Lunes, 19 de marzo de 2007
Mensaje del Padre Giovanni Salerno, publicado en el Bolet?n "Cuaresma 2007" de los Misioneros Siervos de los Pobres el Tercer Mundo, Opus Christi Salvatoris Mundi.

"Un hombre ten?a dos hijos"
(Lc. 15, 11)


El sacramento de la Penitencia o Reconciliaci?n fue objeto, en 1984, de una Exhortaci?n Apost?lica en la que el Papa Juan Pablo II manifestaba toda su preocupaci?n por una situaci?n de creciente desinter?s y desafecci?n de los fieles hacia este don de Dios.

En definitiva, lo que denunci? la Exhortaci?n Apost?lica ?Reconciliatio et poenitentia? fue la progresiva p?rdida del sentido del pecado. Hoy, despu?s de m?s de veinte a?os, no podemos decir que la situaci?n haya mejorado. El mundo sigue sufriendo dolorosas laceraciones (violencias, injusticias, contraposiciones de intereses econ?micos y pol?ticos...), cuya ra?z ?ltima reside siempre en el peca-do, que, desde el pecado original hasta los pecados personales de cada uno, es una herida en lo m?s ?ntimo del hombre.

Este hombre herido es identificado con el hijo pr?digo de la par?bola que nos propone el evangelista San Lucas (Le 15, 11-39): un hijo que quiso vivir su existencia lejos de su padre, que tanto lo amaba, hasta el punto de respetar su libertad, cuando, ingrato, reuni? todas sus cosas y se march?, dej?ndolo con su dolor. Su ingratitud, ?no es acaso tambi?n la nuestra? ?Cu?ntas veces darnos gracias a Dios por los bienes que cada d?a nos da y por los males de los que nos preserva? Su deseo de vivir una vida aut?noma, centrada en s?, sin Dios, ?no responde tambi?n, muchas veces, a nuestras actitudes? ?No nos conformamos acaso con la mentalidad de este mundo, guiando nuestra vida seg?n criterios terrenos?

A veces intentarnos tranquilizarnos pensando en la misericordia de Dios, pero entendi?ndola a nuestra manera, corno la de un Dios que, simplemente, ?cierra los ojos? para no ver nuestros pecados, para no pedirnos cuentas de nuestras culpas. Pues, no es ?ste el cuadro que nos presenta Jes?s con la par?bola del hijo pr?digo. M?s bien, lo que nos ense?a con ella es que, si nos arrepentimos, si nos volvernos hacia el Padre con esp?ritu de verdadera conversi?n, con la intenci?n de cambiar, de no reincidir en nuestros pecados, entonces, por graves que sean nuestros pecados, por grave que haya sido nuestro alejamiento de ?l, siempre el Padre est? dispuesto a perdonamos y siempre nos espera con los brazos abiertos. ?Ah? est? su misericordia! (Cfr. Catecismo de la Iglesia Cat?lica, n.? 982.)

Claro, siempre en el cap?tulo 15 de San Lucas encontramos otras par?bolas que conocemos muy bien, la de la oveja perdida (Le 15, 4-7) y la de la dracma perdida (Le 15, 8-10), donde aparece Dios, que no simple mente nos espera, sino que nos viene a buscar. Esto es lo que hizo Jes?s, Nuestro Se?or, quien se despoj? del esplendor de su condici?n divina y se hizo hombre para venir en b?squeda de los pecadores, es decir, de cada uno de nosotros.

Dios sigue busc?ndonos como el Buen Pastor, y en el Sacramento del Perd?n nos tiende la mano..., pero muchas veces nosotros ?qu? hacemos? Nos consideramos ?sin pecado? (no mato, no robo, voy a misa cada domingo...) y, por tanto, nos consideramos sin ninguna necesidad de ser perdonados. M?s bien nos identificamos con el ?hijo mayor? de la par?bola (o con el ?fariseo? de Le 18, lo que da lo mismo): el pecador es siempre el ?otro?, el ?vecino?..., nosotros no, nunca.

Si la conciencia nunca nos reprocha nada es el momento de recordarnos c?mo la conciencia necesita tambi?n ser formada, y esto se consigue por medio de la oraci?n, de la escucha de la Palabra de Dios, de buenas lecturas (las vidas de los santos, sus obras)..., porque la conciencia de por s? no es infalible. Sobre todo, no es infalible en una sociedad como ?sta en la que vivimos hoy, una sociedad pagana, descristianizada, donde muchos de los mensajes que nos bombardean continuamente poco tienen que ver con el esp?ritu aut?nticamente cristiano.

Pero Dios nos ha hecho libres, y a pesar de tantas presiones y condicionamientos nadie puede quitarnos nuestra libertad. Somos libres, y es nuestra responsabilidad si seguimos un camino que nos aparta cada vez m?s de Dios, o si, por el contrario, nos reconocemos pecadores, reconocemos que nos hemos alejado de la Casa del Padre y, arrepentidos (el arrepentimiento hay que pedirlo, puesto que se trata de un don de Dios), volver atr?s, hacia ?l, que dijo a los Ap?stoles despu?s de la Resurrecci?n: ?Recibid el Esp?ritu Santo. A quienes perdon?is los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los reteng?is, les quedan retenidos? (Jn 20, 22-23).

Como nos recuerda el Magisterio de la Iglesia, ?cuando celebra el Sacramento de la Penitencia, el sacerdote ejerce el ministerio del Buen Pastor, que busca la oveja perdida; el del Buen Samaritano, que cura las heridas; del Padre, que espera al hijo pr?digo y lo acoge a su vuelta; del justo Juez, que no hace acepci?n de personas y cuyo juicio es a la vez justo y misericordioso. En una palabra, el sacerdote es el signo y el instrumento del amor misericordioso de Dios con el pecador? (Catecismo de la Iglesia Cat?lica, 1465).
Deseo de todo coraz?n que esta Cuaresma sea una ocasi?n para re-correr el camino (corto o largo que sea) necesario para ponernos en el lugar del publicano, para reconocernos pecadores, necesitados de la misericordia del Padre, porque s?lo as? el d?a de Pascua seremos entre los elegidos que se sentir?n llamados por su nombre, como Mar?a:
???Mar?a!??...; y como ella podremos exclamar, felices e ?ntimamente conmovidos: ??Rabbun??? (??Mi Maestro y Se?or!?)...

P. Giovanni Salerno, sptm
Publicado por verdenaranja @ 22:49  | Espiritualidad
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