Lunes, 26 de febrero de 2007
VATICANO - Camino de oraci?n para la Cuaresma - La III estaci?n del V?a Crucis: Jes?s cae por primer vez

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Proponemos a la reflexi?n y a la meditaci?n, la III estaci?n del V?a Crucis seg?n el esquema usado el 25 de marzo de 2005, viernes Santo, en el rito celebrado en el Coliseo.

V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R /. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del libro del profeta Isa?as 53, 4-6
?l soport? nuestros sufrimientos y aguant? nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros cr?menes. Nuestro castigo saludable vino sobre ?l, sus cicatrices nos curaron. Todos err?bamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Se?or carg? sobre ?l todos nuestros cr?menes.

Meditaci?n

El hombre ha ca?do y cae siempre de nuevo: cu?ntas veces se convierte en una caricatura de s? mismo y, en vez de ser imagen de Dios, ridiculiza al Creador. ?No es acaso la imagen por excelencia del hombre la de aquel que, bajando de Jerusal?n a Jeric?, cay? en manos de los salteadores que lo despojaron dej?ndolo medio muerto, sangrando al borde del camino? Jes?s que cae bajo la cruz no es s?lo un hombre extenuado por la flagelaci?n. El episodio resalta algo m?s profundo, como dice Pablo en la carta a los Filipenses: ??l, a pesar de su condici?n divina, no hizo alarde de su categor?a de Dios; al contrario, se despoj? de su rango y tom? la condici?n de esclavo, pasando por uno de tantos. Y as?, actuando como un hombre cualquiera, se rebaj? hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz? (Flp 2, 6-8). En su ca?da bajo el peso de la cruz aparece todo el itinerario de Jes?s: su humillaci?n voluntaria para liberarnos de nuestro orgullo. Subraya a la vez la naturaleza de nuestro orgullo: la soberbia que nos induce a querer emanciparnos de Dios, a ser s?lo nosotros mismos, sin necesidad del amor eterno y aspirando a ser los ?nicos art?fices de nuestra vida. En esta rebeli?n contra la verdad, en este intento de hacernos dioses, nuestros propios creadores y jueces, nos hundimos y terminamos por autodestruirnos. La humillaci?n de Jes?s es la superaci?n de nuestra soberbia: con su humillaci?n nos ensalza. Dejemos que nos ensalce. Despoj?monos de nuestra autosuficiencia, de nuestro enga?oso af?n de autonom?a y aprendamos de ?l, del que se ha humillado, a encontrar nuestra verdadera grandeza, humill?ndonos y dirigi?ndonos hacia Dios y los hermanos oprimidos.

Oraci?n

Se?or Jes?s, el peso de la cruz te ha hecho caer. El peso de nuestro pecado, el peso de nuestra soberbia, te derriba. Pero tu ca?da no es signo de un destino adverso, no es la pura y simple debilidad de quien es despreciado. Has querido venir a socorrernos porque a causa de nuestra soberbia yacemos en tierra. La soberbia de pensar que podemos forjarnos a nosotros mismos lleva a transformar al hombre en una especie de mercanc?a, que puede ser comprada y vendida, una reserva de material para nuestros experimentos, con los cuales esperamos superar por nosotros mismos la muerte, mientras que, en realidad, no hacemos m?s que mancillar cada vez m?s profundamente la dignidad humana. Se?or, ay?danos porque hemos ca?do. Ay?danos a renunciar a nuestra soberbia destructiva y, aprendiendo de tu humildad, a levantarnos de nuevo.

Pater noster, qui es in c?lis;
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in c?lo et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.
O quam tristis et afflicta
fuit illa benedicta
Mater Unigeniti!
(J.M.) (Agencia Fides, 26/2/2007)
Publicado por verdenaranja @ 23:25  | Espiritualidad
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