ZENIT publica el comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap. - predicador de la Casa Pontificia- a la liturgia del domingo de Ramos de la Pasi?n del Se?or, 1 de abril de 2007.
Una mirada de historiadores a la Pasi?n de Cristo
Domingo de Ramos
Isa?as 50, 4-7; Filipenses 2, 6-11; Lucas 22, 14-23,56
En el Evangelio del domingo de Ramos escuchamos por completo el relato de la Pasi?n seg?n San Lucas. Nos planteamos la cuesti?n crucial, para responder a la cual fueron escritos los Evangelios: ?por qu? un hombre as? acab? en la cruz? ?Cu?l es el motivo y qui?nes los responsables de la muerte de Jes?s?
Seg?n una teor?a que empez? a circular despu?s de la tragedia de la Shoa de los jud?os, la responsabilidad de la muerte de Cristo recae principalmente, es m?s, tal vez exclusivamente, en Pilato y la autoridad romana, cosa que indica que su motivaci?n es m?s de orden pol?tico que religioso. Los Evangelios han excusado a Pilato y acusado de ella a los jefes del juda?smo para tranquilizar a las autoridades romanas y tenerlas como amigas.
Esta tesis naci? de una preocupaci?n justa que hoy todos compartimos: cortar de ra?z todo pretexto para el antisemitismo que tanto mal ha procurado al pueblo jud?o por parte de los cristianos. Pero el perjuicio m?s grave que se puede hacer a una causa justa es el de defenderla con argumentos err?neos. La lucha contra el antisemitismo hay que situarla sobre un fundamento m?s s?lido que una discutible (y discutida) interpretaci?n de los relatos de la Pasi?n.
La ajenidad del pueblo jud?o, en cuanto tal, a la responsabilidad de la muerte de Cristo, reposa en una certeza b?blica que los cristianos tiene en com?n con los jud?os, pero que lamentablemente por muchos siglos ha sido extra?amente olvidada: ?El que peque es quien morir?; el hijo no cargar? con la culpa de su padre, ni el padre con la culpa de su hijo? (Ez 18,20). La doctrina de la Iglesia conoce un solo pecado que se transmite por herencia de padre a hijo, el pecado original; ning?n otro.
Ya asegurado el rechazo del antisemitismo, desear?a explicar por qu? no se puede aceptar la tesis de la total ajenidad de las autoridades jud?as a la muerte de Cristo, y por lo tanto de la naturaleza esencialmente pol?tica de ella. Pablo, en la m?s antigua de sus cartas, escrita en torno al a?o 50, da, de la condena de Cristo, la misma versi?n fundamental de los Evangelios. Dice que ?los jud?os dieron muerte al Se?or? (1 Ts 2,15), y sobre los hechos ocurridos en Jerusal?n poco antes de su llegada a la ciudad ?l deb?a estar mejor informado que nosotros, los modernos, al haber aprobado y defendido ?encarnizadamente?, en un tiempo, la condena del Nazareno.
No se pueden leer los relatos de la Pasi?n ignorando todo lo que les precede. Los cuatro evangelios atestiguan, se puede decir que a cada p?gina, un choque religioso creciente entre Jes?s y un grupo influyente de jud?os (fariseos, doctores de la ley, escribas) sobre la observancia del s?bado, sobre la actitud hacia los pecadores y publicanos, sobre lo puro y lo impuro.
Pero una vez demostrada la existencia de este desacuerdo, ?c?mo se puede pensar que ello no haya jugado ning?n papel en el momento del ajuste final de cuentas y que las autoridades jud?as se decidieran a denunciar a Jes?s ante Pilato ?nicamente por miedo a una intervenci?n armada de los romanos, casi a su pesar?
Pilato no era una persona sensible a razones de justicia, como para preocuparse de la suerte de un desconocido jud?o; era un tipo duro y cruel, dispuesto a ahogar en sangre cualquier m?nimo indicio de revuelta. Todo ello es muy cierto. No intenta salvar a Jes?s por compasi?n hacia la v?ctima, sino s?lo por una obstinaci?n contra sus acusadores, con los que estaba en marcha una guerra sorda desde su llegada a Judea. Naturalmente, esto no disminuye en absoluto la responsabilidad de Pilato en la condena de Cristo, que recae en ?l no menos que sobre los jefes jud?os.
No se trata, sobre todo, de querer ser ?m?s jud?os que los jud?os?. De las noticias sobre la muerte de Jes?s, presentes en el Talmud y en otras fuentes judaicas (si bien tard?as e hist?ricamente contradictorias), emerge algo: la tradici?n jud?a nunca ha negado una participaci?n de las autoridades religiosas del tiempo en la condena de Cristo. No ha fundado la propia defensa negando el hecho, sino a lo m?s negando que el hecho, desde el punto de vista jud?o, constituyera delito y que su condena fuera una condena injusta.
A la pregunta: ?por qu? Jes?s fue condenado a muerte?, despu?s de todas las investigaciones y alternativas propuestas, se debe por lo tanto dar la respuesta que dan los evangelios. Fue condenado por un motivo esencialmente religioso, el cual sin embargo fue h?bilmente formulado en t?rminos pol?ticos para convencer mejor al procurador romano. El t?tulo Mes?as sobre el que estaba fundamentada la acusaci?n del Sanedr?n, en el proceso ante Pilato, se convierte en ?Rey de los jud?os?, y ?ste ser? el t?tulo de condena que se colgar? en la cruz: ?Jes?s Nazareno, Rey de los jud?os?. Jes?s hab?a luchado toda su vida para evitar esta confusi?n, pero al final ser? precisamente ella la que decida su suerte.
Esto deja abierto el tema sobre el uso que se hace de los relatos de la Pasi?n. En el pasado estos se usaron frecuentemente (por ejemplo, en ciertas representaciones teatrales de la Pasi?n) de manera impropia, con forzamientos antijud?os. Se trata de algo hoy por todos firmemente confirmado, aunque tal vez a?n queda algo qu? hacer para eliminar de la celebraci?n cristiana de la Pasi?n todo lo que pueda ofender la sensibilidad de los hermanos jud?os. Jes?s fue y sigue siendo, a pesar de todo, el mayor don que el juda?smo dio al mundo. Un don, entre otras cosas, que pag? a un elevado precio...
La conclusi?n que podemos sacar de las consideraciones hist?ricas realizadas es, por lo tanto, que poder religioso y poder pol?tico, los jefes del Sanedr?n y el procurador romano, participaron ambos, por motivos diferentes, en la condena de Cristo. Debemos a?adir enseguida que la historia no dice todo ni lo esencial sobre este punto. Por la fe, quienes dieron muerte a Jes?s fuimos todos nosotros con nuestros pecados.
Dejemos ahora aparte las cuestiones hist?ricas y dediquemos alg?n instante a contemplarle a ?l. ?C?mo se comporta Jes?s en la Pasi?n? Sobrehumana dignidad, paciencia infinita. Ni un solo gesto o palabra que desmienta lo que ?l hab?a predicado en su Evangelio, especialmente en las Bienaventuranzas. ?l muere pidiendo el perd?n para sus verdugos.
Con todo, nada hay en ?l que se asemeje al orgulloso desprecio del dolor del dolor del estoico. Su reacci?n al sufrimiento y a la crueldad es human?sima: tiembla y suda sangre en Jetseman?, desear?a que el c?liz pasara de ?l, busca apoyo en sus disc?pulos, grita su desolaci?n en la cruz: ?Dios m?o, Dios m?o, ?por qu? me has abandonado??.
Un rasgo de esta sobrehumana grandeza de Cristo en la Pasi?n me fascina sobre todo: su silencio: ?Jes?s callaba? (Mt 26, 63). Calla ante Caif?s, calla ante Pilato, quien se irrita por su silencio, calla ante Herodes, que esperaba verle hacer un milagro (Cf. Lc 23, 8). ?Al ser insultado, no respond?a con insultos; al padecer, no amenazaba?, dice de ?l la Primera carta de Pedro (2, 23).
S?lo un instante antes de morir rompe el silencio y lo hace con aquel ?fuerte grito? que lanza desde la cruz y que arranca al centuri?n romano la confesi?n: ?Verdaderamente ?ste era hijo de Dios?.
[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit]
(Estamos construyendo un templo)