Testimonio de un di?cono sobre su vocaci?n seg?n viene en el folleto TESTIMONIOS de la carpeta del D?a del Seminario 2007.
Pedro Jos? acaba de ordenarse di?cono, tiene 24 a?os, y cuando era muy peque?o quer?a ser misionero, pero... lee, lee: Siempre me he considerado un apasionado por la vida. Nac? en Madrid el 19 de febrero de 1982, poco antes que Naranjito, y en tres a?os era ya el mayor de cuatro hermanos. Los recuerdos de mi infancia son de una casa de locos porque los cuatro hermanos lo pon?amos todo patas arriba, y creo que mi madre se gan? la santidad ya en esa ?poca.
De siempre me encant? la m?sica, el cine, tener amigos, aprend? a tocar un poco el piano y otro poco la guitarra. Viv?a con emoci?n los partidos de f?tbol, sobre todo los derbies porque mis padres son del Real Madrid y yo del Atleti.
Pero lo que m?s me llamaba la atenci?n era que las familias que conoc?a en la parroquia ten?an una alegr?a especial. Las personas mayores, ancianitos muchas veces enfermos o con dolor a la espalda, me daban lecciones de alegr?a, incluso m?s que mis amigos. El modo como trataban los pap?s a los otros ni?os no era igual, y me encantaba el sacerdote mayor de la misa de ni?os.
As? fue como tom? la decisi?n de irme de misionero. Ten?a que contar a todas las perso?nas del mundo c?mo Jes?s hac?a felices a todas las familias de mi parroquia. Contaba 11 ? 12 a?os y sent? a mi madre en mi cama para prevenirla: "Mam?, quiero que sepas que un d?a me ir? de misiones a un pa?s muy lejano, y ya no nos veremos m?s'.
Mi madre no se tir? de los pelos ni se desesper?, sino que me acarici? y me dijo que no deb?a esperar m?s, sino que empezase a anunciar a Jes?s por mi barrio (el Parque de las Avenidas), a mis amigos del colegio. Que ser miembro de la Iglesia era ser misionero.
Mi adolescencia fue muy dif?cil, mis amigos no estaban por la labor de dejarme hablarles de Jes?s y casi renunci? a mis proyectos, salvo cuando los domingos iba a misa. Es una etapa de crisis en mi vida.
Todo cambi? cuando el sacerdote mayor de mi parroquia me pidi? que empe?zara a dar catequesis. Apenas con 15 ? 16 a?os ya daba catequesis a ni?os, y esto
me volvi? a mostrar que yo deb?a transmitir tantos milagros de los que hab?a sido testigo en mi casa y en mi parroquia.
Cambi? de amigos, pues hice muchos amigos entre los catequistas j?venes de mi parroquia. Me dej? acompa?ar por el sacerdote. Comenc? a experimentar cu?nto bien hace el sacramento del perd?n. Encontr? en la Eucarist?a un encuentro precioso con Jes?s que viene a nosotros con todo su amor.
Y as?, en mitad de algunas movidas (pues en mi cabeza estaba hecho un l?o) de pronto quiso Jes?s hacerme entender que me estaba enamorando. Mi vocaci?n estaba sirviendo a su Iglesia. Am?ndola como la ama ?l: "Celebra los sacramentos para mi Iglesia", "acompa?a a tus hermanos en su experiencia cotidiana de Dios", "anuncia mi Resurrecci?n a todos los hombres"...
... me cost? reconocerlo, pas? por algunos miedos, por discusiones con ?l... pero su llamada era clara y tremendamente atractiva. Por eso entr? al seminario. Quer?a seguirle fuese donde fuese.
Y cada d?a desde aquel domingo de octubre en el que comenc? a intuir que me llamaba a ser sacerdote me acuesto m?s emocionado por los milagros que voy viendo, me levanto m?s feliz de estar pudiendo responder a su llamada, vivo m?s ilusionado por ser suyo, y, por ?l, de todas las personas, hombres, mujeres, ni?os o ancianos, por las que ?l ya ha dado la vida.
Pedro Jos? Lamata Molina