Mensaje de Cuaresma que ha publicado monse?or Rafael Sandoval, obispo de la
di?cesis mexicana de Tarahumara, con el t?tulo ?Mirar al Cordero no violento?.
MIRAR AL CORDERO NO VIOLENTO?
Mensaje de Cuaresma ? 2007
?He aqu? que tu Rey viene a ti manso y montado sobre un burrito? (Mt 21,5). SALUDO Y TEMA Pueblo de Dios que peregrina en la Tarahumara. Sacerdotes, religiosas y religiosos:
A los sacerdotes, el d?a de nuestra ordenaci?n, se nos dijo: ?Conforma tu vida con la Cruz del Se?or?. Recordando esas palabras, quise escribir lo que fue fruto de mi humilde meditaci?n, y quiero transmitirla a ustedes. Ojal? que se den un espacio para acercarse, con mirada de fe, para mirar a Jesucristo, quien es la raz?n de nuestra vida.
El Papa Benedicto XVI nos invita en esta Cuaresma a mirar a Cristo crucificado que nos ha revelado plenamente el amor de Dios. Este servidor quiere tambi?n invitarlos a mirar a Cristo Sufriente: su identidad, el modo como sufri?, y el motivo de su sufrimiento.
?Qui?n es ese que Sufri?? ?Cu?l fue su actitud, sus disposiciones interiores, ante el sufrimiento? ?Cu?l fue el motivo y la finalidad de su pasi?n? Tres preguntas que nos invitan a contemplar, haci?ndonos presentes al misterio. As?, contemplando a Jes?s, lo conoceremos m?s, nos identificaremos con ?l, y creceremos en su seguimiento. Que no nos quedemos en lo sentimental, sino en compartir con Cristo lo que siente, y experimentar, desde la fe, lo que ?l experimenta. Esto es toda una gracia.
La pasi?n es lo m?s serio de la humanidad, y cuesta entenderla. No atinamos ante el dolor. Tal vez el silencio, como Mar?a, sea lo mejor. Pero ese silencio lo necesitamos todos para que nuestra palabra est? cargada de experiencia.
EN UN MUNDO DE VIOLENCIA Todos los d?as, hermanos, escuchamos malas noticias, y vemos mucho dolor: muertes en el mundo por causa de guerras; ajustes de cuentas de narcotraficantes, estragos causados por el alcohol y la droga; ni?os desnutridos; sueldos de miseria; chicos drogados; suicidios cada vez m?s frecuentes? Como que nos estamos acostumbrando a la violencia. Es la creaci?n que gime con dolores de parto (Rom 8,22.25).
Parece que nuestro mundo se mueve en una din?mica de Ca?n: enga?o, mentira, envidia, competitividad, exclusi?n. Una nube de muerte se va haciendo m?s densa: todos dicen tener la raz?n; se destruye la fama y hasta la vida de los dem?s. Parece como si tuviera raz?n aqu?l que dijo que ?el hombre se ha convertido en el enemigo del hombre?.
Es la l?gica del ?toma y daca?: relaciones agresivas, tendencia a juzgar, discusiones violentas ante quienes no piensan de igual manera, anhelos de poder, ajustes de cuentas, palabras hirientes, la muerte del otro. Tal din?mica se puede meter en nosotros mismos.
MIRANDO A JES?S SUFRIENTE Tambi?n Jes?s se encontr? con un mundo de violencia, pero ?qu? hace? No mata a sus perseguidores, pues eso es contrario al Buen Dios que anuncia. Su Dios no es el Dios del conflicto que castiga o manda vengarse.
No es el dios de Ca?n que mata al hermano para obtener lo deseado, ni el dios que pide sangre para saciarse. Su Dios no tiene nada que ver con la violencia. Es el Dios Padre que no quiere v?ctimas; que no es resentido, sino perdonador.
Cristo no vino a que lo mataran, sino a darnos todo el amor del Padre.
Al encontrarse con la violencia, no fue violento. Se dej? matar. ?l es el Hijo de un Padre pac?fico. Es la V?ctima que, para triunfar de la violencia, asume la violencia y la transforma desde dentro. Es el ?Cordero inteligent?simo y amoros?simo que se entrega sin resentimiento y sin venganza?.
En la misma cruz perdona a sus verdugos. Ah?, en la Pasi?n y Cruz, est? la verdadera imagen de lo que es Cristo y lo que es Padre: libre, gratuito, incondicional, ofrenda generosa, absoluta y total.
?QUI?N ES SUFRIENTE? ?Qui?n es el que padece? Aqu? es bueno detenernos con mirada contemplativa para preguntarnos con la Iglesia apost?lica sobre la personalidad del Sufriente. ?l es el Hijo que aprendi? a obedecer sufriendo (Hebreos 5, 7-9). Es el Justo por los injustos que muere por nuestros pecados (1Pedro 3, 18). Es el Hijo que sufre en su humanidad. Es el Se?or de la gloria (1Cor 2,8) y el Verbo eterno hecho carne (Jn 1, 14). El que sufre es verdadero Dios y verdadero hombre (1 Tim 2, 4-6). Se hizo ?semejante a los hombres? (Fil 2,7) hasta llevar un ?cuerpo de carne?.
Es el resucitado y glorificado que ha ?pasado de este mundo al Padre? (Jn 13, 1) y permanece como aqu?l que ha sufrido y muerto ?semejante a los hombres?. Es el Cordero que est? ahora en el trono celeste de la divinidad, y que lleva los signos de su inmolaci?n (Ap 5, 6), llevando consigo en la luz del Padre todo sufrimiento y muerte del hombre.
Con el Centuri?n, tambi?n nosotros, estamos invitados a decir: ?Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios? (Mc 15, 39), ?verdaderamente este hombre era justo? (Lc 23, 47). Es el Justo por los injustos (1 Pedro 3, 18).
Por todo esto podemos decir con al autor de la Carta a los Hebreos: ?No tenemos un sumo sacerdote que no sepa compartir nuestras enfermedades, habiendo sido ?l mismo probado en todo, a semejanza de nosotros, excepto el pecado? (Hebreos 4, 15).
??l llevaba el pecado de muchos? (Is 53, 12), ?llev? nuestros pecados en su cuerpo bajo el le?o de la cruz? (1Pedro 2, 24). Solidario con nuestra miseria de pecadores, pero no solidario con nosotros en nuestra pecaminosidad. Ha cargado el peso de nuestros pecados, sufriendo por nosotros. ?Por sus llagas hemos sido curados? (1Pedro 2, 25). Nuestro pecado ha sido expiado y hemos obtenido la gracia del perd?n y de la redenci?n.
?C?MO SUFRI?? Con voluntad plena: Nadie tiene sobre Jes?s un poder tal de obligarlo a hacer lo que no quiere, y de hacerlo morir contra su voluntad. ?l muere con la libertad de alguien que ?ofrece su vida?. ?Nadie me quita la vida, yo la ofrezco? (Jn 10, 17).
Con plena consciencia: Juan precisa que Jes?s se dej? arrestar: ?Conociendo todo lo que le iba a pasar? (18,4). ?Sabiendo que estaba cerca su hora de parar de este mundo al Padre? (13, 1.3).
Con humildad: ?He aqu? que tu rey viene a ti humilde, sentado sobre un burrito? (Mt 21,5). Es la humildad de un soberano pac?fico que pretende reinar con el signo m?s radical de la no violencia. No opone resistencia a la violencia, sino que se deja prender y condenar y matar. Renuncia a su derecho de defenderse. No abr?a la boca y ?callaba? (Mt 26,63). Es su silencio lleno de seguridad interior, y la actitud de un ?cordero?.
Con obediencia filial: ?l sabe que su ?Abb? lo ama. Siempre se supo amado. Esta obediencia de hijo lo hace ser feliz en medio de tanto dolor. Nadie es tan feliz como aqu?l que obedece. La obediencia va m?s all? de lo inteligible. ?Entendemos esto? Mar?a nos dir?a: ?Yo no entiendo; yo creo?.
Con amor pleno: amor y obediencia coinciden en la experiencia de la Pasi?n de Cristo. ?Yo amo al Padre y hago lo que me ha mandado? (Jn 14, 31). Es un amor de obediencia, y una obediencia de amor. Es, tambi?n, un amor hacia nosotros. ?En esto hemos conocido lo que es el amor: en que ?l dio su vida por nosotros? (1Jn 3, 16).
?POR QU? MOTIVO SUFRI?? ?En esto se manifest? el amor que Dios nos tiene: en que Dios envi? al mundo a su Hijo ?nico para que vivamos por medio de ?l. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que ?l nos am? y nos envi? a su Hijo como propiciaci?n por nuestros pecados? (1Jn 4, 9-10).
La gravedad del pecado y el infinito amor de Dios: se nota qu? grande sea a los ojos de Dios la malicia del pecado. El precio ha sido la misma sangre preciosa del Hijo de Dios. Dios ha renunciado al castigo (Jn 1, 17); y ha querido demostrar al hombre la grandeza de su amor.
?Nosotros, por tanto, no ?ramos buenos. Y, con todo, ?l se compadeci? de nosotros y nos envi? a su Hijo a fin de que muriera, no por los buenos, sino por los malos; no por los justos, sino por los imp?os. Dice, en efecto, la Escritura: Cristo muri? por los imp?os. Y ?qu? se dice a continuaci?n? Apenas habr? quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrever?a uno a morir?. (San Agust?n. Serm?n 23 A, 1-4; CCL 41, 321-323).
No hay pecado, por grave que sea, que pueda reducir el Amor. En la Cruz de Cristo resplandece la grandeza de la misericordia. Para Dios, no hay vida, por desastrosa que sea, que lo frene en su oferta de salvaci?n, pues ?sta es don y no algo del hombre. Si el pecado es un poder que embrutece al hombre y lo pone contra Dios, Cristo es el nuevo poder que vence el pecado. La Cruz es el gran acto de misericordia, y Cristo es el Gesto extraordinario de Dios. Viendo a Cristo padecer, nadie puede decir que Dios no lo ama.
CONSIDERACIONES PARA NOSOTROS Con ?empat?a? podemos sumergirnos en el mundo interior del Se?or, para ver lo que sucede ah? dentro. Penetrar, con la luz del Esp?ritu Santo, en su coraz?n, para captar sus sentimientos, emociones y pensamientos; y as? podernos involucrar vitalmente. No es sentimentalismo, sino realismo, pues no hay nada m?s real que lo que pasa dentro de la persona humana. Es a trav?s de su humanidad como conocemos su Divinidad. Jes?s es plenamente Dios y plenamente hombre.
Al contemplar la soledad de Jes?s, podemos mirar la soledad del hombre, y las soledades de los m?s solos.
Ponernos ante nuestras posibles heridas actuales, y pedir la curaci?n de ellas. Tal vez ante alg?n superior que no se fiaba de m?; ante la ingratitud de alg?n amigo que s?lo me buscaba cuando me necesitaba; ante el medio ambiental que me exige demasiado; ante ciertas heridas que exigen tiempo para que se curen; ante mis miedos y tristezas para que, al contacto con el silencio de Jes?s, pueda sacar fuerza y pueda vencer el miedo; ante la tentaci?n de querer bajarme de la cruz y de no perdonar, sabiendo que lo que m?s nos hace sufrir es guardar rencor y no acabar de perdonar; ante alguna falsa acusaci?n de la que no he sanado y sigo rabiando dentro; ante?
Para aceptar la cruz s?lo hay un camino: comprender su valor. Desde que Cristo la asumi?, dej? de ser un mal y pas? a ser un bien. S?lo sufre quien piensa que su dolor es in?til, pero se sufre de otra manera cuando se le encuentra sentido. Es el amor lo que le da sentido a la cruz. El Se?or no vino a quitarnos la cruz, sino a compartirla con nosotros. No estamos solos, sino acompa?ados.
Para los jud?os, la cruz es esc?ndalo. Para los griegos, es necedad. Para el cristiano, la cruz es fuerza y sabidur?a de Dios. La cruz anticipa una alegr?a inmensa.
S?lo mirando a Jes?s seremos capaces de mirar el dolor de los dem?s, y acercarnos a los que est?n muriendo de soledad y a tantos pobres crucificados. La mirada tiene mucho que ver con el amor, pues se mira con el coraz?n. Quien mira a Cristo, podr? despojarse e inclinarse ante las dolencias de los dem?s.
FINAL La Cuaresma es un tiempo bello; lleno de luz, de paz, de alegr?a y de mucho amor. Tiempo de prepararnos para el encuentro con Jes?s resucitado.
Acompa?emos a Cristo con Mar?a. Ella nos ayudar? a mantenernos firmes en la fe. Su fe no tuvo fluctuaciones. Ella sabe que la resurrecci?n est? cerca. Es cierto que sufre como madre, pero lleva una alegr?a interna. Gustemos la paz de Mar?a; su fe y su esperanza. ?Qu? distinta su soledad, a la soledad del pecador!
Miremos c?mo, muerto Jes?s, Mar?a acoge a Juan en su casa; acoge a Pedro que vuelve avergonzado y confundido; acoge a cada uno de los Ap?stoles que van llegando uno a uno. ?C?mo le hubiera gustado que llegara Judas! A todos nos comunica su esperanza.
Que Ella nos haga gustar la realidad de la Resurrecci?n y que nos d? fuerza para ver que la cruz es el camino de la resurrecci?n.
Con mi afecto les bendigo
Guachochi, Chih., 22 febrero de 2007
+ Rafael Sandoval Sandoval
Obispo de Tarahumara