La Navidad encierra un secreto tan profundo que, por desgracia, y si no estamos atentos, incluso a los cristianos se nos puede escapar. Y terminamos celebrando "algo", pero sin saber muy bien el "qu?".
Muchos ni sospechan que la Navidad nos est? ofreciendo la clave para descifrar el misterio de la vida.
Generaci?n tras generaci?n los hombres han gritado sus preguntas m?s angustiosas: ?Por qu? tenemos que sufrir, si la felicidad nos tira con tanta fuerza?. ?Por qu? la muerte, si estamos hechos para la vida?. ?Por qu? a veces la vida se vuelve tan pesada y tan injusta para muchas personas?... Son preguntas que tambi?n se las hemos hecho a Dios para conocer su respuesta.
Y en la Navidad, Dios ha hablado. Tenemos ya su respuesta. Pero Dios no nos ha hablado con bonitos discursos sobre la vida o la muerte. No. La Palabra de Dios se ha hecho carne. O lo que es lo mismo, en Jesucristo el mismo Dios ha querido sufrir en nuestra propia carne el dolor, la impotencia, el sufrimiento y la muerte.
Dios no da explicaciones sobre el sufrimiento, sino que sufre con nosotros. No responde al por qu? de tanto dolor y humillaci?n, sino que ?l mismo recibe humillaciones, persecuci?n y pobreza. Dios no responde con palabras al misterio de la vida humana, sino que El se embarca en esta aventura.
Desde que El apareci? un d?a en Bel?n, ya nada es igual. En cualquier camino del hombre, hay en Jes?s, una salida con futuro. Ya no estamos perdidos ni a obscuras. Nos ha visitado el Sol que nace de lo alto para iluminar a los que nos move?mos entre tinieblas y dudas.
No. No me he olvidado que estamos celebrando la Misa Funeral por N.. Lo que ocurre es que s?lo desde el misterio de Jes?s podemos entender los cristianos el nacimiento, la vida, la muerte y la resurrecci?n de N.
Porque un cristiano no es alguien que sabe muchas cosas sobre Dios o sobre Jes?s, sino alguien que lo ha descubierto y que, a pesar de sus fallos y limitaciones, es para los dem?s una estrella, un reflejo del amor de Dios.
No es mi intenci?n hacer un paneg?rico de N. Cada uno, desde su coraz?n, sabr? recoger lo mejor de su ejemplo, de sus consejos y de sus mejores deseos. Y tambi?n sabr? perdonarle si en algo no ha acertado. Lo m?s importante de N. (como de cualquier persona) es el mensaje, que a trav?s de su vida, Dios nos ha querido dejar.
Y, en este sentido, me parece una feliz coincidencia que estemos celebrando esta Misa-Funeral, cuando la Iglesia est? celebrando la fiesta de la Sagrada Familia.
Y si lo de "sagrada" nos asusta, pues qued?monos con la idea de que la familia de Jes?s, Mar?a y Jos? era una familia que, como las dem?s, tuvo que hacer frente a muchas dificultades y contratiempos, pero que no estaba dispuesta a rebajar sus exigencias de amor y de uni?n.
Y no olvidemos tampoco que no hay nada m?s sagrado que los padres, nuestros padres. De ah? que tambi?n nuestras familias sean " sagradas".
En el evangelio nos habla que Jos? y Mar?a encontraron a su hijo perdido a los tres d?as con clara relaci?n a su muerte y resurrecci?n al tercer d?a. Mar?a y Jos? experimentaron la alegr?a del encuentro, como los ap?stoles ?se llenaron de alegr?a al ver al Se?or?. Con esa esperanza despedimos a nuestro hermano: Recuperarlo cuando participe de la resurrecci?n del Se?or ya que ha participado en su muerte.