Viernes, 19 de enero de 2007
Homil?a que pronunci? Benedicto XVI en la celebraci?n eucar?stica del domingo 7 de enero de 2007, fiesta del Bautismo del Se?or, al administrar el sacramento del Bautismo a trece ni?os en la Capilla Sixtina.


Queridos hermanos y hermanas:

Nos volvemos a encontrar, tambi?n este a?o, para una celebraci?n muy familiar: el bautismo de trece ni?os en esta estupenda capilla Sixtina, donde la creatividad de Miguel ?ngel y de otros insignes artistas supo realizar obras maestras que ilustran los prodigios de la historia de la salvaci?n. E inmediatamente quisiera saludaros a todos los presentes: a los padres, a los padrinos y madrinas, a los parientes y amigos que acompa?an a estos reci?n nacidos en un momento tan importante para su vida y para la Iglesia. Cada ni?o que nace nos trae la sonrisa de Dios y nos invita a reconocer que la vida es don suyo, un don que es preciso acoger siempre con amor y conservar con esmero en todo momento.

El tiempo de Navidad, que se concluye precisamente hoy, nos ha hecho contemplar al Ni?o Jes?s en la pobreza de la cueva de Bel?n, cuidado amorosamente por Mar?a y Jos?. Cada hijo que nace Dios lo encomienda a sus padres; por eso, ?cu?n importante es la familia fundada en el matrimonio, cuna de la vida y del amor! La casa de Nazaret, donde vive la Sagrada Familia, es modelo y escuela de sencillez, paciencia y armon?a para todas las familias cristianas. Pido al Se?or que tambi?n vuestras familias sean lugares acogedores, donde estos peque?os puedan crecer, no s?lo con buena salud, sino tambi?n en la fe y en el amor a Dios, que hoy con el bautismo los hace hijos suyos.

El rito del bautismo de estos ni?os tiene lugar en el d?a en que celebramos la fiesta del Bautismo del Se?or, con la que, como dec?a, se concluye el tiempo de Navidad. Acabamos de escuchar el relato del evangelista san Lucas, que presenta a Jes?s mezclado con la gente mientras se dirige a san Juan Bautista para ser bautizado. Cuando recibi? tambi?n ?l el bautismo, ?escribe san Lucas? "estaba en oraci?n" (Lc 3, 21). Jes?s habla con su Padre. Y estamos seguros de que no s?lo habl? por s?, sino que tambi?n habl? de nosotros y por nosotros; habl? tambi?n de m?, de cada uno de nosotros y por cada uno de nosotros.

Despu?s, el evangelista nos dice que sobre el Se?or en oraci?n se abri? el cielo. Jes?s entra en contacto con su Padre y el cielo se abre sobre ?l. En este momento podemos pensar que el cielo se abre tambi?n aqu?, sobre estos ni?os que, por el sacramento del bautismo, entran en contacto con Jes?s. El cielo se abre sobre nosotros en el sacramento. Cuanto m?s vivimos en contacto con Jes?s en la realidad de nuestro bautismo, tanto m?s el cielo se abre sobre nosotros.

Y del cielo ?como dice el evangelio? aquel d?a sali? una voz que dijo a Jes?s; "T? eres mi hijo predilecto" (Lc 3, 22). En el bautismo, el Padre celestial repite tambi?n estas palabras refiri?ndose a cada uno de estos ni?os. Dice: "T? eres mi hijo". En el bautismo somos adoptados e incorporados a la familia de Dios, en la comuni?n con la sant?sima Trinidad, en la comuni?n con el Padre, con el Hijo y con el Esp?ritu Santo. Precisamente por esto el bautismo se debe administrar en el nombre de la sant?sima Trinidad. Estas palabras no son s?lo una f?rmula; son una realidad. Marcan el momento en que vuestros ni?os renacen como hijos de Dios. De hijos de padres humanos, se convierten tambi?n en hijos de Dios en el Hijo del Dios vivo.

Pero ahora debemos meditar en unas palabras de la segunda lectura de esta liturgia, en las que san Pablo nos dice: ?l nos salv? "seg?n su misericordia, por medio del ba?o de regeneraci?n y de renovaci?n del Esp?ritu Santo" (Tt 3, 5). Un ba?o de regeneraci?n. El bautismo no es s?lo una palabra; no es s?lo algo espiritual; implica tambi?n la materia. Toda la realidad de la tierra queda involucrada. El bautismo no ata?e s?lo al alma. La espiritualidad del hombre afecta al hombre en su totalidad, cuerpo y alma. La acci?n de Dios en Jesucristo es una acci?n de eficacia universal. Cristo asume la carne y esto contin?a en los sacramentos, en los que la materia es asumida y entra a formar parte de la acci?n divina.

Ahora podemos preguntarnos por qu? precisamente el agua es el signo de esta totalidad. El agua es fuente de fecundidad. Sin agua no hay vida. Y as?, en todas las grandes religiones, el agua se ve como el s?mbolo de la maternidad, de la fecundidad. Para los Padres de la Iglesia el agua se convierte en el s?mbolo del seno materno de la Iglesia.

En un escritor eclesi?stico de los siglos II y III, Tertuliano, se encuentran estas sorprendentes palabras: "Cristo nunca est? sin agua". Con estas palabras Tertuliano quer?a decir que Cristo nunca est? sin la Iglesia. En el bautismo somos adoptados por el Padre celestial, pero en esta familia que ?l constituye hay tambi?n una madre, la madre Iglesia. El hombre no puede tener a Dios como Padre, dec?an ya los antiguos escritores cristianos, si no tiene tambi?n a la Iglesia como madre. As? de nuevo vemos c?mo el cristianismo no es s?lo una realidad espiritual, individual, una simple decisi?n subjetiva que yo tomo, sino que es algo real, algo concreto; podr?amos decir, algo tambi?n material.

La familia de Dios se construye en la realidad concreta de la Iglesia. La adopci?n como hijos de Dios, del Dios trinitario, es a la vez incorporaci?n a la familia de la Iglesia, inserci?n como hermanos y hermanas en la gran familia de los cristianos. Y s?lo podemos decir "Padre nuestro", dirigi?ndonos a nuestro Padre celestial, si en cuanto hijos de Dios nos insertamos como hermanos y hermanas en la realidad de la Iglesia. Esta oraci?n supone siempre el "nosotros" de la familia de Dios.

Pero ahora debemos volver al evangelio, donde Juan Bautista dice: "Yo os bautizo con agua, pero viene el que puede m?s que yo (...). ?l os bautizar? con Esp?ritu Santo y fuego" (Lc 3, 16). Hemos visto el agua; pero ahora surge la pregunta: ?en qu? consiste el fuego al que alude san Juan Bautista? Para ver esta realidad del fuego, presente en el bautismo juntamente con el agua, debemos observar que el bautismo de Juan era un gesto humano, un acto de penitencia; era el esfuerzo humano por dirigirse a Dios para pedirle el perd?n de los pecados y la posibilidad de comenzar una nueva vida. Era s?lo un deseo humano, un ir hacia Dios con las propias fuerzas.

Ahora bien, esto no basta. La distancia ser?a demasiado grande. En Jesucristo vemos que Dios viene a nuestro encuentro. En el bautismo cristiano, instituido por Cristo, no actuamos s?lo nosotros con el deseo de ser lavados, con la oraci?n para obtener el perd?n. En el bautismo act?a Dios mismo, act?a Jes?s mediante el Esp?ritu Santo. En el bautismo cristiano est? presente el fuego del Esp?ritu Santo. Dios act?a, no s?lo nosotros. Dios est? presente hoy aqu?. ?l asume y hace hijos suyos a vuestros ni?os.

Pero, naturalmente, Dios no act?a de modo m?gico. Act?a s?lo con nuestra libertad. No podemos renunciar a nuestra libertad. Dios interpela nuestra libertad, nos invita a cooperar con el fuego del Esp?ritu Santo. Estas dos cosas deben ir juntas. El bautismo seguir? siendo durante toda la vida un don de Dios, el cual ha grabado su sello en nuestra alma. Pero luego requiere nuestra cooperaci?n, la disponibilidad de nuestra libertad para decir el "s?" que confiere eficacia a la acci?n divina.

Estos hijos vuestros, a los que ahora bautizaremos, son a?n incapaces de colaborar, de manifestar su fe. Por eso, asume valor y significado particular vuestra presencia, queridos padres y madres, y la vuestra, queridos padrinos y madrinas. Velad siempre sobre estos ni?os vuestros, para que al crecer aprendan a conocer a Dios, a amarlo con todas sus fuerzas y a servirlo con fidelidad. Sed para ellos los primeros educadores en la fe, ofreci?ndoles, adem?s de ense?anzas, tambi?n ejemplos de vida cristiana coherente. Ense?adles a orar y a sentirse miembros activos de la familia concreta de Dios, de la comunidad eclesial.

Para ello os puede ayudar mucho el estudio atento del ?Catecismo de la Iglesia cat?lica? o del ?Compendio? de ese Catecismo. Contiene los elementos esenciales de nuestra fe y podr? ser un instrumento muy ?til e inmediato para crecer vosotros mismos en el conocimiento de la fe cat?lica y para poderla transmitir ?ntegra y fielmente a vuestros hijos. Sobre todo, no olvid?is que es vuestro testimonio, vuestro ejemplo, lo que m?s influir? en la maduraci?n humana y espiritual de la libertad de vuestros hijos. Aun en medio del ajetreo de las actividades diarias, a menudo vertiginosas, no dej?is de cultivar, personalmente y en familia, la oraci?n, que constituye el secreto de la perseverancia cristiana.

A la Virgen Madre de Jes?s, nuestro Salvador, presentado en la liturgia de hoy como el Hijo predilecto de Dios, encomendemos a estos ni?os y a sus familias: que Mar?a vele sobre ellos y los acompa?e siempre, para que realicen completamente el plan de salvaci?n que Dios tiene para cada uno. Am?n.

[Traducci?n distribuida por la Santa Sede
? Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]
Publicado por verdenaranja @ 23:00  | Habla el Papa
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