Dossier Fides JORNADA DE LA INFANCIA MISIONERA, 6 de enero 2007
LA EXPLOTACI?N
DEL TRABAJO INFANTIL EN EL MUNDO
INTRODUCCI?N ?Es el ni?o de Bel?n quien nos reclama??
Desde 1843 ?los ni?os ayudan a los ni?os? con la Obra Pontificia de la Infancia Misionera
Trabajo infantil: un drama sin l?mites
EL EVANGELIO Y LOS NI?OS EN EL MAGISTERIO PONTIFICIO Le?n XIII
Juan Pablo II
Carta a los ni?os de Juan Pablo II - 13 de diciembre de 1994
Benedicto XVI
ENTREVISTA A S.E. MONS. GIAMPAOLO CREPALDI Secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz
DEFINICI?N DE TRABAJO INFANTIL NORMATIVA DEL TRABAJO INFANTIL: UNA S?NTESIS
DATOS HIST?RICOS
ALGUNOS N?MEROS
DIVERSOS ASPECTOS SOBRE LA EXPLOTACI?N INFANTIL
NI?OS TRABAJADORES: ??LA VIDA BREVE!? SITUACI?N EN LOS DIVERSOS CONTINENTES Asia
?frica
Am?rica Latina
LAS PATOLOG?AS M?S FRECUENTES VINCULADAS AL TRABAJO INFANTIL ENTREVISTA A LA DOCTORA CECILIA BRIGHI del Consejo Administrativo de la OIT (Organizaci?n Mundial del Trabajo)
ALGUNOS SITIOS EN INTERNET INTRODUCCI?N Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) ? Con ocasi?n de la Jornada de la Infancia Misionera, promovida por la Obra Pontificia de la Infancia Misionera, que se celebra en la solemnidad de la Epifan?a del Se?or, el 6 de enero, o en alg?n domingo de enero seg?n las exigencias locales, la Agencia FIDES publica un Dossier sobre el drama de la explotaci?n del trabajo infantil: se calcula que 218 millones de ni?os en el mundo, entre 5 y 17 a?os, son obligados a trabajar hasta 16 horas diarias, en lugar de realizar otras actividades acordes con su edad, como estudiar o jugar.
?Es el ni?o de Bel?n quien nos reclama? pidamos a Dios que nos ayude a hacer todo lo que est? en nuestra mano para que se respete la dignidad de los ni?os? ?El ni?o de Bel?n nos hace poner los ojos en todos los ni?os que sufren y son explotados en el mundo, tanto los nacidos como los no nacidos. En los ni?os convertidos en soldados y encaminados a un mundo de violencia; en los ni?os que tienen que mendigar; en los ni?os que sufren la miseria y el hambre; en los ni?os carentes de todo amor. En todos ellos, es el ni?o de Bel?n quien nos reclama; nos interpela el Dios que se ha hecho peque?o. En esta noche, oremos para que el resplandor del amor de Dios acaricie a todos estos ni?os, y pidamos a Dios que nos ayude a hacer todo lo que est? en nuestra mano para que se respete la dignidad de los ni?os?. Este fue el fuerte llamado del Papa Benedicto XVI que, durante la Misa de Noche Buena celebrada en la Bas?lica Vaticana, llam? una vez m?s fuertemente la atenci?n en relaci?n a todos los ni?os, ?particularmente los ni?os sufrientes y los que son v?ctimas del abuso en el mundo?, y record? que en cada uno de ellos est? el Ni?o de Bel?n ?que nos reclama?, y debemos rezar intensamente para que Dios nos ayude ?a hacer todo lo que est? en nuestra mano? para que sea respetada su dignidad.
El sufrimiento de los ni?os ?que no experimentan ning?n amor? no es algo particular de nuestros tiempos, aunque hoy en d?a pueda ser otra o pueda haberse ampliado la gama de circunstancias en las que tal sufrimiento se realiza: ni?os soldados, ni?os obreros, ni?os explotados sexualmente o para tr?fico de ?rganos, ni?os reducidos a la esclavitud, ni?os a los que se les impide nacer a la vida o renacer a la fe?
Por mandato de su Se?or, quien se hizo ?ni?o? y vino a la tierra para redimir a la humanidad esclava del pecado y anunciar la igual dignidad de cada ser humano, la Iglesia, desde siempre, se ha inclinado frente al sufrimiento del hombre, ha siempre tomado en serio la vida cotidiana de los hombres y mujeres de cada continente, pueblo y raza, interviniendo all? donde fuese necesario defender y ayudar a los m?s d?biles, a los m?s peque?os. Donde hay injusticia, explotaci?n, esclavitud, marginaci?n, la Iglesia ha hecho sentir su voz anunciando el Evangelio, realizando obras de justicia y caridad para dar consuelo a los m?s olvidados. La historia est? llena de estos ejemplos. Los primeros hospitales, por ejemplo, surgieron gracias a las hermandades y a las ?rdenes mendicantes para aliviar el sufrimiento de aquellos que no pod?an permitirse las costosas curas de un m?dico.
Tambi?n hoy en d?a la Iglesia est? en primera l?nea, a veces humanamente sola pero con la firme certeza de la asistencia de su Se?or, en lo que se refiere a confortar materialmente a los hermanos m?s necesitados, con mayor raz?n si son m?s indefensos a causa de su joven edad, como es el caso de los ni?os, tanto en las grandes metr?polis como en las zonas m?s alejadas del planeta. El Papa Benedicto XVI una vez m?s nos ha exhortado a comprometernos de manera personal, a no delegar a otros la tarea de defender y respetar la dignidad de los ni?os explotados , ?en cada uno de ellos est? el ?Ni?o de Bel?n? que nos reclama?. (S.L.)
Desde 1843 ?los ni?os ayudan a los ni?os? con la Obra Pontificia de la Infancia Misionera (OPIM) ?Los ni?os ayudan a los ni?os? es el slogan que caracteriza a la Obra Pontificia de la Infancia Misionera, presente ya en 150 pa?ses del mundo. El punto focal de la Obra es el rol particular asignado a los ?m?s peque?os? en el anuncio del Evangelio y en el testimonio del Amor del Padre aliviando los sufrimientos de sus coet?neos. Con los fondos recogidos por estos ni?os misioneros de todas las naciones, son sostenidos cientos de proyectos a favor de millones de ni?os en los cinco continentes: se distribuye comida, vestimenta, medicina, material escol?stico? Se promueve la construcci?n y mantenimiento de escuelas, orfanatos, despensas, hospitales, centros de catequesis y de recuperaci?n? Se sostienen tambi?n iniciativas en los campos de la pastoral de la infancia, de la catequesis, de la educaci?n pre-escolar y escolar, de la defensa de la vida, y de la formaci?n cristiana y misionera.
Este intenso e incansable movimiento de ayuda ?desde los peque?os hacia los peque?os? se debe a la inspiraci?n carism?tica de un obispo franc?s. Hacia la mitad del 1800 Mons. Charles August Marie de Forbin-Janson (1785-1844), obispo de Nancy, animado por un gran celo misionero, qued? consternado al ver los sufrimientos a los que eran sometidos los ni?os. Las cartas que llegaban de parte de los misioneros, especialmente de China, hablaban de ni?os que eran eliminados al nacer, por ser de sexo femenino, o por tener defectos f?sicos o ps?quicos o simplemente por la imposibilidad de subsistir en medio de la pobreza general. ?Hab?a necesidad de ayuda urgente y generosa de parte de todos para salvar a estas criaturas lanzadas a la muerte!
La fuerte tensi?n misionera de este gran obispo, encontr? su sentido en la devoci?n a Jes?s Ni?o, devoci?n que ?l ven?a ya difundiendo y a la que dot? de una impostaci?n misionera. El nombre mismo ?Santa Infancia? expresa su voluntad de poner la Asociaci?n bajo la protecci?n de Jes?s Ni?o. La fecha que signa oficialmente el inicio de la Obra de la Santa Infancia es el 19 de mayo de 1843. La intuici?n de Mons. De Forbin-Janson fue la de crear un movimiento de ni?os cristianos para ayudar a ni?os paganos a encontrar al Se?or y salvarlos de la muerte. Su objetivo era salvarlos sobretodo por medio del Bautismo y educ?ndolos cristianamente, todo lo cual deber?a ser fruto de una caridad apost?lica y solidaria, es decir de un esp?ritu genuinamente misionero y no s?lo de acci?n social. La Obra encontr? el favor de personas y de instituciones involucradas sobretodo en la educaci?n de los ni?os, y tuvo as? un r?pido crecimiento en Europa y Norteam?rica. En su proceso de afianzamiento pudo gozar de un apoyo total por parte de la Iglesia y del Papa Le?n XIII que la promovi? con su Enc?clica ?Sancta Dei Civitas? (3 de diciembre de 1880). El 3 de mayo de 1922 Pi? XI le confiri? el t?tulo de ?Pontificia?.
Los objetivos: 1. La Obra Pontificia de la Santa Infancia (OPSI) se dirige a los ni?os y a los j?venes hasta la adolescencia para despertar en ellos la consciencia misionera y as? sostener, con una acci?n pedag?gica cualificada y vigilada, su apertura a la caridad y a la solidaridad cristiana. 2. Conociendo y experimentando en la ?Escuela de Jes?s? la evidencia de una vida gozosa en Jes?s, su Hermano, ellos rezan y procuran que todos los ni?os del mundo lo conozcan y lo amen. 3. La parroquia, la escuela y la familia est?n tambi?n involucradas en el programa pedag?gico-catequ?tico de la formaci?n de sus j?venes, quienes a su vez act?an como sujetos activos de su propia educaci?n. Son gradualmente conducidos a abrir su mente a las diversas dimensiones de la realidad y a orientar los afectos de su coraz?n a la renuncia de lo temporales por sus coet?neos que pasan necesidad. 4. La OPSI propone a los j?venes como ideal de vida, por amor de Jes?s y para imitarlo, la vocaci?n a la Misi?n de salvar ni?os haci?ndolos hijos de Dios para poder ser hombres ?ntegros.
Los medios espirituales: Una particular devoci?n al Ni?o Jes?s, hermano de todos los ni?os del mundo. 2. La participaci?n m?s frecuente en la Eucarist?a para estar en comuni?n sincera con Jes?s y con todos los ni?os del mundo. 3. Un Avemar?a diario a la Madre de Jes?s por todos los ni?os sufrientes y necesitados de ayuda. 4. La inscripci?n como miembro de la Infancia Misionera para llevar el Evangelio a los dem?s. 5. La preparaci?n por medio de la oraci?n y el canto para anunciar el Nacimiento del Ni?o Jes?s como ?Cantores de la Estrella?. 6. La celebraci?n de la Jornada Mundial de la Infancia Misionera.
Los medios materiales: 1. Un programa espec?fico de preparaci?n para los dirigentes y animadores de la OPSI y de sensibilizaci?n para los obispos de 110 pa?ses que forman parte de este organismo. 2. Una oferta semanal de dinero por los ni?os pobres del mundo. 3. La participaci?n en las actividades a favor de los ni?os, para que se les permita nacer, para que no sean explotados con fines econ?micos o sexuales, para que se ofrezca la plena disponibilidad para acoger ni?os emigrados o refugiados. 4. La colecta y distribuci?n de fondos destinados a proyectos de educaci?n y asistencia de la Infancia Misionera en el mundo. 5. La participaci?n en manifestaciones tradicionales, o programadas por diversos grupos, para recoger ayudas y contribuciones que se destinan a la subsistencia y educaci?n de ni?os pobres (S.L.)
Para mayor informaci?n sobre las actividades de la OPSI en ingl?s, franc?s, espa?ol y portugu?s:
http://www.fides.org/eng/animazione/2006/posi_13_eng.doc
http://www.fides.org/eng/animazione/2006/posi_13_esp.doc
http://www.fides.org/eng/animazione/2006/posi_13_fra.doc
http://www.fides.org/eng/animazione/2006/posi_13_por.doc
Trabajo infantil: un drama sin l?mites Desde la ma?ana temprano hasta pasada la noche, en lugares estrechos y oscuros, en medio de la humedad, en cuartos subterr?neos o en el silencio de los muros de una casa. Explotados por poco dinero y sin ning?n tipo de protecci?n, son obligados a trabajar doblando las espaldas a su corta edad. Son millones los ni?os explotados en el mundo del trabajo, particularmente numerosos en los pa?ses en v?a de desarrollo, aunque presentes tambi?n de manera clandestina en pa?ses ricos y donde hay bienestar.
Es sobre todo la edad lo que produce estupor: todos tienen entre cinco y quince a?os. Son empleados en casi cualquier tipo de trabajo, desde el dom?stico hasta otros en condiciones de peligro, como la extracci?n de minerales o en f?bricas qu?micas. Sus manos, preciadas en cuanto que peque?as, llegan adonde las manos de los adultos no pueden llegar: por ello son tan requeridas en las f?bricas textiles, como tambi?n en las de f?sforos y fuegos artificiales. La mayor parte, sin embargo, son empleados en labores de campo, frecuentemente junto a la familia, ya que tambi?n el trabajo de un ni?o tiene un gran valor.
En los centros urbanos, donde no hay campo para cultivar, son a veces las mismas familias las que prefieren mandar a sus hijos a trabajar en alguna bodega, bar o restaurante. De este modo contribuyen en algo con el magro presupuesto familiar. Emplean todo un d?a para poder recibir una paga miserable y no dedican siquiera una hora a aquello a lo que m?s bien tendr?an derecho, una instrucci?n digna y una infancia serena. En muchos pa?ses el trabajo de menores est? prohibido por ley con ciertos l?mites de edad, pero esto muchas veces no impide que gran n?mero de ni?os, en vez de ir a la escuela, trabajen hasta diecis?is horas diarias. La experiencia de muchas asociaciones y grupos que luchan por garantizar una vida mejor a estos ni?os se suelen topar con una realidad muy dura. Una vez que han sido individuados y acogidos en centros escol?sticos o de simple acogida, son los mismos ni?os los primeros en pedir regresar a su lugar de trabajo, pues all? tienen al menos una peque?a paga jornalera que la instrucci?n, en cambio, no garantiza.
El trabajo de menores, pues, suele ser parte de todo un contexto de degradaci?n cultural y ambiental en el que, ya sea por hambre o por ignorancia, hasta unos pocos centavos son m?s valorados que una hora de instrucci?n.
En Asia, por ejemplo, hay quienes con tan s?lo 16 a?os ?poco m?s que la edad de un ni?o? trabajan como obreros en una empresa. Diecis?is horas al d?a de trabajo y al final del mes la paga es de cerca de 6 d?lares y medio. Una miseria, ciertamente, pero para ?l y para su familia constituyen la ?nica fuente de sustento. Al final del mes el ni?o vuelve a su casa y entrega el dinero ?ntegramente a su madre, a su padre o a sus hermanos, y con el poco dinero reunido la familia tiene que seguir adelante por un mes.
Adem?s de las consecuencias inmediatas que se generan en la salud del ni?o, tal vez sea el problema de la falta de instrucci?n el que mayor impacto negativo produce para las futuras generaciones. Con mucha frecuencia no existen escuelas o las que existen son demasiado lejanas del lugar donde habitan los ni?os. Otras veces, en cambio, cuando las escuelas est?n al alcance, los mismos ni?os no quieren frecuentarlas, obligados a la fuerza por los adultos o inducidos a situaciones de degradaci?n.
En la India, en el distrito de Bellary, desde hace algunos a?os compa??as internacionales han comprado grandes terrenos para explotarlos como mineras. Llaman para trabajar a los rostros m?s humildes de la poblaci?n, incluso muchos ni?os. Se calcula, de hecho, que el 50% de los trabajadores de las mineras son ni?os, que llegan a un total de 200 mil. (F.B.G.)
EL EVANGELIO Y LOS NI?OS
Jn 4,49-54: Le dice el funcionario: "Se?or, baja antes que se muera mi hijo." Jes?s le dice: "Vete, que tu hijo vive." Crey? el hombre en la palabra que Jes?s le hab?a dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo viv?a. El les pregunt? entonces la hora en que se hab?a sentido mejor. Ellos le dijeron: "Ayer a la hora s?ptima le dej? la fiebre." El padre comprob? que era la misma hora en que le hab?a dicho Jes?s: "Tu hijo vive", y crey? ?l y toda su familia. Esta nueva se?al, la segunda, la realiz? Jes?s cuando volvi? de Judea a Galilea.
Jn 16,21-23: La mujer, cuando va a dar a luz, est? triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al ni?o, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. Tambi?n vosotros est?is tristes ahora, pero volver? a veros y se alegrar? vuestro coraz?n y vuestra alegr?a nadie os la podr? quitar. Aquel d?a no me preguntar?is nada. En verdad, en verdad os digo: lo que pid?is al Padre os lo dar? en mi nombre.
Lc 1,42-45: Y sucedi? que, en cuanto oy? Isabel el saludo de Mar?a, salt? de gozo el ni?o en su seno, e Isabel qued? llena de Esp?ritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: "Bendita t? entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ?de d?nde a m? que la madre de mi Se?or venga a m?? Porque, apenas lleg? a mis o?dos la voz de tu saludo, salt? de gozo el ni?o en mi seno. ?Feliz la que ha cre?do que se cumplir?an las cosas que le fueron dichas de parte del Se?or!"
Lc 1,59-66: Y sucedi? que al octavo d?a fueron a circuncidar al ni?o, y quer?an ponerle el nombre de su padre, Zacar?as, pero su madre, tomando la palabra, dijo: "No; se ha de llamar Juan." Le dec?an: "No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre." Y preguntaban por se?as a su padre c?mo quer?a que se le llamase. El pidi? una tablilla y escribi?: "Juan es su nombre." Y todos quedaron admirados. Y al punto se abri? su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadi? el temor a todos sus vecinos, y en toda la monta?a de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las o?an las grababan en su coraz?n, diciendo: "Pues ?qu? ser? este ni?o?" Porque, en efecto, la mano del Se?or estaba con ?l.
Lc 1,76: Y t?, ni?o, ser?s llamado profeta del Alt?simo, pues ir?s delante del Se?or para preparar sus caminos.
Lc 2,12-17: y esto os servir? de se?al: encontrar?is un ni?o envuelto en pa?ales y acostado en un pesebre." Y de pronto se junt? con el ?ngel una multitud del ej?rcito celestial, que alababa a Dios, diciendo: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes ?l se complace." Y sucedi? que cuando los ?ngeles, dej?ndoles, se fueron al cielo, los pastores se dec?an unos a otros: "Vayamos, pues, hasta Bel?n y veamos lo que ha sucedido y el Se?or nos ha manifestado." Y fueron a toda prisa, y encontraron a Mar?a y a Jos?, y al ni?o acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les hab?an dicho acerca de aquel ni?o.
Lc 2,38: Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del ni?o a todos los que esperaban la redenci?n de Jerusal?n.
Lc 2,40: El ni?o crec?a y se fortalec?a, llen?ndose de sabidur?a; y la gracia de Dios estaba sobre ?l.
Lc 18,15-17: Le presentaban tambi?n los ni?os peque?os para que los tocara, y al verlo los disc?pulos, les re??an. Mas Jes?s llam? a los ni?os, diciendo: "Dejad que los ni?os vengan a m? y no se lo impid?is; porque de los que son como ?stos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como ni?o, no entrar? en ?l."
Mc 5,39-42: Entra y les dice: "?Por qu? alborot?is y llor?is? La ni?a no ha muerto; est? dormida." Y se burlaban de ?l. Pero ?l despu?s de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la ni?a, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la ni?a. Y tomando la mano de la ni?a, le dice: "Talit? kum", que quiere decir: "Muchacha, a ti te digo, lev?ntate." La muchacha se levant? al instante y se puso a andar, pues ten?a doce a?os. Quedaron fuera de s?, llenos de estupor.
Mc 9,34-37: Ellos callaron, pues por el camino hab?an discutido entre s? qui?n era el mayor. Entonces se sent?, llam? a los Doce, y les dijo: "Si uno quiere ser el primero, sea el ?ltimo de todos y el servidor de todos." Y tomando un ni?o, le puso en medio de ellos, le estrech? entre sus brazos y les dijo: "El que reciba a un ni?o como ?ste en mi nombre, a m? me recibe; y el que me reciba a m?, no me recibe a m? sino a Aquel que me ha enviado."
Mc 10,13-16: Le presentaban unos ni?os para que los tocara; pero los disc?pulos les re??an. Mas Jes?s, al ver esto, se enfad? y les dijo: "Dejad que los ni?os vengan a m?, no se lo impid?is, porque de los que son como ?stos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como ni?o, no entrar? en ?l." Y abrazaba a los ni?os, y los bendec?a poniendo las manos sobre ellos.
Mt 2,13-21: Despu?s que ellos se retiraron, el ?ngel del Se?or se apareci? en sue?os a Jos? y le dijo: "Lev?ntate, toma contigo al ni?o y a su madre y huye a Egipto; y estate all? hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al ni?o para matarle." El se levant?, tom? de noche al ni?o y a su madre, y se retir? a Egipto; y estuvo all? hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el or?culo del Se?or por medio del profeta: ?De Egipto llam? a mi hijo.? Entonces Herodes, al ver que hab?a sido burlado por los magos, se enfureci? terriblemente y envi? a matar a todos los ni?os de Bel?n y de toda su comarca, de dos a?os para abajo, seg?n el tiempo que hab?a precisado por los magos. Entonces se cumpli? el or?culo del profeta Jerem?as: ?Un clamor se ha o?do en Ram?, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen?. Muerto Herodes, el ?ngel del Se?or se apareci? en sue?os a Jos? en Egipto y le dijo: "Lev?ntate, toma contigo al ni?o y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del ni?o." El se levant?, tom? consigo al ni?o y a su madre, y entr? en tierra de Israel.
Mt 18,1-11: En aquel momento se acercaron a Jes?s los disc?pulos y le dijeron: "?Qui?n es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?" El llam? a un ni?o, le puso en medio de ellos y dijo: "Yo os aseguro: si no cambi?is y os hac?is como los ni?os, no entrar?is en el Reino de los Cielos. As? pues, quien se haga peque?o como este ni?o, ?se es el mayor en el Reino de los Cielos. "Y el que reciba a un ni?o como ?ste en mi nombre, a m? me recibe. Pero al que escandalice a uno de estos peque?os que creen en m?, m?s le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar. ?Ay del mundo por los esc?ndalos! Es forzoso, ciertamente, que vengan esc?ndalos, pero ?ay de aquel hombre por quien el esc?ndalo viene! "Si, pues, tu mano o tu pie te es ocasi?n de pecado, c?rtatelo y arr?jalo de ti; m?s te vale entrar en la Vida manco o cojo que, con las dos manos o los dos pies, ser arrojado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasi?n de pecado, s?catelo y arr?jalo de ti; m?s te vale entrar en la Vida con un solo ojo que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna del fuego. "Guardaos de menospreciar a uno de estos peque?os; porque yo os digo que sus ?ngeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que est? en los cielos. Pues el hijo del hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido.
Mt 19,13-15: Entonces le fueron presentados unos ni?os para que les impusiera las manos y orase; pero los disc?pulos les re??an. Mas Jes?s les dijo: Dejad que los ni?os vengan a m?, y no se lo impid?is porque de los que son como ?stos es el Reino de los Cielos. Y, despu?s de imponerles las manos, se fue de all?.
Mt 21,16: ? y le dijeron: ?Oyes lo que dicen ?stos? S? les dice Jes?s . ?No hab?is le?do nunca que De la boca de los ni?os y de los que a?n maman te preparaste alabanza?
EN EL MAGISTERIO PONTIFICIO
Papa Le?n XIII Si desde siempre la Iglesia ha tenido en el centro de su preocupaci?n la vida cotidiana del ser humano, en todos los ambientes en los que se desarrolla, interviniendo donde hubiese necesidad de defender o de ayudar a los m?s d?biles y peque?os, es el mundo del trabajo el ?mbito al que la Iglesia en el ?ltimo siglo ha prestado la mayor de sus atenciones, hasta el punto de poder hablar de una propia y verdadera Doctrina Social dedicada a ese tema. Con la revoluci?n industrial, en efecto, se cre? toda una clase social proletaria, muchas veces explotada y marginada. Se trata de un gran segmento de la poblaci?n que adem?s viv?a amenazada por el peligro de las nuevas teor?as marxistas que propon?an ideales ateos y anticristianos con el fin de sublevar al pueblo contra los llamados ?patrones?. Tampoco en este ?mbito la Iglesia renunci? a hacer sentir su voz, y desde entonces no ha dejado nunca de preocuparse por el mundo del trabajo.
El Papa Le?n XIII, cuando se pod?a ya percibir los resultados a veces nefastos de la revoluci?n industrial, dedic?, primero, una Carta Enc?clica, la Rerum Novarum, de 1892, a los problemas relativos al mundo del trabajo y en particular a la cuesti?n de los obreros ?con el fin de poner en relieve los principios con los cuales, seg?n la justicia y la equidad, se debe resolver la cuesti?n? (n. 1). En aquel contexto hist?rico, como se ha visto, el problema del trabajo infantil era particularmente frecuente y numeroso, tanto que el Papa Le?n XIII dedic? a ello, entre los problemas de la cuesti?n del obrero que m?s ocupaban sus pensamientos, una particular atenci?n. En el n?mero 33, exhorta: ?en cuanto a los ni?os, se ha de evitar cuidadosamente y sobre todo que entren en talleres antes de que la edad haya dado el suficiente desarrollo a su cuerpo, a su inteligencia y a su alma. Puesto que la actividad precoz agosta, como a las hierbas tiernas, las fuerzas que brotan de la infancia, con lo que la constituci?n de la ni?ez vendr?a a destruirse por completo?.
Papa Juan Pablo II En 1990 Juan Pablo II intervino con su mensaje en el Congreso Mundial sobre los ni?os, que se desarroll? en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York; en ?l subrayaba la dignidad y el respeto peculiar que se debe a cada ni?o, y acentuaba sobretodo el rol fundamental de la familia.
En abril de 1997, durante la oraci?n del Regina Caeli, el Papa Juan Pablo II afirmaba, a prop?sito del respeto a los ni?os y la protecci?n del menor: ?La Comisi?n de las Naciones Unidas para los derechos del hombre, reunida actualmente en Ginebra, tratar? durante los pr?ximos d?as el tema de los derechos del ni?o y, en particular, de la protecci?n jur?dica de los menores en los conflictos armados. He recordado esta preocupante cuesti?n en varias oportunidades y tambi?n en el mensaje para la Jornada mundial de la paz del a?o pasado. Hoy deseo reafirmar la gran preocupaci?n de la Iglesia por el respeto al ni?o y el desarrollo integral y armonioso de su personalidad. Por tanto, renuevo mi llamamiento a los responsables de la vida pol?tica y social para que, inspir?ndose en los principios de la moral y del derecho, impidan a toda costa que los ni?os se conviertan en protagonistas de las guerras, obligados a empu?ar las armas y a matar a sus semejantes. Inexpertos y fr?giles, son las primeras v?ctimas de la violencia y de la guerra. Si queremos la paz, eduquemos en la paz a quienes se preparan para construir la sociedad del ma?ana?.
Durante el Jubileo de los ni?os, el 2 de enero del 2000, en una Plaza San Pedro constelada de ni?os de todas las edades y de toda nacionalidad, el Papa Juan Pablo II record? a los peque?os la alegr?a de haber conocido a Cristo y los invit? a no olvidar a sus coet?neos que sufren en el mundo: ?Queridos ni?os; queridos muchachos, esta ma?ana muchos de vosotros, con vuestros padres y acompa?antes, hab?is participado en la misa jubilar en la bas?lica de San Pedro. Al entregarse a vosotros en la Eucarist?a, Jes?s os ha revelado que la vida cobra todo su valor cuando se convierte en don para los dem?s. El testimonio de los santos y de los m?rtires, que se veneran en la ciudad eterna, os ha ayudado a comprender que s?lo con Cristo es posible realizar grandes cosas y que s?lo con ?l es posible ser felices y hacer felices a los dem?s. Quer?is gritar a todos vuestra alegr?a por el don que el Padre nos ha hecho envi?ndonos a su Hijo Jes?s para que fuera nuestro hermano. Testimoniad al mundo que, acogiendo a Jes?s en medio de nosotros, es posible hacer que la humanidad se convierta en una gran familia. Al inicio de un nuevo a?o, queridos ni?os y muchachos, no podemos olvidar a todos vuestros coet?neos que sufren a causa del hambre y la violencia, y a los que son v?ctimas de formas horribles de explotaci?n. No podemos olvidar a los numerosos ni?os a los que se niega incluso el derecho a nacer. Cuando las personas quieren construir un mundo ignorando a Dios y su ley, de hecho crean una situaci?n de injusticia y sufrimiento cada vez mayores?. Seguidamente, el Papa insisti? de manera particular en un punto: ?Testimoniad al mundo que, acogiendo a Jes?s en medio de nosotros, es posible hacer que la humanidad se convierta en una gran familia?. Y m?s adelante subray? c?mo las instituciones tienen el deber de poner a la familia en grado de poder ejercitar sus funciones principales, que son transmitir la vida y la educaci?n, y cit? al respecto la Convenci?n Internacional acerca de los derechos del ni?o, como una carta fundamental que debe ser est?mulo para cada acci?n que se tome a favor de la infancia: ?Cada individuo, aunque sea peque?o o aparentemente insignificante en t?rminos de utilidad ?ha recordado el Papa Juan Pablo II?, lleva en s? la imagen y semejanza de su Creador. Las pol?ticas y las acciones que no reconozcan esta condici?n ?nica de la dignidad humana se hacen incapaces de llevar a un mundo m?s justo y humano?.
En el Mensaje a los budistas con ocasi?n de la fiesta de Vesakh 2004, titulado ?Cristianos y Budistas, juntos velamos por los ni?os, futuro de la humanidad?, el Papa Juan Pablo II recordaba la importancia de la familia, as? como sus responsabilidades, y ped?a a las autoridades civiles un compromiso generoso por el bien de los ni?os: ?Los ni?os, en cuanto peque?os y vulnerables, necesitan ser protegidos, amados y educados. Este es el motivo por el cual los ni?os y la familia deben caminar juntos. La familia es el primer lugar en el que los ni?os son nutridos con aquel amor y aquella atenci?n que ellos, a su vez, manifiestan a los dem?s. De este modo la raza humana entera se hace en este planeta una ?nica familia? Hoy, lamentablemente, muchos ni?os del mundo son privados, en diversa medida, de una familia estable, algo tan fundamental para la sociedad. Existen ni?os que no han conocido jam?s una familia o que han sido abandonados por sus familias. Existen ni?os que han sido obligados a soportar el trauma causado por peleas entre los padres o por la disgregaci?n de su familia. Peor a?n, existen peque?os que han sido duramente golpeados por la violencia de los adultos por medio de abusos sexuales o la prostituci?n, o siendo obligados a mendigar, o siendo en el mundo de la venta o uso de drogas, u obligados a participar en la guerra, etc? ?Y qu? decir de la tragedia del SIDA? Hoy en d?a cientos de miles de ni?os est?n siendo infectados con el HIV y un gran un gran n?mero muere a causa del SIDA, muchos de los cuales lo contraen desde el nacimiento. Aunque inocentes, estos ni?os s?lo conocen el sufrimiento y luego la muerte. Nosotros, cristianos y budistas, no podemos cerrar los ojos frente a estas situaciones tr?gicas. Como creyentes debemos tener la mirada puesta en las necesidades que pasan los ni?os, tanto en nuestras familias como en la sociedad entera. Debemos poner en juego todas nuestras fuerzas y recursos para aliviar los sufrimientos de los ni?os y de manera especial para llegar a los que viven en los pa?ses m?s pobres. Los gobiernos, as? como las autoridades civiles y todas las personas de buena voluntad, pueden tambi?n, por nuestro propio testimonio, ser movidos a involucrarse m?s y trabajar por el bienestar de todos los ni?os?.
Hasta en dos ocasiones el Mensaje por la Jornada Mundial de la Paz del Papa Juan Pablo II se ocup?, entre diversos temas, de la explotaci?n infantil. El Mensaje por la Jornada Mundial de la Paz de 1996 estuvo dedicado al tema ?Demos a los ni?os un futuro de paz?. En ?l se presenta un elenco de muchos de los males que hoy en d?a afligen a la infancia en el mundo. Entre estos, se denunciaba tambi?n la grave situaci?n en la que muchos ni?os, a causa de la miseria, son obligados a trabajar: ?La miseria est? en el origen de condiciones de existencia y de trabajo inhumanas. En algunos pa?ses hay ni?os obligados a trabajar desde su infancia, maltratados, castigados violentamente, remunerados con una paga irrisoria: al no tener manera de hacerse respetar, son los m?s f?ciles de chantajear y explotar? (n.5). Seguidamente el Mensaje explica las razones por las cuales la explotaci?n infantil era y sigue siendo un problema, sobre todo un problema moral: ?Los ni?os no son una carga para la sociedad, ni son instrumentos de ganancia, ni simplemente personas sin derechos; son miembros valiosos de la familia humana, cuyas esperanzas, expectativas y potencialidades encarnan? (n. 9).
Dos a?os despu?s, Juan Pablo II se concentr? nuevamente en este delicado asunto. Esta vez el tema del mensaje por la Jornada Mundial de la Paz, del 1? de enero de 1998, era: ?De la justicia de cada uno nace la paz para todos?. Entre las formas de injusticia hacia el ser humano consideradas particularmente graves mencion? ?el aumento de la violencia contra las mujeres, las ni?as y los ni?os? y particularmente ?la explotaci?n laboral de los menores en condiciones de verdadera esclavitud? (n.6). El trabajo infantil es tambi?n denunciado como una grave forma de injusticia a nivel social y comunitario, una injusticia entre otras, de la cual de ning?n modo puede brotar la paz. Se invoca por ello, sobretodo, la justicia como un compromiso personal, ya que ?la paz para todos nace de la justicia de cada uno. Nadie puede desentenderse de una tarea de importancia tan decisiva para la humanidad. Es algo que implica a cada hombre y mujer, seg?n sus propias competencias y responsabilidades? (n. 7).
Tambi?n a los ni?os dedic? completo el Mensaje para la Cuaresma del 2004, titulado ?El que reciba a un ni?o como ?ste en mi nombre, a m? me recibe?. Escribe el Papa: ?Jes?s am? a los ni?os y fueron sus predilectos ?por su sencillez, su alegr?a de vivir, su espontaneidad y su fe llena de asombro? (?ngelus, 18.12.1994). ?sta es la raz?n por la cual el Se?or quiere que la comunidad les abra el coraz?n y los acoja como si fueran ?l mismo: ?El que reciba a un ni?o como ?ste en mi nombre, a m? me recibe? (Mt 18,5). Junto a los ni?os, el Se?or sit?a a los ?hermanos m?s peque?os?, esto es, los pobres, los necesitados, los hambrientos y sedientos, los forasteros, los desnudos, los enfermos y los encarcelados. Acogerlos y amarlos, o bien tratarlos con indiferencia y rechazarlos, es como si se hiciera lo mismo con ?l, ya que ?l se hace presente de manera singular en ellos?. El tema del Mensaje ofrece la oportunidad de reflexionar sobre la condici?n de los ni?os: ?las palabras de Jes?s son una exhortaci?n a examinar c?mo son tratados los ni?os en nuestras familias, en la sociedad civil y en la Iglesia? escribe el Papa, ?son un est?mulo para descubrir la sencillez y la confianza que el creyente debe desarrollar, imitando al Hijo de Dios, el cual ha compartido la misma suerte de los peque?os y de los pobres.?... ?Hacerse? peque?os y ?acoger? a los peque?os: son dos aspectos de una ?nica ense?anza que el Se?or renueva a sus disc?pulos en este nuestro tiempo. S?lo quien se hace ?peque?o? es capaz de acoger con amor a los hermanos m?s ?peque?os?.
Juan Pablo II recuerda de este modo a cuantos buscan seguir fielmente estas ense?anzas del Se?or, y particularmente ?a los padres que no dudan en tener una familia numerosa, a las madres y padres que en vez de considerar prioritaria la b?squeda del ?xito profesional y la carrera, se preocupan por transmitir a los hijos aquellos valores humanos y religiosos que dan el verdadero sentido a la existencia?; y tambi?n a cuantos ?se hacen cargo de la formaci?n de la infancia en dificultad, y alivian los sufrimientos de los ni?os y de sus familiares causados por los conflictos y la violencia, por la falta de alimentos y de agua, por la emigraci?n forzada y por tantas injusticias existentes en el mundo?. No calla el Santo Padre ante el ego?smo de tantos, que hiere profundamente a los m?s peque?os por medio de abusos sexuales, la prostituci?n, o la inducci?n en el mundo de la distribuci?n y consumo de drogas. Tampoco puede olvidarse la realidad de ni?os obligados a trabajar o involucrados en la guerra; inocentes marcados para siempre por la disgregaci?n familiar; peque?os golpeados por el tr?fico de ?rganos o de personas, la tragedia del SIDA, que en ?frica cobra miles de vidas, de las cuales muchas fueron contagiadas desde el nacimiento. ??La humanidad no puede cerrar los ojos frente a un drama tan preocupante!?.
Recibiendo en audiencia el 14 de junio de 2003 a cerca de 7000 j?venes de la Obra Pontificia de la Infancia Misionera, convocados con sus asistentes y catequesis de todas las di?cesis italianas, para celebrar en torno al Sucesor de Pedro los 160 a?os de la fundaci?n de este organismo y para renovar su compromiso misionero, el Santo Padre dijo: ?Es hermoso considerar la Obra pontificia de la Infancia Misionera como un inmenso coro, formado por ni?os de todo el mundo, que cantan juntos su "Heme aqu?" a Dios con su oraci?n, con su entusiasmo y con su compromiso concreto?. ?En vuestro coraz?n y en vuestros labios Dios pone tan s?lo dos palabras, que en la Biblia son muy importantes: "Heme aqu?". Las pronunci? el Hijo de Dios cuando vino al mundo, y toda su vida consisti? en responder prontamente "Heme aqu?" al Padre celestial. "Heme aqu?" fue la respuesta de la Virgen Mar?a al ?ngel que le llev? el anuncio de Dios. Con esas palabras, la Virgen acept? d?cilmente la misi?n de convertirse en Madre de Jes?s y, por tanto, en Madre de la Iglesia. Tambi?n vosotros, queridos peque?os misioneros, deb?is aprender a responder "Heme aqu?", invocando la ayuda de Jes?s y de Mar?a?. Desde hace 160 a?os el lema de la Infancia Misionera ha sido: ?Los ni?os ayudan a los ni?os?, una ayuda que se da sobretodo en la oraci?n y tambi?n por medio de contribuciones econ?micas. ?Ciertamente, se han producido grandes y profundas transformaciones en la humanidad desde la mitad del siglo XIX hasta hoy ?subray? el Santo Padre?. En el as? llamado "norte" del mundo las condiciones de vida de la infancia han mejorado, pero el desarrollo econ?mico y social no siempre ha ido acompa?ado por el desarrollo humano en sentido pleno. Se ha producido una p?rdida de valores, y quienes pagan el precio m?s alto son precisamente los m?s peque?os, por no decir que incluso en las naciones desarrolladas siguen existiendo ?reas de gran pobreza. En el "sur" del planeta, el grito de millones de ni?os, condenados a morir de hambre y de enfermedades relacionadas con la pobreza, es cada vez m?s desgarrador e interpela a todos.? El Papa record? que los ni?os de la Infancia Misionera deben ser los primeros en responder a la llamada de sus coet?neos, formando as? ?una cadena de solidaridad a trav?s de los cinco Continentes?, y los exhort? a ser ?testigos y profetas de Cristo? pidiendo la ayuda necesaria a la Madre de Dios, sobre todo por medio del rezo del rosario.
Carta del Papa Juan Pablo II a los ni?os (13 de diciembre de 1994) ?Queridos ni?os!
Nace Jes?s Dentro de pocos d?as celebraremos la Navidad, fiesta vivida intensamente por todos los ni?os en cada familia. Este a?o lo ser? a?n m?s porque es el A?o de la Familia. Antes de que ?ste termine, deseo dirigirme a vosotros, ni?os del mundo entero, para compartir juntos la alegr?a de esta entra?able conmemoraci?n.
La Navidad es la fiesta de un Ni?o, de un reci?n nacido. ?Por esto es vuestra fiesta! Vosotros la esper?is con impaciencia y la prepar?is con alegr?a, contando los d?as y casi las horas que faltan para la Nochebuena de Bel?n.
Parece que os estoy viendo: preparando en casa, en la parroquia, en cada rinc?n del mundo el nacimiento, reconstruyendo el clima y el ambiente en que naci? el Salvador. ?Es cierto! En el per?odo navide?o el establo con el pesebre ocupa un lugar central en la Iglesia. Y todos se apresuran a acercarse en peregrinaci?n espiritual, como los pastores la noche del nacimiento de Jes?s. M?s tarde los Magos vendr?n desde el lejano Oriente, siguiendo la estrella, hasta el lugar donde estaba el Redentor del universo.
Tambi?n vosotros, en los d?as de Navidad, visit?is los nacimientos y os par?is a mirar al Ni?o puesto entre pajas. Os fij?is en su Madre y en san Jos?, el custodio del Redentor. Contemplando la Sagrada Familia, pens?is en vuestra familia, en la que hab?is venido al mundo. Pens?is en vuestra madre, que os dio a luz, y en vuestro padre. Ellos se preocupan de mantener la familia y de vuestra educaci?n. En efecto, la misi?n de los padres no consiste s?lo en tener hijos, sino tambi?n en educarlos desde su nacimiento.
Queridos ni?os, os escribo acord?ndome de cuando, hace muchos a?os, yo era un ni?o como vosotros. Entonces yo viv?a tambi?n la atm?sfera serena de la Navidad, y al ver brillar la estrella de Bel?n corr?a al nacimiento con mis amigos para recordar lo que sucedi? en Palestina hace 2000 a?os. Los ni?os manifest?bamos nuestra alegr?a ante todo con cantos. ?Qu? bellos y emotivos son los villancicos, que en la tradici?n de cada pueblo se cantan en torno al nacimiento! ?Qu? profundos sentimientos contienen y, sobre todo, cu?nta alegr?a y ternura expresan hacia el divino Ni?o venido al mundo en la Nochebuena! Tambi?n los d?as que siguen al nacimiento de Jes?s son d?as de fiesta: as?, ocho d?as m?s tarde, se recuerda que, seg?n la tradici?n del Antiguo Testamento, se dio un nombre al Ni?o: llam?ndole Jes?s.
Despu?s de cuarenta d?as, se conmemora su presentaci?n en el Templo, como suced?a con todos los hijos primog?nitos de Israel. En aquella ocasi?n tuvo lugar un encuentro extraordinario: el viejo Sime?n se acerc? a Mar?a, que hab?a ido al Templo con el Ni?o, lo tom? en brazos y pronunci? estas palabras prof?ticas: ? Ahora, Se?or, puedes, seg?n tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz, porque han visto mis ojos tu salvaci?n, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel ? (Lc 2, 29-32). Despu?s, dirigi?ndose a Mar?a, su Madre, a?adi?: ? Este est? puesto para ca?da y elevaci?n de muchos en Israel, y para ser se?al de contradicci?n -?y a ti misma una espada te atravesar? el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones ? (Lc 2, 34-35). As? pues, ya en los primeros d?as de la vida de Jes?s resuena el anuncio de la Pasi?n, a la que un d?a se asociar? tambi?n la Madre, Mar?a: el Viernes Santo ella estar? en silencio junto a la Cruz del Hijo. Por otra parte, no pasar?n muchos d?as despu?s del nacimiento para que el peque?o Jes?s se vea expuesto a un grave peligro: el cruel rey Herodes ordenar? matar a los ni?os menores de dos a?os, y por esto se ver? obligado a huir con sus padres a Egipto.
Seguro que vosotros conoc?is muy bien estos acontecimientos relacionados con el nacimiento de Jes?s. Os los cuentan vuestros padres, sacerdotes, profesores y catequistas, y cada a?o los reviv?s espiritualmente durante las fiestas de Navidad, junto con toda la Iglesia: por eso conoc?is los aspectos tr?gicos de la infancia de Jes?s.
?Queridos amigos! En lo sucedido al Ni?o de Bel?n pod?is reconocer la suerte de los ni?os de todo el mundo. Si es cierto que un ni?o es la alegr?a no s?lo de sus padres, sino tambi?n de la Iglesia y de toda la sociedad, es cierto igualmente que en nuestros d?as muchos ni?os, por desgracia, sufren o son amenazados en varias partes del mundo: padecen hambre y miseria, mueren a causa de las enfermedades y de la desnutrici?n, perecen v?ctimas de la guerra, son abandonados por sus padres y condenados a vivir sin hogar, privados del calor de una familia propia, soportan muchas formas de violencia y de abuso por parte de los adultos. ?C?mo es posible permanecer indiferente ante al sufrimiento de tantos ni?os, sobre todo cuando es causado de alg?n modo por los adultos?
Jes?s da la Verdad El Ni?o, que en Navidad contemplamos en el pesebre, con el paso del tiempo fue creciendo. A los doce a?os, como sab?is, subi? por primera vez, junto con Mar?a y Jos?, de Nazaret a Jerusal?n con motivo de la fiesta de la Pascua. All?, mezclado entre la multitud de peregrinos, se separ? de sus padres y, con otros chicos, se puso a escuchar a los doctores del Templo, como en una ? clase de catecismo ?. En efecto, las fiestas eran ocasiones adecuadas para transmitir la fe a los muchachos de la edad, m?s o menos, de Jes?s. Pero sucedi? que, en esta reuni?n, el extraordinario Adolescente venido de Nazaret no s?lo hizo preguntas muy inteligentes, sino que ?l mismo comenz? a dar respuestas profundas a quienes le estaban ense?ando. Sus preguntas y sobre todo sus respuestas asombraron a los doctores del Templo. Era la misma admiraci?n que, en lo sucesivo, suscitar?a la predicaci?n p?blica de Jes?s: el episodio del Templo de Jerusal?n no es otra cosa que el comienzo y casi el preanuncio de lo que suceder?a algunos a?os m?s tarde.
Queridos chicos y chicas, coet?neos del Jes?s de doce a?os, ?no vienen a vuestra mente, en este momento, las clases de religi?n que se dan en la parroquia y en la escuela, clases a las que est?is invitados a participar? Quisiera, pues, haceros algunas preguntas: ?cu?l es vuestra actitud ante las clases de religi?n? ?Os sent?s comprometidos como Jes?s en el Templo cuando ten?a doce a?os? ?Asist?s a ellas con frecuencia en la escuela o en la parroquia? ?Os ayudan en esto vuestros padres?
Jes?s a los doce a?os qued? tan cautivado por aquella catequesis en el Templo de Jerusal?n que, en cierto modo, se olvid? hasta de sus padres. Mar?a y Jos?, regresando con otros peregrinos a Nazaret, se dieron cuenta muy pronto de su ausencia. La b?squeda fue larga. Volvieron sobre sus pasos y s?lo al tercer d?a lograron encontrarlo en Jerusal?n, en el Templo. ? Hijo, ?por qu? nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te and?bamos buscando ? (Lc 2, 48). ?Qu? misteriosa es la respuesta de Jes?s y c?mo hace pensar! ? ?Por qu? me buscabais? ?No sab?ais que yo deb?a estar en la casa de mi Padre? ? (Lc 2, 49). Era una respuesta dif?cil de aceptar. El evangelista Lucas a?ade simplemente que Mar?a ? conservaba cuidadosamente todas las cosas en su coraz?n ? (2, 51). En efecto, era una respuesta que se comprender?a s?lo m?s tarde, cuando Jes?s, ya adulto, comenz? a predicar, afirmando que por su Padre celestial estaba dispuesto a afrontar todo sufrimiento e incluso la muerte en cruz.
Jes?s volvi? de Jerusal?n a Nazaret con Mar?a y Jos?, donde vivi? sujeto a ellos (cf. Lc 2, 51). Sobre este per?odo, antes de iniciar la predicaci?n p?blica, el Evangelio se?ala s?lo que ? progresaba en sabidur?a, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres ? (Lc 2, 52).
Queridos chicos, en el Ni?o que contempl?is en el nacimiento pod?is ver ya al muchacho de doce a?os que dialoga con los doctores en el Templo de Jerusal?n. ?l es el mismo hombre adulto que m?s tarde, con treinta a?os, comenzar? a anunciar la palabra de Dios, llamar? a los doce Ap?stoles, ser? seguido por multitudes sedientas de verdad. A cada paso confirmar? su maravillosa ense?anza con signos de su potencia divina: devolver? la vista a los ciegos, curar? a los enfermos e incluso resucitar? a los muertos. Entre ellos estar?n la joven hija de Jairo y el hijo de la viuda de Naim, devuelto vivo a su apenada madre.
Es justamente as?: este Ni?o, ahora reci?n nacido, cuando sea grande, como Maestro de la Verdad divina, mostrar? un afecto extraordinario por los ni?os. Dir? a los Ap?stoles: ? Dejad que los ni?os vengan a m?, no se lo impid?is ?, y a?adir?: ? Porque de los que son como ?stos es el Reino de Dios ? (Mc 10, 14). Otra vez, estando los Ap?stoles discutiendo sobre qui?n era el m?s grande, pondr? en medio de ellos a un ni?o y dir?: ? Si no cambi?is y os hac?is como los ni?os, no entrar?is en el Reino de los cielos ? (Mt 18, 3). En aquella ocasi?n pronunciar? tambi?n palabras sever?simas de advertencia: ? Al que escandalice a uno de estos peque?os que creen en m?, m?s le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar ? (Mt 18, 6).
?Qu? importante es el ni?o para Jes?s! Se podr?a afirmar desde luego que el Evangelio est? profundamente impregnado de la verdad sobre el ni?o. Incluso podr?a ser le?do en su conjunto como el ? Evangelio del ni?o ?.
En efecto, ?qu? quiere decir: ? Si no cambi?is y os hac?is como los ni?os, no entrar?is en el Reino de los cielos ?? ?Acaso no pone Jes?s al ni?o como modelo incluso para los adultos? En el ni?o hay algo que nunca puede faltar a quien quiere entrar en el Reino de los cielos. Al cielo van los que son sencillos como los ni?os, los que como ellos est?n llenos de entrega confiada y son ricos de bondad y puros. S?lo ?stos pueden encontrar en Dios un Padre y llegar a ser, a su vez, gracias a Jes?s, hijos de Dios.
?No es ?ste el mensaje principal de la Navidad? Leemos en san Juan: ? Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros ? (1, 14); y adem?s: ? A todos los que le recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios ? (1, 12). ?Hijos de Dios! Vosotros, queridos ni?os, sois hijos e hijas de vuestros padres. Ahora bien, Dios quiere que todos seamos hijos adoptivos suyos mediante la gracia. Aqu? est? la fuente verdadera de la alegr?a de la Navidad, de la que os escribo ya al t?rmino del A?o de la Familia. Alegraos por este ? Evangelio de la filiaci?n divina ?. Que, en este gozo, las pr?ximas fiestas navide?as produzcan abundantes frutos, en el A?o de la Familia.
Jes?s se da a s? mismo Queridos amigos, la Primera Comuni?n es sin duda alguna un encuentro inolvidable con Jes?s, un d?a que se recuerda siempre como uno de los m?s hermosos de la vida. La Eucarist?a, instituida por Cristo la v?spera de su pasi?n durante la Ultima Cena, es un sacramento de la Nueva Alianza, m?s a?n, el m?s importante de los sacramentos. En ella el Se?or se hace alimento de las almas bajo las especies del pan y del vino. Los ni?os la reciben solemnemente la primera vez -en la Primera Comuni?n- y se les invita a recibirla despu?s cuantas m?s veces mejor para seguir en amistad ?ntima con Jes?s.
Para acercarse a la Sagrada Comuni?n, como sab?is, se debe haber recibido el Bautismo: este es el primer sacramento y el m?s necesario para la salvaci?n. ?Es un gran acontecimiento el Bautismo! En los primeros siglos de la Iglesia, cuando los que recib?an el Bautismo eran sobre todo los adultos, el rito se conclu?a con la participaci?n en la Eucarist?a, y ten?a la misma solemnidad que hoy acompa?a a la Primera Comuni?n. M?s adelante, al empezar a administrar el Bautismo principalmente a los reci?n nacidos -es tambi?n el caso de muchos de vosotros, queridos ni?os, que por tanto no pod?is recordar el d?a de vuestro Bautismo- la fiesta m?s solemne se traslad? al momento de la Primera Comuni?n. Cada muchacho y cada muchacha de familia cat?lica conoce bien esta costumbre: la Primera Comuni?n se vive como una gran fiesta familiar. En este d?a se acercan generalmente a la Eucarist?a, junto con el festejado, los padres, los hermanos y hermanas, los dem?s familiares, los padrinos y, a veces tambi?n, los profesores y educadores.
El d?a de la Primera Comuni?n es adem?s una gran fiesta en la parroquia. Recuerdo como si fuese hoy mismo cuando, junto con otros muchachos de mi edad, recib? por primera vez la Eucarist?a en la Iglesia parroquial de mi pueblo. Es costumbre hacer fotos familiares de este acontecimiento para as? no olvidarlo. Por lo general, las personas conservan estas fotograf?as durante toda su vida. Con el paso de los a?os, al hojearlas, se revive la atm?sfera de aquellos momentos; se vuelve a la pureza y a la alegr?a experimentadas en el encuentro con Jes?s, que se hizo por amor Redentor del hombre.
?Cu?ntos ni?os en la historia de la Iglesia han encontrado en la Eucarist?a una fuente de fuerza espiritual, a veces incluso heroica! ?C?mo no recordar, por ejemplo, los ni?os y ni?as santos, que vivieron en los primeros siglos y que a?n hoy son conocidos y venerados en toda la Iglesia? Santa In?s, que vivi? en Roma; santa ?gueda, martirizada en Sicilia; san Tarsicio, un muchacho llamado con raz?n el m?rtir de la Eucarist?a, porque prefiri? morir antes que entregar a Jes?s sacramentado, a quien llevaba consigo.
Y as?, a lo largo de los siglos hasta nuestros d?as, no han faltado ni?os y muchachos entre los santos y beatos de la Iglesia. Al igual que Jes?s muestra en el Evangelio una confianza particular en los ni?os, as? Mar?a, la Madre de Jes?s, ha dirigido siempre, en el curso de la historia, su atenci?n maternal a los peque?os. Pensad en santa Bernardita de Lourdes, en los ni?os de La Salette y, ya en este siglo, en Luc?a, Francisco y Jacinta de F?tima.
Os hablaba antes del ? Evangelio del ni?o ?, ?acaso no ha encontrado ?ste en nuestra ?poca una expresi?n particular en la espiritualidad de santa Teresa del Ni?o Jes?s? Es propiamente as?: Jes?s y su Madre eligen con frecuencia a los ni?os para confiarles tareas de gran importancia para la vida de la Iglesia y de la humanidad. He citado s?lo a algunos universalmente conocidos, pero ?cu?ntos otros hay menos c?lebres! Parece que el Redentor de la humanidad comparte con ellos la solicitud por los dem?s: por los padres, por los compa?eros y compa?eras. El siempre atiende su oraci?n. ?Qu? enorme fuerza tiene la oraci?n de un ni?o! Llega a ser un modelo para los mismos adultos: rezar con confianza sencilla y total quiere decir rezar como los ni?os saben hacerlo.
Llego ahora a un punto importante de esta Carta: al terminar el A?o de la Familia, queridos amigos peque?os, deseo encomendar a vuestra oraci?n los problemas de vuestra familia y de todas las familias del mundo. Y no s?lo esto, tengo tambi?n otras intenciones que confiaros. El Papa espera mucho de vuestras oraciones. Debemos rezar juntos y mucho para que la humanidad, formada por varios miles de millones de seres humanos, sea cada vez m?s la familia de Dios, y pueda vivir en paz. He recordado al principio los terribles sufrimientos que tantos ni?os han padecido en este siglo, y los que contin?an sufriendo muchos de ellos tambi?n en este momento. Cu?ntos mueren en estos d?as v?ctimas del odio que se extiende por varias partes de la tierra: por ejemplo en los Balcanes y en diversos pa?ses de ?frica. Meditando precisamente sobre estos hechos, que llenan de dolor nuestros corazones, he decidido pediros a vosotros, queridos ni?os y muchachos, que os encargu?is de la oraci?n por la paz. Lo sab?is bien: el amor y la concordia construyen la paz, el odio y la violencia la destruyen. Vosotros detest?is instintivamente el odio y tend?is hacia el amor: por esto el Papa est? seguro de que no rechazar?is su petici?n, sino que os unir?is a su oraci?n por la paz en el mundo con la misma fuerza con que rez?is por la paz y la concordia en vuestras familias.
?Alabad el nombre del Se?or! Permitidme, queridos chicos y chicas, que al final de esta Carta recuerde unas palabras de un salmo que siempre me han emocionado: ?Laudate pueri Dominum! ?Alabad ni?os al Se?or, alabad el nombre del Se?or. Bendito sea el nombre del Se?or, ahora y por siempre. De la salida del sol hasta su ocaso, sea loado el nombre del Se?or! (cf. Sal 113(112), 1-3). Mientras medito las palabras de este salmo, pasan delante de mi vista los rostros de los ni?os de todo el mundo: de oriente a occidente, de norte a sur. A vosotros, mis peque?os amigos, sin distinci?n de lengua, raza o nacionalidad, os digo: ?Alabad el nombre del Se?or!
Puesto que el hombre debe alabar a Dios ante todo con su vida, no olvid?is lo que Jes?s muchacho dijo a su Madre y a Jos? en el Templo de Jerusal?n: ? ?No sab?ais que yo deb?a estar en la casa de mi Padre? ? (Lc 2, 49). El hombre alaba al Se?or siguiendo la llamada de su propia vocaci?n. Dios llama a cada hombre, y su voz se deja sentir ya en el alma del ni?o: llama a vivir en el matrimonio o a ser sacerdote; llama a la vida consagrada o tal vez al trabajo en las misiones... ?Qui?n sabe? Rezad, queridos muchachos y muchachas, para descubrir cu?l es vuestra vocaci?n, para despu?s seguirla generosamente.
?Alabad el nombre del Se?or! Los ni?os de todos los continentes, en la noche de Bel?n, miran con fe al Ni?o reci?n nacido y viven la gran alegr?a de la Navidad. Cantando en sus lenguas, alaban el nombre del Se?or. De este modo se difunde por toda la tierra la sugestiva melod?a de la Navidad. Son palabras tiernas y conmovedoras que resuenan en todas las lenguas humanas; es como un canto festivo que se eleva por toda la tierra y se une al de los Angeles, mensajeros de la gloria de Dios, sobre el portal de Bel?n: ? Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes ?l se complace ? (Lc 2, 14). El Hijo predilecto de Dios se presenta entre nosotros como un reci?n nacido; en torno a ?l los ni?os de todas las Naciones de la tierra sienten sobre s? mismos la mirada amorosa del Padre celestial y se alegran porque Dios los ama. El hombre no puede vivir sin amor. Est? llamado a amar a Dios y al pr?jimo, pero para amar verdaderamente debe tener la certeza de que Dios lo quiere.
?Dios os ama, queridos muchachos! Quiero deciros esto al terminar el A?o de la Familia y con ocasi?n de estas fiestas navide?as que son particularmente vuestras.
Os deseo unas fiestas gozosas y serenas; espero que en ellas viv?is una experiencia m?s intensa del amor de vuestros padres, de los hermanos y hermanas, y de los dem?s miembros de vuestra familia. Que este amor se extienda despu?s a toda vuestra comunidad, mejor a?n, a todo el mundo, gracias a vosotros, queridos muchachos y ni?os. As? el amor llegar? a quienes m?s lo necesitan, en especial a los que sufren y a los abandonados. ?Qu? alegr?a es mayor que el amor? ?Qu? alegr?a es m?s grande que la que t?, Jes?s, pones en el coraz?n de los hombres, y particularmente de los ni?os, en Navidad?
?Levanta tu mano, divino Ni?o,
y bendice a estos peque?os amigos tuyos,
bendice a los ni?os de toda la tierra!
Juan Pablo II
Vaticano, 13 de diciembre de 1994.
Papa Benedicto XVI Durante la primera visita Ad Limina Apostolorum de su Pontificado, el 7 de mayo del 2005, el Santo Padre Benedicto XVI recibi? en audiencia a los obispos de Sri Lanka. En el discurso que les dirigi? el Papa manifest? cuanto le hab?a chocado los efectos devastadores del tsunami que hab?a golpeado tan duramente en diciembre del 2004 algunos pa?ses del As?a Meridional, entre ellos la misma Sri Lanka. El Papa alent? a los obispos a tener cuidado con los ni?os: ?En el rostro de las personas afligidas por la muerte de un ser querido o que han perdido sus bienes no podemos menos de reconocer el rostro sufriente de Cristo, y, de hecho, es a ?l a quien servimos cuando mostramos nuestro amor y compasi?n a los necesitados?. En particular el Santo Padre dirigi? su atenci?n a los m?s j?venes y m?s duramente probados: ?La comunidad cristiana tiene la obligaci?n particular de cuidar de los ni?os que han perdido a sus padres a causa del desastre natural. El reino de los cielos pertenece a estos miembros m?s vulnerables de la sociedad (cf. Mt 19, 14), pero, muy a menudo, se los olvida simplemente o se los explota sin escr?pulos como soldados, trabajadores o v?ctimas inocentes del tr?fico de seres humanos. No hay que escatimar ning?n esfuerzo para instar a las autoridades civiles y a la comunidad internacional a combatir estos abusos y brindar a los ni?os la protecci?n legal que merecen justamente?.
El 30 de septiembre de 2005 el Papa visit? a los ni?os internados en el Hospital pedi?trico ?Ni?o Jes?s? en Roma. El Papa Benedicto XVI explic? que eran dos los motivos que lo hab?an llevado a escoger el ?Ni?o Jes?s? como el lugar para su primera visita a un hospital: porqu? el instituto pertenec?a a la Santa Sede y para poder dar testimonio del amor de Jes?s a los ni?os. ?En toda persona que sufre, m?s a?n si es peque?a e indefensa, Jes?s nos acoge y espera nuestro amor?. ?El hospital ?Ni?o Jes?s?, adem?s de ser una obra inmediata y concreta de ayuda de la Santa Sede a los ni?os enfermos, representa una vanguardia de la acci?n evangelizadora de la comunidad cristiana en nuestra ciudad. Aqu? se puede dar un testimonio concreto y eficaz del Evangelio en contacto con la humanidad que sufre; aqu? se proclama con los hechos el poder de Cristo, que con su esp?ritu cura y transforma la existencia humana. Oremos para que, junto con la asistencia, se comunique a los peque?os hu?spedes el amor de Jes?s?.
?Aqu? vuestra preocupaci?n es asegurar un tratamiento excelente no s?lo bajo el perfil sanitario, sino tambi?n bajo el aspecto humano. Trat?is de dar una familia a los pacientes y a sus acompa?antes, y esto requiere la contribuci?n de todos: de los dirigentes, de los m?dicos, de los enfermeros y de los agentes sanitarios en las diferentes unidades, del personal y de las numerosas y benem?ritas organizaciones de voluntarios, que diariamente prestan su valioso servicio. Este estilo, que vale para toda cl?nica, debe caracterizar de modo especial a las que se inspiran en los principios evang?licos. Adem?s, para los ni?os no hay que escatimar ning?n recurso. Por tanto, en el centro de todo proyecto y programa debe estar siempre el bien del enfermo, el bien del ni?o enfermo?. Para realizar esta dif?cil misi?n el Santo Padre se?al? la necesidad de saber reconocer en cada peque?o paciente el rostro de Jes?s y de sacar las fuerzas espirituales de Jes?s realmente presente en la Eucarist?a, ?para poder confortar y curar a cuantos est?n internados ac?.
Fueron m?s de cien mil los ni?os de la Primera Comuni?n con sus padres, catequistas y sacerdotes que el s?bado 15 de octubre de 2005 acogieron la invitaci?n del Santo Padre Benedicto XVI a participar en un ?encuentro especial de catequesis sobre la Eucarist?a?. A la vigilia de la conclusi?n del A?o de la Eucarist?a, mientras se desarrollaba la Asamblea Ordinaria del S?nodo de Obispos sobre el misterio eucar?stico, el Santo Padre, anunciando la iniciativa en el ?ngelus del 12 de junio de 2005 afirm? que este encuentro ?ser? una circunstancia oportuna y hermosa para reafirmar el papel esencial que desempe?a el sacramento de la Eucarist?a en la formaci?n y en el crecimiento espiritual de los ni?os? afirm?
Se trat? de un gran ?encuentro festivo? en torno a la Eucarist?a, como lo resaltaba el t?tulo que se le dio a la reuni?n: ?La Eucarist?a es nuestra fiesta?. El encuentro tuvo dos partes: la primera de media hora y la segunda de una hora y cuarto. Durante la primera parte algunos actores y cantantes, particularmente apreciados por los m?s j?venes, adem?s de interpretar algunos cantos y piezas musicales dieron su testimonio sobre el tema de la fiesta, de la paz y de la fraternidad. Estuvieron tambi?n presentes los ?clown? de Bucarest, que se dedican a recuperar a los chicos de la calle rumanos ense??ndoles el arte del circo. El momento central de esta primera parte fue la ejecuci?n del canto ?Centinelas de la ma?ana?, que se inspira en la exhortaci?n que les dirigi? el Papa Juan Pablo a los j?venes reunidos en Tor Vergata con ocasi?n del Gran Jubileo en agosto del 2000, la cual estuvo acompa?ada por un filmado que mostraba escenas de los distintos encuentros del Papa Wojtyla con los ni?os.
El Santo Padre Benedicto XVI lleg? a la Plaza San Pedro en su autom?vil descubierto y salud? a los ni?os presentes que llegaban casi hasta el inicio de la v?a de la Conciliazione. El Papa fue acogido por una coreograf?a de j?venes y por el saludo de millares de pa?uelos blancos que ondeaban con el logo del encuentro. Con la llegada del Santo Padre se inici? la segunda parte del encuentro dedicada completamente a la oraci?n y a la catequesis y que termin? con la adoraci?n eucar?stica. Emmanuel, de diez a?os, saludo al Papa a nombre de todos los ni?os presentes cont?ndole su experiencia al recibir por primera vez a Jes?s Eucarist?a. Termin? su intervenci?n con un ?te queremos mucho? y corri? a abrazar a Benedicto XVI. En seguida se ley? la Carta de San Pablo a los Corintios (11,23-26) en la que el Ap?stol recuerda la instituci?n de la Eucarist?a, el salmo 147 con la ant?fona ?Laudate omnes gentes, laudate dominum? y la lectura del evangelio de Lucas sobre la multiplicaci?n de los panes y los peces (Lc 9, 11b-17).
Inmediatamente despu?s el Santo Padre dio la catequesis en forma de di?logo, respondiendo a las preguntas que le hac?an algunos de los ni?os. Recordando su Primera Comuni?n Benedicto XVI afirm?: ?Ese d?a me sent? realmente feliz, porque Jes?s hab?a venido a m?. Y comprend? que entonces comenzaba una nueva etapa de mi vida y que era importante permanecer fiel a ese encuentro, a esa Comuni?n?. So