Domingo, 31 de diciembre de 2006
Art?culo publicado en Revista Semanal de EL D?A. S?bado, 30 de Diciembre de 2006, escrito por Fernando Lorente, o.h., capel?n de la Cl?nica de San Juan de Dios en Santa Cruz de Tenerife.


NAVIDAD ES SIEMPRE UN FESTIVIDAD QUE SUGIERE UN SINF?N DE REFLEXIONES PORQUE LA SOLA PRESENCIA DE JES?S EN EL MUNDO ES POR S? MISMA UNA S?NTESIS DE TODA LA HISTORIA DE SALVACI?N, EL EP?LOGO DE UNA LARGA ETAPA DE ESPERA Y COMIENZO DE LA ERA FINAL


El nacimiento de JES?S y el nuestro


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En todos los puntos del mundo cristiano se celebra el nacimiento de Jes?s. Los evangelistas, en el relato que nos hacen de este acontecimiento, presentan una visi?n teol?gica sobre el sentido de ese nacimiento
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FERNANDO LORENTE, O.H.


La Navidad, como toda fiesta lit?rgica, no consiste solamente en recordar lo sucedido en el pasado, porque no es una simple conmemoraci?n, sino que tiene un sentido de actualidad, como si, de alguna manera, hoy se nos llamara la atenci?n sobre la necesidad que todos tenemos de nacer. Aqu? no se trata de una idea nueva. Ya fue expresada en aquella conversaci?n (Jn 3) que el joven Jes?s tuvo con el anciano Nicodemo, al que invit? a nacer de nuevo seg?n el Esp?ritu. Por eso resulta muy significativo que Mar?a concibiera a Jes?s en el Esp?ritu, como si este solo dato ya nos sugiriera que lo fundamental no es el nacimiento biol?gico, el es fruto de la carne y de la sangre, sino el nacimiento del hombre como ser libre y responsable. Por ello, se nos invita a nacer, como si nunca nos tuvi?semos que considerar del todo "nacidos", pues aqu? de lo que se trata es de nacer a una identidad tal que cada uno pueda encontrarse con su verdadero yo, cortando los cordones umbilicales que a?n atan a una situaci?n de dependencia o menos excesiva.

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Cada uno de nosotros est? sujeto a tal c?mulo de presiones paternas, educativas, sociales, culturales, pol?ticas, publicitarias, etc. que llega un momento en que uno se pregunta en qu? medida es "uno mismo" o es lo que otros quieren que sea
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Cuando una persona dice "yo", en realidad no dice solamente yo, sino que impl?citamente dice todo aquello que a lo largo de los a?os el ambiente familiar y social fue introduciendo en su interior, hasta el punto que muchas veces el yo de uno mismo no es sino el conjunto de otros-yo que nos fueron conformando. Esta realidad responde a esta otra: Durante los primeros a?os de vida de los ni?os, esta situaci?n es totalmente normal y necesaria. La personalidad de ?stos se forma desde los adultos que les rodean y con los cuales terminan por identificarse. Pero a partir de la adolescencia comienza un proceso que en realidad nunca acaba y consiste en encontrarse con uno mismo. En ser y sentirse un yo maduro al que podemos caracterizar con tres elementos: identidad, autonom?a y creatividad. Todo ser humano vive como solicitado por dos fuerzas: la exterior a su yo, que procura moldearlo e incluso manejarlo, con la consiguiente p?rdida de personalidad; la interna, que lucha por un yo fuerte, consciente, aut?nomo, responsable, creativo, etc. Es la tensi?n entre la individualizaci?n y la socializaci?n de nuestra personalidad, la de sentirnos "nosotros mismos", es decir, la necesidad de lograr nuestra identidad personal.

El motivo de innumerables conflictos internos y externos es la angustia del ser humano al sentir que no es due?o de s? mismo, que sus pensamientos son presta-dos por otros, que sus sentimientos est?n ba?ados de dependencia, que sus actos est?n dictaminados desde fuera, etc., de forma que tal crisis es inevitable. Pero si esto sucede en todos los niveles, en el religioso la crisis es a?n mayor en aquellas personas que recibieron la educaci?n cristiana en su juventud con presi?n o porque se la negaron directamente a ellos o a sus padres, que exig?an a las autoridades correspondientes este derecho fundamental, como est? ocurriendo con las posturas en Espa?a por parte del Gobierno actual.

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Toda persona de fe, durante toda su existencia, necesita nacer a un yo que desde dentro de s? misma descubre a Dios, se compromete con el Evangelio y vive con esta tensi?n trascendente. As? ha encontrado que su vida tiene sentido en lo humano y en lo divino
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Jes?s tampoco logr? su nacimiento desarrollo, por el simple hecho de salir del ?tero de su madre, tuvo que atravesar el proceso de todo ser humano, desde la dependencia familiar, hasta todo tipo de presiones de amigos y de sus enemigos. Los evangelios, p?gina a p?gina, nos se?alan las alternativas de este largo nacimiento que s?lo tuvo su ep?logo en la soledad de la cruz y en el florecer definitivo de la resurrecci?n. Comenz? a manifestar su personalidad de ser ?l mismo, a la edad de 12 a?os, en plena adolescencia, cuando es encontrado en el Templo, que corrobora cuanto estamos manifestando. Para Jes?s, nacer signific? asumirse a s? mismo como profeta, como enviado del Padre, como mensajero de una buena noticia, como salvador, mas all? de los proyectos de sus padres y de los esquemas religiosos, pol?ticos o sociales de sus paisanos contempor?neos. La liturgia de Navidad nos hace ver una de las grandes dimensiones de la existencia: el nacimiento. Un nacimiento consciente, vivido momento a momento, buscando la salud de ese pasado oscuro que tiene que desembocar en la "luz", una luz capaz de dar sentido a la vida.
Todos los pueblos y culturas necesitan permanentemente remontarse a sus or?genes para encontrar en ellos el sentido de su existencia. Un pueblo que se olvida de sus or?genes acaba por perder su identidad, algo as? como un desterrado que ni vive en su tierra natal ni puede incorporarse a una nueva. En Navidad el pueblo cristiano se reencuentra con su identidad al participar del misterio del nacimiento del Hijo de Hombre, el nuevo Ad?n, Jesucristo. Gracias a este relato m?stico-original del cristianismo, Jes?s sigue siendo no un personaje del pasado totalmente remoto, sino un modo de ser del hombre. La preocupaci?n de toda comunidad cristiana es mostrar c?mo en Jesucristo se descubre el modelo ejemplar de la existencia humana. No es un modelo para ser imitado exterior y superficialmente, se trata de un modelo interior de una manera de ser trascendente.
Jes?s es la nueva humanidad que atraviesa
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En Jes?s de Nazaret los cristianos descubrimos mucho m?s que un simple ciudadano de Palestina del siglo primero, de un hijo de Mar?a y Jos?, mucho m?s que un crucificado acusado de sedici?n pol?tica
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el desierto de la vida, que lucha contra situaciones adversas, que se siente solo y abandonado, que comparte en su interior la desesperanza de la opresi?n,.. pero que, al fin de todo, asumiendo toda situaci?n humana, logra remontarse con ella m?s all? de esta orilla, de esta tierra, de este modo de vivir. En El los cristianos descubrimos la soluci?n de la paradoja humana, atrapada entre el pesimismo y la esperanza, entre la realidad del dolor y la utop?a de la felicidad. Porque Jes?s es totalmente carne y totalmente esp?ritu; totalmente hombre y totalmente Dios; totalmente muerte y totalmente vida. Navidad, al igual que las otras grandes fiestas cristol?gicas como Pascua, Ascensi?n y Pentecost?s, expresa en el rito lo que Jes?s vivi? en la realidad y lo que cada cristiano que se precie de tal debe hacer en la realidad suya. En Navidad ya est?n presentes en germen los grandes misterios de la cruz y de la Pascua: el que viene de lo alto sube a lo alto; si hoy, en Navidad, Dios se encarna y humaniza, en Pascua y Ascensi?n el hombre se diviniza. Jes?s, como ser trascendente, es la victoria del ser humano sobre el tiempo, porque es lo eterno del mismo ser humano, es la corriente de energ?a divina que subyace a la historia. Es el principio y el fin, pues est? como un modelo interior que va tomando forma hasta incluir en s? a todo el universo.

Es in?til repetir palabras evang?licas, con-
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Nuestro siglo podr? llamarse cristiano o marxista, creyente o ateo, existencialista o idealista..., pero no puede renunciar a vivir en la tensi?n de ser persona
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ceptos teol?gicos, ritos lit?rgicos, si nosotros mismos como personas permanecemos fuera del misterio de la Navidad: el nacimiento del Hijo del Hombre. Como todo caminante, el cristiano necesita pisar lo provisional para avanzar hacia lo definitivo. Necesita vivir plenamente toda experiencia humana para rastrear las huellas del Esp?ritu. Y por eso celebramos el nacimiento de Jes?s. En ?l podemos vivir nuestro constante y arduo nacimiento. Porque nacer es hermoso, pero comprometido. Es iniciar nuestro proyecto de seres humanos que abarca las dos dimensiones: la temporal y la divina, la eterna. Si no lo hacemos as? cada d?a, entonces no podremos ver la luz y la Navidad pierde todo su sentido, que es hablar con Dios que nos escucha, pero sin dejar de estar con las personas, como im?genes que son totalmente suyas.

Capell?n de la Cl?nica San Juan de Dios
Publicado por verdenaranja @ 21:12  | Espiritualidad
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