Martes, 26 de diciembre de 2006
Mensaje de Navidad que ley? Benedicto XVI a mediod?a deL lunes, 25 de Diciembre de 2006, desde el balc?n de la fachada de la Bas?lica de San Pedro del Vaticano ante decenas de miles de peregrinos.


"Salvator noster natus est in mundo"
(Misal Romano).


?"Nuestro Salvador ha nacido en el mundo"! Esta noche, una vez m?s, hemos escuchado en nuestras Iglesias este anuncio que, a trav?s de los siglos, conserva inalterado su frescor. Es un anuncio celestial que invita a no tener miedo porque ha brotado una "gran alegr?a para todo el pueblo" (Lc 2,10). Es un anuncio de esperanza porque da a conocer que, en aquella noche de hace m?s de dos mil a?os, "en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mes?as, el Se?or" (Lc 2,11). Entonces, a los pastores acampados en la colina de Bel?n; hoy, a nosotros, habitantes de este mundo nuestro, el ?ngel de la Navidad repite: "Ha nacido el Salvador; ha nacido para vosotros. ?Venid, venid a adorarlo!".

Pero, ?tiene todav?a valor y sentido un "Salvador" para el hombre del tercer milenio? ?Es a?n necesario un "Salvador" para el hombre que ha alcanzado la Luna y Marte, y se dispone a conquistar el universo; para el hombre que investiga sin l?mites los secretos de la naturaleza y logra descifrar hasta los fascinantes c?digos del genoma humano? ?Necesita un Salvador el hombre que ha inventado la comunicaci?n interactiva, que navega en el oc?ano virtual de internet y que, gracias a las m?s modernas y avanzadas tecnolog?as medi?ticas, ha convertido la Tierra, esta gran casa com?n, en una peque?a aldea global? Este hombre del siglo veintiuno, art?fice autosuficiente y seguro de la propia suerte, se presenta como productor entusiasta de ?xitos indiscutibles.

Lo parece, pero no es as?. Se muere todav?a de hambre y de sed, de enfermedad y de pobreza en este tiempo de abundancia y de consumismo desenfrenado. Todav?a hay quienes est?n esclavizados, explotados y ofendidos en su dignidad, quienes son v?ctimas del odio racial y religioso, y se ven impedidos de profesar libremente su fe por intolerancias y discriminaciones, por ingerencias pol?ticas y coacciones f?sicas o morales. Hay quienes ven su cuerpo y el de los propios seres queridos, especialmente ni?os, destrozado por el uso de las armas, por el terrorismo y por cualquier tipo de violencia en una ?poca en que se invoca y proclama por doquier el progreso, la solidaridad y la paz para todos. ?Qu? se puede decir de quienes, sin esperanza, se ven obligados a dejar su casa y su patria para buscar en otros lugares condiciones de vida dignas del hombre? ?Qu? se puede hacer para ayudar a los que, enga?ados por f?ciles profetas de felicidad, a los que son fr?giles en sus relaciones e incapaces de asumir responsabilidades estables ante su presente y ante su futuro, se encaminan por el t?nel de la soledad y acaban frecuentemente esclavizados por el alcohol o la droga? ?Qu? se puede pensar de quien elige la muerte creyendo que ensalza la vida?

?C?mo no darse cuenta de que, precisamente desde el fondo de esta humanidad placentera y desesperada, surge una desgarradora petici?n de ayuda? Es Navidad: hoy entra en el mundo "la luz verdadera, que alumbra a todo hombre" (Jn 1, 9). "La Palabra se hizo carne, y acamp? entre nosotros" (ib?d. 1,14), proclama el evangelista Juan. Hoy, justo hoy, Cristo viene de nuevo "entre los suyos" y a quienes lo acogen les da "poder para ser hijos de Dios"; es decir, les ofrece la oportunidad de ver la gloria divina y de compartir la alegr?a del Amor, que en Bel?n se ha hecho carne por nosotros. Hoy, tambi?n hoy, "nuestro Salvador ha nacido en el mundo", porque sabe que lo necesitamos. A pesar de tantas formas de progreso, el ser humano es el mismo de siempre: una libertad tensa entre bien y mal, entre vida y muerte. Es precisamente en su intimidad, en lo que la Biblia llama el "coraz?n", donde siempre necesita ser salvado. Y en la ?poca actual postmoderna necesita quiz?s a?n m?s un Salvador, porque la sociedad en la que vive se ha vuelto m?s compleja y se han hecho m?s insidiosas las amenazas para su integridad personal y moral. ?Qui?n puede defenderlo sino Aqu?l que lo ama hasta sacrificar en la cruz a su Hijo unig?nito como Salvador del mundo?

"Salvator noster", Cristo es tambi?n el Salvador del hombre de hoy. ?Qui?n har? resonar en cada rinc?n de la Tierra de manera cre?ble este mensaje de esperanza? ?Qui?n se ocupar? de que, como condici?n para la paz, se reconozca, tutele y promueva el bien integral de la persona humana, respetando a todo hombre y toda mujer en su dignidad? ?Qui?n ayudar? a comprender que con buena voluntad, racionabilidad y moderaci?n, no s?lo se puede evitar que los conflictos se agraven, sino llevarlos tambi?n hacia soluciones equitativas? En este d?a de fiesta, pienso con gran preocupaci?n en la regi?n del Oriente Medio, probada por numerosos y graves conflictos, y espero que se abra a una perspectiva de paz justa y duradera, respetando los derechos inalienables de los pueblos que la habitan. Conf?o al divino Ni?o de Bel?n los indicios de una reanudaci?n del di?logo entre israelitas y palestinos que hemos observado estos d?as, as? como la esperanza de ulteriores desarrollos reconfortantes. Conf?o en que, despu?s de tantas v?ctimas, destrucciones e incertidumbres, reviva y progrese un L?bano democr?tico, abierto a los dem?s, en di?logo con las culturas y las religiones. Hago un llamamiento a los que tienen en sus manos el destino de Irak, para que cese la feroz violencia que ensangrienta el Pa?s y se asegure una existencia normal a todos sus habitantes. Invoco a Dios para que en Sri Lanka, en las partes en lucha, se escuche el anhelo de las poblaciones de un porvenir de fraternidad y solidaridad; para que en Dafur y en toda ?frica se ponga t?rmino a los conflictos fraticidas, cicatricen pronto las heridas abiertas en la carne de ese Continente y se consoliden los procesos de reconciliaci?n, democracia y desarrollo. Que el Ni?o Dios, Pr?ncipe de la paz, haga que se extingan los focos de tensi?n que hacen incierto el futuro de otras partes del mundo, tanto en Europa como en Latinoam?rica.

"Salvator noster": ?sta es nuestra esperanza; este es el anuncio que la Iglesia hace resonar tambi?n en esta Navidad. Con la encarnaci?n, recuerda el Concilio Vaticano II, el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a cada hombre (cf. Gaudium et spes, 22). Por eso, puesto que la Navidad de la Cabeza es tambi?n el nacimiento del cuerpo, como ense?aba el Pont?fice san Le?n Magno, podemos decir que en Bel?n ha nacido el pueblo cristiano, cuerpo m?stico de Cristo en el que cada miembro est? unido ?ntimamente al otro en una total solidaridad. Nuestro Salvador ha nacido para todos. Tenemos que proclamarlo no s?lo con las palabras, sino tambi?n con toda nuestra vida, dando al mundo el testimonio de comunidades unidas y abiertas, en las que reina la hermandad y el perd?n, la acogida y el servicio rec?proco, la verdad, la justicia y el amor.

Comunidad salvada por Cristo. ?sta es la verdadera naturaleza de la Iglesia, que se alimenta de su Palabra y de su Cuerpo eucar?stico. S?lo redescubriendo el don recibido, la Iglesia puede testimoniar a todos a Cristo Salvador; hay que hacerlo con entusiasmo y pasi?n, en el pleno respeto de cada tradici?n cultural y religiosa; y hacerlo con alegr?a, sabiendo que Aqu?l a quien anuncia nada quita de lo que es aut?nticamente humano, sino que lo lleva a su cumplimiento. En verdad, Cristo viene a destruir solamente el mal, s?lo el pecado; lo dem?s, todo lo dem?s, lo eleva y perfecciona. Cristo no nos pone a salvo de nuestra humanidad, sino a trav?s de ella; no nos salva del mundo, sino que ha venido al mundo para que el mundo se salve por medio de ?l (cf. Jn 3,17).

Queridos hermanos y hermanas, dondequiera que os encontr?is, que llegue hasta vosotros este mensaje de alegr?a y de esperanza: Dios se ha hecho hombre en Jesucristo; ha nacido de la Virgen Mar?a y renace hoy en la Iglesia. ?l es quien lleva a todos el amor del Padre celestial. ??l es el Salvador del mundo! No tem?is, abridle el coraz?n, acogedlo, para que su Reino de amor y de paz se convierta en herencia com?n de todos. ?Feliz Navidad!
Publicado por verdenaranja @ 10:09  | Habla el Papa
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