Casi desde los inicios de la historia de América Latina se hizo patente la preocupación de los Pastores por coordinar esfuerzos en una temprana muestra de colegialidad episcopal en el continente. Las enormes dificultades, la vastedad y complejidad geográfica del Nuevo Mundo, así como su riqueza cultural los llevan a reunirse en búsqueda de soluciones comunes a los desafíos que planteaba la primera evangelización.
Una inicial manifestación de este espíritu de colegialidad y comunión en el Nuevo Mundo fueron las Juntas eclesiásticas de la llamada Nueva España y el Caribe celebradas en 1524, 1536, 1539, 1541 y 1544. La más importante de ellas fue la de 1539, sirviendo como base para el trabajo misionero hasta el primer Concilio Provincial de México.
Las Juntas darán paso después a una forma más orgánica de encuentros episcopales llamada Concilios Provinciales. Así, tanto en México como en Lima se celebraron estas asambleas con el fin de organizar la labor de la Iglesia, reglamentar jurídicamente su acción y plantear caminos pastorales comunes para el anuncio del Evangelio.
El primer Concilio Provincial fue celebrado en Lima en el año de 1552, convocado por su primer Arzobispo Jerónimo de Loaysa. Estos Concilios Provinciales también fueron organizados en México a partir del año 1555. A éstos seguirán años después los segundos Concilios Provinciales tanto de México (1565) como de Lima (1567) con la finalidad de aplicar el Concilio de Trento (finalizado en 1563).
De estos memorables y decisivos Concilios Provinciales cabe destacar el III Concilio Limense celebrado en 1582-1583 y el III Concilio Mexicano realizado dos años más tarde, en 1585. Ambos tenían como horizonte común seguir adaptando el gran concilio de Trento a las nuevas realidades de América e impulsar y profundizar la evangelización emprendida. La historia de la evangelización de América está íntimamente ligada a estos dos decisivos Concilios Provinciales.
El caso del Brasil es un tanto distinto al de la América hispana. La evangelización no se organizó tan rápido. La iniciativa evangelizadora será asumida por las órdenes, especialmente los jesuitas. No será hasta comienzos del siglo XVIII que se descubra la exigencia de una planificación común del servicio apostólico. Así, en 1707 se realizará un Sínodo en la Arquidiócesis de San Salvador de Bahía cuyas conclusiones y directivas fueron asumidas en el resto de las diócesis del Brasil.
Una nueva época para la Iglesia en América Latina se abrió con el Concilio Plenario de la América Latina, convocado por el Papa León XIII y celebrado en Roma en 1899. Congregó una significativa representatividad de diócesis y jurisdicciones eclesiásticas de Latinoamérica. Más de cincuenta obispos se hicieron presentes. Allí se preparó un importante conjunto de decretos que serán sustento importante de la vida de la Iglesia durante toda la primera mitad del siglo XX.
El siguiente hito importante en la historia de la Iglesia en América Latina es la organización de las Conferencias Generales del Episcopado.
La I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano se celebró en la ciudad de Río de Janeiro en 1955. Fue convocada por el Papa Pío XII. La Conferencia tenía el evidente deseo de impulsar una renovada evangelización y el fortalecimiento de la fe en América Latina. Los principales temas de las reflexiones episcopales fueron la escasez de sacerdotes, el compromiso de los laicos, la instrucción religiosa del pueblo (“bautizado pero no catequizado”), la difícil situación socio-económico de la región, el compromiso de la comunidad eclesial en el ámbito de la educación y de la promoción social y por último, las grandes cuestiones de la situación de las poblaciones indígenas y de los fenómenos migratorios. Aparte de estos temas principales los 6 Cardenales y 95 Obispos presentes reflexionaron sobre otras cuestiones como por ejemplo, los medios de comunicación social, (vistos como un importante instrumento de evangelización y catequesis), los flujos migratorios, la penetración protestante y el resurgir de las practicas espiritistas y similares. Se vio la necesidad de impulsar una campaña vocacional y de promover una formación más profunda e integral.
Uno de los grandes aportes que surgieron de esta I Conferencia General fue la iniciativa de pedir al Santo Padre Pío XII la creación del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) que tan gravitante papel ha jugado en América Latina en la coordinación y servicio de la comunión episcopal y eclesial. Antes de dos meses Pío XII aprobó la creación del CELMA decidiendo que su sede fuese Bogotá (Colombia). Entre el 5 y el 14 de noviembre del mismo año se tiene la primera reunión constitutiva del CELAM.
I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Río de Janeiro, 1955)
- Documento de Conclusiones: http://multimedios.org/docs/d000383
Incluye: - Carta Apostólica Ad Ecclesiam Christi del Santo Padre Pío XII
La II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano se celebró en la ciudad de Medellín (Colombia) en 1968 (26 agosto- 6 septiembre). Se llevó a cabo inmediatamente después del Concilio Vaticano II y tuvo como meta aplicar la renovación conciliar a la realidad latinoamericana. Son años muy difíciles no sólo para América Latina, sino para todo el mundo. En el continente se está extendiendo el militarismo y la guerrilla, mientras miles de personas viven en la extrema pobreza y aparentemente sin esperanzas. El tema escogido fue: Presencia de la Iglesia en la actual transformación de América Latina, a la luz del Concilio Vaticano II. El acento que recorre todo el documento es la necesidad del desarrollo integral de la persona. La II Conferencia General fue convocada por el Papa Pablo VI y más tarde inaugurada personalmente por él, el 24 de agosto de 1968 en la Catedral de Bogota. Este era el sexto viaje apostólico internacional del Santo Padre y la primera ocasión en que un Pontífice visitaba América Latina. Significó el inicio de un tiempo nuevo para la Iglesia del continente.
II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Medellín, 1968)
- Documento de Conclusiones: http://multimedios.org/docs/d000273
Incluye: - Discurso del Santo Padre Pablo VI en la apertura de la segunda conferencia.
La III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano se celebró once años después, en 1979, en la ciudad mexicana de Puebla de los Ángeles. El tema escogido esta vez fue: La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina. El acento principal del documento final es el binomio comunión y participación. Fue inaugurada personalmente por el Papa Juan Pablo II. Significó un momento muy importante de la vida de la Iglesia en el continente. Su documento ha sellado muy profundamente el compromiso del Pueblo de Dios.
III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Puebla, 1979)- Documento de Conclusiones: http://multimedios.org/docs/d000363
Incluye:
- Carta del Santo Padre Juan Pablo II a los Obispos Diocesanos de América Latina.
- Discurso del Santo Padre Juan Pablo II en la apertura de la tercera conferencia.
La IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano fue convocada por el Papa Juan Pablo II, e inaugurada por él mismo el 12 de octubre en la ciudad de Santo Domingo en 1992. Esta conferencia se prepara y se desarrolla en el marco del V Centenario de la Evangelización de América, esto es, en el contexto que recordaba los 500 años del descubrimiento de América (12 octubre 1492) El tema escogido fue: Nueva evangelización, promoción humana y cultura cristiana. Jesucristo ayer, hoy y siempre (Hb 13,8). En su discurso el Santo Padre, Juan Pablo II, afrontó on claridad todas las cuestiones principales de la vida eclesial y de los católicos en América Latina y el Caribe. Las reflexiones y orientaciones del Papa se centraron en 5 puntos cardinales: Jesús, ayer, hoy y siempre; la Nueva Evangelización; la promoción humana integral; la cultura cristiana; una nueva era bajo el signo de la esperanza.
El acento principal del documento final es la persona y el mensaje del Señor Jesús. Desde este acento cristocéntrico se aproxima a toda la realidad para impulsar una nueva evangelización que aliente una más profunda promoción humana y sea instrumento de edificación de una cultura más cristiana. A esta aproximación cristocéntrica se deben añadir dos acentos más que también son claves fundamentales para comprender el documento dominicano y los nuevos horizontes pastorales de la Iglesia en el continente: la reconciliación y la solidariedad, y la presencia mariana.
IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Santo Domingo, 1992)- Documento de Conclusiones: http://multimedios.org/docs/d000420
Incluye:
- Carta del Santo Padre Juan Pablo II a los Obispos Diocesanos de América Latina.
- Discurso del Santo Padre Juan Pablo II en la apertura de la tercera conferencia.
Las Conferencias Generales han sido pues a la vez expresión e impulso del proceso de madurez eclesial en América Latina y una ocasión de revisión y reflexión sobre los desafíos pastorales para la misión en la Iglesia en América Latina. Dentro de su carácter eclesial, no obstante la gran participación del Pueblo de Dios, son propiamente asambleas episcopales. La preparación previa en las iglesias locales, así como la participación en el desarrollo de las mismas de otros hijos de la Iglesia no disminuye en nada este hecho fundamental.
De estas Conferencias han salido muchos importantes frutos para la Iglesia en América Latina. Han sido sin duda una motivación a la renovación. A través de sus documentos se han ido perfilando grandes líneas de un esfuerzo evangelizador común y de un intenso compromiso pastoral con los hombres y mujeres de América Latina. Por lo demás, los documentos conclusivos de las últimas tres Conferencias han tenido una amplia y cálida recepción en las Iglesias locales de Latinoamérica, llegando a ocupar un lugar destacado en la reflexión y el compromiso de las comunidades eclesiales. De esta manera se ha ido fortaleciendo en este tiempo una forma común de expresar y vivir la fe que, manifestando el sustrato de la identidad cultural mestiza forjada al calor del Evangelio, ha permitido poner de relieve la variedad, riqueza y características singulares de las Iglesias locales de América Latina.
Como último hito de esta historia antes de la Conferencia de Aparecida hay que señalar la Asamblea especial para América del Sínodo de los Obispos. Esta Asamblea Sinodal fue parte del camino recorrido por el Pueblo de Dios de manos de Juan Pablo II en preparación al Gran Jubileo del Año 2000. Convocados por el Santo Padre se reunieron en Roma del 16 de noviembre al 12 de diciembre 235 Obispos —además de los auditores, expertos y delegados de otras confesiones— tanto de América del Norte como de Latinoamérica.
Por primera vez las dos principales porciones de la Iglesia que peregrina en el continente —la del norte con una matriz anglo-francesa y la del sur claramente ibérica— se reunían bajo la guía de Pedro para reflexionar y profundizar en los desafíos que la Iglesia enfrenta en estas tierras de cara a las tareas de la Nueva Evangelización, horizonte común para todos los hombres y mujeres del continente. En ese sentido podemos decir que el Sínodo fue realmente una ocasión y un signo de reconciliación.
El tema de la Asamblea Sinodal fue: «Encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América». Este programa evangelizador fue propuesto por el Papa Juan Pablo II en la Exhortación Postsinodal Ecclesia in America presentada en México a los pies de Nuestra Señora de Guadalupe, tan íntimamente ligada a la primera evangelización.