Domingo, 18 de marzo de 2007
D?a 19 Solemnidad: San Jos?, esposo de la Virgen Mar?a


El hombre en quien Dios confi?


Queremos celebrar con la mayor solemnidad que podamos a san Jos?, esposo de la Sant?sima Virgen. Nos alegramos en su fiesta al contemplar que, a un hombre sencillo, se quiso confiar Dios cuando tom? nuestra carne: el Se?or conf?a, valora las capacidades humanas, los deseos sinceros de amar de Jos?, de serle fiel. Por eso, en este d?a deseamos aprender, primero de Dios que quiso contar con sus criaturas ?fiado de ellas? para llevar a cabo su plan de Redenci?n: la empresa m?s grande jam?s pensada. Tambi?n aprendemos de Jos? que no defraud? a Quien hab?a depositado en ?l su confianza.

Jes?s recibi?, de modo especial hasta su madurez, los cuidados de Jos?. El que era su padre ante la ley le transmiti? su lengua, su cultura, su oficio... Pensemos en tantos rasgos del car?cter de Jes?s que ser?an de Jos?, como sucede de ordinario en las familias. La relaci?n que Dios quiso entre el Santo Patriarca y el Verbo encarnado pone de manifiesto hasta qu? punto Dios valora al hombre. Somos ciertamente muy poca cosa, apenas nos cuesta reconocerlo, al contemplar la fragilidad e imperfecci?n humanas, sin embargo, Dios, no s?lo ha tomado nuestra carne naciendo de una mujer, sino que se dej? cuidar en todo en su primera infancia por unos padres humanos; y luego, algo mayor, aprendi? ?como dec?amos?, quiz? sobre todo de su padre, Jos?, las costumbres y tradiciones propias de su regi?n, de su pa?s, de su cultura... Jes?s aprendi? de Jos? de modo especial el oficio y as? era conocido como el artesano o el hijo del artesano.

Pero para entonces, cuando Jes?s comenz? a ser conocido en Israel, muy posiblemente Jos? habr?a fallecido. Las narraciones evang?licas no lo mencionan durante la vida p?blica del Se?or. En su infancia, sin embargo, y antes incluso de su nacimiento, s? que nos hablan de Jos? y de su fidelidad.

Estando desposado con la Sant?sima Virgen y comprendiendo que Ella esperaba un hijo sin que hubieran convivido, como era justo y no quer?a exponerla a infamia, pens? repudiarla en secreto. As? manifiesta su virtud: decidi? retirarse del misterio de la Encarnaci?n sin infamar a Nuestra Madre y fue necesario que un ?ngel le dijera: Jos?, hijo de David, no temas recibir a Mar?a, tu esposa, pues lo que en ella ha sido concebido es obra del Esp?ritu Santo. Dar? a luz un hijo, y le pondr?s por nombre Jes?s, porque ?l salvar? a su pueblo de sus pecados.

Jos? es justo, como dice el evangelista, y Dios puede contar con ?l. No se escandaliza el Santo Patriarca de la concepci?n milagrosa de Mar?a, sino que se dispone, por el contrario, a hacer como el ?ngel le indica: al despertarse Jos? hizo como el ?ngel del Se?or le hab?a mandado, y recibi? a su esposa. Y, sin que la hubiera conocido, dio ella a luz un hijo; y le puso por nombre Jes?s. Y as? comienza su misi?n de padre del Redentor seg?n el plan divino. Una tarea sobrenatural ?como deben ser todas las tareas humanas? que vivi? confiando en Dios mientras ve?a que Dios hab?a confiado en ?l.

Tras la visita de los Magos, cuando humanamente podr?a parecer que las circunstancias mejoraban despu?s de los accidentados sucesos en torno al nacimiento del Ni?o, un ?ngel del Se?or se apareci? en sue?os a Jos? y le dijo: Lev?ntate, toma al ni?o y a su madre, huye a Egipto y estate all? hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al ni?o para matarlo. El se levant?, tom? de noche al ni?o y a su madre, y huy? a Egipto. All? permaneci? hasta la muerte de Herodes. No sabemos cu?nto tiempo permaneci? en Egipto con Jes?s y Mar?a; el suficiente, en todo caso, para que debiera instalarse establemente en un pa?s extra?o, emplearse en una ocupaci?n para mantener a la familia, aprender posiblemente un nuevo idioma, otras costumbres..., y sin saber hasta cu?ndo..., pues el ?ngel s?lo le hab?a dicho: estate all? hasta que yo te diga... Nuevamente resplandecen la fe y la fidelidad de Jos?.

En su fiesta, nos encomendamos al que fue siempre fiel a Dios, al que cont? en todo con la confianza de su Creador. Le pedimos nos consiga de la Trinidad la gracia de una fe a la medida de la suya cuando cuidaba de Jes?s y de Mar?a; una fe que nos lleve a sentirnos m?s responsables con Dios, que tambi?n se hace presente en nuestra vida y conf?a en el amor de cada uno.

Pasa el tiempo en Egipto..., Herodes muere y se le indica que vuelva a Israel. S?lo lo veremos ya, junto a Mar?a, en aquel viaje, tambi?n con
el Ni?o de doce a?os, a Jerusal?n; padeciendo lo indecible porque Jes?s est? perdido, a pesar de que Jos? habr?a previsto con su Esposa todos los detalles para evitar contratiempos. En todo caso, siendo Jos? el cabeza de familia, sentir?a un particular dolor mientras Jes?s estuvo perdido. Pero al cabo de tres d?as, lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuch?ndoles y pregunt?ndoles.

Que queramos sentir tambi?n un dolor vivo por la ausencia de Dios en nuestra vida cuando no lo vemos en nuestros quehaceres y que queramos tambi?n, con la ayuda de la Sant?sima Virgen, como Jos?, no parar hasta encontrarlo.


Publicado por verdenaranja @ 21:27  | Espiritualidad
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