle espacio dentro de nosotros, en nuestras familias, en nuestras ciudades. ?Que su nacimiento no nos encuentre sin estar preparados para festejar la Navidad, olvidando que el protagonista de la fiesta es precisamente ?l!
Que Mar?a nos ayude a mantener el recogimiento interior indispensable para experimentar la alegr?a profunda que ofrece el nacimiento del Redentor. A ella nos dirigimos ahora con nuestra oraci?n, pensando en particular en quienes se disponen a vivir la Navidad en la tristeza y en la soledad, en la enfermedad y en el sufrimiento: que la Virgen traiga a todos consuelo.
[Al final del ?ngelus, el Papa salud? a los peregrinos en seis idiomas. En espa?ol, dijo:]
Saludo cordialmente a los fieles de lengua espa?ola aqu? presentes y a cuantos participan en el rezo del ?ngelus a trav?s de la radio y la televisi?n. ?Alegr?monos por esta fiesta de Navidad que estamos a punto de celebrar! ?Ma?ana contemplar?is la gloria del Se?or! ?Feliz domingo!
[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit
? Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]