Mensaje que, como cada a?o, ha difundido el Patriarca latino de Jerusal?n, Su Beatitud Michel Sabbah, con ocasi?n del inicio del per?odo cuaresmal.
Mensaje de Cuaresma 2007
Queridos hermanos y hermanas:
La gracia y la paz de Nuestro Se?or Jesucristo est?n con vosotros.
Comenzamos la Cuaresma. Con Jes?s vamos al desierto de Jeric?, que nos dice hoy dos cosas: en primer lugar, el desierto que rodea Jeric? es todav?a el mismo donde Jes?s ha querido ayunar y rezar antes de llevar su misi?n al mundo; en segundo lugar, Jeric? es una peque?a ciudad-prisi?n, como todas las ciudades palestinas, s?mbolo de la situaci?n de conflicto que se ha convertido en nuestro medio de vida, de generaci?n en generaci?n y d?a tras d?a. Por una parte, en esta Cuaresma, queremos rezar y encontrar a Dios en la soledad, y por otra, queremos encontrar a los hombres, para superar el conflicto y ver la faz de Dios en todos.
En el desierto, nos libramos, por un tiempo, del peso de las preocupaciones de nuestra vida privada o p?blica para poder gozar de un momento de libertad interior que nos permite: ver a Dios y ver, en las profundidades de nosotros mismos, el bien o el mal que llevamos, para poder purificarnos y conocer mejor la vocaci?n a la cual Dios nos llama en nuestra Iglesia y en nuestra sociedad.
La Iglesia nos invita durante la Cuaresma a abstenernos de la comida, no con el objetivo de abstenernos de cierta comida o de toda comida, sino como medio por el cual nos ejercitamos para abstenernos de una cosa para llegar a otra mejor; y como medio para hallar nuestra libertad. Nos libramos de las presiones del cuerpo y de la materia, y de los sentimientos que nos empujan a odiar y a demoler, para poder reanimar la fuerza del esp?ritu que est? en nosotros y que nos ayuda a vivir la vida abundante que Jes?s ha venido a darnos. Vida de pruebas, es verdad, "quien quiera seguirme que lleve su cruz y me siga" (Mc 8,34), pero tambi?n, vida de un amor que la vuelve abundante: "He venido para que tengan vida y vida en abundancia. Como yo os he amado, amaos los unos a los otros" (Jn 10,10; Jn 13,35).
Ayunamos para llegar a ser capaces de reconciliarnos con Dios, como nos lo dice san Pablo: "Dejaos reconciliar con Dios" (2 Co 5,20). Y la reconciliaci?n con Dios no puede realizarse sin la reconciliaci?n con todos los hijos de Dios, nuestros hermanos y hermanas, amigos o enemigos.
Ayunamos para renovar la aceptaci?n de nuestra fe con toda su fuerza liberadora y sus exigencias. Porque tener la vocaci?n de la levadura, de la sal y de la luz, es una vocaci?n a una vida dif?cil. Pero Jes?s tambi?n nos dice: Si ten?is fe, pod?is transportar las monta?as (cf. Mt 21,21). La fe aut?ntica, plenamente aceptada y vivida, compensa el peque?o n?mero, aparta el miedo, y hace al creyente, aunque est? solo en su sociedad, capaz de contribuir a la construcci?n com?n. La vocaci?n de ser levadura en la masa en la tierra misma de Jes?s, nos pide el quedarnos en esta tierra, aunque la vida en otras tierras pueda ser m?s c?moda. La vocaci?n de la levadura es la vocaci?n a vivir el mandamiento de la Caridad, a fin de perdonar, aunque reclamando todos los derechos perdidos, y de hacer de la vida un compartir de bienes y sacrificios que nos hace a todos, con todas nuestras diferencias de religi?n o nacionalidad, verdaderos constructores de la nueva sociedad que debe nacer en Tierra Santa para todos: jud?os, drusos, musulmanes y cristianos.
Somos llamados a una vida dif?cil en el conflicto que dura siempre en Palestina y que tiene sus repercusiones en otros pa?ses de nuestra di?cesis, Israel y Jordania: la ocupaci?n y todo aquello que se sigue de ella, la limitaci?n de la libertad, el muro, las barreras militares, las privaciones, los militares israel?es que, en todo momento, entran en las ciudades palestinas matando personas, llev?ndose prisioneros, arrancando ?rboles, y demoliendo casas?. A?adir a eso, la falta de visi?n dentro de la sociedad palestina y la falta de seguridad, explotada por algunos que se permiten violar las leyes y oprimir a sus hermanos, sobre todo aquellos que portan armas y que las emplean para oprimir y robar el dinero de los otros. Y las luchas intestinas que dudan en desaparecer? A esto se suma la no respuesta o la incapacidad de la comunidad internacional para responder a las m?ltiples voces de paz que parten de la regi?n. Y los ruegos, m?ltiples, que se levantan por todas partes y que perseveran en este tiempo de prueba: en ellos y en cada persona de buena voluntad, ponemos nuestra esperanza.
De frente a todo ello, la Cuaresma recuerda al cristiano que esta situaci?n puede ser una situaci?n de muerte o de vida nueva y que ?l es llamado a convertirla en una situaci?n de vida nueva. As? nuestro ayuno tiene por objetivos: ante todo, el de meditar y buscar la voluntad de Dios y su Providencia en las pruebas que vivimos. En segundo lugar, el renovar nuestro amor de unos por otros: a?adiendo el peso de las preocupaciones de nuestros hermanos a nuestras mismas preocupaciones, Dios se hace presente entre nosotros, seg?n la palabra de Jes?s: "Cuando dos o tres est?n reunidos en mi Nombre, yo estoy en medio de ellos" (Mt 18,20). Nos convertimos as? en tres para llevar nuestras preocupaciones, nosotros, nuestro hermano y Dios. Con eso, nos volvemos m?s fuertes y el peso ser? m?s ligero. En tercer lugar, con la presencia de Dios entre nosotros llegaremos a ver el sentido de los acontecimientos que vivimos, veremos c?mo convertir las pruebas y las opresiones en amor de los unos para con los otros, y como consecuencia de ello en un plus de fuerza y m?s unidad para una verdadera resistencia que tiene por objetivo no de demoler al adversario o de llenar nuestros corazones de rencor contra ?l, sino de poner fin al mal de la ocupaci?n, con todas sus opresiones, y empezar as? una vida nueva para todos, ocupados y ocupantes.
Hermanos y hermanas, pido a Dios para vosotros toda gracia y bendici?n. Que vuestro ayuno sea aceptado y bendecido. Y que sea un manantial de renovaci?n del esp?ritu en vosotros. Pido a Dios Alt?simo de daros la gracia de amar la vida a pesar de las circunstancias duras en las que os ha enviado para construir una vida nueva y una sociedad nueva para todos. Am?n.
+ Michel Sabbah, Patriarca
Jerusal?n, 21 de febrero de 2007, Mi?rcoles de Ceniza
[Texto en espa?ol distribuido por el Patriarcado Latino de Jerusal?n]