Ramiro Pellitero profesor de Teolog?a pastoral en
la Universidad de Navarra
ARGUMENTS Hace muchos a?os un humorista espa?ol escribi? una novela que se titulaba: "En el cielo no hay almejas". Hoy podr?amos a?adir: en el limbo, tampoco. Si uno busca en el Catecismo de la Iglesia Cat?lica o en su Compendio, no encontrar? el limbo por ninguna parte. La Comisi?n Teol?gica Internacional ha publicado un documento, que no nos ha llegado todav?a, sobre la cuesti?n del limbo.
En el limbo no hay "almejas". Y esto, no porque, seg?n se lee en alg?n peri?dico, "la Iglesia ha eliminado el limbo"; sino porque nunca ha pertenecido a la fe cristiana definida. Tiene que ver esta cuesti?n con el cielo, con el alma, con el pecado, pero sobre todo con el amor.
En el cielo no hay "almejas". La almeja es ese preciado molusco, relativamente barato dentro de los mariscos. El alma es el esp?ritu humano, que descubr?an las culturas antiguas y tambi?n cualquier filosof?a moderna abierta a la realidad. En la Facultad de medicina tuve un profesor de bioqu?mica que se empe?? largos a?os por encontrar "la mol?cula de la libertad". Vano intento. No somos simplemente un agregado de mol?culas, que se habr?an organizado a s? mismas en el cuerpo humano, tan perfectamente que la ciencia avanza, con la suposici?n, certera pero asombrosa, de que sus conexiones son maravillosamente racionales. S?lo una "fe irracional" podr?a decir que todo eso es fruto del azar.
El alma humana, seg?n la fe cristiana, es creada por Dios cada vez que surge una vida humana. Ah? est?, me dec?a un enfermo hace pocos d?as, la maravilla de las personas. Nacemos para ser inmortales. El cristianismo, s?lo el cristianismo, asegura que despu?s de la muerte hay un encuentro personal del alma con Dios. Pero para eso es necesario que el alma se dilate, se haga libremente bella y grande por el amor, a imagen de su creador. En el cielo no hay "almejas".
La causa de muchos males ?Y el limbo? El limbo era una interpretaci?n que se dio a partir de la Edad Media, para explicar ad?nde iban las almas de los ni?os que no recib?an el bautismo. Al cielo s?lo entra el que carece de pecado y de toda consecuencia del pecado. Tambi?n las culturas antiguas y cualquier persona sensata descubre que algo no funciona del todo. Junto con los anhelos de felicidad y los deseos del bien para los dem?s, anidan en cada uno tendencias insidiosas y hasta rastreras, que pueden hacer que civilizaciones enteras se enga?en y se pongan contra el hombre mismo.
Algo fall? desde el principio, y esto es lo que la fe cristiana llama pecado original. Un pecado que ha dejado una huella o una herida en la naturaleza humana, y por eso de alg?n modo es esclava del mal. De manera que lo que nace, la "natura," viene ya con esa herida de origen. En esas condiciones, seg?n la fe, no se puede entrar en el cielo. El pecado original y sus consecuencias se perdonan con el bautismo. ?Y qu? pasa con los ni?os que mueren sin haber sido bautizados? Ese es el tema.
?C?mo almejas? Hay varias soluciones: una de ellas parec?a ser el limbo. Un lugar donde los ni?os muertos sin el bautismo pasar?an la eternidad sin ver a Dios ni gozar de ?l, puesto que estaban afectados por el pecado original. Como no hab?an cometido pecados personales, quedar?an en el limbo disfrutando sin dolor, pero sin ver a Dios, sin encontrarse con la Verdad y el Amor para el que hab?an sido creados. Su condici?n de alma humana quedaba bastante reducida a "almeja". Pero claro, esto que parec?a, solo parec?a, acorde con la "justicia" de Dios, no parec?a tan acorde con su misericordia.
Otra soluci?n, que pertenece a la fe, es la que se dio ya en los primeros siglos. A los adultos que ped?an el bautismo y eran martirizados antes de recibirlo, se les consideraba bautizados con el "bautismo de sangre". A los que mor?an siendo catec?menos (en proceso de convertirse), se consideraba que hab?an recibido el "bautismo de deseo". M?s adelante esta misma explicaci?n se extendi? para el caso de "todos aquellos que, bajo el impulso de la gracia, sin conocer a Cristo y a la Iglesia, buscan a Dios y se esfuerzan por cumplir su voluntad", como dice el Compendio del Catecismo de la Iglesia Cat?lica.
Conviene advertir que esto ?ltimo ?la posibilidad de que tantas personas puedan salvarse sin conocer a Cristo y a la Iglesia? no hace in?til la evangelizaci?n ni el apostolado cristiano, porque seg?n San Pablo, Dios quiere que todos se salven "y lleguen al conocimiento de la verdad" (de esa verdad plena que es el amor de Dios manifestado en Cristo). Lo que se impone m?s bien es la urgencia de la evangelizaci?n.
El Compendio del Catecismo de la Iglesia Cat?lica, que recoge s?lo lo esencial de la fe, dice respecto a los ni?os que mueren sin el bautismo: "La Iglesia en su liturgia los conf?a a la misericordia de Dios". Aqu? se ve c?mo la justicia y la misericordia y el amor de Dios se identifican. ?De qu? manera concreta Dios quitar?a en esos ni?os el pecado original? No lo sabemos, y ha habido varias opiniones. No ha sido revelado o hasta ahora la Iglesia no se ha pronunciado al respecto. Quiz? la Comisi?n Teol?gica Internacional aporte ahora algunos argumentos.
Parec?a urgente En todo caso, nada de esto disminuye la responsabilidad, que tienen los padres cristianos, de bautizar a los ni?os cuanto antes, lo que seg?n la Iglesia significa "en las primeras semanas".
El limbo, dice la Comisi?n Teol?gica Internacional, supon?a una "visi?n restrictiva de la salvaci?n". Seg?n los adelantos de la prensa, el texto apunta que hay "serias razones teol?gicas para creer que los ni?os no bautizados que mueren se salvar?n y disfrutar?n de la visi?n de Dios".
No hay que olvidar a los Santos Inocentes, que celebramos el 28 de Diciembre, que confesaron a Cristo "no hablando, sino muriendo". El texto que ahora se anuncia dice: "La gracia tiene prioridad sobre el pecado y la exclusi?n de ni?os inocentes del cielo no parece reflejar el amor especial de Cristo por los m?s peque?os".
Seg?n el documento, el limbo representaba un problema pastoral urgente, ya que cada vez son m?s los ni?os nacidos de padres no cat?licos y que no son bautizados, y tambi?n "otros que no nacieron al ser v?ctimas de abortos".
En definitiva, el alma humana es, desde el primer momento, capaz de conocer a Dios y de amarle. Est? llamada a compartir ese Amor, ya en la tierra, especialmente con los m?s necesitados, los indefensos, los pobres, los no nacidos. Y tambi?n para siempre, junto con todas las personas que libremente lo acepten.